II. La Estrella Fugaz
Una onda de aspecto acuoso, sobre la nada, empuja a Owl hacia una pequeña isla, distante de la principal. El búho ulula molesto. Después de digerir las malas noticias, rodeado de seres parecidos a él, su mente está ofuscada, apenas se concentra al usar su poder para viajar a través de la Dimensión de la Noche. Siente frío en la cola, las plumas desaparecieron de tanto volar.
一Uhú, que extraño. ¿Todavía no llegan?
Aletea suave mientras se desplaza de islita a islita hasta la plaza. La nieve le congela las patas, con suerte no se hunden. La Puerta de Ensueño está sepultada en un silencio abismal. El silbido del viento es lo único que escucha en torno a la fuente, nada más. El bosque duerme, el chapoteo de la cascada tiene el volumen bajo... El mal augurio carcome al búho de golpe.
一¿Nights?
En condiciones normales, el arlequín debe andar volando por allí; la estela de polvo brillante que deja en el cielo tiende a disolverse horas después. No hay Nightmarens ni rastro de ellos.
一Seguro los espantó.
Empapa su cabeza en la fuente. El agua le refresca la mente, despeja las malas vibraciones durante su viaje y organiza sus ideas con claridad. Ulula contento. Pero se apena de la calvicie que sufre su cola; adentra el trasero en el fondo y allí se queda, las picadas son buenas noticias, poco a poco recupera el plumaje.
一¿Dónde estarán esos chiquillos? 一mira a todos lados一. ¡Nights!
¡Boom!
一¡Uhú!
Owl pierde el equilibrio hasta bañarse por completo.
La isla tiembla junto con la bruma en el cielo. Los trozos de roca a la deriva pierden retazos debajo de ellos. El océano parece elevarse hasta detenerse a menos de cien metros del archipiélago. El búho contempla la línea del horizonte por primera vez en milenios, idéntico a los mares terrestres en el reino de los humanos.
Una señal.
De repente, Owl distingue un domo sobre los árboles, en el reflejo de la fuente. Reconoce la estructura. Vuela rápido al bosque. El movimiento se vuelve agresivo; desprende montículos de nieve de las ramas y el búho recibe uno de ellos antes de llegar a la meta. Owl aspira hondo después de sacar la cabeza de la montañita.
一¡Achú-uhú! 一Las plumas se congelan. Luego de ese chapuzón imprevisto, resta que se resfríe cuando no debe.
Los escalofríos desaparecen ante un silbido melódico. Es familiar. Owl suele escuchar esa canción cada vez que Nights se sienta a pensar, a jugar con los Nightopians, o cualquier otra cosa que no lo entierre en el aburrimiento. Está muy cerca.
Halla la cadena dorada atada a unos metros de él, en la cima la característica celda, donde distingue al arlequín apoyado en la barrera invisible, con las piernas cruzadas y distante del suelo. El viejo se reincorpora, y luego vuelve a enterrarse: Reala está al acecho. No puede acercarse, a menos que el Nightmare se vaya.
«Que molestia», ulula preocupado.
De espaldas a la jaula, Reala vigila con tal de ignorar la música. Los oídos estallan, timbran en las notas más agudas. Es insoportable. Por mucho que le encantaría callar a Nights, se contiene. Volver a violar una orden de Wizeman no está en sus cabales, ya tiene suficiente de castigos al fracasar en las oportunidades que le dio. Gruñe en voz alta, sin tararear ni pensar, resiste un tiempo extra mientras aparece la escolta Nightmare.
«¿Dónde están esos miserables?», un tic se asoma en el ojo derecho.
El Goodle no entiende el sentido del sonido, así que le da igual.
Permanece atento al movimiento de los árboles. Lo primero que imagina es lo que define el riesgo, carece de consciencia para analizar la situación, en ese caso, su superior cumple con el trabajo. El carcelero tira las riendas de su pájaro rosa, la criatura anda inquieta desde hace rato. Le preocupa que la llave de la celda se desprenda del cinto de la silla, ya que no puede moverse de ella ni ver más allá de su encogido cuerpo hacia abajo, asegura para sí mismo que sigue allí.
一Que ruido más feo 一suelta Reala, ansioso de llevar las manos a la cabeza.
Nights le escucha, fuerte y claro. Continúa moviendo los dedos de un espacio a otro, sin salir del rango de su mejilla derecha. La flauta invisible es tangible ante los toques, las yemas de los dedos quedan aplastadas en menos de un segundo hasta pasar a los siguientes orificios. Mantiene los ojos cerrados. Su cuerpo fluye con la melodía, entra en una calma plausible que dura menos de lo esperado...
一¡Cállate ya!
Hasta que Reala corta la inspiración.
Es efectivo una vez que despeja su mente en lo mínimo. Resulta difícil ahora que la culpa le consume. La tristeza es lo que avista en su música.
Nights afina el sonido. Se deleita a gusto con las quejas de Reala. Le lleva hasta el límite de su cordura. Si es capaz de abrir el cerrojo y buscar una pelea, cedería al placer de aceptar la oferta.
El silencio acaba con todo sonido. El puño del arlequín queda insertado en la superficie transparente, muy cerca de tocar la cara del otro.
一Llora lo que quieras 一Nights no se inmuta一, no me quitarás esto también.
Reala estrella la rodilla al mismo nivel, solo contempla la onda de energía de la celda. De no ser por eso, y la orden de Wizeman, lo destrozaría hasta volverlo trizas. Le ignora, a fin de cuentas, y toma mayor distancia de él; culpa a los árboles por distribuir el sonido.
Nights respira hondo. No tiene ganas de seguir tocando, pero es lo que aviva su esperanza para salir, pizca por pizca.
Desde la cadena hacia la cumbre de la prisión, un temblor desequilibra al pájaro y a su jinete.
El movimiento es más potente que el anterior. Los arlequines observan, perplejos, los árboles agitándose violentos, muchas ramas se desprenden en un instante que, junto con las piñas, caen cuales meteoros a golpear a los más expuestos. Reala esquiva la mayoría, pero no evita apestar a melaza de la cabeza a los hombros. El Goodle recibe todos los proyectiles, al pendiente de que el pájaro no se le alborote ni pierda la llave. Y Nights se vanagloria de estar a salvo y cubierto en la prisión, nada alcanza a tocarle.
Los vientos aumentan al cruzar entre los troncos, mas no arrastra a los presentes. Cortan las copas frondosas sobre estos, dando lugar a un claro amplio con vista al cielo oscuro y nuboso de siempre.
Puede tratarse de una tormenta normal de la Dimensión de la Noche. Sin embargo, es difícil reconocerlo cuando el fenómeno está destruyendo gran parte del campo silvestre de la isla.
Al levantar la mirada, el Goodle vocifera un grito grave a su superior. Con su índice apunta al firmamento y sus ojos encogidos ilustra su pesar. Reala acata el llamado, asomándose encima del bosque. Sus facciones imitan a las del carcelero. A costa de la máscara que porta, en lealtad a Wizeman, sus ojos adoptan un brillo helado que disminuye el tamaño de sus pupilas.
Incluso Owl se arma de valor para asomar la cabeza fuera de la nieve. Al seguir la atención de Reala, su mirada se ensombrece. Las plumas se entumecen, los anteojos se le resbalan y el pico se abre en el esfuerzo por pronunciar algo.
Nights solo presta atención cuando un resplandor de luz entra a su celda sin más. Percibe una energía gigantesca de la que es incapaz de validar su potencia. Es extraña.
Juntos distinguen un cuerpo luminoso, colosal, cuya luz ciega a quien lo vea directo. Viaja hacia la entrada de la Puerta de Ensueño. La estela que marca llueve como la nieve en el bosque, incluso fuera de él. Reala se resguarda bajo las ramas que siguen en pie, teme que le calcinen la piel así como la luz. Owl acumula varios en su pico, asombrado del brillo puro que emiten en conjunto. Nights se pega a la pared, a observar de cerca la forma que tienen: una estrella de ocho puntas, tan diminutas que una podría desintegrarse en su dedo.
