2: El Dragon De Plata.
La sala estaba llena de voces, murmullos y el sonido tenue de copas entrechocando mientras los príncipes de distintos reinos discutían temas de estado. Todos estaban ocupados con la seriedad del momento, pero Seokjin, entrando con pasos suaves, atrajo la mirada de todos con su presencia. Llevaba un vestido rosado que parecía hecho de pétalos delicados, cayendo en suaves capas hasta el suelo. El corsé adornado con intrincados detalles dorados acentuaba su figura, mientras las mangas sueltas y vaporosas le otorgaban un aire de gracia y elegancia que pocos podrían imitar.
Pero, entre todos, fue Jungkook quien no pudo apartar la vista. Seokjin estaba deslumbrante, como una flor en plena floración, y con cada movimiento que hacía, el vestido parecía bailar con él. Jungkook no podía hacer otra cosa más que admirarlo en silencio, con el corazón latiéndole fuerte en el pecho. Verlo así, tan radiante y etéreo, le hacía sentir como si estuviera en presencia de algo sagrado, algo que él, por muy alfa que fuera, solo podía contemplar con admiración.
Cada vez que Seokjin giraba la cabeza o sonreía sutilmente, Jungkook sentía cómo su mirada quedaba atrapada, sin poder despegarse de él. El príncipe omega parecía completamente consciente del efecto que causaba en Jungkook y, por momentos, sus ojos se encontraban, una chispa silenciosa entre ambos que hablaba de sentimientos no expresados. Para Jungkook, aquella reunión había dejado de ser sobre los asuntos de los reinos; su único pensamiento era Seokjin, la belleza inalcanzable que ahora estaba tan cerca y, sin embargo, tan lejos.
Seokjin estaba a punto de girarse y salir de la habitación, cuando un brazo fuerte se interpuso entre él y la puerta, bloqueando su salida. Sintió la presencia de Jungkook detrás de él, su cuerpo firme presionando ligeramente contra el suyo mientras el seguro de la puerta se cerraba con un suave clic que resonó en el silencio.
Pegado contra la madera, Seokjin apenas tuvo tiempo de reaccionar. La respiración de Jungkook era profunda y pausada, acariciando su nuca y enviando un escalofrío por su espalda. Sabía que el alfa estaba peligrosamente cerca, y esa cercanía hacía que su corazón latiera más rápido, a pesar de que intentara aparentar calma.
Jungkook se inclinó lentamente, acercando sus labios a la delicada piel del cuello de Seokjin. Sin pronunciar palabra, besó suavemente la parte posterior de su cuello, dejando un rastro de calidez allí. El omega cerró los ojos por un instante, dejando escapar un suspiro involuntario, atrapado entre la puerta y el cuerpo de Jungkook, sintiendo cada sutil contacto como si su piel ardiera.
Seokjin intentó mantener su compostura, pero el peso de la presencia de Jungkook detrás de él, su aliento cálido contra su piel, y la firmeza de su cuerpo acorralándolo contra la puerta, hacían que fuera difícil disimular el efecto que le provocaba.
—Jungkook… —murmuró, con una voz apenas perceptible, como si intentara advertirle o desafiarle, aunque en el fondo estaba disfrutando cada segundo de aquella invasión silenciosa.
Pero Jungkook no retrocedió. Al contrario, su mano subió por el marco de la puerta, atrapándolo aún más, mientras otra suave caricia rozaba la piel del cuello de Seokjin. La intensidad de ese momento no necesitaba palabras; ambos sabían que, por más que Seokjin quisiera escapar, en el fondo deseaba quedarse atrapado en esos brazos.
Con una voz profunda y grave que resonó en la habitación, Jungkook se inclinó un poco más cerca de Seokjin, dejándole apenas un respiro de distancia. Sus palabras caían lentamente, cada una cargada de una intensidad que no se molestó en ocultar.
—Eres simplemente hermoso, Seokjin —murmuró, sin apartar la mirada de él. Su mano izquierda se levantó con suavidad, rozando con sus dedos los mechones dorados que caían sobre la frente de Seokjin—. Tu corona, pequeña y delicada, luce perfecta sobre tu cabello de oro.
Cada palabra hacía que Seokjin sintiera cómo su corazón latía más rápido. Había algo en ese tono bajo y profundo de Jungkook que le erizaba la piel, una seguridad irresistible que solo intensificaba el deseo de quedarse ahí, en sus manos.
—Tu vestido, tan elegante... y, sobre todo, tus ojos y tus labios —continuó Jungkook, sus ojos fijos en los labios de Seokjin—. Tus labios son adictivos, tan llenos, tan perfectos.
