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Capítulo 2:Venganza


─ ¿En dónde estoy?

Preguntó de nuevo. Se veía realmente asombrado, observó con cuidado aquel entorno en el que estaba, ¡no podía creerlo! Acaso quizá realmente había muerto y había llegado al más allá. Recordaba que muchas veces le habían comentado que el cielo no era algo predeterminado, era diferente para cada persona. Un lugar fantástico y de ensueño.

Pero acaso realmente era merecedor del cielo, él creía que no.

Aquel lugar parecía sacado de los cuentos que su abuelo solía contarle. Cuentos de marinos y piratas. Era fantástico lo que estaba mirando, porque no solo había toda clase de peces y plantas marinas, sino también estaba frente a aquellas criaturas, mitad pez, mitad humanos, sirenas.

Si mal no recordaba así se les llamaba. Y, sobre todo, fijó su mirada en aquel hombre que tenía de frente. Observó con cuidado a los enormes tentáculos rojos que tenia de la cintura para abajo. Era una especie de ¿pulpo, calamar gigante?, no un Kraken, como aquellos de los cuentos de terror, aquellos que volcaban las embarcaciones.

Aquellos de leyendas del mar, seres poderosos y aterradores.

─Hola, ¿dónde estoy?

Volvió a repetir, su voz aún temblorosa. De inmediato observa hacia los lados y entonces. ¿Se atrevió a preguntar por su compañero, aquel que había sido herido con él, acaso habrían muerto ambos? Solo alguno de ellos. ¿Acaso Vagar se los comió?

─Arrax ¿Qué ha sido de él? ¿Dónde estoy? Volvía a preguntar, estaba nervioso y asustado.

Notó entonces qué una hermosa sirena le sonrió con ternura y acaricio su cabello.

─ No te preocupes. ─ Dijo con voz suave, casi maternal. ─ Está aquí, está recuperándose, igual que tú, pronto estarán bien, mi rey los va curar y ayudar.

─ ¿Tu rey?

Preguntó el muchacho confundido. La sirena miró hacia arriba y luego Fijó su vista en aquel ser que había notado antes el kraken. El cual estaba sonriente.

─Estas en mis dominios marinos. No te preocupes ahora. Pequeño. Tus heridas son graves, pero sanaras al igual que tu lagartija. Están a salvo ahora.

Había algo que le llamaba la atención de aquel poderoso hombre. No solo su apariencia de fantasía, sino el poder que emanaba.

─Gracias. Cerró los ojos nuevamente y se quedó inmerso en la somnolencia. Aún estaba demasiado cansado. Sus heridas apenas y comenzaban a recuperarse, por lo que tendría que pasar mucho tiempo en reposo hasta reponerse por completo. Quizás todo aquello fuera nada más producto de los delirios.

Debido al terrible golpe que se había llevado, o a la fiebre que quizás tuviese. ¿O simplemente se había vuelto loco? No podía discernir nada en ese momento. Sin embargo. Sintió el tacto de la mano de aquel ser de ensueño, tocarle con suavidad y de alguna forma sintió que le transmitía una paz y seguridad que lo llevó de nuevo al sueño. A un sueño reparador.

Ya pensaría después cuando despertara, si es que lo hacía. Tal vez todo aquello. Era simplemente producto de su imaginación. Aquellas fantasías que el cerebro crea cuando se está en un momento como ese. Cuando se está por cruzar el umbral del más allá.

No quería pensar. No quería sentir, simplemente se dejó ir. Ya pensaría después, cuando despertara, si lo hacía, se repitió de nuevo, quedándose profundamente dormido.

El Kraken rojo. Observó al pequeño dragoncito, dormir y sonrío. Le parecía realmente adorable. No sabía mucho de la situación en la superficie, solo había escuchado algunos rumores de los marinos y piratas. Había escuchado algunos rumores sobre una guerra, una batalla entre dragones. En desembarco del Rey. Escuchó sobre la usurpación al trono de hierro. También sabía que aquel pequeño dragón marino, como lo denominaba, era el heredero de Driftmark. Sabía que era uno de los hijos de la reina.

Un reino muy diferente y ajeno al suyo, un reino en la tierra. Un reino al que quizás una vez perteneció. Su historia era bastante fantástica, a decir verdad.

A pesar de ser el rey, de aquellas profundidades, de aquel entorno marítimo, él no había nacido ahí. Pero sí había renacido.

Renació en la forma de un poderoso Alpha Kraken, y había sido el rey electo por todas aquellas criaturas mágicas, pensando que la profecía del "Rey" que domina a los océanos. Y los llevará de nuevo al poder. ¿Y en un dominio sobre las aguas? Creían que era un regalo de los dioses, para levantarlos de nuevo. Porque los dragones, no eran las únicas criaturas mágicas en la tierra. O tal vez sí, en la tierra, pero definitivamente no en el agua.

