Me encantan los días que toman su rumbo al pasar las horas. Días que te llegan y cuando querés acordar estás pensando - ¡Que loco!¿cómo surgió todo esto? ...y te sentís bien, porque no te preguntaste ni preocupaste por esto o aquello.

Cuando te encontraste con gente que no veías hace mil; o saliste hacer mandados y terminaste en ruta viajando a un lugar; cuando te dicen:
- ¿Vamos?
- Si, vamos.

O cuando te dicen:
-¿Estás en tu casa? Paso por ahi.
Y cuándo menos te lo esperas estás a las tres de la mañana, riendo a carjadas con un par de amigas, tomando algunas cervezas.

Momentos que te llegan, y no te preguntan, ni vos te preguntaste si querés o no, así sin pensartelo pasaste un día con muy buenos momentos.

Creo que de ahí salen las mejores anécdotas, esos cuentos de cuándo hiciste eso que nunca pensaste hacer, o cuando pensas: ¿Cómo se me ocurrió hacer esto? ¿Te acordás cuando...?

Si todos los días fueran así. Si todos los días tuvieramos esa energía y esa conexión con lo que nos rodea. Para mi sería hermoso, intentaría aprovecharlo al máximo. No creo que algo supere el hecho de poder sorprenderme todos los días con algo nuevo. En fin hoy fue un día muy imprevisible.