Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 13

-Hay un mago que ha sido profesor mío desde hace muchos años. Fuera del colegio, me refiero, mis padres querían que fuese muy buena bruja porque al no tener hijos varones el prestigio familiar estaba en juego –empezó a desarrollar Bellatrix-. Es buen profesor, pero muy estricto. Tiene un carácter complicado y no se lleva bien con la gente.

-Muy bien –respondió Eleanor para mostrar que hasta ese punto lo entendía.

No le pidió nombres ni detalles, pese a lo cotilla que era en esa ocasión no quería cotilleos sino ayudarla. Eso alivió a Bellatrix que continuó:

-Este año hay otro profesor... Bueno, es Grindelwald, ya lo sabes. El caso es que con él me llevo muy bien, me ayuda mucho y me... me gusta estar con él. Anoche coincidieron los dos en una fiesta y no fue bien.

-¿Choque de egos?

-Efectivamente –sonrió Bellatrix-. Grindelwald fue muy amable conmigo (siempre lo es) y por primera vez me contó cosas sobre su vida (aunque de su interés en la "varita" de Dumbledore no dijo nada). Tuvo más gestos de afecto pese a su actitud contenida, ¿sabes?

-Ok, entiendo. ¿Cómo reaccionó el otro?

-Le dejó claro que mi maestro es él y ningún otro, lo cual me parece normal porque así ha sido siempre. Y esta mañana ha venido a verme. Creí que me preguntaría por Grindelwald o que como mucho ignoraría el tema y seguiría como siempre... Pero en lugar de eso ha estado...

-¿Superamable y encantador como nunca antes? –la interrumpió su amiga.

-¿Cómo lo sabes? –preguntó Bellatrix alzando la vista para encontrarse con los ojos de Eleanor.

-Porque es el comportamiento típico cuando sientes que te van a robar a tu pareja... o a quien sea.

Bellatrix asintió lentamente intentando comprenderlo. No se le daban bien esos temas.

-Pero Vol... el hombre del que te hablo no es así, lleva toda su vida siendo muy duro y consiguiendo las cosas con castigos, no con premios. Y ahora de repente cambia.

-Porque hasta ahora nunca se había visto amenazado, nunca había creído que alguien pudiera hacerle sombra. Grindelwald es muy poderoso, está para comérselo y tiene debilidad por ti, así que te querrá de su parte. Se te ha ganado en muy poco tiempo pese a que tienes fama de odiar a todo el mundo (excepto a tu pequeño escarbato, claro)...

Bellatrix sonrió y la besó en la mejilla, así era. "Continúa" le pidió.

-Grindelwald ha conseguido despertar tu interés con amabilidad, caballerosidad y haciéndote sentir especial; táctica que por lo que me cuentas es la contraria a la de tu profesor. Y él se ha dado cuenta de que quizá eso es más eficaz. Al menos por un tiempo hasta que la amenaza de que lo dejes por Grindelwald desaparezca. Por eso ahora está probando a ser suave contigo.

Se quedaron unos segundos en silencio mientras Bellatrix lo meditaba. Era cierto que hasta que tomara la marca (y eso debía hacerlo voluntariamente o el maleficio no funcionaría) su vida no pertenecería a Voldemort. Quedaban apenas unos meses para terminar Hogwarts y convertirse oficialmente en mortífaga. A su maestro le daría miedo perder su inversión por tan solo unos pocos meses... Lo que decía Eleanor tenía sentido.

-¿Entonces tú crees que Grindelwald tiene motivos ocultos para acercarse a mí? ¿Que quiere "robarme" de mi maestro o algo así? Me extraña porque hasta hace unos meses no me conocía y tampoco veo en qué podría ayudarle yo...

-Mm... -murmuró Eleanor pensativa- Eso no podemos saberlo... No sé si se peleó con tu profesor solo por arrogancia o porque realmente te quiere de su parte.

-Me ha estado dando clases privadas de Defensa –confesó Bellatrix-. No sé por qué, no parece que le guste ser profesor, aunque creo que conmigo se lo pasa bien. Y me parece ridículo pensar que pueda estar... bueno, que...

