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14. Sus Cosas Favoritas

—Preguntare lo que esta en la mente de todos: ¿Cómo nos chingamos a esta sabandija? —dijo Sadira, apretando los puños y estrellándolos contra el agua.

—¡Ese mentiroso, confabulador y tontorrón! —Derek gruñó—. No me importa cómo lo hagamos mientras sea doloroso.

Los ojos de Tressa brillaron. —Voto por hervirlo en aceite. Rápido y agonizante.

—¿No sería mejor ahogarlo? —Kai preguntó.

—¿Por qué quieres hacerlo tu? —Layyin acusó.

Kai golpeó su cola contra la superficie del agua, enviando un chapoteo a través de la habitación. La mitad del jacuzzi se vació en el proceso.

—Estupida mi cabello, idiota —chilló Tressa—. ¿Sabes cuánto tiempo se tarda en secar esta pela? —Saltó del jacuzzi y agarró una toalla.

—Si no te gusta, ¿por qué no lo cortas? dijo Derek.

—¡Porque es la base de mi personalidad! Es todo lo que tengo —escupió.

—Se nos puso sensible la Tía Cosa —bromeó Derek.

—Yo soy la sensible —espetó Layyin—. Eso es lo mío. Y mi voto es para pisotearlo —ella sonrió—. Tantos moretones de esa manera.

—No, demasiado desastre para limpiar después —dijo Blanche—. El veneno es el camino a seguir. Es doloroso y no hay sangre para limpiar después.

Todos comenzaron a discutir simultáneamente, lanzando escenarios de asesinato. Una cosa era segura: los miembros de la realeza tenían infinitas ideas sobre la mejor forma de matar gente. A Ashley le daba vueltas la cabeza, tanto por el vino como por el estruendo que resonaba en las superficies duras de la habitación. En lugar de las voces de seis personas, sonaba como una multitud de aldeanos con antorchas en mano, hambrientos de sangre.

Ashley levantó el brazo. —Espera, ¿tal vez deberíamos bajarle dos y dejar que una persona hable a la vez?

Nadie la escuchó porque, en este punto, el chorro de estrategias asesinas se convirtió en un punto álgido. Ashley sostuvo su cabeza entre sus manos.

—¡Por favor! —Sadira aplaudió. La habitación se quedó en silencio—. Ashley tiene razón. Es imposible tramar un buen asesinato cuando todos actuamos como tontos tontos. Y mientras estamos en eso, ¿podemos apagar esa horrible música? —dijo, girando las manos en un gesto impresionante, complejo y de aspecto místico.

Ed Sheeran dejó de cantar. Pero esto nunca había sucedido antes. Era un bucle continuo. —¿Cómo hiciste eso? —Ashley dijo.

—Magia de hadas.

Las cejas de Ashley se juntaron. —¿Eres un hada?

—Por supuesto que no. Pero mis tres hadas madrinas me dieron 'control de voz sobre molestos hechizos mágicos' para mi cumpleaños este año.

—Tienes suerte —dijo Kai—. Ojalá tuviera un hada madrina. Todo lo que tengo es una pez amarillo radioactivo lleno de ansiedad y un cangrejo mandón.

Sadira tomó un sorbo de vino. —Había pedido el poder de la invisibilidad o la capacidad de viajar en el tiempo, así que fue un poco decepcionante, para ser honesto. Siempre me dijeron que no confiara en la magia para solucionar mis problemas. Pero estoy bastante segura de que son simplemente tacaños acerca de compartir sus poderes.

¿Tres hadas madrinas? Fue como si un cuchillo atravesara el corazón de Ashley. Sadira no solo tenía tres hadas madrinas, sino que todavía estaban con ella. ¿Por qué no tenían nuevas asignaciones de la oficina central? Ashley volvió a llenar su copa y bebió. Luego la llenó y la bebió de nuevo. La habitación dio vueltas. El vino se derramó en su estómago. Pero ahora la noticia del hada madrina no dolía tanto.

Una parte de ella sabía que este no debería ser su enfoque en este momento.

