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Capítulo 18

Bellatrix avisó a Rodolphus, Dolohov, Mulciber y Crabble de que tenían su primera misión. Con el último no tenía confianza, pero era compañero de habitación de sus amigos y estaba plenamente concienciado con la causa del Señor Tenebroso, puesto que sus padres ya eran mortífagos. Recibieron la noticia con una mezcla de emoción y miedo. Bellatrix no los informó hasta el mismo miércoles, temía que se delataran de alguna forma. Tampoco les explicó cómo saldrían del colegio. Ella estaba al mando, lo tenía claro y el resto debían tenerlo claro también. Si bien ninguno protestó, sospechó que no les hacía mucha gracia: una cosa era obedecer a Voldemort y otra a una compañera de su edad. Pero como sabían de lo que era capaz, se callaron.

-Saldremos con tiempo, prefiero llegar antes que arriesgarme a llegar tarde –les informó la bruja-. Así que a las diez y media en la sala común.

-¿Y si alguien nos ve? –preguntó Crabble, que era alto y fornido pero no demasiado inteligente.

-Usamos imperio o la maldición que sea –respondió ella como si fuese lo más obvio-. Sabes usarlas, ¿verdad?

-Por supuesto...

A Bellatrix no le hizo falta que su colgante se calentase para saber que mentía. Y sospechaba que sus otros tres compañeros tampoco serían capaces de ejecutar una imperdonable. "Vaya panda de bebés", pensó, "Espero que mi maestro no la pague conmigo por haberlos elegido, aun con todo son los mejores...".

Tuvieron suerte: a la hora acordada solo había una persona en un rincón de la sala común. Crabble alzó la varita amenazante. "Estate quieto" le espetó Bellatrix.

-Buenas noches, Nell –le dijo a su amiga que estaba muy concentrada en su libro de pociones.

-¡Adiós, Bella! –respondió Eleanor.

La chica siempre veía a Bellatrix entrando y saliendo a altas horas de la noche y jamás hacia preguntas. Mientras la viese bien, le parecía estupendo y no se metía en sus asuntos. A la mayor le encantaba eso de ella. La discreción era un valor fundamental en las familias de sangre pura.

-Vamos entonces –indicó Bellatrix.

Metió la mano en su bolsillo y agarró el chivatoscopio por si vibraba. Lo hizo una vez. Con un gesto suyo todos sus amigos se detuvieron temblorosos, pero al rato la alerta se silenció. "Habrá sido Filch, se habrá ido por otro pasillo" decidió la bruja. Cuando llegaron al séptimo piso invocó la Sala de Menesteres para que se transformara en la microciudad de objetos olvidados de la que le habló Voldemort. Ninguno de los slytherins conocía aquel lugar y exclamaron sorprendidos al entrar.

-¿Cómo haces para que aparezca? –preguntó Rodolphus.

-No sé, aparece sola cuando vengo –declaró ella que no deseaba revelar más secretos-. Ahora hay que buscar un armario evanescente, viene ayer para planificarlo y estaba... justo ahí

Seguía en su sitio. Aunque cabían todos pues el armario era amplio, decidieron dividirse para que fuese más seguro. De inmediato los cuatro chicos le indicaron a Bellatrix que ella primero. Puso los ojos en blanco ante su evidente aprensión. Se metió al armario con Rodolphus y aparecieron en la tienda de Borgin. Poco después surgieron los otros tres. Tal y como habló en Navidad con el dependiente, las alarmas se habían desactivado y con un alohomora salieron de la tienda. Bellatrix contempló el Callejón Knockturn, a esas horas de la noche plagado de seres extraños. Le hubiese encantado perderse en ese ambiente nocturno, pero tenían una misión. Y estaba deseando demostrarle a su maestro su valía.

-Hora de aparecernos. Solo yo conozco el lugar, así que vamos a darnos todos la mano.

