Hyunjin abrió la puerta del departamento y fue recibido por la ya conocida escandalosa risa de Jeongin, el omega estaba recargado en el hombro de Chris mientras seguía sonriendo sobre algún chiste que no había logrado escuchar y se obligó a apretar los puños.

Ninguno se percató de su presencia hasta el momento en que se dejó caer en el sillón frente a ambos y las risas murieron, la sonrisa de Jeongin desapareció y sólo había un rostro ojeroso y tristón.

—No fuiste a la oficina —le dijo.

Jeongin se levantó del sillón y le dio la espalda encerrándose enseguida en la habitación.

—Y tú me vas a responder —le dijo a Chris—, ¿de qué reían?

—De nada en particular, chistes tontos, ya sabes.

—No lo sé, dímelo —exigió con los puños apretados. Chris sonrió.

—Estás actuando como un tonto cavernícola —le respondió—. ¿Celoso?

—No estoy celoso, Jeongin me ama —aseguró con un tono filoso—. No hay forma de que eso cambie.

Entonces Chris se levantó también moviéndose hasta el mini bar que se encontraba en la cocina, tomó una botella de wiski y dos vasos de cristal, se sirvió hasta el tope y lo bebió de una sola vez, luego volvió a servirse y esta vez no se olvidó de Hyunjin, le dio el vaso y el alfa lo tomó.

—¿Por qué estás tan seguro? —le preguntó.

—No lo entenderías —le mencionó—. No hay forma de olvidar a las personas con las que nos enlazamos, lo llamamos nuestro primer amor —después bajó el rostro mirando al suelo—. No puedo olvidar a Félix, Jeongin tampoco podrá olvidarme.

—¿Y si se enamora de alguien más? —preguntó y escuchó la sonrisa burlona de Hyunjin.

—Eso no pasará.

—¿Estuviste con Félix? —le preguntó—. Y no me mientas, por favor.

—No pude detenerme.

Chris azotó su vaso contra la pared.

—Déjalo, no es justo que lo engañes, Jeongin no se lo merece.

—No puedo —le dijo.

—¡¿Por qué no?! —gritó esta vez frustrado—. ¿Qué es lo que pretendes? ¿Tener a Jeongin en el día y revolcarte con Félix en la noche?

—¡No lo sé! —le gritó—. ¡¿Y por qué mierda te importa?!

—¡Porque lo amo! —contestó dándole la espalda.

Hyunjin sonrió de mala gana.

—Vete, largo de aquí.