Descendientes - Acontecimientos pasados y presentes
-EL VALOR XXXI-
Dos semanas después... y estaba aquí.
Mi armario fue cambiado por completo, los atuendo azules habían desaparecido para cuando había llegado, mi cuarto también había sido remodelado de los colores pálidos y la reina Mirana me decía que si algo me incomodaba no dudara en decirle.
Suspire rendido y caí sobre la cama, mi cabello húmedo recién lavado olía bien, ahora estando en este lugar, sentía que realmente nada me incomodaba, la realidad es que ahora nada me incomoda, estaba cansado, eso sí.
Y en la tranquilidad de mi cuarto me hallaba pensando en todo lo que había sucedido. Era increíble todo lo que había pasado, al salir de la isla, el increíble cambio que me había sucedido y ahora... yo realmente era libre.
¿Era esto lo que Meido sintió al salir de la isla? Esta tranquilidad, esta paz, ¿la habrían tratado como a mí? ¿así de bien?
Meido...
¿Qué estarás haciendo en estos instantes? Realmente quisiera contarte todo lo que me ha sucedido.
SOFÍA
Descendí con Minimus con mucha dificultad y corrí lo más rápido posible dentro del palacio.
— princesa Sofía —la voz de Baileywick, fue entonces cuando lo halle con la mirada tras de mí— princesa no debería estar afuera —
— es mi deber Baileywick —
— princesa es peligroso, el rey me ha dicho... —
—¿Mi padre está aquí? —fruncí mi ceño— creí que no llegaría hasta dentro de dos días —
— vino en cuanto pudo, pero no tuvo tiempo para decírselo —
Entendía.
Supongo que estaba bien, aunque a juzgar por las cosas, la enorme tormenta que se avecinaba sobre Encantia era terrible, además Meido estaba sola en esa montaña intentado lidiar con ello.
No debería estar haciendo eso, es mi responsabilidad.
— Baylewick necesito que envien un mensaje —Meido jamás me escucharía.
Pero, creo que sí sabía a quién escucharía. Mi corazón se aceleró y con un suspiro vi como Baylewick asentía— a sus órdenes, pero debe ponerse a salvo —
Asentí ante su idea— envía el siguiente mensaje al País de las Maravillas, para el príncipe Tristán —asintió ante mí— dile que la princesa Meido lo necesita con urgencia y que debe ser lo más rápido posible porque posiblemente esté en peligro —
Mi mensaje era claro y conciso esperaba que con eso bastará para que Tristán entendiera.
RYAN
De cualquier forma, no creo que le interesaría.
Tocaron la puerta, fruncí mi ceño.
— príncipe Ryan —bufé, el conejo blanco estaba al otro lado— la cena esta lista —
—YA VOY —exclamé aún en la cama.
MEIDO
— Señora... ¿Cristal? —
Hablé con duda en cuanto a su nombre, pero ella no respondía.
— Señora Cristal —
Llame una vez más.
Y con un nudo en la garganta me acerqué a ella y trate de encontrar pulso, pero era tan descarada que no sabía como hacer eso, solo tocaba el rostro de la señora para ver si había algo, aunque no sabía que estaba buscando exactamente.
— Y ahora...no sé qué hacer —
Musité arrodillandome frente a ella. Estaba frustrada, no por el hecho de que la anciana no contestaba, no por el hecho de que no sabía qué hacer, sino por el hecho de las dos cosas al mismo tiempo y que se suponía que era un hada guardiana y no podía siquiera proteger a una anciana.
Cerré mis ojos con fuerza y aferre mi agarre a mi cetro, entonces sentí como la energía descendía de mí, como mi cuerpo emanaba energía inalcanzable, lo podía sentir y no podía...controlarlo, sentí como se erizaba mi piel al punto de sentir la euforia salir por mis poros, porque sinceramente todo esto era una tontería, por favor era un hada hecha para el mal y estaba haciendo el ¿Bien? Ni yo me lo creería es decir...
— Meido —
Y cuando menos lo pensé mis ojos se abrieron de par en par y un estallido verde con destellos morados se liberó de mí, debilitando mi ser.
— Hey, hey princesa, ¿aún eres mi princesa mala? —
Y reconocí esa voz, por supuesto que lo hice, porque al abrir mis ojos, los suyos atormentaron mi existir tanto como lo hacían antes.
Hipnotizandome en una nube de tormenta.
— Tristán —
Masculle para caer en sus brazos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro