Catorce
No sabía qué hacer para disculparme, sentía que debía hacerlo, se sentía como si fuéramos amigos y me había equivocado; pero tú estabas enojada.
Tú también me ignoraste cuando te pedí una disculpa.
Iba a alejarme, necesitaba huir antes de que me sintiera peor, no pude hacerlo porque dijiste mi nombre en voz alta. No supe por qué estaba emocionado: por un lado tú ya no estabas molesta y querías compartir tu gelatina conmigo, por el otro sabías mi nombre.
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