Contemplaba a aquel jovencito embelesado. Sin duda alguna, era un omega. Su aroma era delicioso, casi enloquecedor. Aun así. Él era un hombre muy centrado. No solía darse permiso para actuar de forma impulsiva.

Era bastante equilibrado y podía dominar perfectamente sus impulsos y necesidades. Además, sinceramente. ¿No eran de la misma especie? ¿Qué podrían tener una humano y clase de un mito? nada.

Ni siquiera podría quedarse demasiado tiempo en su reino. Ahora mismo utilizaba su magia para mantenerlo ahí. Respirando a salvo y para curarle tanto a él como a su dragón.

Silver Lady se había encargado de utilizar sus poderes para crear unas burbujas especiales, en los cuales el pequeño príncipe y su dragón pudieran sobrevivir, además de que estaban utilizando esa misma magia sanadora para restaurar las heridas de ambos, sabía que, en otras circunstancias, habrían muerto al acto. Pero había algo en él, que le instó a salvar a aquel pequeño muchacho.

Y su amiga y consejera no se lo había negado, por el contrario, ella estaba más que satisfecha de hacerlo. Probablemente ella lo hubiera hecho incluso sin que él diese la orden.

El médico marítimo había dicho que no iba a ser fácil curarlo y dejarlo en el estado en el que estaba antes de aquel accidente. Sin embargo, le había dicho que, si estaba dispuesto a utilizar parte de su magia de sangre, las cosas podrían ser diferentes. Pero utilizar su magia de sangre, era más que simplemente usar sus poderes, eso requería un vínculo.

Requería un compromiso y no era algo que haría sin el consentimiento de aquel joven. Además, tampoco estaba seguro de querer hacerlo. Porque la única manera de transmitir sus poderes y su magia de sangre, era precisamente por medio del contacto físico o más bien el marcaje. Así que pensó que simplemente lo curarían lentamente, poco a poco, sin tomar nada de él, porque no deseaba que se viera atado a su lado para siempre.

Él debía volver a dónde pertenecía tarde o temprano.

─Mi señor se nota que le gusta este muchacho ¿Por qué simplemente no lo toma como su Reina? Es un omega, así que podría ser... ¿Podría ser la magia que estábamos esperando Para completar el círculo? ¿Podría ser la pieza que necesitamos para que nuestro reino se Levante de nuevo?, puedo sentir la fortaleza y la bondad en él. Puedo sentir también la energía, la aventura.

Hay mucho dentro de este pequeño. Es bueno que su destino no haya sido cortado. Que haya llegado con nosotros. Es apenas un pequeño, lo sé, pero crecerá pronto. Y se convertirá en un poderoso dragón marino.

─No es un niño. ─ Dijo él. Observando el omega, si era joven, pero no era un niño.

─No he dicho que lo sea, dije que era pequeño, pero no que fuera un niño. Quizás es por su cuerpo omega, demasiado delicado y tierno. Aun así, con el tiempo, con el entrenamiento adecuado, podrá ser tan poderoso y musculoso como lo es usted. Podría ser así de poderoso, quizás más. ¿Puedo sentir el poder del dragón en él? Un fuego enorme. Un fuego que contrasta contra sus. poderes de mar. Sus poderes acuáticos y sus poderes de magia de fuego.

Creo que de ustedes podría salir una unión bastante interesante.

─ No he salvado su vida para tomarlo. Él tiene derecho a hacer sus elecciones. Cuando se recupere. Regrésalo, dónde pertenece.

Dijo dándose la vuelta y saliendo de la estancia. Silver, Lady Sonrío. Sí, su señor era terco y tosco. Era alguien que no pensaba en el romance. Pero definitivamente había visto algo en aquel hermoso dragoncito. Ella sería su Celestina, porque, así como en el pasado había decidido que él sería su rey, había decidido que aquel hermosa omega sería el rey consorte del mar.

Ella se encargaría que los hijos del Dios del mar volvieran a al volvieran a ser poderosos. Temidos y respetados. Ella se encargaría de que los humanos. Aprendieran a respetarlos y quizá obedecerlos.

Silverlady era una hermosa sirena de largos cabellos plateados. Su cola de pez también era plateada con destellos celestes. Tenía las aletas grandes y hermosas. Sus ojos eran grises. Y su mirada solía ser fría. Era como si fuese una sirena de hielo y de plata. Hermosa, fría y elegante.

Tan antigua como el tiempo. Nadie sabía su edad exacta. Había estado viva por mucho tiempo, aunque su apariencia física era como la de una joven doncella. Y era ella quien había elegido Como rey al Kraken rojo. Cuyo nombre era Dalton Greyjov.

