Ocho
Un billón de mariposas se instaló en mi estómago, sentí mis mejillas calientes. No supe qué hacer, jamás me había pasado algo como aquello. Regresé corriendo a mi asiento, agitado y angustiado de que hubieras sido testigo de semejante desliz. Seguramente te burlarías, no quería que pensaras que era un tonto.
Me atreví a alzar la cabeza para enfocarte, imaginando tu gesto burlón y tus carcajadas. Una vez más me asombraste, solo me mirabas.
No despegamos los ojos en toda la sesión.
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