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XI. El Visitante Sin Invitación (II)

Balan se esfuerza por mantener la paciencia al margen. Por poco no le estalla el interior del sombrero después de descubrir al conejo arrastrarse por sus botas. Gruñe inaudible, ahora debe agendar una cita con el zapatero una vez resuelva la situación.

一¡Chrono! 一Se asoma bajo la cama. Allí está, en el centro con las orejas pegadas a los ojos y las patas recogidas一. No finjas, bribón. Me contaron de tu travesía fuera del escenario, y solo obtendré tus disculpas si me ayudas a buscar a Air.

一¡Jo-jo! 一reclama el conejo por encima de la cama. Balan lo veía venir. Salta sobre la cabeza de este y aterriza en medio de la habitación一. ¡Jo jo! ¡Jo! ¡Jo!

Balan se reincorpora con los hoyos vacíos del sombrero y las manos extendidas. El reloj blanco acaba de cegarlo sin cuidado. Suspira exhausto. Respira hondo, largo con cuatro segundos adicionales y acomoda sus ojos en la banda roja. El dorado de sus iris fulminan a la criatura, que obliga a permanecer quieto donde está.

Muestra su gran dentadura blanco en cuanto se acerca.

一Gracias, amiguito.

一¿Jo?

一Por cooperar.

Enseguida le sujeta las orejas, separándolo del suelo. Balan ignora las rabietas y el pataleo por zafarse, va tras las agujas de reloj en el torso. Desplaza la aguja larga en sentido contrario, con la pequeña siguiéndole por detrás. Como un cosquilleo hasta un hormigueo, el conejo se retuerce entre risas sin impedir que pare, tiene los brazos helados de la impresión.

Con el tiempo en marcha, Balan regresa a Chrono al suelo y toca la nariz con la punta de su dedo. El conejo clama un ¡Jo! y estornuda al instante, tan grueso que puede hacerse pasar por un cerdo.

Una burbuja con los tonos de un papel desgastado con los años se extiende por la habitación, deteniéndose en el borde de la entrada y la baranda del balcón. Las cortinas ondeando con el viento se congelan en el aire, al igual que las hojas escurriéndose adentro y la melodía del entorno se corta antes de terminar la partitura.

El tiempo se paraliza. Solo Balan y Chrono tienen permitido moverse.

Las agujas del reloj reanudan su tic tac a una velocidad ralentizada.

Unas sombras se dibujan a su alrededor, sin densidad ni detalles en las formas. El maestro reconoce la silueta de la gata dueña del castillo, rodeando un bulto cuya luz se desvela cuando se levanta. Sin embargo, el ambiente cambia de golpe ante la aparición de dos seres que también identifica, bajo el mando de un tercero entre ellos.

一¿Jo?

一Negati 一responde Balan con los ojos entrecerrados一. Parece que Lance tomó el control. Lo que no entiendo es por qué. El acuerdo se mantiene incluso después de que cayó la estela 一cruza los brazos, pensativo一. ¿Qué lo hizo cambiar de idea?

一Jo.

一Sí, o quién.

Todavía desconoce la identidad del tercero, pero la fisionomía le es familiar por su nuevo visitante. Mientras más piensa, más sobrepiensa. Organiza el rompecabezas y arma un escenario, de repente se percata de la fuente de los hechos. Todo coincide a raíz de la estela, Lance y el segundo extraño que camina por Wonderworld sin su consentimiento. No puede creerlo, se niega, pero lo acepta a medida que se encuentra fuera del borde de sus casillas.

Se asegura de revisar el espacio donde estaban la gata y compañía, el umbral de la entrada con el trío de invasores y cierra en el balcón. La baba negra aún escurre en la baranda. Es claro como agua a quién le pertenece.

Sucedió hace poco.

Y no llegó a tiempo.

Se aferra a la baranda, uno de sus guantes se ensucia de ese lodo, y contiene el aliento. Su pecho se hincha que altera los nervios del conejo detrás de sí.

Al momento que la burbuja temporal desaparece, Balan lo deja salir todo.

一¿Qué haces aquí?