Un bebé omega que había sido sacrificado al Dios ahogado. Un bebé que renació bajo el mar transformado en Alpha y en kraken. Un bebé que ella había cuidado y colocado en el trono.

Rhaenyra no podía con su dolor. Estaba completamente triste y desolada.

Ni siquiera tenía ánimos para seguir con su reclamo al reino. Sabía que debía hacerlo, pero en ese momento, su corazón de madre estaba apretujado. El dolor era terrible, insoportable.

Tenía que aceptar que había perdido a su pequeño y dulce niño. Lloró desconsolada toda la noche. Luego a la mañana siguiente, cuando entró al salón de su consejo, sus primeras palabras fueron.

"Quiero la cabeza de Aemond" No le importaba ya que fuera su hermano, no le importaba ya si se convertía en una mata a sangre, como lo había hecho él al asesinar a su sobrino. Solo deseaba una cosa, venganza. No podía permitir que las cosas siguieran así. Ella tendría lo que deseaba. Sangre.

Con fuego y sangre cobraría venganza por su hijo. Tomaría el trono y ahora sí no habría ninguna consideración para sus hermanos. Ella jamás pensó en hacerles daño, jamás pensó que pudieran ser una amenaza. Eran su familia. Incluso sabiendo que habían usurpado su trono, que le habían traicionado.

Aun así, no quería hacerles daño. Aun así, quería la paz, la conciliación. Pero todo eso no valía nada cuando perdías algo que amabas profundamente. Y que amaba más una madre que no fueran sus hijos. Nada.

Absolutamente nada.

Ni siquiera el reino era lo suficiente importante para ella, como lo eran sus hijos, había perdido a uno cuando fue tan solo como mensajero. Ni siquiera había iniciado la batalla y aun así fue asesinado a traición de una forma completamente cruel.

Ella no iba a permitir que las cosas siguieran así, no iba a permitir que sus demás hijos cayeran en eso. En esa guerra. Tenía que protegerlos. Así que no podría tentarse el corazón para seguir pensando en sus hermanos como familia, no lo eran. No se habían portado como tal, su única familia eran sus hijos y los protegería con todo. Como todo en una madre dragona con sus pequeños huevecillos.

Ella se encargaría de mantenerlos a salvo. Cayera quien cayera.

Damon, Sonrío, Burlescamente.

─Como ordene mi reina.

Dijo y salió de la estancia y ella sabía a lo que iría, sabía lo que haría.

Él iba a buscar su venganza por ella. Por aquel dulce niño al que había pasado tantas horas entrenando, hasta convertirlo en un buen luchador.

Incluso cuando se tratara de un muchacho amable y tierno, había mostrado ser bastante hábil con las espadas y las dagas en especial. Había mostrado un talento para el combate que había dejado orgulloso a Damon, aun cuando no fuera su padre biológico, lo veía como un hijo también, y eso que el hombre era completamente frío e inescrupuloso.

Sin embargo, había aprendido a querer y respetar a los primeros hijos de la reina. No exactamente por que fueran hijos de su esposa, sino más bien porque el carácter de los muchachos, su fuerza y entereza, le habían gustado.

El respetaba el poder, el respetaba los dragones y los hijos de la reina, bastardos o no, eran dragones de verdad. Dignos de ser admirados, respetados y temidos.

El rey consorte, se encargó de conseguir unos mercenarios. Sangre y queso, se hacían llamar. Les dio una tarea. Quería la cabeza de Aemond.

─ ¿Y si no encontramos al príncipe?

Había preguntado uno de ellos. Damon pensó por un momento. Debía dar la orden de que matasen a quien encontrarán, hijo por hijo, lo pensó. Pero no, aquello no le daría satisfacción, no era lo que su reina quería. Además, si no eras específicos, los errores podían cometerse. Querían venganza, hijo por jhijo sonaba bien, pero los niños eran inocentes y no quería que Nyra sintiera culpa po0r su venganza ella solo debía sentir alivio y satisfacción.

─Dije que quiero a Aemond, si no, pueden conseguirlo. Entonces, ni siquiera se atrevan a aparecer de nuevo frente a mí. A menos que consigan a Aegon o a la reina viuda. No se atrevan a tocar a la reina estúpida, ni a los menores. Hum, el naranjero también me sirve.

Dijo el hombre con total frialdad.

─Pero si consiguen lo que quiero, serán muy bien recompensados.

Las capas blancas aún le guardaban lealtad a él, al menos la mayoría, por lo que, a colarse en el Palacio, no era cosa muy difícil. Si bien sabía que el par de mercenarios, no iban a ser lo suficiente buenos para conseguir Llegar a su misión, si sabía que eran una buena distracción. Y quizá lograsen algo.

