Descendientes - Lo que te define
-EL VALOR XVIII-
La niebla se hacía más y más visible, tosí por lo bajo a medida que Chester me decía que me metiera entre los hongos.
— oh Absolem, oh Absolem, oh curioso curiosesco Absolem —canturreaba una y otra vez Chester en mi hombro.
— dime, Chester, ¿Quién es Absolem? —
— ¿Quién eres tú? —pero pronto una voz tercera apareció, entre esta niebla espesa.
— ¡Absolem! ¡Soy yo! —sin tiempo a ver que sucedía, Chester bajo de mi hombro de un solo salto y se adentro en la niebla espesa.
— ¿Yo? ¿Quién? —nuevamente esa.
voz. Estaba en la dirección que alguna vez el Chester emocionado entró.
— ¿Chester? —llamé al pequeño gato, pero no aparecía.
Tosí nuevamente, esta niebla era cada vez más espesa. Me apoye en un hongo.
— he traído un amigo —escuche a Chester y apresure mi paso cuando escuche su voz y supe de dónde venía.
— ¿Quién eres extrañesco? —
¿Sería ese el Absolem del que Chester hablaba?
Y finalmente frente a mí pude ver dos siluetas, acerte en que una de ellas era Chester por como movía la cola, estaba sentado alado de alguien.
— ¿Chester? —cuestione.
Y cuando hube llegado un montón de humo invadió mi espacio, tosí.
— él es Chester, tú no eres Chester —
Era... una...oruga...
Fruncí mi ceño.
— ¿Absolem? —cuestione impresionado.
— tú no puedes ser Absolem, sino ¿Quién soy yo? —era una oruga muy color índigo, diría yo, con manchas amarillas que relucían entre tanta niebla.
Chester estaba contento a su lado.
— ¿Quién eres tú? —volvió a preguntar la Oruga.
Retrocedí asustado.
— ¿Le temes a las preguntas personales? —
¿Qué clase de pregunta era esa?
— no le temo a eso —masculle impactado.
— oh Absolem, ¿Irás a la fiesta de té? —
— si la reina me ha invitado, iré, es lo propio en mi pensar —pero hablaba tan tranquilamente, como si cada palabra tuviera un misterio tras ella.
— Absolem —masculle.
— ¿El chico con cabello de fuego ha hablado? ¿Quién eres tú? ¿Qué buscas aquí? ¿Qué eres? —
¿Por qué hacía tantas preguntas?
Suspire pesadamente, bien, trataría de contestar sus preguntas— sí hable, soy Ryan, busco a mi primo y soy un humano —
— un humano muy parlanchín por lo que veo, ¿Eres rayado? —
— es Ryan —recalqué con odio.
— muy bien —absorbió un poco de humo y lo tiró— rayado, ¿Qué primo buscas? ¿Qué es eso? —
— No, no, soy Ryan, no rayado —
— ¿Tanta importancia tiene tu nombre? —
— claro que sí, es lo que me define —
— así que solo tú nombre te define —parecía desilusionado con ese tono.
Aferre mis puños— si no te llamarás Absolem ¿Qué te definiría? —rete.
Pareció pensarlo un instante.
— ¿Quién decide qué es lo que te define? Si dijera que mi actitud es lo que me define ¿Cómo me verías? —
— como una simple oruga habladora y tiradora de humo —paro de tirar humo, quite el que tenía de mi cara.
— ¿Y si dijera que lo que me define es lo que soy por dentro? —parecía que había ignorado mi anterior comentario, como si se le hubiera molestado.
— ¿Te refieres a los sentimientos? —
— ¿Es los sentimientos lo que llevas por dentro? ¿Cómo te definen esos sentimientos? —
¿Cómo me definen los sentimientos?
A decir verdad, no me atrevía a definirme, no sabía exactamente qué era lo que sentía, solo sabía que conforme se presentaba una situación era como me reflejaba.
— si te dijera que lo que está a mi alrededor me define ¿Cómo lo dirías? ¿Que hay a tu alrededor? —
¿A mí alrededor?
— ¿A qué te refieres? —pregunté pensativo.
— yo no me refiero a algo en específico, exactiamente dime ¿Qué es lo que hay a tu alrededor? —
Esta oruga hablaba muy raro.
Pero, por alguna razón me hacía dudar, porque por mucho tiempo viví en una isla que estaba llena de maldad, también fui puesto a prueba por mi madre con sus quejas y maltratos, vivía sumido en ver cuánto podía dar o cuánto podría ser, pero fue por obligación.
Ahora, estaba en el castillo de Marmoreo, Mirana quería darme un futuro mejor, ser un príncipe, ella quería que lo fuera, a diferencia de mi madre ella no me había gritado, ni me había insultado.
— ...pero ahora yo quiero darte un mejor futuro, aún quiero arreglar las cosas con mi hermana y no pierdo las esperanza, créeme que no lo hago, pero ahora necesita recapacitar —
Arreglar las cosas…
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