-¿Enamorado de ti? –completó su amiga- Podría ser, pero para ese tipo de magos el amor no suele ser la motivación principal...

Había empezado a llover y la lluvia repiqueteaba contra el ventanal del cuarto de Eleanor. Estuvieron un rato en silencio cavilando sobre la situación. Al final fue la más joven la que dictó sentencia:

-Mira, Bella, en cualquier caso son magos más mayores y poderosos que tú, no puedes bajar la guardia. No les confíes tus secretos, tienes que guardar siempre una snitch bajo la manga porque fijo que ellos las tienen.

-¿Te gusta el quidditch?

-Nah, pero de pequeña iba con mi padre a ver los partidos; mi hermano y mi madre son más intelectuales... Lo que te digo es que no confíes en alguien que se hace el misterioso y no deja claros los motivos de las cosas que hace. Igual luego no hay nada raro, pero es mejor andar con precaución, este es un mundo peligroso...

-¿Cómo sabes tanto de eso? ¡Solo tienes diecisiete años, eres un bebé!

-Sé de eso todo lo que no sé de magia –rio Eleanor-. Llevo toda mi vida entre los clientes de la pastelería y paseando por este Callejón, he conocido a muchos tipos de persona... Además he tenido varias parejas con las que me he visto en situaciones parecidas a la tuya, en el fondo todos somos iguales y tenemos los mismos problemas.

Bellatrix asintió lentamente. Después cerró los ojos y abrazando a Eleanor se quedó dormida. Despertó una hora después, cuando su compañera le acarició suavemente la mejilla.

-Cielo, son ya las nueve, vas a llegar tarde a la cena o a la fiesta que tengas esta noche...

-No tengo nada –respondió Bellatrix adormilada.

-¿Puedes quedarte a dormir?

-Depende de si ese estúpido jersey va a estar en tu cuerpo toda la noche.

-Tendrás que quedarte para comprobarlo.

-Si no queda más remedio... -suspiró Bellatrix dramáticamente- ¿A tus padres les parecerá bien? Ya sé que es tu casa y vives sola, pero...

-¡Claro! A mi padre le hace feliz que por fin tenga una amiga y mi madre está en el Cairo por trabajo, no vuelve hasta mañana... O eso espero, no quiero que se pierda la Navidad. Le caerías fenomenal.

Bellatrix sintió envidia. Si ella hubiese llevado a Eleanor a su casa, sus padres la hubiesen asesinado (o lo habrían intentado y habrían muerto ellos). Quizá esa familia tenía menos abolengo y prestigio, pero parecían felices así... Sin darle más vueltas volvió a cerrar los ojos, se dormía extrañamente bien junto a su amiga. Y efectivamente, pese a que ella solía acostarse unas seis horas más tarde, se durmió al instante. A las cinco de la mañana algo la molestó: lo que tenía atrapado entre sus brazos intentaba huir.

-Bella, amor –susurró Eleanor sin lograr liberarse-, tengo que bajar a ayudar a mi padre a preparar las empanadas. En cuanto acabe vuelvo.

La respuesta fue un gruñido negativo. Con dificultad, la pastelera recuperó la varita de su mesilla. Ejecutó un accio y de su armario salió volando un peluche de un koala. En una compleja maniobra se intercambió con él y consiguió que Bellatrix continuara durmiendo con su peluche.

Cuando Eleanor regresó cuatro horas después, Bellatrix seguía soterrada bajo las mantas. Volvió a acostarse con ella y remolonearon un rato. Al final la morena tuvo que aceptar que en algún momento debería marcharse...

-Creo que no hace falta que te pregunte si has dormido bien –comentó Eleanor divertida mientras ella buscaba su ropa.

-No ha estado mal –concedió la bruja ocultando su sonrisa-. ¿Por qué tienes un koala?

-Me lo regaló mamá cuando conseguí hacer mi primer patronus, es un koala, mira.

