Capítulo 9
La semana siguiente todos los alumnos estaban bastante excitados por la proximidad de las fiestas navideñas. El castillo se hallaba plagado de abetos ornamentados, muérdago, acebo e incluso nieve mágica que caía del techo del Gran Comedor. Aún así algunos seguían teniendo exámenes y trabajos por entregar. El lunes, Bellatrix y Rodolphus que ya habían terminado con todo, salieron a dar un paseo. En el exterior del castillo la nieve se acumulaba y la estampa resultaba idílica.
-Sabes, Bella, he decidido que cuando nos casemos tendremos amantes.
-¿No te vale con Rose? ¿Ya quieres más amantes?
-No, yo no. Quiero que tú te quedes con Eleanor para conseguir comida.
-Estás fatal, Rod... -suspiró su amiga.
-¿Has vuelto a hablar con ella?
-No, desde el domingo cuando recibí el paquete no. Aunque ese día tampoco hablé yo, más bien fui hablada...
Decidió poner remedio a eso. Tuvo oportunidad esa noche, cuando volvía de entrenar en la Sala de los Menesteres. En esa ocasión sola, pero con el mismo nivel de exigencia que cuando lo hacía con Grindelwald. Era la una de la madrugada y no creyó que encontraría a nadie, pero sentada en su sillón de siempre estaba su pareja para el baile.
-¿Todavía despierta, Eleanor?
-¡Hola, Bellatrix! –exclamó la chica alegremente- Sí, estoy acostumbrada a dormir poco, los pasteleros llevamos horarios raros. Además siempre espero a que mis compañeras de cuarto estén dormidas, no me llevo bien con ellas. Y llámame Nellie, mis amigos me llaman Nellie. O me llamarían así si tuviera amigos... De momento me lo llaman mis padres.
A Bellatrix le hacía gracia que lo contaba todo con el mismo tono alegre y cantarín, como si no le afectara en absoluto. No se sentía cómoda con tanta familiaridad, pero sí que se identificó con ella en ese aspecto.
-Tener amigos está sobrevalorado. Y puedes llamarme Bella –comentó ocupando uno de los sillones frente a ella-. Por cierto, dales las gracias a tus padres por las empanadas y los dulces.
-¡Claro, se pondrán muy contentos! ¿Te gustaron?
-Lo poco que pude comer, sí. Pero Rodolphus apenas me dejó cuatro migas... Está enamorado de tu tienda.
-¡Oh, qué amable! Le diré a mi padre que te envíe más. Cuando vaya en Navidad te haré alguna yo misma, me encanta cocinar. En realidad mis padres montaron la pastelería como tapadera: mi madre trafica desde hace décadas con objetos oscuros, arte robado y cosas así. Generalmente le llevan los artefactos que son tan siniestros que ni en Borgin y Burkes pueden arriesgarse a manejarlos. Tiene clientes de todo el mundo, es una bruja genial... Mi padre no, es mucho más torpe con la magia, pero cocina muy bien. Yo he salido a él, aunque físicamente me parezco a mamá.
-Ah...- respondió Bellatrix.
No daba crédito. ¿Qué clase de persona le cuenta a una desconocida que sus padres dirigen un lucrativo negocio ilegal? Y más si la desconocida era Bellatrix: todos sabían de su predilección por torturar y extorsionar a compañeros...
-¡Uy, mira! –exclamó repentinamente Eleanor extrayendo un pergamino de su mochila- Les pedí que me enviaran una copia de nuestro árbol familiar, para que compruebes que no hay sangre sucias por ninguna parte. Sé que para ti es muy importante.
-Vaya... Gracias –respondió Bellatrix conmovida por detalle-. Oye, Eleanor...
-Nellie.
-Eso, Nellie. No quiero que te hagas la idea equivocada, no estoy buscando pareja o...
-¡Yo tampoco! No quiero casarme nunca, es muy aburrido y tener sexo solo con una persona el resto de tu vida... no lo veo práctico –reconoció frunciendo el ceño-. Pero siempre he querido tener una amiga y tú eres la chica más increíble del colegio, así que me hizo feliz que me invitaras. Normalmente solo me lo pedían chicos salidos que ni siquiera me miran a la cara...
-Qué asco dan –convino Bellatrix- ¿Y tus padres no te obligan a casarte?
-No, qué va. Mis padres quieren que sea feliz, son muy liberales con eso. Por eso nunca vamos a fiestas ni hacemos vida social ni nada; me da repelús que te traten como a una empanada vendida al mejor postor. Además tengo un hermano seis años mayor, Jason, que ayuda a mi padre con la pastelería y a mi madre con la venta de objetos ilegales. Él se ha casado con una Nott, así que nuestra estirpe seguirá viva mientras yo me dedico a hacer pasteles y tener sexo con quien me apetezca.
Bellatrix no pudo evitar reír.
-¿Y tú qué harás cuando termines? –preguntó Eleanor- Cuéntame cosas de ti.
La chica la complació contándole su historia sin darle muchos detalles, pero sin mentirle tampoco. Hablaron de sus vidas, de sus familias, de sus marcas de ropa favoritas, de sus historias de alcoba... Cuando se dieron cuenta eran las tres de la madrugada. Hacía mucho que Bellatrix no se sentía tan a gusto hablando con alguien de su edad. Sus amigos eran más bien cómplices ya que compartían el mismo destino y las cargas de sus apellidos. La temían y a la vez deseaban tenerla de su parte porque así nadie se metía con ellos. Sin embargo el interés de Eleanor era genuino y eso nunca le había sucedido. Ni siquiera con Grindelwald, que estaba claro que le ocultaba cosas y ella le temía porque al fin y al cabo era su profesor.
-Buenas noches, Bella –se despidió Eleanor dándole un abrazo fuerte.
La bruja se quedó estática sin saber cómo responder. Optó por un comentario humorístico: "Ahora que estamos tan juntas entiendo las pasiones que levanta tu escote...". Eleanor rio y comentó con sonrisa pícara: "Tú tampoco estás mal. Si te portas bien en el baile igual llegas a profundizar más en mí". Bellatrix sonrió y observó lo feliz que se marchaba a su dormitorio. Ella decidió retirarse también.
-Mira, por fastidiar a mis padres le he alegrado la vida a esa chica. Si es que soy un ser de luz, siempre haciendo el bien –murmuró mientras se arrebujaba bajo las sábanas.
El jueves varios profesores renunciaron a dar clase porque todos los estudiantes estaban demasiado emocionados con el baile de esa noche. Solo participaban los alumnos a partir de cuarto curso, pero como los más jóvenes estaban ocupados haciendo la maleta para el día siguiente tampoco protestaban. Bellatrix no compartía el júbilo general: realmente odiaba esos eventos. Pero aún así, debía asistir. Aunque solo fuese por ver a su profesor favorito con túnica de gala...
-Estás muy guapa, Bellatrix –alabó Dolohov arreglándose la pajarita.
La bruja llevaba el vestido que eligió para la ocasión cuando hizo la maleta en septiembre: negro, con escote corazón y ajustado a la cintura, varias capas de tul componían la falda justo por encima de la rodilla. Se había puesto unos botines y se había dejado la melena suelta.
-Gracias, Dol, tú estás tan elegante como siempre –respondió ella.
Esperaron a que aparecieran Rodolphus, Rose y Mulciber (todos haciendo honor con sus atuendos a la elegancia de sus apellidos) y se reunieron con sus parejas. Eleanor le había indicado a Bellatrix que estaría en su sillón de siempre y ahí la encontró.
-¡Tritones empanados! –exclamó levantándose entusiasmada- ¡Estás preciosa, Bella, vas a ser la más guapa de todo el colegio!
Eleanor lucía un vestido granate oscuro de terciopelo, con un corpiño que realzaba su pecho y su estrecha cintura y una falda larga estilo victoriano. Llevaba un colgante de plata en forma de rosa que nunca se quitaba y se había recogido sus rizos caoba con pasadores de oro que dejaban varios mechones sueltos. El conjunto le sentaba espectacular.
-Por Circe, Nellie... Te pedí la cita solo para fastidiar a mis padres, pero acabas de cruciar a mi heterosexualidad.
La chica se echó a reír y la abrazó con gratitud. La cogió del brazo con determinación y se dirigieron al Gran Comedor. Bellatrix notó que Dolohov la miraba con envidia, él jamás se atrevería a acudir con un chico por mucho que lo deseara. Ella decidió que le hacía un favor al abrir camino. A Bellatrix Black nadie le decía con quién debía ir a un ridículo baile. Durante todo el camino Eleanor fue comentando la decoración y los atuendos de la gente. Era bastante cotilla y le gustaba parlotear sobre todo lo que se enteraba, pero a Bellatrix no le molestó. Principalmente porque hacía comentarios que ella consideraba muy justos:
-Mira esa pareja de sangre sucias, ¿por qué los dejan asistir? –inquirió Nellie frunciendo el ceño- O si se lo permiten que no nos obliguen a venir al resto. Al menos se aparean entre ellos y no nos contaminan al resto...