-¿A dónde vamos? –preguntó Dolohov mientras se colocaban.

-A un barrio muggle que hace que esta gente parezca la señora Pomfrey. Hay drogas, prostitución, bandas callejeras, violencia... Ideal para practicar la matanza de muggles: el Ministerio jamás sabrá que es obra nuestra y no de esas bestias.

-¿Y cómo conoces tú ese lugar? –inquirió Mulciber sin muchas ganas de visitarlo.

-Mi maestro me ha llevado a practicar muchas veces –se jactó Bellatrix.

El resto la miraron con evidente envidia, pero de nuevo nadie dijo nada. "¿Preparados?" preguntó la bruja un segundo antes de aparecerlos. Cuando abrieron los ojos de nuevo estaban en uno de los barrios más peligrosos de los suburbios de Londres. Aparecieron en un rincón oscuro, tras varios cubos de basura para que nadie los viera.

-Joder, qué asco, qué mal huele –apuntó Rodolphus.

-¿Qué más da? –preguntó Bellatrix con la adrenalina que la embargaba siempre antes de una misión.

Aún faltaban quince minutos para las once. Voldemort aparecería en el mismo lugar que ellos.

-Voy dar una vuelta –comentó Bellatrix. ¿Venís?

Rodolphus y Crabble pusieron excusas mientras que Dolohov y Mulciber simplemente negaron con la cabeza. Bellatrix se encogió de hombros y se alejó por las callejuelas. No dudaba que sus amigos se convertirían en mortífagos y algún día serían buenos... pero les faltaba mucho recorrido. O quizá la intención de Voldemort era hacerlos aprender por la fuerza. Esperaba que no fuese muy duro con ellos, al menos no tanto como lo fue con ella...

Después de familiarizarse con la fauna de esa noche y elegir quiénes serían mejores víctimas, volvió al callejón. Lo hizo justo en el momento en que su maestro aparecía. Los cuatro chicos agacharon la cabeza, intentaron una torpe reverencia y le dieron las gracias por haberlos invitado; todo a la vez. Voldemort disfrutaba de su efecto intimidatorio. Respondió a sus saludos y después miró a su pupila que le miraba sonriente.

-¿Y esa sonrisa, Bella? No me digas que has empezado antes de tiempo...

-Lo siento, señor, solo han sido un par de crucios pequeñitos... He ido a investigar la zona y un imbécil me ha hecho un comentario inapropiado, así que...

-¿Qué te ha dicho? –inquirió su maestro.

-Que soy muy guapa.

Voldemort ocultó su sonrisa sin mucho éxito. La sed de sangre y el deseo de hacer daño sin motivo era lo que más le gustaba de Bellatrix. El resto creyeron que la regañaría por actuar sin esperar indicaciones, pero en lugar de eso comentó:

-Debéis hacer lo que ha hecho Bella: reconocer la zona antes de atacar siendo sigilosos, podéis usar un conjuro desilusionador.

-Lo siento, señor, no... -empezó a disculparse Dolohov.

El mago oscuro le mandó callar con un gesto de la mano. Les aseguró que era su primera misión y era normal, estaban ahí para aprender. A los cuatro slytherins les sorprendió su amabilidad, a Bellatrix aún más. Ella pagó muy caro cuando cometió ese mismo error... a los once años. Pero obviamente no dijo nada. Le preguntó a su Señor cuál era el objetivo esa noche y él respondió sencillamente:

-Disfrutar. Mostradme lo que sabéis hacer y deshagámonos de esta basura muggle. No de toda, no queremos llamar la atención... todavía. No matéis a más de uno por cabeza. Tenéis media hora y toda esta zona para practicar.

Los alumnos le miraron algo desconcertados. Esperaban una misión más concreta y con más fundamento, pero bueno, al menos no parecía demasiado comprometido. Les preguntó si tenían alguna duda.

-¿Sí, Bella?