Eleanor ejecutó el conjuro sin ningún esfuerzo y Bellatrix contempló al simpático animal balancearse sobre ellas. A la mayor le sorprendió mucho porque ese conjuro era de nivel de ÉXTASIS

-¿Cómo es posible que sepas hacer eso pero no transformar una alfombra?

-Porque tengo muchos recuerdos felices. ¿Cuál es el tuyo?

En cuanto la loba de Bellatrix emergió de su varita, el koala se enganchó a su cuello. La loba intentó sacudírselo de encima, pero finalmente se rindió ante el amoroso animal y así se quedaron. Les hizo mucha gracia que sus patronus se pareciesen tanto a ellas.

-Ven a verme otro día y salimos de fiesta.

-Odio las fiestas, Nell.

-No, me refiero a ir a algún club nocturno, hay locales en esta calle que te encantarán.

Bellatrix no estaba tan segura, pero aún así asintió. Salieron del piso justo cuando se abría la puerta del ascensor del que salió una mujer. "¡Mami!" exclamó Eleanor corriendo hacia ella. La bruja sonrió y abrazó a su hija. Era alta y delgada, con cuerpo fibrado y aspecto de aventurera. Tenía la melena caoba como la de su hija pero lisa, recogida en una coleta lateral. Llevaba un conjunto cómodo de camisa, chaleco tipo armadura, pantalones y botas de combate que a Bellatrix le gustó. Era similar a lo que usaba ella para ir a los ataques con Voldemort.

-Mira, mami, ¡esta es Bella! ¡Me ha puesto superbonito el vestidor!

Al igual que con su padre, Bellatrix le tendió la mano con una sonrisa cordial. Por deformación profesional, la mujer reparó en sus joyas:

-Por ese anillo de oro de orcos te darían unos mil y por el colgante de las reliquias todavía más.

-¡Mamá! –protestó Eleanor- ¡Es mi amiga, no una clienta! No va a venderte nada.

-Perdona, tienes razón. Es la costumbre, eres la primera amiga que nos presenta Eleanor. Soy Sabrina Selwyn, encantada de conocerte, Bellatrix –aseguró respondiendo a su gesto-. Tienes los rasgos de tu madre, coincidimos en Hogwarts. Era dos años más joven y su habilidad con las pociones era sobresaliente.

-No hace falta que alabes a su madre, no se llevan bien –atajó Eleanor alegremente-. ¿Qué llevas en esas cajas?

-Los objetos que he conseguido en las tumbas del Cairo, voy a organizarlos ahora, pero antes quería saludarte. Si queréis venir y así los veis...

-Nah, son solo trastos viejos de pirámides y con un poco de suerte malditos –comentó Eleanor-. ¿Quién va a querer ver eso?

-A mí me encantaría –aseguró Bellatrix.

-¿En serio? –preguntó su amiga frunciendo el ceño.

-Mi Nellie es así –suspiró su madre-, le dan igual los artefactos mágicos, estudiar conjuros avanzados y todo lo que no le resulte divertido. También te digo que desde niña ha sido la más feliz del mundo, así que creo que los tontos somos el resto.

Bellatrix estuvo de acuerdo. Bajaron las tres al primer piso donde Sabrina tenía el almacén. Nada más entrar Bellatrix percibió la magia que rezumaba aquel lugar: hechizos de protección, artefactos malditos y todo tipo de conjuros contrarrestándose unos a otros. Era un espacio diáfano con un cuarto al fondo que hacía las veces de oficina. El resto estaba lleno de armarios, mesas, estanterías y vitrinas cubiertas de objetos exóticos.

-No toquéis nada, preguntadme si queréis ver algo –advirtió la mujer.

-Por supuesto –respondió Bellatrix.

-No lo decía por ti –susurró Sabrina-. Mi hija es como un escarbato con los objetos brillantes. La magia no le interesa, pero cuando me trajeron la tiara de Cleopatra me la robó para llevarla en la bañera.