一Increíble 一susurra Nights.
一Imposible 一gruñe Reala.
Owl sabe lo que es, no cabe duda.
一Una estrella fugaz.
Desde los inicios de la Dimensión de la Noche, es la primera vez que un astro se abre paso entre la bruma. Solo tres contemplan el potencial de la luz. La sensación es un deleite, a su vez, es peligrosa; un roce de ella y el polvo brota de sus cuerpos como el humo del fuego extinguido.
Deben resguardarse.
Owl alza vuelo, usando las sombras de los árboles para llegar a la celda de Nights. Las plumas humean con cada roce de la luz. El ave del carcelero grazna inquieto, alerta a su jinete del búho y lo conduce a él. Owl retrocede en lo que puede, sin salir de la poca oscuridad que le provee un árbol ancho a sus espaldas.
一¡¿Viejo?! 一Nights le descubre一. ¡Lárgate de aquí!
一¡Tenemos que irnos! ¡Eso no es seguro! 一extiende el ala hacia la estrella.
一Otra vez tú...
Reala lo sujeta por detrás del cuello. El búho ulula sofocado; intenta llevar las garras a los brazos, incluso al torso del arlequín, pero su cuerpo redondo le impide moverse más de lo que quiere.
一¡Reala! ¡Suéltalo! 一grita Nights.
一Escúchame... No es seguro... 一dice Owl, tomando pequeñas bocanadas de aire y seguir conciente一. Esa luz nos extinguirá...
一Siempre te entrometes donde no te llaman, viejo 一Reala aprieta su agarre一. Por fin me encargaré de ti como debí hacerlo desde el comienzo.
一¡¡Reala, no!!
El horror invade a los tres. Los árboles se desprenden a los lados. La estrella se abre paso y esparcir su brillo por doquier. Se dirige a ellos. Reala entra en pánico, el calor es abrasivo y le calcina todo el cuerpo, las columnas de humo se separan de su piel como ceniza. Owl queda libre, enterrado bajo una montaña de nieve. El carcelero y su pájaro claman su agonía al recibir gran parte de la luz. Nights contempla la lluvia de polvo deslizándose sobre la celda, clama su inquietud hasta chocar con la pared posterior...
La llave está en el techo.
一¡Reala, ayúdame a salir!
El arlequín rojo permanece congelado de la impresión. En el tiempo que tenían juntos, Nights nunca un atisbo de terror en su mirada. ¿El poder de la bola de luz es más poderosa que la del mismísimo Wizeman? El sentido no entra con tan poca información.
Por mucho que le llame, no hace caso. De hecho, flota hacia atrás.
Nights ruega que no suceda lo peor y, por desgracia, no evita imaginarlo.
一¡Por favor! ¡Libérame!
Reala le mira fijo. La máscara comienza a erosionarse y agrietarse. Sus ojos aún son los mismos, fríos y perplejos, al menos es lo que Nights cree.
一No.
Huye. Escoge los extremos de la isla que todavía permanecen en la oscuridad y desaparece en el fondo del abismo.
Nights grita furioso.
La jaula reproduce el desgaste a una velocidad mayor. Las columnas se derriten. Las paredes disminuyen su transparencia, se vislumbran los cristales cubiertos de fisuras que crecen una tras otra. Y, respecto a la llave, se consume en una flama blanca, de la que es imposible señalar que es fuego corriente.
Después de patear hasta cuatro veces las grietas para escapar, Nights al fin siente el calor solar en el cuerpo y la cercanía de la estrella. No puede quitarle la vista, aparte de cegadora que hace doler los ojos, percibe una magia que SÍ supera con creces los poderes de Wizeman, sin lugar a duda. El vapor que emana de sus brazos es pálido, con motas brillantes y un dolor leve, a diferencia de lo que notó en Reala.