-Mientras los enviaba. Él iba por su propio lado. Iba a conseguir Venganza para su reina.

¿Querían la corona para ella o tal vez para sí mismo? Si era honesto, la quería para sí mismo. Y la única manera de tenerla era por medio de ella.

Sin embargo, tampoco le importaba. Usar el título del Rey consorte, siempre y cuando pudiera estar en el poder con ella, después de todo, ella había sido para él... ¿Su obsesión?

Desde siempre. Alguien que no se doblegaba ante él, alguien que le mostraba la misma fortaleza. Que era fuego y sangre, al igual que lo era él. Una verdadera dragona. Una dragona enfadada y dolida. que ahora solo quería destrucción. Nunca antes ella estuvo, tan en sintonía con él.

Lo único que lamentaba aquí, era que hubieran tenido que perder aquel amable muchacho para terminar siendo lo que siempre fue.

Para dejar de lado aquellos pequeños detalles de paz y amabilidad. Para abrazar su legado de fuego tan destructivo como una erupción volcánica.

Ella era su obsesión, su amor y su karma también.

Mientras, sangre y queso entraban a las habitaciones de la pequeña reina Heleana y maldecían por tener esa suerte ya que tenían orden de no tocarla. Él lo hacía a la de su sobrino.

Cuando este le miró, estuvo realmente asombrado. Nos esperaba aquel encuentro.

De inmediato se incorporó y trató de defenderse, pero sintió el filo de hermana oscura, rozándole el cuello.

─Sabes por qué estoy aquí?

−Fue un accidente. Nadie lo lamenta más que yo.

Había dicho el otro. Por supuesto, el rey consorte imagino que solamente estaba buscando salvar su vida. Sin embargo, la frase le pareció verdaderamente engorrosa. ¿Cómo se atrevía a decir eso? Por supuesto que la persona que lo lamentaba más en el mundo era su madre. Su Rhaenyra.

¿cómo se atrevía a decir que nadie lo lamentaba más que él? estaba completamente seguro de que era una mentira.

− ¿Vas a suplicar por tu vida? Aquí no tienes a tu enorme Vegar para salvarte el culo. Por cierto, tampoco he traído a Caraxes. Esto no es una batalla de dragones. No tiene por qué serlo. Esto simplemente es justicia para mi reina. Pensé en tomar tu cabeza, pero creo que no es suficiente. ¿No tendrás suficiente dolor así, una muerte rápida, ¿no? Quiero que sufras. Quiero que mi reina se regocije en tu sufrimiento.

De inmediato de un rápido movimiento, clavo, hermana oscura en el ojo sano de la mata sangre, el cual grito de dolor al sentir el doloroso corte.

−Ahora estarás completamente en la oscuridad. Primeramente, pensé, ojo por ojo, hijo por hijo, pero no tú no tienes niños. Por supuesto este ojo no será lo único que tomé de ti. Ciego y mudo, dudo mucho que puedas manejar a Vegar. Tiro del largo cabello del hombre. Mientras él gritaba de dolor por su ojo perdido, un rápido movimiento de espada y su lengua salió volando.

Sangre se desbordaba de su cuenca vacía y de su boca haciéndolo casi vomitar. Le dio una fuerte patada y salió de la estancia, tan rápido como pudo. Sí, los maestres lo encontraban rápido y lo atendía sobreviviría, pero estaría ciego y mudo. Si no lo hacían, su propia sangre lo ahogaría y moriría pronto.

Fuera, como fuera, había conseguido la venganza para su señora esposa. El alma de Lucerys, podría descansar en paz. Poco sabía el rey consorte y la afligida reina, que el pequeño descansaba sí, pero tranquilamente bajo el fondo del mar.

Vivo y recuperándose con una bellísima sirena cantando para él. Y un hermoso y sensual Kraken mirándolo en la lejanía. Pensando que aquel era el omega más bello que había encontrado en el mundo. Pensando que tal vez SilverLady no estaba tan errada al decir que sería un hermoso rey consorte del mar después de todo, él iba a ser el heredero de Driftmark. ¿Por qué no mejor ser el consorte del mar? Aquel jovencito era tan bello como una perla. Una perla que sin duda iluminaria sus días. Y quizá. Pudiera hacerlo ser feliz.

Espero que les haya gustado, y me costó un huevo hacer las imágenes aprécienlas.

Espero sus comentarios Gracias.

Pasen por el fic del Jace Tambien, creo lo actualizo mañana.

Fanfic dedicado a Spy multishiper, seguro la conocen es buenisima autora y pues la dedicacíon es porque me inspiro. así de simple.

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