Descendientes - El Galimatazo
-EL VALOR XIX-
Un fuerte rugido me hizo volver a la realidad, sacudí mi cabeza y trague fuerte.
Pues cuando me había rehusado a que el dragón me comería, un fuerte destello frío provino de mi lado derecho, me hizo cubrirme por completo.
— RYAN TOMA MI MANO —y cuando menos lo pensé, Trsitán había venido a por mí en su corcel blanco, había entendido su mano hacia mí, fruncí mi ceño y lo tomé.
Y con un solo tiro, Tristán me había hecho subir a su corcel.
Me había venido a salvar, había regresado.
— ni creas que te voy a recompensar con un beso por rescatarme —lo acepto, fue lo único que se me ocurrió en el momento. Un poco de humor siempre era bueno.
— Será mejor que nos vayamos —su comentario se debía a que el enorme dragón se había empezado a levantar de la descarga de poder de Tristán.
Y con un solo tiro, el caballo empezó a correr lejos del dragón.
— habrá que pasar las arenas del desierto lo más rápido posible —masculló Tristán agitado, me aferre a la silla del caballo mientras veía como el enorme dragón venía a por nosotros, presentía que los árboles le eran estorbo por lo que empezó a volar sobre ellos y a moverlos con ferocidad con el viento que lo acompañaba.
Se acercaba.
— TRISTÁN MÁS RÁPIDO —exclamé alarmado.
— TERRENCE, VAMOS AMIGO, SÉ QUE PUEDES —el caballo relincho y empezó a correr con más fuerza—EL DESIERTO ESTÁ CERCA —anuncio Tristán frente a mí, fue entonces cuando pude ver el campo libre de árboles y cómo se alzaba un enorme lugar rojizo frente a nosotros.
Otro sonido de parte de ese enorme dragón me dio completo escalofrío y me hizo mirar hacia al frente con cierto miedo.
No podía más.
— DIJISTE QUE ERA EL CAMINO SEGURO —exclame con odio—ERES UN MENTIROSO TRISTÁN —exclamé con odio—TE CORTARÉ TU CABEZA —
— ¡¿QUIERES CALMARTE?! —
— ENTONCES DILE AL DRAGÓN QUE SE DETENGA —
— NO ES UN DRAGÓN, ES UN GALIMATAZO —
Volví mi mirada ¿eso era un Galimatazo?
— no, a mi me parece un perfecto dragón —dije atónito.
— aquí son Galimatazos —y finalmente el desierto se abrió frente a nosotros.
Sonreí, ¿nos salvamos?
Tome los hombros de Tristán y lo felicité—eso es hermano, ahora solo debemos abrirnos paso en este enorme desierto —pensé que el bosque sería mi fin.
— aún no cantes victoria —esa voz se escucho muy tenebrosa viniendo de él, separe mis manos de sus hombros, mientras cabalgaba.
Fue entonces cuando divisamos casi a unos cuantos pasos a cierta figura que a medida que nos acercabamos resultaba ser la figura de un hombre.
Un hombre de armadura negra.
—Tristán —advertí, este tipo no me daba buena espina.
— no sé quién es —y creo que lo pensó en todo el trayecto, pero al final se detuvo frente a él.
— Forastero ¿de dónde vienes? —una leve inclinación, sonreía muy retorcidamente.
— usted debe ser el príncipe Tristán —volví mi mirada al bosque, el Galimatazo aún venía tras nosotros, no creo que era momento de hablar.
— no es un lugar seguro —indicó Tristán, fruncí mi ceño.
El tipo tenía solo un ojo— ¿no lo es? —
El fuerte sonido de la furia de Galimatazo nos hizo reaccionar.
— Tristán —masculle mirando la trayectoria del enorme dragón.
— será mejor que se vaya —indique sin mirarle, no me importaba hablar con un extraño, era momento de irse.
— Tristán, sigue corriendo —la voz me estaba empezando a temblar, pues en menos de lo que cantaría un gallo, el enorme Galimatazo se haya demasiado cerca—TRISTÁN —
— ANDANDO TERRENCE —y lo dejo.
Dejó al extraño del desierto y corrió en la cancha abierta— tal vez se lo coma a él y ya su apetito cese —indique mirando hacia atrás.
Pero, exactamente este no era nuestro día de suerte, pues en lo que a mi respecta, el Galimatazo le importo un colmillo el tipo del desierto y nos terminó acorralando a nosotros.
Terrence relincho y se detuvo.
— estamos muertos —masculle.
— baja Ryan —pero Tristán, su voz no se sentía ni un poco asustada.
— ¿Quieres que me coma a mi primero? —cuestione impactado.
Que chico de sangre tan fría.
— solo baja —su voz se escuchó tensa.
Obedecí la voz de Tristán y él también bajo, procure no moverme mucho mientras la mirada del Galimatazo estaba sobre nosotros.
Pero, fue entonces cuando Tristán tomó las espadas de su equipamiento y susurrando algo al oído de Terrence, hizo que este partiera del desierto.
Fruncí mi ceño.
— ¿Qué..? —
— Es hora de luchar, Ryan —entonces estiró una espada— ¿estás listo? —
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