Setenta y tres
Siempre le agradecí al novio de tu hermana que se arriesgara para salvarte, aunque eso lo supimos tiempo después. Me caía bien porque escuchaba nuestros chistes bobos y se reía como si de verdad fueran graciosos.
Siempre pensaste que era especial, y vaya que lo era.
Querías que tu hermana estuviera con alguien que la mereciera.
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