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Capitulo Uno: Prometo serte fiel

Kim Nam Joon heredero del Clan de las montañas del Norte esperaba en el altar a su prometido el príncipe Park Ji Min, un hermoso rubio, muy joven. 

Según el protocolo, los futuros esposos se conocerían un día antes de la boda en una discreta cena. Era una costumbre muy arraigada entre familias ricas, donde el amor no tenía cabida, solo importaba acrecentar las riquezas y tener más tierras y poder. Sobre todo ahora que Park Seok Jin y su hermano menor Park Ji Min quedaron huérfanos, debían casarse para no perder sus tierras y recuperar la antigua gloria familiar.

Eso representaba el clan de las montañas con tierras fértiles y montañas llenas de oro. No importaba que Ji Min tuviera solo dieciséis  años, el chico debía darle un heredero al rey Kim que había subido al trono hacía pocos meses con la muerte de su padre. Ahora el reino de las montañas debía tener un heredero.

Nam Joon estaba molesto, su novio se había retrasado veinte minutos, Kim Yoon Gi su tío, estaba a su lado, también se notaba tenso era una afrenta tener esperando a su sobrino.

-Este retraso es una ofensa Nam, vayámonos y busca una esposa entre nuestras mujeres, no necesitas la alianza con el sur.

-Esperemos un poco más, las novias tienen derecho a pequeños nervios –Dijo tratando de calmar a su tío.

La música sonó anunciando la entrada del novio, pero el único que se presento fue el sacerdote que los casaría. –Mi señor Kim- le dijo muy bajo al llegar ante el rey- Su prometido le pide que lo vea en la rectoría-

Nam Joon, palideció, se imaginó lo peor, comenzó a seguir al sacerdote escoltado por su tío y su amigo el general del Clan Jung Ho Seok.

-Aquí es- les indico el clérigo señalando una gruesa puerta de madera labrada.

Al entrar estaba sentado el joven Park vestido de blanco con la cara cubierta con un velo y una brillante corona que adornaba su cabeza.

-A que juegas Ji Min, porque no estas caminando al altar.

El joven se levantó, mostrando una altura mayor a la de Ji Min que era menudito.

Nam Joon, entro en cólera al ver que no era su prometido el joven vestido de blanco- ¿Qué demonios pasa?- Camino hacia el impostor con la espada desenvainada y le ordeno.

-Déjame ver quién eres antes de que te mate.

El joven nervioso se quitó el velo de la cara, mostrando el hermoso rostro de Park Seok Jin lleno de miedo.

-¡Jin!- dijo el rey sorprendido.- ¿Dónde está Ji Min?

-Huyo con el capitán de la guardia Jeon Jung Kook.

-General- le dijo a Ho Seok.- Búsquenlos y maten al capitán,  traigan vivo a ese traidor de mi prometido.

Ho Seok asintió y comenzó a caminar hacia la salida.

-¡Piedad! No lastimes a mi hermano– Jin se hinco ante el rey

El rey le hizo señas a su general para que se detuviera --¿Pides piedad? ¿Sabes la traición que tu clan me ha hecho?, ¿sabes que la ley marca que puedo matar a tu hermano por la ofensa que me ha hecho? Yo debía casarme hoy con un Park como se firmó en el tratado hace dos meses como pidió mi padre antes de morir.

-Sí, lo sé y te pido perdón.

Nam Joon todavía sostenía la espada en su mano la blandió delante de Jin enojado.

-Mátalo Nam, su familia no merece vivir, no tienen honor – dijo su tío.

Park Seok Jin al escuchar a Kim Yoon Gi insultar a su familia cogió una pequeña daga de su cinturón y se abalanzó sobre él.

El rey con un rápido movimiento detuvo al joven doncel, mientras por su parte Jung Hoseok se ponía delante de Yoon Gi para protegerlo.

El general admiro al joven que mostraba valentía al atacar a quien insultaba a su familia y pese a cualquier pronóstico, el rey en lugar de matarlo comenzó a reír.

-Eres valiente joven Park. Me gustas.

Jin se sonrojo y se arrojó de nuevo a los pies del rey. -Perdona a mi familia.

-Hoy tenía que casarme, soluciónalo y te perdono la vida.

-Por eso te llame, te pido me desposes en lugar de mi hermano.

-Pero tú ibas a tomar los votos pronto. ¿Qué paso con tu vocación?

-Yo quiero servir a Dios, pero también quiero salvar a mi hermano y a mi pueblo.

-Sustituir un hermano por otro...

-Es una tontería sobrino, mátalos es tu derecho.

Jung Ho Seok, miro irritado al tío del rey a quien todavía protegía con su cuerpo;  en ese momento tuvo que controlarse para no darle de nalgadas como si fuera un niño malcriado, pero solo se dirigió a su rey – Mi señor es una buena idea la del príncipe Jin, el pacto firmado solo dice que te comprometías con un Park, no señala a cuál de los hijos.

Nam Joon, miró de cerca de Jin- ¿Estás dispuesto a ser mi esposo y obedecerme?

El joven temblando de miedo asintió levemente con la cabeza.

-¿Eres virgen? Responde y no me mientas.

El joven se sonrojo al escuchar la pregunta, pero sabiendo que su vida y la de su hermano dependían de su respuesta, dijo la verdad- Sí.

-¿Te han besado en la boca?

-No

El rey al escuchar su respuesta sonrió y codicioso se acercó a Jin, tomo su rostro con suavidad acaricio la mejilla de Jin –Tienes una piel muy suave. —Se le quedo mirando unos segundos antes de besarlo.

Jin sintió que su corazón latía como si hubiera subido una montaña. Su entrepierna se endureció, la sensación de los labios del rey hicieron que casi se desmayara.

El rey se sintió orgulloso de ser quien despertara el deseo del virginal joven, lo beso con más pasión profundizando el beso. Con renuencia lo soltó al recordar donde se encontraba --Park Seok Jin, te acepto como mi prometido.

Yoon Gi se adelantó para protestar, pero el rey le hizo señas que no dijera nada.

-General, suspende la búsqueda de Ji Min y el capitán.

-Gracias, le dijo Jin.

-Las gracias me las darás esta noche al ser dócil y complaciente.

El sacerdote tocio- ¿Habrá boda?

-El rey asintió.


Park Seok Jin caminaba por el pasillo, su mente estaba embotada al recordar lo que sintió minutos antes al ser besado por el rey. Mentiría si dijera que se casaba obligado o como sacrificio por su pueblo, estaba anhelante de más besos.

Llego al altar y se colocó junto al joven rey, para que iniciara el ancestral ritual.

El rey Nam dijo sus votos con voz segura:

-Yo, Kim Nam Joon, te recibo a ti, Park Seok Jin, como esposo, y me entrego a ti, y prometo serte fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida.

-Yo, Park Seok Jin, te recibo a ti, Kim Nam Joon, como esposo, y me entrego a ti, y prometo serte fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida.

El sacerdote los unió en santo matrimonio, feliz que no se derramara sangre y que los dos clanes se unieran en paz.

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