IV. El Niño del Cielo
Nights escucha un grito desafinado, proviene de su boca. Cada vez más se asombra de sí mismo por un rasgo nuevo. Su transformación supera lo inesperado. Vuelve a la realidad, retrocediendo dos pasos largos del cuerpo. Lo ve levantarse.
Las piernas tiemblan, los brazos buscan el equilibrio y sus ojos están por doquier. Son tantos los elementos que le atraen hasta marearse. El niño murmura bajito su impresión, le cuesta enfocarse en una de ellas, sean los árboles, el lago, el fondo oscuro, incluso las flores que le cosquillean los pies. Al percatarse de la presencia del joven púrpura, su expresión se ilumina al igual que la luz que su cuerpo emite.
一¡Nicte! 一salta hacia él.
Por instinto, Nights le atrapa y recibe un peso elevado al suyo. «¡Una roca gigante!», transpira con el niño encima. Se esfuerza por quitárselo de en medio. Mientras tenga los brazos alrededor del cuello, le tomará un rato convencerle de apartarse. El niño no para de reír y repetir ese nombre. Debe estar confundido o quizás tenga un parecido. ¡Como sea! Toma una bocanada grande de aire y empuja fuerte. ¡Libre! Mantiene una distancia prudente, insistente en mantenerla..
Los dos clavan sus miradas uno hacia el otro. El niño conserva una pequeña sonrisa que inquieta con ligereza al arlequín. Cualquier pensamiento fuera de lo común se puede cruzar por esa cabecita de esfera de nieve, piensa. Nights aclara su garganta, se arrodilla y comienza:
一Me alegra ver... que estás bien, por poco y te lastimas. 一Algo mejor se le puede ocurrir一. ¿Sabes cómo llegaste? Viniste de arriba, muy lejos de aquí 一señala el cielo. El niño le presta atención一. ¿Recuerdas cómo terminaste acá?
Ladea suave la mirada.
Tal vez no lo entiende.
Así que Nights toma el lado fácil.
一Mi nombre es Nights, ¿cuál es el tuyo?
Aún nada. Se pierde en las flores a su alcance y arranca tres de ellas.
El arlequín suspira. Respira en silencio para conservar la calma. «Igual que un bebé», analiza. Nunca trató con uno en Nightopia (ruega que jamás suceda), hay una primera vez para todo.
Agita la mano por delante de la cara del niño, teniendo su atención de vuelta, e intenta otra vez:
一Nights, Nights 一lleva un dedo a su rostro y luego al de él一. ¿Tú eres...?
El niño forma una O en sus labios, ni un bufido sale entre ellos. Se concentra las flores. Dobla los tallos, arranca unos pétalos y forma nudos. De sus palmas brota un líquido blanquecino, cubierto de escarcha dorada, que usa como pegamento y sellador, permite que la nueva muñeca mantenga su postura, incluso al colocarla en el suelo.
Nights queda boquiabierto.
一Magia 一suelta sin pensar.
Observa que repite el proceso. Confecciona otro muñeco de flores, lo pinta con la savia de un botón oscuro y le ata una túnica de hojas que retoca con los puntos de un hongo, oculto bajo un arbusto de hortensias. Utiliza la pega brillante para reforzar las partes débiles y lo sella.
Ya tiene dos figuras, una blanca y otra negra.
El niño les habla en una lengua extraña, su voz es melodiosa, como si interpretara una canción sin forzarse a crear una partitura perfecta. Notas altas, bajas, fuera de ritmo y un poco desafinadas en ciertos momentos.
Nights interpreta la escena como un juego infantil. Es penoso ser reducido a un mero espectador que no entiende nada de lo que pasa. Duda de su significado. La parte positiva es que el niño luce relajado, parece que el ambiente no le resulta inquietante, en eso se incluye.
El niño es peculiar. Tiene la piel pálida, no luce enfermo pero cualquiera pensaría lo contrario; un degradado de tono pastel pintado de rosa y amarillo que va del torso a las extremidades.
Sus ojos llamaron su atención en cuanto los vio, son de un plateado vibrante. La pupila es un diamante que genera un color diferente de acuerdo a sus emociones: si está feliz, se vuelve celeste; si está neutro, regresa a la original; si está molesto... estará por verse en cuanto suceda.