El azul de sus ojos brilla intenso que Nights no se da cuenta de ello, menos del destello celeste que crece en la palma de sus manos. Permite que la llama de la ira hierva en su mirada cada segundo, en serio no tolera la sonrisa burlona de Reala. Sin embargo, su apariencia le sorprende, el atuendo de soldado es más robusto, ni hablar de la Persona que lleva.

一Parece que Wizeman hizo un trato con alguien... más grande que él. 一Le duele admitirlo, pero es la verdad parada frente a él. Adopta una media sonrisa一. Seguro le avergüenza dejar a su marioneta tan lejos de su territorio, incluso en manos de otro 一mofa.

Reala no se inmuta, pero la rabia se distingue en la tensión de los músculos en los brazos. Al igual que Nights, su expresión alegre denota las ansias de no dejarse pisotear. Da un paso adelante y Nights permanece quieto.

一Me rechazas tan rápido. ¿Así saludas a un compañero que se ha preocupado por ti desde que desapareciste?

Un crujido atraviesa la mente de Nights.

一¡Ja! Conoces bien este juego, no es la primera vez que lo jugamos, Reala. Ahora, responde 一empuña las manos, aumentando el brillo de adentro, y vocifera entre dientes一: ¿Qué rayos haces aquí?

Los puños y los ojos brillantes de Nights atraen su atención. El poder que emite es similar al suyo, concentrado en un lugar que no identifica de momento, pero está presente a su alrededor. No usa una máscara Persona y su cara es diferente. La mejor explicación que se le ocurre proviene de la misma fuente, así como Nights mencionó, con la que su maestro coopera.

Dispuesto a contestar por fin, mantiene su sonrisa a la mitad y alza la voz...

¡¡AAAHHH!!

Ese no es Reala.

Ojalá lo fuera (aunque no lo quiera).

Una nube clara escapa de un balcón entre los pisos superiores, por un lateral del castillo. Una figura blanca y roja agita los brazos hacia ellos, incluso el sombrero. Nights queda perplejo y Reala asoma la mirada sobre su hombro sin emocionarse de nada. Todo un espectáculo.

一¡¡Nights!! ¡¡No te muevas!!

Desaparece de allí enseguida. Las ventanas de los pasillos muestran un camino de humo, muebles volcados y un conejo sacado a volar de vuelta a la planta baja, directo a la entrada de los jardines. Balan transpira con el vapor escapando del sombrero, aferrado a una columna con forma de gato siamés a su lado.

一¡Allí estás! ¡Cof, cof! 一respira hondo que infla su pecho y exhala一: ¡Sé dónde está tu niño! ¡Debemos ir a los dominios de Fortstopher! ¡¡Es un desastre!! ¡¡Nos robaron!!

Rompe a correr con el conejo blanco colgando en su espalda.

No pasa mucho para escuchar el silbato de la locomotora y los círculos de humo elevándose en el aire.

Nights es incapaz de borrar la locura de su cara en cuanto nota la mirada de su contraparte en él. Ríe torcido con un tic bajo el ojo, no puede evitarlo. Reala se cruza de brazos, paciente de lo que sigue; por supuesto, lo que observa no es una declaración.

一I-DIO-TA 一murmura el joven púrpura.

Reala ríe bajito.

一¿Nuevo amigo?

Nights vuelve a tierra, irritado.

一Apenas lo conozco.

一Sí, claro 一cubre su boca con la mano.

一¡Es cierto! 一estampa un pie en el piso.

Reala poco se esfuerza en estallar de la risa. Nights hierve por los costados, pataleando en su sitio sin atreverse a golpearle. Siempre es lo mismo, no importa donde estén. Uno encendiendo el fuego y el otro tratando de apagarla cada vez que cruzan, con tal de no causar un incendio que llame la atención de los Nightmarens.

一El maestro Wizeman me entregó personalmente al señor Calan.

Pasmado, Nights le mira fijo. En toda su existencia hasta ahora, jamás había escuchado de algo tan impensable de parte del dios de las pesadillas, en especial ceder el control de un Nightmaren de primer nivel como Reala a alguien más. Lo que dijo antes fue un chiste, no se le pasó por la cabeza que fuera real. Entonces es verdad, Wizeman trabaja para un ente más alto que él.

一¿A quién?