La morena aguantó la risa al darse cuenta de lo bien que había elegido el apodo para su amiga. Efectivamente Eleanor ya estaba curioseando a ver si entre todos aquellos objetos viejos y roñosos había alguna joya digna de ella. Mientras, con mucho cuidado, Sabrina empezó a desembalar las cajas. Le contó a Bellatrix que cuando terminó el colegio trabajó de rompemaldiciones para Gringotts: se encargaba de desactivar y contrarrestar las maldiciones en tumbas, pirámides u otros sitios históricos para recuperar oro y tesoros. Cuando aprendió todo lo necesario, dejó el puesto pues no le gustaba trabajar para los codiciosos duendes y montó el negocio por su cuenta.

-No es legal del todo... -reconoció- Pero cuando lo hacen los duendes tampoco lo es, así que mientras el Ministerio haga la vista gorda...

-¿Y en los países a los que va no se enteran? ¿Se cuela en las tumbas y en los sitios?

-En los que tienen vigilancia le doy una "comisión" al encargado para que me permita entrar. Muchas veces no saben ni lo que tienen o sienten tal pavor ante las maldiciones que agradecen que las elimine. Así que es un negocio bastante lucrativo.

Bellatrix asintió mientras observaba fascinada los objetos. Había estatuillas de dioses extintos, varitas primitivas forradas en oro, escobas voladoras con joyas incrustadas... Le llamó la atención un colgante de plata con forma de calavera de cuervo y le preguntó si podía tocarlo. Tras frotarlo con una poción limpiadora por si quedaban restos de veneno, Sabrina lo depositó en su mano.

-Tienes buen ojo, es un objeto muy curioso porque es de plata. En el antiguo Egipto la plata era mucho más escasa que el oro, en la época de Cleopatra su valor cayó en picado y cuando su imperio desapareció, prácticamente dejó de usarse. Tengo que consultar mis libros, pero diría que esta joya data de poco antes de esa época. Y creo que... creo que no es plata convencional, ¿me acercas una de esas velas?

No era una vela de cera de las que usaban para iluminar, sino una de resina de mandrágora que poseía propiedades mágicas para la revelación de objetos. La mujer la encendió con la punta de su varita y seguidamente acercó al colgante una llama verde. Empezaron a aparecer pequeños dibujos en la superficie, como lágrimas que temblaban ante el fuego verdoso. A Bellatrix le pareció precioso y lo contemplaron fascinadas (Eleanor metió la cabeza para ver qué hacían, pero cuando vio que solo era plata continuó su exploración).

-Lo sospechaba... -murmuró Sabrina- Es plata de esfinge.

-¿Cómo? Nunca he oído hablar de eso –respondió la chica extrañada porque en su familia las joyas sobraban.

La mujer invocó un libro con su varita que se abrió ante ellas.

-No has oído hablar de ella porque es tan escasa que no se comercializa. Técnicamente ni siquiera es plata, son lágrimas de esfinges. Y por lo pura que es, yo diría que como poco tendrá dos mil años.

-¿Las esfinges? ¿Esas criaturas que hablan en acertijos y te atacan si no los aciertas?

-Así es. El acertijo de una esfinge que esté protegiendo la entrada a un lugar sagrado es muy difícil de acertar. Cuentan que cuando una bruja o mago los desafía y... Nellie, deja esa corona, te estoy viendo –se interrumpió.

-Porras –masculló Eleanor mirando a ver qué otra cosa podía rapiñar.

-¿Qué pasa cuando un mago o bruja los desafía? –preguntó Bellatrix hipnotizada con la historia.

-Si desentraña el acertijo, le ceden el paso. Pero hay quienes en lugar de acceder al lugar, prefirieron humillar a la esfinge. Se cuenta que la hechicera Circe estuvo resolviendo acertijos durante tres semanas sin fallar ni uno. La esfinge sintió tal rabia que lloró lágrimas de plata. Desde entonces, los magos y brujas más hábiles se toman como un desafío conseguir al menos una lágrima de una esfinge.

-Vaya... Entonces esto será muy valioso, habrán hecho falta al menos veinte lágrimas...