El cabello parece una escultura de vidrio. Las coletas fueron elaboradas por separado y pegadas a la cabeza de un maniquí, ni se notan las marcas del inicio del cuero cabelludo, ¡o siquiera si cuenta con cuero cabelludo! El interior es similar al de Nights con el contenido de una lámpara de lava, en su lugar carga el agua de una esfera de nieve, una nube de escarcha y piedras diminutas que resplandecen con la luz; no se distingue la fuente en lo profundo, solo una chispa que late silenciosa.
No quiere admitirlo, pero lo hace: está desnudo. Usa un chal opaco para cobijarse, aunque no lleva más que le ajuste al cuerpo. Sin embargo, a plena vista nota una textura rugosa en gran parte de la piel, un relieve con el mismo patrón de estrellas en las baldosas de la plaza. «Siendo una piedra, ¿usaron clavos y martillos para tallarlos?», la imaginación le aturde hasta sentir los piquetes en los antebrazos.
Ahora que el niño lleva dos muñecos, un sombrero de copa y un antifaz del tamaño de una mano que les coloca a cada uno, Nights retoma lo de antes y tiene su atención de nuevo.
一Nights... Soy... Nights 一articula lo mejor que puede y cede la palabra.
El niño vuelve a inclinar la mirada a un lado, lo que inquieta al arlequín que se restriega la cara de impaciencia. En cambio, señala sus juguetes de flores, cada uno por turno y habla en su idioma melódico.
一Perdón, no te entiendo 一suspira Nights一. Estoy intentándolo.
Nada.
No obstante, el niño lleva una mano a la frente del joven, permite que se relaje con la luz de su palma hacia el interior de la cabeza. Enciende una chispa dentro de Nights convertido en un océano de estrellas. Sopla una canción, una suave e inocente; las cuerdas que la acompañan son la fuerza que sostiene la quietud.
Los párpados de Nights descienden lento, rendidos ante el cántico del viento.
https://youtu.be/YgwXzye1i30
Despierta, pequeño, despierta
Una nana quiero contarte
Estrellita traviesa y adormilada
Esta historia has de recordar
Como deslizarse por un tobogán de agua, Nights deambula por el mar de estrellas a una velocidad inexplicable. Su cabello ondea desenfrenado, mas no siente la brisa chocando consigo. La sensación es amable, fresca, ni el frío ni el calor le alteran. Vuela inconsciente, llevado por una corriente invisible, que va haciéndose presente a través del polvo brillante a su alrededor, crece y crece y forma un pasillo nítido ante él.
En el corazón de su madre apareció
Chispa de luz convertida en hermosa compañía
Donada ante la mirada del Cosmos
Un regocijo de su inmersa soledad
Nights aclara su visión. Está seguro de ver las estrellas moverse del plano oscuro. Allí están, flotando cuales mariposas y luciérnagas en cuanto destellan sus luces. Crean figuras en el espacio, ayudadas por las nubes de colores que rellenan los vacíos. Dos se alzan vigorosos ante sus narices, miden más que cualquier edificio humano que pudo contemplar en Nightopia, sus rostros no se definen ni la apariencia que representan.
La más brillante baila al son de la canción. Juega con su forma y genera una versión más pequeña de sí misma. Toca ocho estrellas, las transforma en sombras de criaturas fantásticas que revolotean en torno a esta.
Oídas fueron las canciones de la luz
Ocho parientes lejanos, ella como testigos dio a elegir
Contentos y nerviosos de tal milagrosa ofrenda
A ella su secreto juraron proteger
La más oscura disminuye el color del ambiente y, mediante su fulgor, construye su figura, por simple que se parezca. Destruye la armonía de la constelación blanca, dispersa la formación y la confronta con relación a la pequeña estrella.
A merced de su voz, él se presentó
La oscuridad el brillo apagó
Sus ojos tenebrosos en la luz se posó
E insistió el origen de tal dudosa posesión
Nights presta atención. El relato se le pega en los oídos. Ahora que la melodía es repetitiva, se la aprende de memoria y la tararea por distracción.
