Sonreíste.

Creo que fue lo primero que vi en ti.

"Una sonrisa capaz de iluminar el camino más oscuro por la noche."

Eso es lo que pensé.

Era asombroso, mi corazón latió por primera vez con esa mueca chueca, pero completamente encantadora en tu rostro.

No sabía que esa cosa podría, incluso, hacerme derramar lágrimas a futuro.

No lo sabes, pero tu sonrisa fue la primera melodía que escuché.

¿Escuchar una sonrisa?

Suena tan loco, pero es la pura verdad. No pude quitarla de mí cabeza por días, como mi canción favorita.

Te sentaste frente a mí y tus labios se movieron ligeramente hacia arriba.

—¿Qué haces? —preguntaste.

—Dibujar. —respondí tan frío que cualquiera se hubiera ofendido y largado al instante, pero tú no.

¿Por qué tú no?

Otra vez esa mueca apareció y evité mirarte a toda costa.

—¿Puedo ver?

—No.

Me arrepentí... Tu sonrisa seguía ahí, sólo que ahora era una triste, pude notarlo porque no transmitía la misma calidez de antes. Esta vez me dolió ser como siempre fui, iba a decirte que si podías ver, pero te levantaste y te fuiste.

Te miré a lo lejos y quise que la tierra me tragara por completo, pero tú... Regalaste tu sonrisa a los demás otra vez.

Ese día me di cuenta de que a pesar de tener una sonrisa en el rostro, no quiere decir que sea una genuinamente feliz.

Me enseñaste algo sin darte cuenta y a mi me encantaba aprender cosas nuevas.

¿Aprendería más de ti?

Oh, claro que si.

Puedo decir que... Esos días con tu melodía en mi cabeza, se transformaron en meses e incluso años.