Sin saber si lo hacía para mostrar su aquiescencia o para callarla, Bellatrix la besó. Resultó una sensación mucho más placentera de lo que preveía. Eleanor también lo consideró así y empezó a besuquearla también. Todo eso sin dejar de reír y criticar a la gente impura con la que les obligaban a juntarse. Hubo algunas alumnas y alumnos que murmuraron con repugnancia al ver a dos chicas juntas. Cuando se dieron cuenta de que una era Bellatrix, se arrepintieron. Fue tarde: pasaron el resto de la velada encerrados en el baño víctimas de un maleficio que les tuvo vomitando hasta el día siguiente.
-Ese estúpido pervertido no para de mirarme las tetas –protestó Nellie subiéndose el escote.
De inmediato la varita oculta en el antebrazo de Bellatrix volvió a deslizarse a su mano y el alumno salió corriendo al baño. "Me pone muy cachonda que hagas eso" susurró Eleanor en su oído. La morena rio, ¡al final iba a pasarlo hasta bien!
-Hombre, la futura amante de mi futura mujer... Rodolphus Lestrange, para servirla en lo que haga falta –se presentó el chico pomposamente.
-¡Ah, sí! Tú eres el que le gusta tanto la pastelería, ¿no? Estas dos semanas de Navidad estaré yo, si vienes te preparo lo que quieras.
Pese a que en Navidad se marchaba a Francia con su familia, Rodolphus rectificó su postura:
-¿Te plantearías abandonar a mi futura mujer y casarte conmigo?
-¡Pero tú que te has creído! –exclamó Bellatrix- ¡Ni se te ocurra quitarme a mi novia de pega!
-¡Eh! ¿Tú no querías a Mr. Sexy? Pues te apañas con él.
-¿Quién es ese? -preguntó Eleanor.
-Grindelwald –respondió Bellatrix.
-Um... Tiene muy buen trasero y mucho dinero... -meditó Eleanor- Haríais buena pareja, me gusta para ti. Mientras te permita seguir siendo mi mejor amiga, claro.
-Ningún hombre me tiene que dar permiso para nada –declaró Bellatrix-. Me casaré con él y serás mi dama de honor.
Era absurdo, pero solo con fantasear en voz alta con ello ya sentía un incesante cosquilleo. Había tenido que contenerse para no mirarle embobada: Grindelwald llevaba un frac negro sobre una camisa blanca y del pantalón colgaba una cadena dorada con un elegante reloj de bolsillo. Sobre ello, la túnica de gala con el emblema de su familia también en negro. Ningún profesor, alumno, fantasma, ni criatura estaba a la altura de su elegancia. Pero Bellatrix logró apartar la vista y centrarse en sus amigos.
-¡Qué ilusión, siempre he querido ser dama de honor! –exclamó Eleanor- ¡También puedo preparar el banquete de boda!
-Perfecto, ¡hablemos de eso! –exclamó Rodolphus decidiendo que la comida era mucho mejor tema que el trasero del profesor.
Entre debates absurdos similares transcurrió la cena. Cuando terminaron, llegó el baile. Dumbledore despejó la sala e invitó a bailar a McGonagall. Después, Slughorn se animó con Sprout y pronto la pista se llenó. Bellatrix observó cómo Grindelwald le ofrecía su mano a Séptima Vector, la profesora de Aritmancia. Se había incorporado también ese año, tenía poco más de treinta años y era considerablemente atractiva.
-Pero si es una estúpida mestiza –masculló Bellatrix.
-Y además tiene problemas con el whisky... -apuntó Eleanor recibiendo una mirada interrogativa- Soy un poco cotilla. Pese a eso, ¿me concede este baile, Madame Black?
Bellatrix sonrió y aceptó su mano.
-Me gusta cómo suena Madame Black –declaró-. Tengo el título de Madame (y varios más) por posición social, pero suena a más mayor... Lo usaré más adelante.