Por primera vez, en toda su existencia, percibe una sensación que aflora de golpe en su interior, hiela su propia luz y nubla su juicio...
一Imposible 一susurra.
Miedo.
一¡Aaaahhh!
El sol blanco le ingiere.
La estrella choca contra la celda y la destruye. Absorbe a Nights a su interior por una luz pura y blanquecina.
Sin nada de que sujetarse e incapaz de moverse a voluntad, Nights se niega a abrir los ojos, sabiendo que solo encontrará un océano blanco carente de lo que sea. La gravedad le empuja en reversa, como si le golpearan en el abdomen, y allí permanece, con las extremidades extendidas y las palmas abiertas.
Siente una brisa tropical cruzarse a su lado con delicadeza. Una tormenta de olores le carcome los sentidos: dulces, salados, agrios, picosos... son muchos para nombrarlos. Motivan a Nights de echar un ojo y descubrirlos. El arlequín reacciona asombrado de la marea de colores que pintan el espacio infinito. Una gama de tonos pasteles que se mueven en distintas direcciones. Millones de puntos brillantes crean figuras abstractas, nadan por el océano sin chocar con sus compañeras. Ballenas, delfines, aves gigantes... y un ser que descubre su presencia.
Mide el doble de la altura de Nights, sin facciones que definan su rostro y una complexión delgada que las extremidades superan el rango del torso. Envuelto de una estela dorada, la entidad sostiene la cabeza del arlequín. Nights percibe un sentimiento desesperante al ver que une su frente con la suya.
«Es demasiado», resiste la presión. La piedra roja de su pecho recibe una magia muy grande que no entiende. Le confunde. La emoción, los sentimientos, el dolor que provoca, los recuerdos difusos... Nights arruga la cara, no lo soporta.
一No voy a desaparecer... ¡No lo haré!
El ente limpia una lágrima de Nights antes de caer.
Lo siento...
Le escucha en su cabeza. Suena exhausto.
Por favor... Necesito tu ayuda... Eres muy joven, pero... los perdí a todos...
Su voz es suave y delicada, pendiendo de un hilo que, si resbala, se quebrará en pedazos. El arlequín relaja el semblante en medio de dos orbes azules, dos ventanas que le llevan de vuelta a los cielos de Nightopia, tan serenos y apacibles.
No puede estar conmigo... No puede volver... Está en peligro...
Te lo ruego, llévale a casa... a nuestro hogar...
Nights luce ensimismado. El tacto de la criatura no le deja concentrarse, aunque oiga, preste atención a cada palabra, aún no entiende el verdadero problema ni cómo saldrá de esa. Sin embargo, algo extraño late dentro de su gema, al ritmo de la luz de su captor.
一¿Qué... es... esto? 一fuerza las manos para señalar su pecho, ya no posee una mota de energía que mueva un mísero dedo.
La entidad sujeta sus palmas y cubre la joya de Nights con ellas.
En un segundo, toda la belleza artística que les rodea es atraída al interior del arlequín. Nights siente un cosquilleo travieso, en lugar de las punzadas que todavía le aturden la mente. Difícil de comprender, aun cuando vivió muchas de ellas en el pasado y llevaba la misma cara de siempre, la curiosidad no paraba; esta ocasión va más allá de sus capacidades.
Quedan solos, en el centro de una profunda oscuridad.
La vida del Cosmos...
...te guiará a casa
Nights distingue un rostro tras la cortina de luz. Es similar a la suya, aunque desigual en muchos aspectos, de los que no está dispuesto a analizar para sí mismo, por el momento.
El ser acaricia la cabeza del arlequín, antes de desvanecerse.
La estela de polvo termina adherida a las mangas. Los símbolos en los brazos y piernas brillan intensos. Envuelven a Nights en una incandescencia celeste, lo suficiente blanda para restaurar el daño y sacarle del abismo.
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