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💖Capítulo 14💖

- ¡Llegué! –anunció Jimin entrando a su hogar con una pequeña maleta mientras cerraba la puerta detrás de sí-. ¿Mamá? –le resultó un tanto extraño el no haber recibido una respuesta por parte de su madre. A paso lento avanzó hacia la sala y llamó a su padre -. ¿Papá?

Nuevamente obtuvo silencio. Sus padres no se encontraban en casa. Subió las escaleras hasta llegar a su habitación. Dejó la maleta aun lado de la cama y continuó a despojarse de toda su ropa.

Se adentró a la ducha y giró la llave de la regadera. Bastaron unos simples segundos para que el agua tibia empezara a descender por todo su cuerpo desnudo. Jimin cerró sus ojos sintiéndose relajado a medida a que los segundos transcurrían. No obstante, una punzada de dolor se había instalado en su pecho tras inevitablemente sus pensamientos llevarlo a recordar lo que pasó hace tras días atrás con su mejor amiga.

Luego de lo ocurrido aquella noche en el jardín, Jimin volvió a casa devastado. Y Gina, quien había ido con él se había sorprendido al recibir un mensaje de su parte en donde le pedía disculpas. Tan solo había sido unos cuantos minutos en el que ella fue al baño cuando recibió aquel mensaje de repente. Sin querer presionarlo para que le dijeran la razón de su partida de la fiesta, esperó al día siguiente para proponerle ir con ella y sus padres y hermanos pequeños a pasar una semana en una casa frente a la playa pertenecientes a ellos. Y él aceptó sin rechistar, viéndolo como la manera perfecta de distraerse y olvidarse de lo que ocurrió. Sin embargo, terminaron volviendo antes de lo planeado debido a una llamada que recibió el Sr. Fisher en donde le pedían volver a la ciudad. Aunque durante esos tres días allá, no hubo un solo segundo en el que su mente no insistiera recordarle lo pasado.

Él necesitaba hablar con Astrid y pedirles disculpas. La quería demasiado y lo menos que deseaba era perderla.

Pasaron varios minutos, y Jimin salió del baño con una toalla alrededor de sus caderas y con otra la cual frotaba enérgicamente sobre su cabello mojado. Caminó hasta al borde la cama y agarró su teléfono para marcarle a su madre.

Un tono...dos tonos...tres tonos...

- Hola, mi amor –saludó su progenitora -. ¿Cómo la estás pasando?

- De hecho, estoy en casa –respondió mientras caminaba hacia la cómoda color negro que poseía-. El padre de Gina recibió una llamada en donde le pedían volver –aguantó su teléfono con el hombro y abrió el primer cajón para sacar un bóxer-. Así que volvimos antes.

- Comprendo. Tu padre y yo estamos en el supermercado comprando algunas cosas. A penas terminemos, regresamos enseguida.

- Está bien, mamá.

Finalizó la llamada y dejó caer la toalla en el piso. Se colocó el bóxer, y sin querer utilizar nada más, se acostó en su cama y colocó su teléfono en la mesita de noche. Eran las tres y media de la tarde según marcaba su despertador. Miró el techo de su cuarto y un suspiro escapo de sus labios. Sus parpados empezaban a volverse pesados y sin evitarlo, cayó sobre los brazos de Morfeo.

***

05:10pm

Jimin apenas despertaba cuando escuchó su teléfono sonar. Lo tomó y contesto enseguida al ver el nombre de su novia en la pantalla

- ¿Hola?

- Hola, Jimin –Gina nota la voz adormilada de él-. ¿Dormías?

- Sí, aunque ya desperté –responde sentándose en la cama-. ¿Sucedió algo?

- No, nada de eso –la escucha reír-. Sólo llamaba para saber si no tenías nada que hacer.

- No, no tengo nada que hacer. ¿Por qué?

- Es que mamá acaba de salir con Jeff y Drake a visitar a la tía Stacey. Y en cuanto a papá, no llegará hasta más tarde. Así que estoy sola en casa. Y-yo quería s-saber si querías v-venir –Jimin aguanta su risa al escucharla nerviosa-. Es que no me gusta estar sola. Pero si no puedes, no hay problema.

- Iré.

- ¿seguro?

- Segurísimo –sonríe-. En unos veinte minutos estoy allá.

- Gracias, te espero.

- No vemos.

Sale de la cama y se da una ducha rápida. Se coloca una camisa manga larga blanca, jeans negros y zapatos del mismo color. Acomoda su cabello mientras baja las escaleras y se dirige a la cocina, en donde se lleva una bonita sorpresa. Sus padres se encontraban bailando al ritmo de una canción lenta que pasaban por la radio. Recuerdos en donde era un niño todavía y veía muchas veces a sus padres bailar llegaron a su mente haciéndole sentir feliz. Él deseaba un amor como el de ellos. Un amor que incluso con el pasar del tiempo, se sigan amando como la primera vez

Haekuyn hizo girar a su esposa y la acercó suavemente hacia él para darle un corto beso en los labios. Jimin aplaudió una vez que la canción terminó, llamando la atención de ambos. Los mayores intercambiaron miradas y carcajearon. Su hijo avanzó hasta ellos y no dudaron en darle un cálido abrazo.

- Hace tiempo no los veía bailar –comenta separándose de sus padres para verlos mejor.

- Es imposible no hacerlo si tengo a una esposa tan bella a mi lado –Haekyun le guiña un ojo a Sohyun haciéndola sonrojar.

- Basta –canturrea su madre dándole un leve golpe a su padre en el brazo-. Además, jamás podría negarme a bailar contigo siendo tan buen bailarín.

Jimin ríe enternecido.

- Ustedes dos son muy tiernos –dijo sonriendo ampliamente. Pero recuerda que debe ir casa de Gina-. Por cierto, saldré un rato. Visitare a Gina y es probable que regrese en la noche

- Está bien, pero nada de llegar muy tarde –dice su progenitor-. Dile que le mandamos saludos.

- De acuerdo.

Los abraza de nuevo y sale a toda velocidad de su hogar.

- Pensé que le diría lo de Astrid –dijo Haekyun mirando a su esposa.

- No quería retrasarlo. Le diré cuando regrese –una mueca triste se instala en su rostro-. Ellos se despidieron esa mañana de las hermanas King antes de que partieran rumbo al aeropuerto. Les entristecía saber que no las verían tan seguido. Y de no ser que Astrid les rogó que no le comentaran nada a Jimin antes de que se fueran, lo hubieran llamado para notificarle que su mejor amiga se iría de Boston-. Le destrozará enterarse que ella se fue.

Haekyun concordó sabiendo que su esposa tenía razón.

***

El timbre resuena en casa de los Fisher y Gina no tarda en abrir la puerta encontrándose a su lindo novio con sonrisa que ella encantada devolvió mientras le permitía la entrada. No era la primera vez que el pelinegro entraba a dicha a casa. Por lo tanto, no se sentía nervioso o incómodo.

- Gracias por venir –agradece Gina colocándose frente a él.

- Sabes que te no te dejaría estar sola.

- Eres un buen novio, Park –sus brazos rodean su cintura y lo atrae hacia ella para dejar caer su mejilla contra su pecho.

Jimin colocó su barbilla sobre su cabeza y correspondió a su abrazo. Por su mente pasaron la cantidad de veces que Gina lo ha llamado por su apellido, y aunque no le molestara en lo absoluto, le era imposible no acordarse de Astrid cada que escuchaba a su novia pronunciarlo. Aunque la manera de ambas decirlos podía ser igual, las emociones que él sentía al escucharlo, nunca eran las mismas.

- Vamos a la sala –dijo separándose de él-. ¿Te parece si vemos una maratón de películas?

- Me parece –asiente.

Los dos caminaron hasta llegar a la sala y tomar asiento en el sofá. Gina le cedió el control remoto a Jimin quien enseguida comenzó a buscar una película a lo que ella iba a la cocina, la cual quedaba cerca y a la vista a preparar unas cotufas.

- Oye, ¿Cómo están tus padres? –cuestiona ella desde la cocina.

- Están bien, te envían saludos –responde sin apartar vista del televisor.

- Sabes, he pensado en que deberíamos reunirnos todos nosotros un día de estos. No sé, podemos hacer una parrillada.

- Es una buena idea, estoy seguro que aceptaran –sonríe dándole una rápida mirada-. Papá es fanático de las parrilladas.

- Entonces se llevara aún mejor con mi padre –ríe leve.

Echó las cotufas en un bowl para ambos una vez que terminó de hacerlas y regresó al lado de su novio para continuar la conversación.

- También pensé en invitar a Billy y Astrid, creo que les gustaría ¿no crees? –para la de orbes azules no pasó desapercibido el hecho de Jimin bajar su cabeza ante sus palabras. No le hizo falta ser adivina para saber que algo no andaba bien en su amistad-. Disculpa por hacerte esta pregunta pero, ¿sucedió algo entre ustedes?

- Tuve una discusión con Astrid –contesta luego de un corto silencio-. Sucedió en la fiesta de Emily.

Gina formó una "o" con sus labios, ahora entendía el porqué de la repentina partida de su novio esa noche en la fiesta.

- Desde ahí, no hemos vuelto hablar.

- Lo siento –le da un suave apretón a su mano-. Imagino lo difícil que debe ser. Digo, son mejores amigos y no ha de ser sencillo.

- No lo es –respira profundo-, pero hablaré con ella.

- Es una excelente idea –acaricia su mejilla-. Veras que en cuanto hablen, todo se solucionara.

- Es lo que más quiero.

- Todo saldrá bien, ya lo veras.

Se sonríen y vuelven su atención a la película que comenzaba.

***

- Tengo fuertes sospechas de que mamá debe seguir hablando con la tía stacey –comenta Gina mirando la hora en su teléfono. Eran las siete y cincuenta de la noche-. Le envíe un mensaje hace una hora y me dijo que estaría aquí en cinco minutos –ríe-. Oficialmente no vuelve a creerle cuando me diga algo así –mira de soslayo a Jimin-. Lo siento

- ¿Por qué lo sientes? –cuestiona confundido.

- Es que no quiero que llegues tarde a tu casa por mi culpa.

- Enserio no me molesta, me quedaría contigo dos, tres o cinco horas contigo si es necesario –dice dulcemente-. De verdad, no te preocupes. He disfrutado mucho estar contigo y ver una maratón de películas.

- ¿seguro? –le da un casto beso en los labios

- Completamente –recibe otro beso.

Así continuaron, dándose suaves besos entre leves risas. Pero sus corazones empezaban acelerarse a medida que esos suaves besos, se volvían intensos. Se separaron un poco y se miraron fijamente, sus mejillas estaban teñidas de rosa y sus labios algo hinchados. Sin pensarlo dos veces, Gina se sentó a horcajadas sobre Jimin e inició un tierno pero necesitado beso, el cual él no tardo en seguirle. Era la primera vez del pelinegro en esa situación. Nervioso y sin saber muy qué hacer, colocó sus manos en las caderas de Gina y repartió caricias a su espalda sobre la tela de su camisa. Sintiendo que fallecería en el instante en que su novia metió sus manos debajo de su camisa para acariciar su abdomen.

Y como si de un balde de agua fría se tratase, el recuerdo de Astrid lo golpeó fuertemente. Aunque esta vez no era el recuerdo de aquella discusión. Por supuesto que no lo era. Era el recuerdo en donde ambos bailaban al ritmo de lover de Taylor Swift en su habitación, su risa al hacerla girar, la sensación de calidez y no querer separarse de ella, y el frenético latir de su corazón al momento de sus labios rozarse.

Él logró sentir una lágrima rodar por su mejilla teniendo todavía sus ojos cerrados

- P-perdón –musita separándola unos centímetros-. No puedo.

- Jimin...

- No puedo hacerlo –aparta su vista-. Perdóname.

Gina sin saber que decir, también apartó su vista un segundo. Volvió a mirarlo e hizo que la mirara otra vez.

- Está bien, Jimin –dijo forzando una sonrisa. Admitía tener una ligera decepción al escucharlo decir que continuaría, pero no podía obligarlo cuando él no sentía seguro. Lo entendía y por eso respetaba de su decisión-. Está bien.

- Lo siento.

- Tranquilo –apretó delicadamente sus cachetes-. Todo tiendo su momento.

- Esto es vergonzoso.

Gina carcajea y añade: -Tal vez.

Escucharon el sonido del claxon de un auto y ella se bajó de él. Ambos salieron y saludaron al mismo tiempo que vieron a Emma bajar del auto junto a sus dos pequeños hijos. El pelinegro tenía la ligera impresión de que sería una larga noche.

***

09:20pm

- Dame un vodka tonic, por favor –pide Jimin al cantinero mientras tomaba asiento frente a la barra. Luego de pasar un rato más en casa de los Fisher, prefirió venir a un bar por unos tragos. El cantinero no tardo prepararle lo pedido, y colocarla en frente suyo-. Gracias.

Dio un sorbo y suspiró cerrando sus ojos. Tenía un remolino de emociones en su interior. Todo lo que pasó comenzaba a con confundirlo de sobremanera. Le dio otro sorbo a la bebida y sacó su teléfono de unos de los bolsillos delanteros de su pantalón y lo encendió. Fue a contactos y contemplo el número de Astrid, pensó en marcarle pero alguien lo llamó interrumpiéndolo.

- ¿Jimin?

- Hola, Billy –sonrió viéndolo sentarse junto a él-. ¿Cómo estás?

- Increíblemente apuesto –responde casual sacándole una risa a Jimin-. Me sorprendió verte, ¿Qué haces por aquí? –carcajea viéndolo alzar su bebida-. Claro.

- ¿y tú qué haces por aquí?

- Este es mi nuevo lugar de trabajo –señala-. Comencé la semana pasada. Trabajo de cantinero.

- Me alegra mucho.

- Me gusta lo que hago –saluda a una morena pasar por su lado-, además de que mi trabajo me permite conocer chicas hermosas –vuelve su atención hacia su amigo quien niega divertido-. ¿Y cuál es el motivo para beber esta noche? Porque vamos, te conozco y sé que no bebes así porque sí. Lo haces por un motivo especial.

- Si hay un motivo –da otro sorbo-. Y si soy sincero, me confunde.

- Ya veo.

- Extraño a mi mejor amiga –suelta con voz quebrada-. No deseo perderla.

- Ella me contó sobre lo que pasó –posa su mano en su hombro-, y te diré que eres un completo imbécil.

- Lo sé y lo siento.

El rubio podía notar a simple vista el dolor que esa discusión ocasionó en sus amigos.

- Jimin, ¿puedo hacerte una simple pregunta y me responde con la verdad? –sin esfuerzo el pelinegro asintió y Billy tomó una bocanada de aire. Le haría una pregunta que por mucho tiempo debió hacerle-. ¿Amas a Gina?

- ¿Por qué preguntas eso? –cuestiona frunciendo su ceño.

- Vamos, responde. Es una pregunta de sí o no.

- No entiendo a dónde quieres llegar.

- ¿De verdad amas a Gina o es lo que quieres creer por temor a ver que en realidad ella no es a la que amas?

Jimin quedó de piedra ante su pregunta. Ni siquiera pudo articular palabra alguna. La expresión de su rostro debía ser un poema cómo para que las comisuras de su amigo se elevaran de repente.

- ¿Acerté o me equivoqué?

- Y-yo –titubeó-. ¿S-sí?

- Mmm –Billy achicó sus ojos y rascó su barbilla-. ¿Es una afirmación a lo primero o a lo segundo?

De inmediato, el pelinegro quiso golpear su cabeza incontables veces contra la barra. Billy tenía razón, era una pregunta de una simple respuesta, sí o no. Entonces, ¿Por qué contestarla le estaba costando demasiado? Sin embargo, la siguiente pregunta que realizó su amigo lo desconcertó.

- ¿Quieres a Astrid? –pregunta cruzándose de brazos.

- ¿Qué pregunta tan estúpida es esa, Billy? –el mencionado se encoge de hombros restándole importancia.

- ¿Sí la quieres?

