Entro a esa habitación blanca para verla. Me parte el alma verla así, tan débil, tan inofensiva. Conectada a todos esos cables, está entubada. Odio verla de esta manera. Tiene moretones en su cuerpo. Está respirando gracias a una máquina.

Lentamente caminó hacia ella.

—Emma—Susurro.

Se encuentra pálida, sus labios están secos.

Colocó al lado de la camilla una pequeña silla que se encontraba en el lugar y me siento en esta. Suavemente le agarro la mano.

—Emma, despierta por favor—Musito— Sabes, los doctores dijeron que tu habías sufrido una Lesión Cerebral Traumática, por el accidente. Dicen que puedes durar varias semanas así, pero si duras más de un año tienes menos probabilidades de despertar

Le cuento en un susurro.

—Emma tienes que despertar, no me puedes dejar solo. No en este momento. Tú cambiaste todo en muy poco tiempo, me has dado un nuevo mundo, me has dado el motivo para seguir con vida. Ese motivo eres tú. Me diste luz, el cielo gris que tenía lo transformaste de nuevo en azul—Digo con un nudo en la garganta— Por favor, no me dejes. Emma yo... te Amo, sé que no te lo había dicho, pero lo hago. No sé en qué momento deje que entraras a mi corazón, pero eres dueña de él. Me hiciste una mejor persona, tienes que disfrutar de tu creación. Tu no, tú no me dejes

A este punto estoy llorando a mares.

Acarició suavemente cada parte de su cara.

Unos minutos más tarde reposo mi cabeza entre mis mano, las cuales sostienen la de ella. Poco a poco siento como mis ojos Hinchados de tanto llorar se van cerrando de a poquito. Lucho por no quedarme dormido, tengo miedo, miedo de que cuando despierte no esté a mi lado, de que desaparezca como todo a mí alrededor. Mis intensiones son en vano, no podía más.

Termine cayendo en un profundo sueño.