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Capitulo Único parte 6

–Supongo que eres el novio–afirmo Kōga tomando una de las copa que un camarero les había ofrecido.

Aome fue la única que asintió, pero no era suficiente, porque al no recibir ninguna respuesta por parte del sujeto prosiguió–No necesitas marcar territorio.

Sesshōmaru ni siquiera pestañeo, no hubo un solo musculo de su cara que se haya movido.

–Me gusta mantener, lo mío cerca.

El cuerpo de Kikyo se interpuso entre los dos–De acuerdo tranquilicémonos todos, no quiero riñas en mi fiesta–aclaro con el ceño fruncida y la mirada seria.

Aome sonrió nerviosa–Lo siento–se disculpó con su hermana, antes de sacar a Sesshōmaru del grupo para hablar en privado.

Una vez alejados, Aome lo metió al interior de lo que parecía ser un cuarto de limpieza, donde se podían ver, escobas, paños, baldes, una manguera y varios productos químicos, echo el cerrojo a la puerta soltando un suspiro.

Ella se le acerco y Sesshōmaru le dio una mirada divertida–¿Vas a aprovecharte de mí?

–No digas tonterías–ella bufo indignada, pero sus mejillas estaban teñidas de rosa por lo que él dedujo una cosa.

Sonrió con arrogancia, aprovechándose del hecho que estaban encerrados la atrapo contra la puerta, ella lo vio agitada, nerviosa y avergonzada.

Ella trato de zafarse pero el apreso sus manos con las suyas, dejándolas por encima de su cabeza.

– ¿Qué?- Él sonrió y Aome olvido lo que iba a decir.

Finalmente lo vio meter el rostro entre el espacio de su cuello, para aspirar el aroma de su cabello, la respiración del Taisho acariciando su piel, despertó un conocido calor en el interior de sus piernas.

–Tienes fantasías conmigo aquí dentro ¿Verdad?–susurro tan cerca de su oreja, que la morena estaba segura de que cada cabello que cubría su cuerpo se le había erizado, mientras un placentero cosquilleo le recorría la parte baja de su estómago.

Se removió nerviosa, hasta que finalmente le dio con la rodilla en la entrepierna– ¡Quítate!

Sesshōmaru se encorva del dolor y se alejó de ella, quien respiraba agitada y molesta por su atrevimiento, pero al verlo adolorido su enfado se esfuma–Lo siento. Perdón–trato de ayudarle, pero al final decidió quedarse quieta.

Se sentía terriblemente culpable ahora.

Sesshōmaru alzo la vista hacia ella mientras retomaba la postura–Te dije que no te disculparas–recordó con tanta serenidad, que ella parpadeo varias veces descolocada por su actitud, porque esperaba que la insultara o que mostrara algún signo de estar enfadado, sin embargo, lucia tan fresco como una lechuga.

–Pero te golpe...–murmuro en voz baja, él negó suavemente restándo importancia–Aunque técnicamente fue tu culpa por ponerme de esa forma–agrego luego sin pensar.

El Taisho la miro profundamente a los ojos, – ¿Cómo te puse?– Aome retrocedió desviando la vista, porque ahí estaba su encantador tono seductor que aria que a cualquier mujer se le cayeran los calzones.

–Como sea, no... No quiero que inicies una pelea innecesaria con Kōga–respondió rápidamente con el tono más seguro que encontró, evitando continuar con aquel asunto– ¿De acuerdo?

–Responde mi pregunta antes y ya veremos qué pasa–él dijo y Aome finalmente alzo la vista, más se quedó completamente muda– ¿Cómo te sentiste?– cuestiono nuevamente dando un paso hacia ella.

El calor regreso a su cuerpo–Te golpeare de nuevo, si te acercas–advirtió con el rostro colorado y los ojos vidriosos.

El hombre sonrió.

–No pelees–fue lo último que dijo antes de salir rápidamente de aquel pequeño cuarto, regresando a su grupo de amigos, quienes seguían debatiendo sobre las clases de baile antes de la boda.

Sango se acercó a ella, para tomarla del brazo, mientras le ofrecía un sorbo de su copa de vino tinto– ¿Fuiste dura con él?–inquirió.

La azabache le sonrió, mientras asentía.

–Ese hombre está loco por ti amiga...–Sango aseguro, pero al ver la extraña mirada que esta le estaba dando, suspiro resignada–Dos hombres acaban de disputar por ti ¿Qué no te enteras?

–"Los celos fingidos"–pensó Aome entendiendo el curso de la conversación–Claro que lo sé, solo estaba bromeando–aseguro soltando una risa.

–Hay Aome...–regaño su amiga.

La aludida se encogió de hombros, antes de probar la bebida–Está bueno...–Comento distraídamente.

– ¿Aome tú que dices?–de repente Kikyo había lanzado una pregunta hacia su persona.

– ¿Qué?–replico confundida.

Su hermana suspiro–Tomar clases de baile todos antes de la boda, eres mi madrina tienes que lucirte en la pista–comento mientras le sonreía, como si todo estuviera bien, enterándose recién que sería una de las madrinas.

Sintió el deseo de golpearla, pero eso implicaría que el día de la boda, apareciera en su bonito vestido con un ojo morado.

Apretó los labios y meció la cabeza–Okey...–suspiro la respuesta. Se aseguraría de hablar con ella más tarde.

– ¿Tú estás de acuerdo Sesshōmaru?–su hermana lanzo la pregunta mirando detrás de la azabache, quien lo vio con sorpresa.

¿En qué momento había llegado ahí?

–Los acompañare–respondió.

...

La fiesta termino para alivio de todos más temprano de lo que esperaban, lo cual era perfecto, porque estaba muerta del cansancio a causa de las largas horas de viaje y además, las diferentes tragos que había ingerido en la fiesta comenzaban a hacer efecto.

La conversación con su hermana, la pospuso para el día siguiente cuando su cabeza dejara de dar vueltas.

Suspiro mientras caminaba prácticamente arrastrando los pies, detrás de ella venían su padre y Sesshōmaru cargando las maletas, mientras que su madre los seguía pero hablando por teléfono con el decorador.

–Dejare las maletas aquí–su padre dijo mientras las colocaba al costado de la puerta.

Aome asintió con una sonrisa–Gracias papa–le respondió para luego depositarle un beso en la mejilla.

–Que descansen–este se despidió.

La Sra. Higurashi se detuvo frente a la puerta junto al Taisho.

– ¿Dónde dormirá Sesshōmaru?– cuestiono hacia su madre y el mencionado la miro detenidamente–Mi madre tiene la regla de que hombre y mujeres no deben dormir en el mismo cuarto hasta el matrimonio–explico rápidamente.

Sesshōmaru miro a la mujer esperando una respuesta, pero esta comenzó a reír ruidosamente.

–Esta tarde no parecías preocupada por eso–le recordó con cierto tono de picardía –Que duerma contigo, no soy una vieja anticuada–agrego ante la mirada incrédula de su hija, la mujer se alejó aún riendo–Recuerden el condón–grito a unos pasos alejados.

El la miro– ¿Dónde tienes los condones?–pregunto con burla.

Aome bufo.

El siguiente mañana...

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