Sesenta y uno
Terminé comprendiendo por qué te negabas a aceptar lo que te decía. Te escuché hablando con Tess ese día, no pude evitarlo, perdón.
Le contaste lo que te había dicho y le dijiste que sentías mariposas al verme. No creo que puedas imaginar la alegría que se instaló en mi ser. Bien podría haber volado sin alas, podría haber derretido Alaska, podría haber salvado a la galaxia.
Pero no querías que te quisiera por una razón: el cáncer.
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