Treinta y tres
El alma se me fue a los pies cuando entraste por esa puerta como el día que te conocí. El mismo gorrito elástico y la misma bata azul, ibas descalza. No entendí qué ocurría, mamá me dijo que te diera espacio, no pude acercarme.
Tú alzaste la cabeza y me miraste como tantas veces habías hecho, tus comisuras se alzaron y me guiñaste.
Te pusieron la medicina, había vuelto la maldita leucemia de mierda.
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