-Económicamente me temo que no. En primer lugar este tipo de plata es una leyenda, no está demostrada su existencia porque hace varios siglos que nadie ve llorar a una esfinge, solo tenemos testimonios escritos. Y en segundo lugar, de apariencia (a no ser que lo acerques a este tipo de fuego) es exacto a la plata normal. Sin embargo, en el aspecto mágico... ¡Nellie, nunca vas a usar una armadura de oro macizo, ni siquiera he conseguido que dejes de usar corsé!

-Mi idea era fundirla para hacerme pulseras –aclaró su hija devolviendo la armadura a su sitio.

-Le caerías bien a mi madre... si no fueras amiga mía –sonrió Bellatrix a Eleanor-. Siga, por favor.

-Trátame de tú, tengo cuarenta años, aún soy joven –comentó Sabrina-. ¿Qué te decía? Ah sí, las propiedades de esta plata: se dice que es capaz de discernir y revelarle al portador cuándo alguien le está mintiendo.

-¡Vaya! –exclamó Bellatrix pensando que algo así le sería muy útil- ¿Cómo el veritaserum?

-Algo parecido, supongo. Aunque en este caso no obliga a nadie a decir la verdad, únicamente indica si te mienten. Pero nunca he tenido un objeto así, tengo que estudiarlo y comprobar si es cierto.

-¿Me podrá contar lo que averigüe?

-Por supuesto –respondió alzando la voz-. Es agradable que una estudiante preste interés a algo tan apasionante como la...

-No te está escuchando –la interrumpió Bellatrix-, se está mirando en ese espejo curvo porque le hace gracia verse deforme.

Efectivamente, a Eleanor no le afectó la puya porque encontraba una fuente de diversión tras otra. Su madre suspiró y se rindió. Entonces Bellatrix recordó algo:

-¿Sabes qué es este símbolo? –preguntó mostrándole el colgante de Grindelwald.

-Eso lo sabe hasta nuestro escarbato.

-¿Me llamabais? –inquirió Eleanor- ¡Anda, las reliquias de la muerte! Era mi historia favorita de pequeña. Supongo que las dos G serán por Gellert Grindelwald. Que por cierto, mamá, dudo mucho que este año apruebe Defensa...

-¿Qué son las reliquias de la muerte? –inquirió Bellatrix.

-¡Cómo no vas a conocerlas! –exclamó su amiga- ¿No leíste Los cuentos de Beedle el Bardo? A mí me los leía papá antes de acostarme.

-No. A los seis años leía manuales de magia oscura avanzada, nunca leí cuentos infantiles. Y mis padres lo único que me leían eran las invitaciones de las insoportables fiestas de sus amigos.

-Es normal, muchos no conocen la historia y otros la olvidan cuando crecen –comentó Sabrina-. La leyenda cuenta que...

-¡Déjame contarla a mí! –exclamó Eleanor orgullosa de saber algo mágico que Bellatrix desconocía.

Así, Bellatrix conoció la fábula de los hermanos Peverell y sus tratos con la Muerte. Le pareció una historia muy bonita y no pudo evitar preguntar si tenía base real.

-La mayoría te dirán que no –aseguró Sabrina-, pero... También te dirán que la plata de esfinge es un mito y la acabas de ver. Así que nunca se sabe.

-Lo que sí que me suena... -murmuró Bellatrix haciendo memoria- Es haber leído en las memorias de algún mago tenebroso sobre una varita invencible. Creo que fue en los diarios de Emeric el Malvado...

Tomó nota mental de comprobarlo mientras Sabrina repetía que todo era posible. Viendo que aquella mujer entendía de artefactos valiosos, Bellatrix metió la mano en el bolsillo de su capa y extrajo el que se había convertido en su amuleto.

-¿De esto podría decirme algo?

Sabrina aceptó el chivatoscopio que levitó suavemente sobre su mano.

-Mm... Es valioso, sin duda, y también antiguo. Esta mucho mejor calibrado que un chivatoscopio normal y excepcionalmente bien tallado. Es raro que sea negro y no de colores... Podría pertenecer a alguno de los seguidores de Merlín por estas pequeñas runas de aquí...

Aquello coincidía con lo que les había contado Grindelwald, así que al menos en eso no mintió.

-Sabes que lleva un hechizo localizador, ¿verdad? Alguien lo tiene rastreado y puede localizarte.

-Lo sé –respondió Bellatrix-. Me han enseñado a examinar cualquier regalo que me hagan.

-¿¡Qué!? –inquirió Eleanor- ¿Alguien te está rastreando y tú lo permites?

-Él no sabe que yo lo sé... Eso puede jugar a mi favor. De hecho puede que este anillo también tenga un conjuro similar... -comentó mirando el anillo de los Gaunt.

De esa joya no se atrevió a preguntar: estaba maldito por Voldemort y no quería poner a nadie en peligro. "Mira, puedo darte algo" murmuró Sabrina recorriendo las estanterías hasta dar con una caja de cristal. Extrajo una flor disecada, morada con puntos negros en sus pétalos. Con un giro de su varita la colocó en un pasador de pelo y se la ofreció a Bellatrix.

-Flor de acantilado –murmuró-. Cuando la lleves nadie podrá rastrearte por muchos conjuros que hayan colocado en tus accesorios. También tiene efectos desmemorizantes: lo que pienses al apretarla entre tus manos no dejará recuerdo en tu mente y nadie podrá acceder a ello, aunque ni siquiera tú lo recordarás bien.

-¡Hala, qué bonita! –exclamó Nellie- Dame una a mi también.

-No, cielo, no necesitas una.

-¿Por qué no? –preguntó con suspicacia.

-Ya tienes muchos complementos de flores, no te hace falta uno más.

-Mamá, podrás engañar a toda la gente con la que haces tratos, pero a mí no. ¿Qué pasa?

Al final Sabrina suspiró, señaló el colgante en forma de rosa que Eleanor siempre llevaba y confesó: "Le puse un hechizo localizador". Su hija abrió mucho los ojos y miró su colgante entre asustada y sorprendida. Le preguntó indignada cuánto hacía que la tenía rastreada.

-Desde que a los cinco años empezaste a usar magia sin darte cuenta y te aparecías en la juguetería para robar peluches. No volví a usarlo cuando te hiciste mayor, pero vivo más tranquila sabiendo que en caso de que te sucediera algo te podría encontrar. Confío en ti plenamente, hija, pero eres un poco desastre...

-¡Lo que me faltaba por oír! -exclamó Eleanor airada.

Iba a explotar por haber sido espiada toda su vida cuando Bellatrix intervino:

-Tu madre se preocupa tanto por ti que te puso un conjuro para localizarte. Si yo me perdiera Druella ofrecería una recompensa para que se me quedara quien me encontrara.

Eso hizo dudar a su amiga, que aún con el ceño fruncido, asintió y no se quitó el colgante. Les dijo que tenía que bajar a ayudar a su padre, volvió a despedirse de Bellatrix y le pidió que volviese algún día. La morena asintió. Cuando se quedaron solas le preguntó a Sabrina cuánto tenía que pagarle por el pasador con la flor protectora. Ella aseguró que era un regalo, pero Bellatrix insistió. Precisamente Eleanor le había aconsejado no confiar en quien no expusiera sus motivos para tratarla bien. Y Sabrina lo hizo:

-Sinceramente, confío en que si me meten a Azkaban por saqueo y tráfico de objetos robados te quedes tú con la custodia de Nellie. Mi marido es muy buen hombre, pero igual de confiado y desastroso con la magia que ella.

Bellatrix rio, parecía un trato justo. Pasó un par de horas más ayudando a Sabrina a ordenar y clasificar los objetos y después se despidió. Ya en su casa pensó en lo extraño que era ese matrimonio. Eran de sangre pura, pero nada que ver con sus padres, los Malfoy, los Lestrange o cualquier otro de los que conocía. El padre era alegre y bonachón, con un delantal y trabajando de pastelero (algo que en los Sagrados Veintiocho se consideraba de muy baja categoría). Y su madre era una aventurera con ropa de combate que tenía pinta de no haber llevado un vestido de gala en su vida. Completamente atípicos. Con unos padres así su vida hubiese sido radicalmente diferente. Y no pudo evitar pensar que quizá no hubiese sido peor...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro