Setenta y cinco
El día siguiente abriste los párpados y lo primero que viste fue un montón de globos, la gente estaba a tu alrededor. Recibiste los regalos con la sonrisa más hermosa que he visto y me diste tu mano para que me acercara.
No la soltaste y mi corazón latía
Tal vez, ahora que había esperanzas, no tendrías miedo de quererme.
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