一Imagino que ya lo viste. Una lástima que no estuviera allí, y admirar su grandeza. 一Su voz se suaviza, llena de asombro, al punto de mirar el cielo e inhalar hondo con calma一. Creí que nos eliminaría en cuanto nos descubriera, pero resutó ser considerado, incluso con las pesadillas de bajo nivel, tratándolos como mascotas. Un rasgo que el maestro Wizeman nunca nos demuestra.

一Que actitud para rendirle respeto a algo que apenas conoces.

一¡Quien, Nights! Es un quien. 一Mantiene la quietud a costa de la insolencia que Nights recrea a propósito一. El señor Calan no toleraría ese comportamiento tuyo si estuviera aquí 一suspira一. No importa, de todas maneras, ya está en camino.

一¿Qué?

一Sí, está aquí 一observa el entorno con las manos en la espalda.

一No veo nada 一encoge los hombros y le sigue la corriente. De repente, el panorama de la Puerta de Ensueño aparece en su mente一. ¡Por favor! Recuerdo esas nubes. No he visto un cúmulo tan miserable desde que llegué, tampoco a esos monstruos. ¿Qué estás tramando?

一Sigo órdenes. 一Todavía luce perdido en el cielo一. Solo organizo el escenario para su llegada. No me permiten intervenir en lo demás. Y según veo, todo está listo.

¡Brooommm!

Nights gira atrás. Reconoce unos destellos sobre la nada, lejos del pequeño reino. Una tormenta a mitad del cielo azul infinito, tan denso que los truenos chocan entre los rincones más oscuros. Cree que lo que flota alrededor son escombros. A pesar de la distancia, su visión se afina sola, distingue varias piezas de ajedrez: blancas y negras, caballos, torres y muchas más.

«Tan familiar», recuerda a las nubes de Nightmare, pero puede equivocarse cuando son idénticas a las últimas de la Puerta de Ensueño.

Un escalofrío le recorre la espalda hasta un lado del cuello.

Reala se asoma sobre su hombro.

一Me encantaría escuchar tu opinión, una vez que lo conozcas.

Nights lleva el puño hacia su cara. El aire es lo único que siente en los nudillos después de girar completo.

Se esfumó. Así sin más.

Refunfuña en alto que los dientes le castañean.

一¡Maldición, Reala!

«El señor Calan, ¿eh?», piensa extrañado. Repetir ese nombre una y otra y otra vez le da mala espina, algo muy en el fondo de sí mismo le indica el peligro que conlleva. Saber que su viejo compañero se alió con fuerzas que desconoce, hace que se preocupe y se moleste al mismo tiempo. A fin de cuentas, no puede ayudarle, de hecho, casi nada en realidad.

一Jamás me hace caso 一suspira一. Idiota.


El tren se pone en marcha en cuanto sube el segundo pie en el vagón de pasajeros. Balan lo abraza enseguida le ve, lloriqueando a gritos el mismo parlamento: ¡nos han robado! Sus lágrimas forman un lago en la solapa del sombrero y en cascadas cristalinas a medida que caen sobre la alfombra. Nights se asombra de las gotas convertidas en cristales de colores. Los Tims se reúnen a observarlos unos segundos para después comérselos, tal cantidad aumenta de tamaño a algunos de ellos.

Un panorama que el joven nunca pidió.

Nights continúa refunfuñando con el mentón pegado al hombro del maestro.

一¿Me dirás las malas noticias o esperarás a que entremos al ojo de la tormenta? Ya me estoy acostumbrando. 一Insoportable, en realidad. Ansía el momento en que le cuenten la historia.

一¡Chiquillo travieso! ¡Nos han robado a la princesa, y frente a mis narices! 一Eso no cambia la expresión del arlequín一. ¡Un clon tuyo nos la quitó!

Lo último llama su atención, pero ya no quiere seguir escuchándolo chillar.

Cara a cara, Nights le pellizca el centro del rostro. «Que exagerado, ni siquiera tiene nariz», aprieta más. Balan lo suelta y suaviza el ardor, aunque no para de llorar. Los Tims continúan alimentándose de las joyas y otros lo consuelan sobre las botas.