Su mundo entero acababa de girar sobre su eje. Durante tanto tiempo, había pensado que el problema en su matrimonio era ella. Si tan solo fuera más sexy, más inteligente, más majestuosa, pudiera volar un unicornio. Pero ahora sabía que no importaba cuánto lo intentara, nunca habría sido suficiente. Todo estaba pasando demasiado rápido.

—Mira, Ashley, puedo ver que estás triste. Pero ten en cuenta que me equivoqué con mis hadas madrinas. Las despedí. Porque... bueno, ahora no importa; parece que cometí un terrible error. Pero, lo siento, ¿tenías algo que querías decir? —dijo Sadira.

—Es triste lo de tus hadas madrinas, Sadira. De verdad. Lo que quería preguntar era, ¿estamos seguros? Quiero decir, antes de que lo matemos, es mejor que estemos 100% seguros de que está mintiendo, engañando, escoriando...

—Hay siete príncipes con cicatrices idénticas, que se juntan con el mismo mago malvado, apestan en la cama, siempre buscan y dan a sus cónyuges jacuzzis en forma de corazón como regalo de bodas. Esa es una serie de evidencias bastante convincentes.

—Tal vez son hermanos —ofreció Ashley --. Tal vez Marveloni hechizó a Azul y él ni siquiera sabe que está casado con 7 personas.

—Mucho más factible que ser macho espalda plateada y montarnos cuernos a todos —dijo Derek.

Ashley asintió. —Me alegra que estés de acuerdo.

—Eso fue sarcasmo, querida. ¿Por qué lo proteges? Él te ha hecho infeliz. Te usó. Te abandonó.

—Estoy devastada —dijo Ashley—. Pero hablar de asesinato es tan... definitivo. Siempre podríamos matarlo más tarde si resulta que es tan sinvergüenza como parece. El asesinato no se puede revertir.

—Oh, si se puede —dijo Layyin—. He conocido a algunos zombis. Oye, convertirlo en un zombi sería una gran manera de hacerlo. Tendría que obedecernos.

—O comer nuestros cerebros —se burló Blanche.

—O tal vez, no sé, hablamos con él primero —dijo Ashley.

—Oh, eres una cuchiturita —dijo Tressa—, o una ingenua.

—Se cayó de un unicornio ayer —dijo Kai—. Tal vez ella tiene una conmoción cerebral.

—La verdadera pregunta es, ¿por qué se montó en un unicornio en primer lugar? —Tressa dijo, girando hacia Ashley—. ¿Por qué lo hiciste?

—Porque todas las princesas vuelan unicornios. Estaba tratando de aprender. Para ser más como tú. Más experta. Cultivada. —Las risas resonaron en las paredes—. ¿Que es tan gracioso?

—Las princesas no vuelan unicornios. Es completamente incivilizado —dijo Sadira.

Tressa abrió mucho los ojos. —¡La gente en el suelo puede mirar debajo de tus faldas!

—Y caer sería doloroso —agregó Layyin. Hizo un gesto a Ashley—. Quiero decir, mírala. No le hizo ningún bien.

—¿Quién te dijo que las princesas vuelan unicornios? —dijo Derek.

—Azul. Marveloni. Pensé...

Derek pasó un brazo alrededor de sus hombros. —Beba, alguien está tratando de matarte.

—Entonces, ¿ninguna de ustedes vuela unicornios?

Todas negaron con la cabeza.

Ashley apretó los dientes y tenía un deseo abrumador de golpear algo. O alguien —¿Qué tal la muerte por cornada de unicornio? —ella sugirió.

Todos vitorearon.

Debido a que en este punto, todos menos Kai tenían las yemas de los dedos de las manos y los pies empapadas, decidieron salir del jacuzzi para continuar la discusión en los sofás con vista al jardín lleno de estatuas de Azul. Ashley pidió café, sándwiches, un gran rectángulo de pergamino, una pluma y tinta, y luego despidió a los sirvientes.