Salieron juntas a la pista de baile y Bellatrix comprobó que Eleanor bailaba mejor que ella. Le extrañó dado que a ella nunca la habían obligado a ir a bailes.
-Siempre me ha gustado cantar y bailar –explicó la chica-. Estoy en el coro de Hogwarts, he cantado siempre en el concierto del Baile de Navidad, pero hoy no he querido participar porque tenía una cita más importante.
Bellatrix sonrió y en lugar de darle las gracias, la besó. Eleanor replicó el gesto. Pronto hubo más besos y manoseos que baile, ambas se sentían muy felices. A Bellatrix le agradaba la forma en que la abrazaba y le acariciaba el rostro y la cintura. Eleanor era muy dulce y cariñosa (a la vez que hacía comentarios siniestros sobre matar y comer muggles), cosa que en otras personas a Bellatrix le desagradaba profundamente. Sin embargo esa chica se estaba ganando su afecto casi en contra de su voluntad. En eso estaba –girando entre sus brazos y devorando su boca-, cuando sintió una mano fuerte cerrarse sobre su hombro. Sacó su lengua de la boca de Eleanor y se giró apunto de ejecutar un maleficio. Se detuvo al ver quién era.
-Guarde su varita, señorita Black –comentó Grindelwald-. Y hagan el favor de guardar también un poco el decoro. Están dando un espectáculo que si bien muchos están disfrutando, no resulta nada refinado para dos damas de su categoría.
Mientras Bellatrix pensaba una réplica ingeniosa, Eleanor comentó:
-Utiliza usted palabras muy raras, la mitad del tiempo no entiendo lo que dice.
-¡Nellie! –exclamó Bellatrix que nunca había visto a nadie replicar a Grindelwald.
-Bah, me va a suspender igual –comentó Eleanor encogiéndose de hombros-. Soy un desastre en Defensa, no doy una.
-Mire, esa respuesta sí ha sido acertada. Desde principio de curso me sorprende que obtuviera usted un Extraordinario el curso anterior.
-Porque el profe era muy buen cliente de mis padres y me adoraba –explicó Eleanor-. Digamos que compramos las notas con empanadas.
Bellatrix se echó a reír ante la expresión de sorpresa que mostró Grindelwald por la franqueza de su alumna.
-Eso explica muchas cosas... -murmuró él.
-¿Ahora podría marcharse para que pueda seguir liándome con Bella? –preguntó Eleanor sonriente.
-Les acabo de decir que no es en absoluto adecuado –repitió Grindelwald-, de hecho...
-De hecho es todo lo contrario, Gellert –intervino una voz afable y chispeante-. Creo que tanto Eleanor como Bellatrix merecen un reconocimiento por las barreras que han derribado viniendo juntas al baile. Así que les voy a dar... treinta puntos a cada una porque hacer lo que muchos no tuvimos el valor. ¿Te parece adecuado, Gellert?
-Por supuesto, Albus –respondió el aludido con frialdad.
-¡Hala! ¡Nunca había ganado tantos puntos! –exclamó Eleanor encantada- Solo Slughorn me da alguno de vez en cuando, Pociones se me da bien porque es parecido a cocinar.
Sin terminar de escucharla, Grindelwald se retiró. El director les sonrió, las volvió a felicitar por su valor y se alejó en dirección al buffet libre. Bellatrix lucía una sonrisa inmensa.
-No se me da bien interpretar a la gente... ¿crees que Grindy estaba celoso o solo es homófobo?
-¡Es obvio que está celoso! –rio Eleanor- Estáis casadísimos ya. Y descuida, no es homófobo, acabo de comprobar que los rumores eran ciertos...
Bellatrix preguntó a qué se refería y su pareja miró a su alrededor nerviosa de que alguien las escuchara. Pensó en retirarse a un sitio más privado, pero como buena cotilla Eleanor sabía que cuanto más silencio, más posible era que alguien las espiara y escuchara. Mejor quedarse en el ruidoso salón. "Ven, bailemos" le indicó a Bellatrix aprovechando que sonaba una canción lenta. Pegó sus cuerpos lo máximo posible, apoyó la barbilla en su hombro y empezó a susurrar en su oído:
-Hay una historiadora mágica, Bathilda Bagshot, que es vecina de mi abuela en el Valle de Godric y son muy buenas amigas. Muchas veces cuando voy a verla Bathilda está en su casa y de pequeña merendaba con ellas. Solía contarme cosas sobre Hogwarts. Bathilda aseguraba que los Dumbledore vivieron en ese pueblo durante muchos años y ella los conoció. El mayor de sus hijos, Albus, se hizo íntimo amigo de su sobrino-nieto durante los pocos meses que vivió con ella. Cuando se pasaba con el coñac, Bathilda me asegura que fueron "mucho más que amigos"... pero un día discutieron y su sobrino-nieto se marchó del pueblo.
