Después de unos minutos, mirando a mi alrededor, me di cuenta que me encontraba en medio de una aldea, mi ropa había cambiado y la pantera no se veía por ningún lado.

Conforme hiba caminando, la mayoría de las personas, se reían de mí, en especial cuando decía, que no tenía idea de donde estaba.

- Pero su realeza, usted que esta haciendo por aquí, si lo llegara a ver alguno de los ladrones, lo despojara de todo, incluyendo su dinero.

- Y posiblemente, de toda su ropa también, ya que está hecha con las más delicadas y finas telas del reino.

Bromas como esas, eran las que recibía, cada vez, que trataba de contar lo que me había ocurrido. Unos cuantos, empezaron a llamarme, el príncipe que quería ser campesino. Por lo que después de unos dias, teniendo las mismas respuestas, decidí salir solo por las noches.