La pelea entre los seres le es familiar por alguna razón, aunque jamás presenció algo parecido con anterioridad, menos en el reino de Nightmare. «Tendré que prestar atención a los cuentos de Owl sobre el espacio», por respeto no se atreve a suspirar.
A su pequeño ocultó
La madre defendió
Silencio recibió
La sombra persistió
Los Cósmicos al Todo alteraron
Los celestes se apagaron
Los terrestres resistieron
Y el Cosmos mudo se quedó
"A esos dos nunca interrumpir...
... o el Todo destruir"
La estrellita se separa de la gran blanca. Ignorada por los mayores, pasea por una constelación en forma de ballena. Rechazada por otras celestes de sus sollozos, es expulsada de su espacio.
Protegido por la madre
Separado del invasor
A la estrella se llevó
Nights pierde de vista a los gigantes y el ambiente le empuja a seguir al pequeño.
Un camino creó
Recordarlo olvidó
Un polvo blanco se desprende de la estrella. Nights capta un aroma a flores y siente la textura del talco de un bebé rozando su piel.
El miedo lo cegó
La esperanza lo iluminó
Pasmado, Nights observa su aliento helado, pintado de lila e impregnado de escarcha oscura. Por un segundo, cree tener cenizas en el estómago. Sin embargo, una sensación le hace temblar, un miedo aterrador de una mente sensible late fuerte dentro suyo.
El jardín de su luz regó
La tierra de su voluntad cambió
Descubre varios planetas de colores distintos. La cola de la estrella se quiebra al cruzar por encima de ellos, mientras más larga se vuelve más frágil es. Nubes de polvo se extienden por las superficies, ocupan todo a su paso. Unos hilos sobresalen de los costados, tal como las hebras de cabello ondeando entre corrientes de aire inexistentes, se conectan con sus compañeras y forjan una cadena.
Nights pasa la mano por una de ellas y se deshacen en su poder. Nada más que arena blanca, muy ligera al contacto, que emana la misma sensación de extrañeza junto con el miedo. La estrella provoca todo eso, tal vez más.
Desde lejos, vislumbra a los celestes enlazados por un cordón flexible.
Abandonado entre las sombras
Reposa en los colores que pintó una vez
Cuando reciba la calidez de la estrellas
A su hogar volverá en el seno de su ser
Nights se asombra en grande. Reconoce los límites de la Dimensión de la Noche, el mar oscuro y las sombras que la rodean, incluyendo las islas dispersas de la Puerta de Ensueño.
Recuerda lo demás. La lluvia de luz sobre Reala, Owl y él.
Y el momento en que la estrella atravesó su prisión.
Nights sacude su cabeza. Está de vuelta en tierra, con su apariencia semi humana y el niño ante él. Éste se desploma agotado.
一¡Oye, espera! ¿Qué fue todo eso? Dime.
Le ve bostezar enorme. Nights vislumbra una boca sin fondo, muy oscura de lo normal. «Meto la mano y no vuelvo a verla», piensa sin intención de probarlo.
一Vamos, amigo, no te duermas ahora. 一Agita un hombro一. Dime qué fue aquello. ¡Tengo los nervios de punta y no sé cómo librarme de ellos! 一El niño termina aturdido一. ¡Lo siento! Lo siento.
No luce molesto. Eso es bueno.
Nights se disculpa dos veces más con la cabeza baja. Es increíble la postura que adopta cuando no acostumbra hacerlo. Luego de escapar de Nightmare, se rige según sus propias reglas; un tiempo después, la situación le exige un cambio brusco.
一En verdad, lo lamento. Es que... 一restriega su cara一. ¿Por qué todo se complica por un simple nombre? 一Respira profundo una, dos... cinco veces seguidas一. ¿Quién eres?
El niño pestañea extrañado. Se acerca un poco a Nights y susurra:
一Cosme. 一La mente de Nights estalla一. Mi nombre es Cosme.
La mandíbula de Nights cae entera junto con el cuerpo.
«¿Es bueno decir que por fin puede descansar?», ríe nervioso.
一Soy Nights, es un placer conocerte.
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