-Eh... -susurró Bellatrix desconcertada- Me parece estupendo que Dumbledore sea gay, pero ¿qué tiene que ver eso con Grindelwald?
-¿Quién crees que es el sobrino de Bathilda?
Casi se tropezaron la una con la otra porque Bellatrix frenó en seco. La miró con los ojos muy abiertos completamente pasmada. Eso sí que no se lo esperaba. Para disimular, se dirigieron a la mesa de bebidas. Mientras se servían el ponche con lentitud, Bellatrix le preguntó si estaba segura. Su pareja aseguró que completamente. Bueno, así de primeras eso justificaba la tensión papable entre ambos magos. Aunque no tenía ni idea de qué podía haber sucedido para que terminaran tan mal...
-¡Uy! ¿Te importa si bailo con Ben? –comentó Eleanor cuando su compañero le sonrió ofreciéndole la mano.
-No, claro –respondió Bellatrix completamente distraída.
¿Grindelwald era gay? No podía ser, flirteaba con ella en casi todas sus clases nocturnas... Aunque quizá solo le seguía el juego porque era ella la que empezaba. "Será bisexual" decidió en absoluto más tranquila. Estaba absorta en su vaso de ponche cuando una chica con un deslumbrante vestido verde oscuro chocó contra ella.
-¡Pero serás...! –empezó a bramar Bellatrix- Ah, eres tú Andy. Si me llegas a tirar el ponche hubiese tenido que matarte.
-Lo siento, Bella –se disculpó su hermana-. Estás muy guapa.
-Tú también, ese vestido es muy bonito.
-¡Gracias! Me lo envió mamá. Esto y diez nombres de candidatos para mi boda –murmuró su hermana con fastidio.
-¿Y con quién has venido?
-Con... con... Bueno, sola en realidad.
-No es mala idea, para lo que hay por ahí... Parece que no le vamos a dar ninguna alegría a nuestros padres.
-¡Ya he visto que tú has venido con Eleanor! –exclamó Andrómeda aliviada de cambiar de tema- Va a mi clase, es muy graciosa. Desquicia a casi todos los profesores porque no le sale ningún hechizo, pero ella sigue igual de feliz. Una vez le replicó a McGonagall que qué necesidad tenía de transformar escarabajos en botones si tiene su propia modista que le cose los trajes.
Bellatrix rio, sí, aquello encajaba con lo que sabía de su pareja. Charló un par de minutos más con su hermana, pero pronto a Andrómeda le pidió bailar un ravenclaw y aceptó. La mayor la contempló durante varios minutos. La vio hablar con un chico al que no conocía mostrando cierto nerviosismo, como si no quisiera que la vieran con él. Bellatrix no lo entendió, sin duda su hermana le ocultaba algo. Pero no podía abrir otro frente de investigación. Con su futuro marido como presunto gay ya tenía de sobra.
-Me he aburrido de Ben y luego de George, resulta que bailar contigo es mejor –comentó Eleanor cuando regresó.
-Entonces vamos –respondió Bellatrix deseando distraerse.
Bailaron y se distrajeron juntas durante horas. El fotógrafo les hizo más fotos que a ninguna otra pareja y Eleanor aseguró que su padre ya había encargado que la publicaran en el Profeta. Bellatrix sospechó que de esa la desheredaban... pero merecería la pena. Cuando se marcharon del Gran Comedor, miró a su alrededor y comprobó que Grindelwald ya se había ido. La profesora Vector tampoco estaba. Quiso creer que las dos desapariciones no estaban relacionadas.
-Lástima que ninguna de las dos seamos prefectas, así tendríamos dormitorio privado—comentó Eleanor.
-Yo tengo dormitorio privado –respondió Bellatrix con una sonrisa ladina.
-¡Y a qué esperamos!
Eleanor ni siquiera preguntó cómo lo había conseguido, se echó a correr y terminaron el día por todo lo alto.
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