Prólogo
El dolor era más intenso con cada segundo. Yo, acostumbrada a ver el dolor a los ojos, nunca me había sentido tan desesperada como entonces. Yo nunca había gritado ante el dolor y ahora sólo escuchaba mis propios gritos. La voz de otros estaba perdida en la nada.
Sólo podía pensar en mí misma. Yo era todo entonces. Los demás eran nada.
Todo era por causa de él . Todo ese dolor era su culpa. Pero hubiera dado todo porque estuviera allí, escuchando mi sufrimiento.
Quizás eso le hubiera hecho feliz.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro