III
La música inundo el lugar y nosotros bailamos.
Sus ojos brillaban nuestros labios casi se tocaron para el beso de película, pero de repente se produjo un terremoto que arrasó con todo e hizo que se fuera la luz.
Pasaron 15 minutos desde aquel temblor, cuando se encendieron las luces, Margaret ya no estaba y yo me encontraba entre un mar de cuerpos.
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