La mano de Jungkook se deslizó suavemente por el cabello de Seokjin, acariciando sus hebras doradas, cada movimiento calmado y preciso. Lo acomodó hacia atrás, dejándole el rostro despejado y resaltando la delicadeza de sus rasgos. Seokjin no pudo evitar cerrar los ojos por un instante, dejándose llevar por el calor de esas palabras, sintiéndose valorado y amado en cada frase.
Cuando abrió los ojos nuevamente, Jungkook lo miraba con una devoción intensa que casi lo desarmaba. En ese momento, Seokjin se dio cuenta de cuánto le afectaban esas palabras, cómo cada elogio lo hacía sentir único, deseado, y profundamente amado.
Jungkook seguía sosteniéndose cerca de Seokjin, con una firmeza que no le permitía moverse ni un paso. La intensidad en su mirada parecía arder mientras mantenía su cuerpo entre Seokjin y la puerta, dejándolo atrapado en ese espacio pequeño y privado.
De repente, el alfa llevó sus manos al borde del vestido de Seokjin, deslizando los dedos con una delicadeza que contrastaba con su mirada llena de deseo. Lentamente, subió el vestido desde atrás, dejando que el frío del aire tocara la piel expuesta de Seokjin, provocándole un escalofrío que recorrió su espalda.
El omega contuvo la respiración al sentir el tacto de Jungkook contra su piel. Era un toque que le transmitía tanto poder como devoción, haciendo que sus propios deseos se encendieran aún más. La cercanía del alfa, sus movimientos seguros y esa manera en la que lo miraba como si fuera la única persona en el mundo, le hicieron perderse en el momento.
Seokjin tembló ligeramente, no solo por el frío, sino por la intensidad de la situación, dejándose llevar por cada caricia y por el deseo palpable que emanaba de Jungkook.
Jungkook, con su voz baja y grave, le susurró a Seokjin.
— Sostén el vestido para mí.
Seokjin, sin decir una palabra, obedeció. Levantó el delicado tejido con ambas manos, manteniéndolo en su lugar, mientras sentía la tensión en el aire aumentar. Sus oídos captaron el sonido suave y metálico de Jungkook quitándose algo, quizá su cinturón, lo cual solo incrementaba la anticipación en el ambiente.
Entonces, las manos de Jungkook se deslizaron lentamente por su espalda, bajando con cuidado la prenda que Seokjin llevaba debajo. La piel del omega se estremeció al sentir la frescura del aire y el roce intencionado de los dedos del alfa, que parecían disfrutar cada segundo de la cercanía entre ellos.
Seokjin contuvo un suspiro, su pecho subía y bajaba, mientras dejaba que Jungkook tuviera el control en ese momento, sintiéndose vulnerable y deseado al mismo tiempo.
El alfa le dio un beso en el cuello cuando finalmente se introdujo en él seokjin sintió como Jungkook para luego abrazar la cintura,
. . .
La princesa, con una sonrisa de satisfacción y emoción, guió a un grupo de nobles y curiosos hasta el lugar de donde provenían los sonidos, susurrándoles que escucharan con atención. Al pegarse a la puerta, todos contuvieron la respiración y pronto pudieron escuchar la inconfundible voz de Jungkook, exasperado, soltando un gruñido.
— ¡Mierda, Seokjin! ¿Por qué no puedes ser silencioso?— Un jadeo entrecortado de Seokjin le respondió al instante, casi en desafío.
— Si dejaras de… de follarme con tanta rudeza, tal vez podría ser más silencioso.
Los presentes intercambiaron miradas de asombro y diversión, algunos ahogando risitas mientras otros apenas podían creer lo que escuchaban. De pronto, una serie de golpes retumbó desde el interior de la habitación, intensificando la curiosidad de los espías improvisados. Los murmullos y risas se hicieron más evidentes entre ellos, y algunos comenzaron a susurrar burlas entre dientes:
— ¿Con qué el gran príncipe Seokjin, escogiendo al dragón más… salvaje y menos refinado?.
— Vaya, parece que su elección no fue tan sabia después de todo…
Entre risitas y comentarios maliciosos, los nobles siguieron disfrutando del inesperado espectáculo, mientras el eco de aquella escena se convertiría en el nuevo rumor que recorrería el palacio en cuestión de minutos.
Dentro de la habitación, Seokjin y Jungkook se encontraban atrapados en su propio mundo, como si nada más existiera fuera de esos muros. El alfa lo tenía contra la pared, y con cada movimiento, sus manos recorrían cada centímetro de piel a su alcance, descubriendo y redescubriendo cada curva y rincón con una dedicación casi devota. Jungkook dejaba marcas en la piel de Seokjin, mordiendo con firmeza en lugares estratégicos, justo donde sabía que quedarían ocultos para todos excepto para él, un recordatorio privado de ese momento.
Seokjin, por su parte, estaba tan perdido en las sensaciones que apenas podía controlarse. Los suspiros escapaban de sus labios sin filtro, y cada toque de Jungkook lo hacía estremecer aún más. En su trance, no se daba cuenta de que su propia voz se elevaba en suspiros y jadeos cada vez más audibles, atrapado en la mezcla de placer y abandono.