El café y los sándwiches ayudaron a aclarar la mente de Ashley y calmaron su necesidad de violencia. La idea de corneada de unicornio, a pesar de que sería momentáneamente satisfactoria, no le sentó bien. Fue difícil cambiar de ser un felpudo compasivo y de buen corazón a un ninja cruel y asesino en el espacio de una hora. Uno necesitaba tiempo para ajustar sus prioridades. Tal vez tomar lecciones de ninja.

Golpeó su taza de café con una cuchara de azúcar. Los miembros de la realeza la enfrentaron.

—He estado pensando en el plan de asesinato, y no creo que sea la mejor solución.

—¡Pero acordamos-! —Kai hizo un puchero.

—Vamos a escucharla —dijo Sadira.

Layyin seleccionó un sándwich y arrugó la frente. —¿Este pan es sin gluten?

—¿Eh? Ashley dijo.

—El gluten me da calambres estomacales.

Tressa se rió. —Entonces, ¿eres sensible por dentro y por fuera?

—Tengo alergias a los alimentos. Eso es todo. Y alergias a las abejas. Ni siquiera me pregunten qué me pasa cuando me pican. ¡Es un espectáculo de terror total!

Ashley dejó escapar un suspiro. —Honestamente, Layyin, no tengo idea. Tal vez solo coma el relleno para estar seguro. Lo siento. No sabía que tenías problemas con la comida.

—Está bien —dijo Layyin, extrayendo trozos de carne.

Ashley se aclaró la garganta. —Está bien, en mi opinión, matar a Azul es dejarlo escaparse facil. Nos ha hecho sufrir. Algunos de ustedes han soportado su deslealtad durante años.

—Okay... —dijo Derek, eligiendo un sándwich de huevo—. Esto se está poniendo interesante.

—Lo que pienso es que en lugar de matarlo, deberíamos destruirlo.

—Me guta, me guta guta —dijo Derek—. ¿Cómo funcionaría eso?

—Es simple. Le quitamos una a una las cosas favoritas a Azul.

—Brillante —dijo Blanche.

El cuerpo entero de Ashley se calentó por el cumplido. —Gracias. Podemos comenzar haciendo una lista de sus cosas favoritas. Todo lo que alimenta su ego y lo define. Y seguir desde allí.

Y así, durante el siguiente par de horas, mientras la luna marchaba por el cielo nocturno y la campana de la catedral sonaba anunciando el paso de las horas, los cónyuges reales elaboraron una lista de las once cosas favoritas de Azul:

1. Salir en misiones

2. Apariencia

3. Sexo

4. Mago rarito

5. Riqueza

6. Título

7. Fanáticos aduladores

8. Destreza atlética (Juegos entre reinos)

9. Obras de arte narcisistas

10. Cordura: sentido de superioridad y de tener el control

11. Libertad

—Ahora, necesitamos un plan sobre cómo removerlas de la ecuación —dijo Sadira—. ¿Qué piensas, Ashley?

—Creo que algunos serán más fáciles que otros. Pero lo más importante es que necesitamos una forma segura de comunicarnos entre nosotros. Las palomas pueden ser... —Ashley apenas podía hablar pensando en el pobre Domino—, poco confiable.

—Eso no será un problema —dijo Blanche—. Usaremos tecnología de espejo.

—¿Tecnología de espejo? —Ashley dijo.

—¿Acaso no lees Princesita Mensual? —dijo Layyin.

—Ella fue entrevistada en el último número, Layyin. ¿No lo leíste? —dijo Derek—. Buena foto, por cierto.

—Gracias —dijo Ashley, encogiéndose al darse cuenta de que todas estas personas habrían leído su entrevista—. Y sí, lo leo.

—Mira los anuncios en la parte de atrás —dijo Layyin—. Hay toneladas de ellos para espejos mágicos.

—Está bien —dijo Ashley.

—De todos modos —dijo Blanche—,heredé mi espejo mágico de mi madrastra. Es un dispositivo útil. Aunque ella desperdició su potencial. Todo lo que le importaba era ser la 'más bella del reino'.