- ¿Cómo no podría hacerlo? Es mi mejor amiga. Siempre hemos estado juntos y me duele cómo no tienes idea el que estemos separados por una tonta discusión en estos momentos, y lo que más temo es perderla por culpa de eso.

- ¿Ella muy importante para ti no es así? –ladeó su cabeza.

- Astrid fue la primera amiga que hice al llegar a Boston. En ese entonces no entendía, ni hablaba el inglés y siendo consciente de aquello, ella de igual forma se acercó y me habló sabiendo que no le entendería –sonríe inconscientemente-. Jugábamos y hablábamos sin entender una pizca de que decíamos. Imagínate, ella me decía cosas en ingles que no sabía que significaban y yo también le decía cosas en coreanos que ella no comprendía pero fingíamos que si nos entendíamos –ríe-. Era divertido. Luego pasaron los años y crecimos. Ella se convirtió en mi mejor amiga, mi confidente y estuvo en mis mejores y peores momentos –mira a Billy colocar su codo sobre la barra y apoyar su mejilla en la palma de su mano sin dejar sonreír-. Y por supuesto que es importante para mí, más de lo que imaginas. Jamás la cambiaría por nada en el mundo. Ella es increíble, graciosa, hermosa, es...

Su tono de voz fue bajando hasta no decir absolutamente nada. La música y personas a su alrededor pasaron a un segundo plano para él en cuestión de segundos. Llevó su mano hasta su pecho confirmando lo que sentía, a su corazón acelerado. Repasó cada palabra dicha, dándose cuenta de que no hubo titubeos, y menos dudas. Eran palabras llenas de sinceridad. Astrid siempre ha estado junto a él. Era quien lo ofrecía su hombro para llorar, era quien lograba sacarle una sonrisa cuando no tenía el mejor humor, era quien le daba ánimos cuando la inseguridad amenazaba con salir, era quien con su sólo presencia, él sentía que todo iría bien. Siempre ha sido ella. Siempre lo fue. Su vista se vuelve borrosa y no era por algún problema que estuviera teniendo, si no por las lágrimas acumuladas que un parpadeo dejó caer. Su atención se dirige a Billy y este esboza una gran sonrisa además de un pequeño asentimiento. Cómo si hubiera estado junto a él en su descubrimiento.

- Te haré la última pregunta –dice el rubio-. ¿Puedo?

Jimin asiente.

- Park Jimin, ¿Amas a Astrid King?

- La amo –confiesa sintiendo sus mejillas arder.

- ¡Aleluya! –exclama Billy llamando la atención de varias personas-. Gracias a dios, te diste cuenta. Nunca pensé que viviría para escuchártelo decir –bromea.

- No lo puedo creer, estoy enamorado de mi mejor amiga –estampa sus manos contra su rostro ocultándolo-. ¿Cómo no pude darme cuenta?

- Esto me pone inmensamente feliz –Billy estaba a nada de bailar ahí mismo.

- N-necesito, necesito hablar con ella –bebe lo último que queda de su vodka tonic y le paga al cantinero-.Adiós, Billy.

Pero el rubio no deja que de dos siquiera y lo detiene tomándolo de su brazo.

- Espera, Jimin.

- ¿Qué sucede?

- No lo hagas, no la vas a encontrar.

- ¿Por qué dices eso?

Billy rascó su nuca sin saber cómo decírselo pero al final terminó diciéndole la verdad.

- Esta mañana Astrid y Amber se fueron a Inglaterra. Pasaran las vacaciones con sus abuelos.

- ¿Qué?


¡Aaah estoy happy! Mi computadora al fin encendió y no perdí tiempo en pasar el capítulo a wattpad :D

El capítulo tiene 3.074 palabras ¡3.074! Este es el capítulo más largo que he escrito en mi life, y cómo dije en la nota que publiqué ayer, este capítulo me costó escribirlo, tenía todas la ideas pero al momento de empezar a escribir se me complicaba, pero al final lo terminé y me siento muy feliz.


Espero les haya gustado este nuevo capítulo, ¡al fin nuestro Jimin descrubió los que verdaderamente siente por Astrid!♡

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