Capítulo 1.
Era un día como cualquier otro en la ciudad de Orario, los rayos del sol lograban vislumbrase dentro de una vieja iglesia a lejanías de la zona más poblada de la ciudad, iglesia donde, vivía un joven peliblanco junto a su diosa.
Aquel muchacho, de nombre Bell Cranel, era un aventurero a sus 14 años de edad, miembro de la familia Hestia. Él tenía el récord de subida de nivel, en tan solo 1 mes y medio lo había logrado tras derrotar a un minotauro, muchos habían sido testigos de aquel suceso, en su mayoría los miembros de la familia Loki, quienes fueron los que trajeron de nuevo a la superficie a Bell.
Muchas personas comenzaban a hablar de Bell, habiendo llamado la atención de varios Dioses que deseaban poseerlo en sus familias, pero nada de eso había sido rebasado de un simple deseo hasta que un día, cierta familia comenzó a causar problemas y hablar mal de la familia Hestia, se trataba de la familia Apolo, ellos habían conseguido romper la paciencia de Bell y Welf, ambos eran amigos muy cercanos en el poco tiempo que habían llevado conviviendo, a pesar de ser de familias diferentes, esta pelea desencadenó una serie de eventos hasta llegar al punto de partida de esta historia.
-Así que... Apolo nos invitó a una fiesta en su mansión ¿Por qué siento qué hay segundas intenciones provenientes de ella?-Preguntó Hestia al ver la carta que había recibido.
-Lili piensa lo mismo Hestia-Sama, muy seguramente fue parte de su plan aquella batalla, Lili ha oído muchas cosas sobre ese dios, siento que quiere robarse al amo Bell-Contestó Lili con cierto nerviosismo en sus palabras.
-Todo ha sido mi culpa... si no hubiera sido tan impulsivo no estaríamos en esta situación pero... no podía dejar que siguieran insultando a mi familia-Dijo Bell con la mirada hacia abajo, demostrando decaimiento pero no parecía arrepentirse d ello que hizo.
-No hay nada que podamos hacer Bell, yo siendo el mayor de los tres actué de igual manera, no hay excusa, esto provino de nuestra inmadurez y debemos afrontarlo-Comentó Welf, herrero de la familia Hefesto.
-Creo que si... por lo pronto, iré con la señorita Aiz a entrenar, muy seguramente lo necesitaré para lo que se viene-Respondió el peliblanco, tomando su daga para irse.
-Ten cuidado Bell, siempre que vas a entrenar con ella terminas realmente herido, pareciera que la princesa de la espada no sabe contenerse-Expresó Welf al recordar todas las ocasiones en las cuales veía llegar a su amigo después de sus sesiones de entrenamiento.
-Jejeje, creo que tienes razón, pero quiero creer que gracias a ello puedo ser más fuerte-Contestó el joven con una risa nerviosa y rascando ligeramente su cabeza.
-De todas maneras, nos vemos luego Kami-Sama, Lili, Welf, mañana será un día muy problemático-Concluyó Bell para proceder a irse.
-Así parece Bell, ten cuidado, no sabemos qué planee Apolo, aunque dudo que haga algo a plena luz del día-Agregó Hestia a manera de despedida.
-Lo tendré-Agregó el peliblanco, saliendo de la iglesia.
En las calles de Orario.
Todo en la ciudad parecía tranquilo, la brisa que pasaba era agradable, los pájaros cantaban, el ruido típico de la ciudad se hacia presente como ya era costumbre para el joven tras Parás día a día por aquellas calles dura té casi dos meses, algunas nubes cubrían el cielo, al parecer eso ocasionaba la brisa agradable, probablemente comenzaría a llover.
Bell continuaba su camino a las murallas, lugar donde todas las mañanas entrenaba con Aiz, la princesa de la espada, la persona a la que él deseaba alcanzar, su anhelo dorado, su meta, la persona a la que el ama.
Tras algunos minutos pudo llegar pero la escena que vió ante sus ojos hizo que evitara lanzar cualquier clase de saludo hacia ella o siquiera acercarse.