-Si ellos no matan a nadie... ¿puedo matar yo a los cuatro muggles que les tocan? –preguntó impostando la mirada inocente que aprendió de Narcissa.

Ahí Voldemort no ocultó su carcajada. A ninguno le pasó por alto que Bellatrix los veía muy poco capaces... y que su maestro la llamaba simplemente "Bella" y reía con ella.

-Prefiero que lo hagan ellos. ¿Habéis usado alguna vez la maldición asesina?

-Bueno... -murmuró Dolohov.

-Ahora mismo no me acuerdo –balbuceó Crabble.

-Yo una vez contra un elfo, pero... -empezó Rodolphus sin añadir que no lo logró.

-Es que no he tenido ocasión... -comentó Mulciber.

-Ahora la tenéis –les indicó señalando la calle con un gesto de la mano-. Si no lo consiguen puedes ocuparte tú, Bella.

La chica dio un saltito victorioso y murmuró un "¡Bien!". Seguidamente se subieron las capuchas para preservar su identidad y Voldemort ejecutó un hechizo desilusionador que lo volvió completamente transparente. Eso desconcertó a los chicos, que no sabían cómo iban a impresionarlo si no lo veían (habían confiado en escurrir el bulto mientras no estuviera tras ellos). Bellatrix ni siquiera se dio cuenta: ya se había alejado chillando y riéndose sola.

Pasó una noche maravillosa: torturó a una docena de muggles, desangró a un par (pero sin matarlos), hechizo a cuatro para que pelearan entre sí, obligó a un narcotraficante a darles todo su dinero a dos prostitutas para que estudiaran una carrera y le lanzó su avada a un maltratador que presumía de serlo. "Estoy haciendo el bien", se decía, "Estoy limpiando el barrio". Se entretuvo cruciando a un proxeneta mientras observaba a sus amigos.

El más hábil era Rodolphus, pues era quien más entrenaba con ella: aturdió y provocó heridas a cuatro muggles e hizo que una serpiente mordiera a otro. Dolohov fue el único que consiguió usar un crucio: aunque no logró el efecto torturador sino lanzar al hombre despedido contra un muro. Mulciber hizo que una muggle sufriera un continuo ataque de vómitos y otro se diera cabezazos contra un muro. A Crabble un matón le pilló mirándole y se lió a puñetazos con él; le pilló tan desprevenido que al chico se le cayó la varita y tuvo que usar también sus puños.

Pero una cosa era que la magia les diese ventaja y otra que no hubiera consecuencias: tras morder a varios muggles, la serpiente de Rodolphus se quedó sin víctimas y se volvió contra él. Bellatrix la hizo desaparecer un segundo antes de que le atacara. Dolohov tropezó contra uno de los hombres caídos que se abalanzó contra él y en un ataque de pánico se apareció. Bellatrix corrió a borrarle la memoria al muggle: no podían dejar rastros para el Ministerio. Por suerte esa zona era siempre tan conflictiva que ni ellos ni sus actos llamaban demasiado la atención.

-Quedan cinco minutos... -murmuró Bellatrix mirando su reloj- Creo que ya no matan a nadie.

Lo habían intentado. Los cuatro chicos murmuraron "avada kedavra" media docena de veces. Pero entre que no tenían costumbre y que tampoco se atrevían a hacerlo porque esos muggles eran grotescos, ninguno estuvo cerca del éxito. Así que Bellatrix se ocupó de dos traficantes de armas y de otro que organizaba peleas de perros. Dejó sus cadáveres medio ocultos entre bolsas de basura y borrachos que dormían desmayados por el suelo. Tardarían muchas horas en darse cuenta de que no respiraban y nadie llamaría a la policía. Por eso aquel lugar era ideal para practicar magia oscura.

Mientras volvía al punto de encuentro, Bellatrix comprobó que Dolohov había regresado. Probablemente por temor a que el castigo empeorara si no lo hacía. Una vez los cinco juntos en el punto inicial, el Señor Tenebroso volvió a hacerse visible.