—Leí sobre eso en tu entrevista —dijo Ashley. —Sonaba horrible. Quería cortarte el corazón. Eso es darks. Lo siento mucho.

—Al final obtuvo lo que se merecía. Pero eso es historia antigua. Ahora tengo el espejo, y tiene muchas más aplicaciones que servilismo. Si cada uno de nosotros tiene un espejo, podremos comunicarnos en tiempo real.

—Perfecto —dijo Layyin—. ¿Así que por dónde empezamos?

Ashley revisó la lista. —Bueno, cortarle el sexo es bastante fácil.

Kai se rió. —¡Excelente idea, Ash! Ojalá hubiera pensado en cortarle lo que lo hace hombre. Es la solución perfecta. Ojo por ojo y todo eso. ¡Me encanta!

—¿Qué? No, no quise decir eso literalmente. Tipo, cortar su... —Ashley hizo una mueca.

—Piripicho —dijo Tressa—. Y por la presente renuncio a mi idea de hervir en aceite. Cortemos por completo su serpiente ciclope.

Ashley tomó un sorbo de su café ahora helado. De hecho, estaba delicioso frío. —Chicas, estaba pensando en algo menos espeluznante. Más en la línea de hacer un pacto para no tener sexo con él nunca más. Cuando venga, todos podemos tener dolores de cabeza o erupciones o mal aliento.

Los otros seis cónyuges se sentaron en silencio con posturas encorvadas. Ashley odiaba quitarles la alegría; además, necesitaba su cooperación. —Miren, siempre podemos cortarlo más tarde, ¿verdad?

Los vítores estallaron. Crisis evitada.

—Si no podemos cortar nada vital, tal vez nuestra primera tarea debería ser jugar con su cordura —dijo Derek—. ¿Han visto su libro? —Las princesas negaron con la cabeza—. Lo encontré una vez. Se asustó y me dijo que estaba trabajando en una novela. Me di cuenta de que estaba mintiendo.

—¿Que había adentro? —dijo Tressa.

—Tenía los nombres de los reinos y luego listas de gustos y disgustos: alimentos, flores, regalos, también tenía cumpleaños, alergias, etcétera, cientos de datos. Ahora me doy cuenta de que eran sobre nosotros. Él tiene el libro para mantener información sobre nuestras preferencias.

—Pobre principito. Debe haber sido tan difícil aprender seis fechas diferentes —se burló Sadira.

—Bueno, entonces —dijo Layyin—. ¿vamos a robar ese libro?

Blanche masticó un sándwich de pepino. —No necesitamos hacerlo. Si aprendemos estos hechos el uno del otro e intercambiamos gustos y disgustos, se volverá loco.

—Muy bien, entonces. Mañana la clase de 'aprender todo sobre los demás' estará en sesión. Probablemente deberíamos dormir un poco —dijo Sadira, dejando su taza en la bandeja de plata.

—Estoy seguro de que sus habitaciones ya están ordenadas —dijo Ashley, con los ojos doloridos por el agotamiento. No entendía cómo aprender sobre los gustos y disgustos de los demás tendría suficiente impacto en Azul. ¿A quién le importaba si le traía a alguien las flores equivocadas? Tenía que haber un castigo más impactante. Si las repisas de su cerebro no se hubieran soltado por la caída, encurtidas en chardonnay y enrolladas en una costra de harina de maíz de decepción y pérdida, seguramente Ashley encontraría una mejor solución.

Los miembros de la realeza se marcharon y Ashley echó un último vistazo por la ventana. Más allá del jardín, el amanecer era un rayo de terciopelo rosa que asomaba por encima del horizonte. Un pájaro voló desde la pérgola envuelta en jazmín y se posó sobre la estatua dorada del príncipe azul.

—¡Domino! —Ashley grito.

Domino debió haber comido pan de centeno de camino a casa. Gotas gruesas de liquido blanco gotearon por la estatua, haciendo un progreso decente en el artículo # 9 en la lista de las cosas favoritas de Azul.

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¡Un día sin VOTAR es como un día sin sol, abrazos de cachorros o siestas!

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