一Pequeño bribón, ese amigo tuyo sí que te animó, ¿eh? 一ríe como si estuviera resfriado. Al ver que Nights no contesta, con el ceño fruncido y los brazos cruzados, suspira y corta las cascadas en cuanto limpia sus párpados de una pasada一. Un forastero entró sin permiso a Wonderworld y se llevó a mi Air. 一Aún no responde一. ¡La princesa Air de este mundo, Nights! Estaba buscando a su loca madre y la dejé indefensa. Y tu niño está con ella.

El joven reacciona.

一Entonces, ¿sabes en dónde está?

一¡Claro que sí! Con Fortstopher.

一Dijiste en los dominios de ese tal... ¡lo que sea!

一¡Exacto! La princesa y el niño están allá. Tenemos que ir antes de que Lance destruya siglos de trabajo.

Para qué entender esa lógica si no vive en ese mundo, Nights apunta esa idea en su mente.

一No me digas. Se encuentra en el ojo de esa tormenta, ¿cierto?

一¿Cuál?

Nights señala la ventana a su lado sin despegar la vista de él, sabe bien a lo que apunta. Balan le sigue la corriente, encuentra entretenido al arlequín cuando está molesto, pero el panorama no lo es. Los dos abren sus ojos en alto hasta pegar las manos en el vidrio. El joven creyó que estaban muy lejos, no consideró las ventiscas de arrastre.

El tren se desliza por el aire en dirección opuesta al viento, sin forzar las ruedas ni los motores de arranque. Las nubes negras los conducen directo a ella en reversa. Ahora entienden por qué no notan la diferencia y contemplan con más claridad la tempestad.

Están cerca de rozar los bordes.

一¿Qué demo...?

El tren gira con brusquedad. Nights, Balan y los Tims terminan estampados del otro lado del vagón. Una de las ventanas estalla con la entrada de un tornado, succiona a muchos de los pollitos y al conejo blanco que se esfuerza por no terminar como los demás.

一¡Dime que no dejaste a ese roedor en la locomotora! 一protesta Nights aferrado a uno de los asientos.

一¡Lo sé! ¡Mi error! 一Balan tiene un brazo enrollado en una silla y con la segunda mano sujeta el sombrero一. ¡Un Tim bastaría!

一¡¡Balan!!

Una sombra negra atraviesa el agujero, venciendo la corriente. Nights entra en pánico en cuanto vuela hacia él. Lo esquiva en el primer intento al flotar a un asiento más distante, después el siguiente. Queda atrapado por ella en medio del tercer salto. El viento lo absorbe fuera del vagón.

Nights siente la caída, el vaivén de las corrientes que lo conducen a ninguna parte en el cielo.

一Estúpida cosa, ¡suéltame!

Si fuera un fantasma, tendría las pestañas cubiertas de escarcha fría. Tira fuerte hasta sostenerlo firme entre los dedos. Es una tela oscura, tiene un estampado de estrellas que no notó antes cuando lo llevaba...

一¡El chal de Cosme! 一Lo mira por delante y atrás.

Mientras no tenga un hormigueo en el estómago que le indique malas noticias, se enfoca en lo que tiene en su poder.

¡Brooomm!

Las nubes negras se arremolinan ante sus ojos. Dibujan la cabeza de un felino de sonrisa torcida, cambia a la mirada profunda de un hombre con una gran corona, y termina con el rostro de un monstruo de largos tentáculos llenos de cicatrices luminiscentes.

Te veo

Nights palidece. La voz es gruesa y serena, aunque enfría sus sentidos sin saber qué hacer, solo observar el fenómeno y esperar a lo que sigue.

Asumes un papel del que jamás te previnieron

Vuelve a tu lugar, Nightmaren

Aquí no perteneces

La audición del arlequín cesa de golpe. La entidad se desvanece entre la tormenta, al igual que la figura de las nubes. Nights toma una bocanada de aire larga, recupera el control de su cuerpo y se rodea el cuello con el chal.

¿Dejarse vencer por una criatura diez veces más grande que él? ¡Ni pensarlo! Si logró derrotar a doce Nightmarens desde que se rebeló contra Wizeman, aquel no será la excepción.

Planea en picado con vista a la tormenta. Estimando que esas tierras que mencionó Balan estén en el fondo, se asegura de tomar las corrientes que le conduzcan a ella.

一Sabrás de mí cuando me veas, bestia.

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