-Ha sido una velada... interesante. Os falta mucha práctica, no cabe duda. No es bonito huir en medio de una misión y más delatándote de esa forma al aparecerte, Dolohov, les das a los aurores muchas facilidades.

-Yo... Lo siento, Señor, es que...

-Y tú, Rodolphus, si no llega a estar Bella esa serpiente te hubiese envenenado. No de gravedad porque la que has convocado era débil, pero aún así hubieses pasado un par de días malos. Lo de usar los puños en lugar de la varita prefiero no comentarlo, Crabble.

-No volverá a pasar, Señor...

-También necesitaréis dominar la maldición asesina, pero queda tiempo. A nadie os tiembla el pulso para deshaceros de esta basura, es lo más importante. Seguiremos a partir de ahí. Buen trabajo.

En ese momento la calavera de Bellatrix se calentó sobre su pecho. No le sorprendió. Obviamente aquello no era un buen trabajo, era un trabajo desastroso hasta para unos novatos; al menos desde la perspectiva de Voldemort.

-Os avisaré para la próxima –les informó el Mago Oscuro preparándose para marcharse-. Ah y, Bella, un trabajo perfecto. Serás mi mejor lugarteniente, no me cabe ninguna duda.

Sin más, desapareció. Bellatrix se quedó unos segundos entre confundida y halagada, pero finalmente les indicó a sus amigos que debían volver. Se aparecieron en la tienda de Borgin y de ahí usaron el armario para ir a Hogwarts. Una vez en la sala de Menesteres, Rodolphus comentó:

-Ha estado bastante bien, el Señor Oscuro es muy comprensivo, Rabastan me asustó, pero veo que eran exageraciones suyas.

-Sí, mis padres también –se sumó Crabble-. Creí que me torturaría por mi torpeza, pero solo ha hecho el comentario con amabilidad.

-Es que somos buenos magos –decidió Dolohov-, ha visto que tenemos mucho potencial.

-¡Seremos los mejores mortífagos que haya conocido! –declaró Mulciber chocando los cinco con los otros tres.

Bellatrix bajó la mano disimuladamente cuando vio que a ella no se la iba a chocar. Ninguno la miraba, ni siquiera la esperaron para salir. Solo se detuvieron cuando recordaron que ella tenía el chivatoscopio... y el poder para usar imperio. Pese a su euforia por haber salidos indemnes de la misión, no deseaban que los pillase Filch. Tuvieron suerte, no había nadie. En cuanto llegaron a la sala común, sin decirle una palabra a Bellatrix, subieron los cuatro a su dormitorio, seguramente para seguir comentando la jugada.

-¿Qué pasa, cielo? Estás más triste que cuando te has ido –preguntó Eleanor que seguía en su sillón.

De nuevo la bruja deseaba hablarlo con ella, no entendía qué les sucedía a sus amigos: había salido mucho mejor de lo que ella esperaba y encima les había ayudado... Pero no quería mezclar a Eleanor en sus crímenes. Así que comentó que todo estaba bien y se iba a duchar. Cuando salió de la ducha se encontró a Eleanor frente a su puerta.

-¿Puedo dormir contigo? Mis compañeras me han quitado las mantas...

Bellatrix asintió y entraron. Se acomodaron en la cama y Eleanor le preguntó si tenía hechizos insonorizandores en el cuarto. Ella respondió que por supuesto.

-Entonces me puedes contar qué te pasa –sonrió la joven.

-No puedo, Nellie. Es algo en lo que no quiero mezclarte, podría traerte problemas...

Eleanor comentó que le daba igual, deseaba ayudarla, pero su amiga se mantuvo firme. Así que lo aceptó y apagaron la luz. Al rato Eleanor le preguntó si tenía el pasador con la flor de acantilado que le regaló su madre.