Jungkook, percibiendo el volumen de su omega, sonrió contra su cuello, como disfrutando de la respuesta tan genuina y sin reservas de Seokjin. Pero en lugar de callarlo, decidió intensificar la experiencia, deleitándose en el hecho de que, en ese momento, lo tenía completamente a su merced.
SeokJin sintió golpes más duros en su próstata, se sostenía de la pared porque Jungkook empezaba a ser rudo empujándolo por completo SeokJin mordía sus labios, no tomó en cuenta el como Jungkook jalo su cabello con fuerza, para luego sentir el orgasmo del alfa en su interior.
. . .
Jungkook había llegado al palacio de Seokjin sin previo aviso, con una expresión de satisfacción mientras sostenía una pequeña caja entre sus manos. Al ver la mirada curiosa de Seokjin, se acercó lentamente y le ofreció el regalo con una sonrisa que ocultaba una ligera ansiedad, como si temiera que el regalo no fuera suficiente para expresar lo que sentía.
Al abrir la caja, Seokjin se quedó sin aliento. Dentro, reposaba un pequeño dragón plateado, intrincadamente diseñado, que parecía vivo por la fineza de sus detalles. La figura, de aspecto poderoso y elegante, tenía una postura que simulaba estar enrollándose en sí misma, como si protegiera el cuello de quien lo portara. Sin duda, era un regalo que combinaba fuerza y delicadeza, reflejando perfectamente la naturaleza de Jungkook. Jungkook, observando la reacción de Seokjin, le explicó con voz suave.
— Este pequeño dragón está hecho para cuidarte, como yo lo haría. Es un símbolo de lo que eres para mí, alguien precioso y digno de protección. Además, sabes cuánto amo a los dragones… pensé que sería perfecto que tú llevaras uno siempre contigo.— Con una mezcla de sorpresa y emoción, Seokjin acarició la superficie del dragón de plata, sintiendo el peso y la textura de cada escama detallada. Sabía que aquel presente era mucho más que una simple joya. Era un símbolo del amor y la devoción de Jungkook, algo que lo conectaba profundamente con él.
Seokjin levantó la mirada, atrapando la de Jungkook, sus ojos reflejaban gratitud y algo más, algo que aún no había dicho en palabras. Se colocó el collar con cuidado, permitiendo que el dragón descansara alrededor de su cuello, sus ojos brillando con una nueva intensidad mientras admiraba cómo se sentía el metal frío contra su piel.
Al sentir el peso del dragón de plata en su cuello, Seokjin notó algo inusual. La pequeña figura comenzó a moverse con suavidad, ajustándose cómodamente alrededor de su piel, casi como si buscara su lugar. Sorprendido, miró a Jungkook, quien sonreía con satisfacción, observando al pequeño dragón vivo acomodarse en su nuevo rol de protector.
— Este no es solo un adorno.— murmuró Jungkook con orgullo en la voz. — Es un dragón vivo, uno que eligió protegerte porque sabe lo valioso que eres para mí. Mientras lleves este dragón contigo, estará siempre a tu lado, defendiendo lo que yo no pueda proteger.
El dragón, aparentemente consciente de la atención, alzó su pequeña cabeza, sus ojos brillando con una inteligencia inusual. Seokjin sintió una mezcla de asombro y seguridad, como si el dragón pudiera percibir sus emociones y lo envolviera con un lazo invisible de protección.
Justo en ese momento, los padres de Seokjin entraron al salón, sorprendidos al ver la cercanía entre los dos. Al notarlos, Jungkook se inclinó hacia Seokjin y le susurró.
— Cuida de él… y déjame cuidarte a ti también.
Antes de retirarse, Jungkook se inclinó y le dio un suave beso en la mejilla, un gesto rápido y sincero que dejó a Seokjin con el corazón acelerado. Al separarse, Seokjin observó cómo Jungkook se alejaba, dejando tras de sí una sensación de calidez y seguridad que ahora llevaba en forma de dragón vivo en su cuello.
Justo cuando Jungkook estaba a punto de retirarse, Seokjin extendió una mano para detenerlo, sus ojos brillando con curiosidad y un toque de preocupación.
— Espera.— murmuró, mirando al pequeño dragón que se movía suavemente en su cuello. — ¿Cómo debo cuidarlo? ¿Qué necesita? ¿Hay algo especial que deba hacer por él?
Jungkook sonrió, encontrando adorable la genuina preocupación de Seokjin. Se acercó un paso más, observando al dragón que se acurrucaba con comodidad alrededor del cuello del omega.
