❥ 07
—Señor Jeongin, necesito que firme estos documentos, me lo ha pedido Jongdae —Sunmi apareció en la puerta con un folder en manos—. Dice que le urge.
—¿De qué son? —preguntó despegando la vista del computador y fijándola en la mujer.
—Son del seguro de empleados, si no mandamos este escrito al Instituto de Omegas muchos se quedarán sin su seguro y podrías tener varios problemas legales.
—Debiste traérmelo antes —le dijo quitándose los anteojos y tomando una pluma, Sunmi se acercó con una pequeña sonrisa y le pasó los documentos.
—¿Se ha estado sintiendo mal? —le preguntó—. Se ve bastante cansado y no lo dudo se la ha pasado metido en la oficina toda la noche desde ayer.
—Hay mucho trabajo que hacer, no puedo darme el lujo de ir a casa.
—Sólo se aprovecha de que el señor Hyunjin no está a cargo porque estoy segura de que él no dejaría que se exija tanto. Lo voy a acusar cuando regrese.
—Ya regresé, Sunmi —Hyunjin abrió la puerta de la oficina y entró quedando frente a el escritorio—. Puedes retirarte, necesito hablar con mi esposo.
Jeongin le entregó la carpeta con los documentos a la mujer regalándole una pequeña sonrisa.
—Sal, por favor, te llamaré si necesito algo.
La mujer asintió nerviosa por como la había tratado el CEO, se dio cuenta de que el hombre estaba bastante enojado y no quería ser Jeongin en esos momentos.
Cuando Sunmi cerró la puerta Jeongin recargó su espalda en su silla bajo la atenta mirada del menor.
—¿Por qué regresaste sin decirme?
—Porque no quería verte —le respondió con sinceridad, Hyunjin realizó un chasquido antes de tomar la palabra.
—No debiste, teníamos que hablar, no me gusta tu actitud. Primero dejándome solo en medio de la fiesta, después pegándole a Félix y finalmente huyendo, ¿qué es lo que pretendes?
—Hyunjin, no es el momento, tengo mucho trabajo —le dijo regresando su vista al computador, la verdad tenía mucho miedo de Hyunjin, no porque temiera que le pegara, sino porque sus palabras eran más dolorosas que muchos cuchillos golpeándolo, si el menor le decía que no le amaba se iba a morir de tristeza.
—Que lo haga alguien más, para eso eres el esposo del jefe.
—¿Desde cuándo eres un dictador?
Hyunjin golpeó el escritorio.
—Esto no está funcionando, Jeongin, debemos poner de nuestra parte para que a partir de ahora nada cambie entre nosotros, para seguir igual que antes y no estás ayudando.
—Lo siento —Jeongin pudo respirar más tranquilo cuando el alfa le dio a entender que no iba a dejarlo—. Es que me sentí tan mal al ver a Félix tan intranquilo y...
—Lo sé —Hyunjin pasó una mano por la mejilla del omega, justo donde le había pegado antes—. Perdona, no debí haberlo hecho, sin importar qué jamás debí alzar mi mano contra ti.
—No me dolió —Jeongin le aseguró—. No tienes que preocuparte, ya ni siquiera me acuerdo.
Jeongin se levantó de su asiento para abrazar a su esposo, el menor se aferró fuertemente a su cuerpo en un abrazo largo.
—En realidad, nada tiene que cambiar entre nosotros —Hyunjin le dijo pasando su mano por el cabello del más bajo—. Después de todo nosotros estamos aquí y Félix del otro lado de la ciudad.
Jeongin le dio la razón sin dejar de abrazarlo.
—Te amo mucho.
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