1-La captura
1 - La captura
Los vampiros han conseguido dominar el mundo y ahora los humanos son criados en lugares especializados para luego alimentar a los vampiros, pero los que más han sufrido fueron los hombres lobo. Fueron perseguidos, capturados y convertidos en esclavos en los mejores casos, en los peores eran asesinados. Solo quedaba una manada que resistió a los continuos ataques de los vampiros gracias a que éstos vivían en una enorme cueva subterránea con varias entradas, los vampiros nunca la encontraban, pero el día que la encontraron taparon todas las entradas excepto una y comenzaron a hacer que la cueva ardiera. Los que no morían por las llamas, morían por los ataques de los vampiros cuando salían por la única salida. Solo dos consiguieron sobrevivir, un lobo con un pelaje castaño claro casi rubio y otro más pequeño con un pelaje rubio que parecía brillar y dos colas. Los vampiros los capturaron y les llevo al palacio de los vampiros en el que estaba el príncipe Seto Kaiba, el último descendiente de la realeza vampírica. Tenía un porte orgulloso y estoico, su cabello castaño contrastaba con las lagunas azules que tenía por ojos y junto al pantalón negro de cuero ajustado a las piernas y la camisa roja sin mangas levemente ajustada dejando ver los brazos con los músculos marcados pero sin exagerar y parte de su pecho le daban un aire extremadamente sexy y atractivo.
Los vampiros llevaron a los dos lobos hasta su presencia y los dejaron solos a excepción de dos guardias que se encontraban en la puerta por si intentaban atacar a su príncipe. El príncipe los miró con desagrado, pero en cuanto vio al lobo rubio se embelesó con esos ojos color miel y ese pelaje largo que parecía tan suave al tacto, pero le llamó de sobremanera las dos colas que tenía.
- ¿Cómo os llamáis? Presentaos – Seto los miró con expresión seria y fría.
El lobo mayor dio un paso al frente y se presentó a él y a su hijo.
- Yo soy el Rey de los hombres lobos, el Rey Josua Wheller y este es mi hijo, el príncipe Joey Wheller.
Seto los miraba analizando cada uno de sus aspectos.
- Mostradme vuestra forma humana – ordenó.
Los dos le miraron amenazantes pero al final el Rey se resignó y mostró su aspecto. Era un hombre alto con el pelo castaño claro casi rubio y muy poblado al igual que su barba de unos tres centímetros de larga, su cuerpo era con los músculos muy marcados que se notaba aún con la ropa ancha que llevaba. Seto miró al lobo rubio esperando a que mostrara su forma humana pero éste no lo hacia el menor caso, solo lo miraba a la defensiva para si lo veía atacar, reaccionar rápidamente.
- Príncipe Kaiba no espere que se transforme ya que no puede hacerlo.
Seto miró al Rey de los lobos con enfado.
- ¿Por qué?
- No se lo puedo decir – el Rey intentó disimular su preocupación por si el príncipe de los vampiros seguía preguntando.
El príncipe de los vampiros hizo un leve movimiento de mano con el que hizo aparecer un aro de luz azul alrededor del cuello del lobo rubio, el aro comenzó a menguar ahogando al príncipe de los lobos que se lo intentaba quitar.
- ¡¡Nooo!! – el Rey intentó ayudar a su hijo que aunque el aro había dejado de menguar aún seguía demasiado justo como para respirar correctamente.
- Te lo volveré a preguntar, ¿por qué?
- Vale se lo diré, pero quítele ese aro – le hablo preocupado por su hijo.
- Dilo – ordenó.
- Él es un ser de leyenda, es el lobo perfecto con una anatomía que puede soportar tanto el ADN de los lobos como el de los vampiros, peor jamás debe mostrar su aspecto humano.
- Ya veo – quitó el ato del cuello del lobo y su padre le abrazó.
- Lleven al Rey a las mazmorras y al príncipe a mi habitación para hablar en privado – sonrió con una maleficia.
- Si, mi príncipe – respondieron los guardias acatando las órdenes.
Seto vio como los lobos se marchaban a sus respectivos lugares. Cuando estaba solo se dio el lujo de decir lo que pensaba en voz alta.
- Así que un lobo que puede ser también vampiro... como que éste puede ser mi prometido, aunque sea un lobo lo convertiré en vampiro y así me haré el Rey de los vampiros y de los lobos jajaja... y lo mejor de todo es que tiene mi misma posición y unos hermosos ojos miel... – se paró a recordar esos ojos que le habían encantado - ... parece que he encontrado a alguien con quien merece la pena casarme.
Se levantó del trono que ocupaba para dirigirse a su habitación y en la que se encontraba el lobo que pronto sería suyo.
Al entrar en la habitación lo vio echado en el suelo mirando hacia la puerta que al verlo enseguida se levantó poniéndose a la defensiva.
- Transfórmate en humano – le ordenó obteniendo como respuesta un fuerte gruñido.
Seto volvió a intentar ponerle el aro de luz azul en el cuello, pero el lobo se dio cuenta de sus intenciones antes de que lo hiciera y consiguió apartarse.
- Increíble, nadie había conseguido escapar de mi ato de luz – el lobo parecía reírse engreidamente por su destreza – entonces utilizaré otro método – ahora era el vampiro el que reía con superioridad – si no te transformas en humano será tu padre el que sufra.
Joey se quedó paralizado viñedo al vampiro incrédulo notaba que no hablaba en broma y por fin habló.
- Desgraciado.
Seto se sorprendió por la voz tan dulce del lobo pero aún más se impresionó más al verle por fin en su forma humana, su cabello rubio era largo hasta las caderas y su cuerpo tenía marcados muy levemente sus músculos. Su pantalón era largo y ancho no dejando apreciar sus bien formadas piernas, la camisa era ajustada, pero se notaba el atractivo pecho. Seto jamás había visto algo tan perfecto ni entre los vampiros y nunca se hubiera imaginado que en una raza que hasta las mujeres eran musculosas en su forma humana.
El joven Joey lo miraba con el ceño fruncido le sorprendió ver tres aros en su cuerpo 1 en cada muñeca y 1 en su cuello. Entonces se dio cuenta de que no podría transformarse en lobo porque el aro de cuello lo ahogaría y los de las manos los dejaría sin patas delanteras. Las manos fueron a dar contra la pared de detrás poniéndolas sobre su cabeza y al mirar de nuevo al vampiro lo vio a centímetros de cuerpo.
- No creas que vas a poder resistirte lobito, no puedes deshacerte de los aros y puedo moverlos a mi antojo y como tu cuerpo ahora débil por estar en tu forma humana estas a mi merced y vas a ser mío – sostuvo la cintura del lobo pegándola a la de él y le arrancó la camisa de un tirón dejándolo desnudo de la parte superior de su cuerpo.
Joey se dio cuenta del grave error que había cometido y entró en pánico aunque consiguió disimuladamente luchar para quitarse de encima al vampiro que lo toqueteaba pero no lo consiguió.
- No, para detente, déjame en paz, maldito vampiro – se retorcía intentando soltarse.
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