— No te preocupes, él es un dragón fuerte y no necesita demasiados cuidados.— explicó Jungkook con calma, acariciando la pequeña cabeza plateada del dragón. — Le gusta absorber la luz de la luna, eso lo fortalece. Además, no requiere comida, pero es sensible al calor de quienes aprecia, así que mientras esté cerca de ti, se mantendrá lleno de energía.
Seokjin asintió, fascinado y reconfortado. El dragón de plata soltó un suave gruñido, como si estuviera agradecido por la preocupación de Seokjin, y volvió a acomodarse, rodeando su cuello con más firmeza, como un guardián leal.
— Y si alguna vez necesitas mi ayuda para cuidarlo.— agregó Jungkook, con una chispa juguetona en sus ojos, — solo tienes que llamarme. Él está ligado a mí, así que siempre sabré si te encuentras bien mientras lo lleves puesto.
Con una última mirada, Jungkook se despidió con una reverencia, dejando a Seokjin con el dragón en su cuello, sintiendo el peso de la protección de Jungkook incluso en su ausencia.
Antes de que Jungkook pudiera retirarse, Seokjin volvió a llamarlo, con una sonrisa ligera y curiosa en su rostro.
— Jungkook… ¿Este pequeño tiene algún nombre? O… ¿puedo nombrarlo yo?— preguntó, acariciando suavemente la cabeza del dragón de plata, que se movía con ternura bajo su toque.
Jungkook rió suavemente, disfrutando de la expresión de Seokjin, quien parecía encariñarse más y más con el pequeño guardián.
— Aún no tiene nombre.— respondió. — Quería que fueras tú quien lo nombrara. Él te pertenece ahora, así que es solo justo que tú elijas cómo llamarlo.
Seokjin miró al dragón, pensativo, mientras el pequeño ser lo observaba con unos ojos que parecían comprender la importancia del momento. Después de unos instantes, Seokjin susurró
— Lo llamaré... Eunhyuk. Significa ‘luz plateada’, creo que le va bien.— Jungkook asintió, complacido con la elección.
— Eunhyuk.— repitió, saboreando el nombre en sus labios. — Es un nombre perfecto para él. Ahora, cada vez que lo llames, sabrá que lo aprecias. Y siempre te protegerá con esa luz plateada. — El dragón pareció responder al oír su nuevo nombre, soltando un suave ronroneo que vibró contra el cuello de Seokjin, como si le agradeciera por ese gesto. Ambos intercambiaron una última mirada antes de que Jungkook se retirara, satisfecho de haber dejado una parte de sí mismo con el omega.
Seokjin entró al palacio, sintiendo el suave peso del dragón de plata alrededor de su cuello, que descansaba cómodamente, enrollado como si fuera un adorno. Sin embargo, apenas llegó a la sala principal, sus padres lo miraron con una mezcla de desaprobación y preocupación.
— Seokjin.— comenzó su padre, con tono firme.— Debes deshacerte de esa... cosa. Un dragón no es apropiado para alguien de tu estatus.— La madre, con expresión severa, avanzó hacia él, extendiendo la mano como si quisiera arrebatarle el dragón del cuello.
— Es un animal impredecible, Seokjin. No debería estar contigo. Dámelo.—
Pero antes de que pudiera siquiera tocarlo, Seokjin dio un paso atrás, con las manos protegiendo rápidamente al pequeño dragón, escondiéndolo con cuidado en sus palmas.
— No.— declaró con firmeza, sus ojos reflejando una determinación inusual. — Este dragón ahora es mío. No pueden obligarme a deshacerme de él.
El dragón, como si entendiera la tensión en la habitación, se acurrucó entre las manos de Seokjin, emitiendo un leve y reconfortante calor que le daba fuerzas para enfrentar la oposición de sus padres. La madre de Seokjin, sorprendida por su reacción, retrocedió, mientras él se mantenía firme, dispuesto a proteger el regalo que Jungkook le había confiado.
Al entrar a su habitación, Seokjin cerró la puerta con cuidado, alejando momentáneamente el peso de la desaprobación de sus padres. Caminó hasta su tocador y, con ternura, colocó al pequeño dragón de plata sobre la superficie, observándolo con una mezcla de asombro y cariño. El dragón lo miró de vuelta, inclinando la cabeza con una curiosidad casi humana.
De repente, una pequeña y cálida llama salió de su diminuta boca, iluminando el rostro de Seokjin. El omega no pudo evitar reír ante aquel acto inesperado, una risa suave y alegre que llenó la habitación. El dragón, animado por la reacción de Seokjin, se acercó con pasos delicados, acurrucándose en la palma que Seokjin le ofrecía.
Mientras el dragón se acomodaba, Seokjin sintió una calidez especial, una conexión única que lo hacía sentirse importante y protegido. Era como si, a través de ese pequeño ser, Jungkook le hubiera dejado una parte de sí mismo, una promesa silenciosa de lealtad y cuidado.
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