-Sí, claro –respondió Bellatrix enciendo una luz con su varita y ofreciéndoselo.

-¿Recuerdas el otro efecto que nos contó que tenía? Lo de que si lo tienes en la mano no deja recuerdos en tu mente que nadie pueda rastrear y ni siquiera tú lo recuerdas bien –rememoró Eleanor-. Puedes contarme tu problema y yo sigo estando a salvo.

La mayor dudó, pero le pareció un buen plan y así probaban si la flor funcionaba. Eleanor la presionó suavemente entre sus manos y Bellatrix le resumió la situación. Lo hizo sin dar detalles, nombres ni ningún dato reconocible. Solo a rasgos generales para que se hiciera una idea. Eleanor la escuchó con atención y al final dictó sentencia:

-Las personas esas te tienen envidia. Eres mejor bruja que ellos y el jefe ese al que deben impresionar lo sabe y te valora más de lo que nunca los valorará a ellos. Encima les resultará humillante que hayas tenido que salvarlos de sus meteduras de pata.

-Ah... -respondió Bellatrix meditándolo.

Sí, tenía sentido, era muy posible. De hecho, a ella le sucedería: si su maestro alabase a cualquier otro se pondría furiosa. Pero en este caso lo merecía, llevaba años de entrenamiento muy duro mientras ellos habían vivido sus vidas acomodadas.

-Y respecto a lo que dices que con ellos se porta mejor que contigo... -barruntó Eleanor- Dices que es una prueba para un trabajo futuro, ¿no?

-Sí... Pero es un trabajo bastante mal pagado y con muchos riesgos. Además hay más puestos que candidatos.

Eleanor asintió analizando la nueva información.

-Quiere ganárselos. Quiere que confíen en él. Como en casi todas las relaciones con una persona tóxica: al principio todo parece muy bonito, es cuando estás metido hasta las trancas cuando te das cuenta de que la cosa no va bien y ya no puedes salir.

Aquello aún era más factible: la marca había que tomarla voluntariamente y hasta que lo hicieran, eran libres. Voldemort podía chantajearlos o amenazarlos para que lo hicieran, pero de momento actuaba muy en la sombra y eso le supondría un trabajo y un riesgo que no podía permitirse. Cuando tuviese más seguidores sí, pero de momento los necesitaba fieles y comprometidos.

-Mm... Eres muy sabia, Nellie.

-Lo sé –sonrió su amiga-. Y hay otra cosa... Son solo paranoias mías, pero... Parece que el jefe ese tiene mucho interés en ti, en contratarte a ti. Es posible que haya sido voluntario también eso: que pretenda que tus amigos sientan envidia de ti y tú desprecio hacia ellos para aislarte.

Que eso sucediera empezaba a resultar muy posible...

-¿De qué le serviría eso? –inquirió Bellatrix.

-De mucho. Él sería todo lo que te quedaría a ti. Tú quieres dedicarte a tu trabajo, nada de familia ni hijos... así que tu vida se resumiría en él. Te tendría solo para él, podría manipularte y tratarte mal y probablemente tendrías que aceptarlo porque no habría más mundo para ti.

Bellatrix la escuchó en silencio atesorando cada palabra. A cualquier otro que hubiese insinuado que se la podía manipular tan fácilmente, lo hubiese torturado. Pero a Eleanor la escuchaba, confiaba en ella. Además, mejor ponerse en lo peor, su vida no solía ofrecerle opciones fáciles...

-De acuerdo, lo pensaré. Muchas gracias, Nellie.

-De nada, cielo –respondió su amiga devolviéndole el pasador con la flor-. Y recuerda que pase lo que pase yo sí seré tu amiga.

Bellatrix le dio las gracias y le pidió permiso para meterse en su mente en busca de la conversación que acababan de tener. Eleanor se lo concedió y lo hizo. Nada, ni rastro, la flor cumplía su función. Se dieron las buenas noches y se durmieron juntas. 

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