-La señorita Lefiya... ¿Qué hace aquí?-Preguntó Bell para sí mismo al percatarse de la presencia de una persona no invitada.
"Están hablando, parece algo serio, no debería oírlo, mucho menos interrumpir, creo que sería bueno irme" pensó el peliblanco mientras daba media vuelta hacia atrás para irse de ahí y volver en otro momento, pero... algo que salió de la boca de aquella elfo hizo que frenara su huida.
-Dime Aiz ¿Por que entrenas con ese humano? No es de nuestra familia, venir aquí todos los días a entrenarlo puede causar muchos problemas, tanto con su diosa como con Loki, entonces ¿Por qué tomar ese riesgo?-Preguntó Lefiya, algo enojada por no comprender los motivos de la princesa de la espada.
"Así que si soy una molestia... ella tiene razón, puedo causarle muchos problemas ¿Por qué lo hace?" Pensó Bell sin quitar su atención de la platica entre ambas.
"Si tan solo existiera la posibilidad, aún siendo pequeña, de que lo haga porque igual le gusto... sería muy feliz" dijo en su mente el muchacho, con miedo de oír la respuesta pero igual con esperanza de que sea la respuesta que él desea oír.
Pero... no fue lo que se imaginaba.
-Él se hace fuerte muy rápido... derrotó a un minotauro siendo solo un nivel 1, subió a nivel 2 en tan solo 1 mes y medio, siendo solo un nivel 2 logró derrotar a un Goliath irregular de un golpe... tengo que saber cómo se hace fuerte, para lograr hacerme fuerte de la misma manera-Respondió la princesa de la espada ante el cuestionamiento de su compañera de familia.
-Así que es interés por su fuerza, no por él, entiendo, creo que ese es un motivo que Loki aprobaría-Contestó Lefiya con alivio.
En ese momento, Bell solo pudo agachar la mirada, aquellas palabras... aún siendo algo entendible, rompieron su ilusión, rompieron su sensible corazón, haciendo que solo pudiera posar su mano derecha en donde está el mismo, ya que sentía una presión enorme en aquel lugar, un dolor peor que ser apuñalado o golpeado por un monstruo de los pisos profundos, un dolor que no podía ser sanado con una poción o magia, Bell sentía como se le dificultaba poder respirar, se estaba híper ventilando ¿Odio? ¿Rencor? Él no sentía eso por la respuesta que ella dió, Bell sabía que existiría la posibilidad de que ese fuera el motivo, si no fuera así ¿Por qué una de las aventureras más fuertes de Orario aceptaría entrenar a un don nadie como él?, pero... eso no hacia que las palabras de la princesa de la espada dolieran menos.
-¿Uh? E-Está lloviendo, mis mejillas parecen estar empapadas, e-espera... ¿por qué solo mis mejillas? ¿No es lluvia? ¿Son lágrimas? Estoy llorando...-Dijo Bell desde su rincón, en el cual oía todo, con su voz quebrada, con sus ojos algo rojos y con lágrimas saliendo de los lagrimales.
-No se detienen... no cesan... ¿Por qué? Yo sabía que esto era una posibilidad pero... ¿Por qué no puedo dejar de llorar? ¿Por qué me afecta tanto? ¿Por qué? ¿Por qué?-Repetía con confusión el joven peliblanco al notar que sus sentimientos poco a poco iban saliendo de la cárcel en la que él los había puesto al oír la respuesta de la princesa, para evitar una escena tan deplorable.
En ese momento, Bell, quien había estado sentado abrazando sus piernas y con la cara en sus muslos, decidió levantarse del lugar.
-Entonces... ese era el motivo...-Dijo el muchacho del que ambas chicas estaban hablando, la voz provenía desde detrás de ellas.
Esto tomó por sorpresa a ambas, no habían sentido la presencia de Bell en todo el tiempo que llevaban ahí, ninguna de las dos había notado la presencia del joven.
-Bell...-Logró decir Aiz con un rostro de sorpresa.
-Así es humano, ella solo desea saber cómo te haces fuerte, aunque... creo que ahora que lo sabes no tiene sentido seguir con el entrenamiento ¿no es así?-Dijo Lefiya de manera desafiante ante quien había autodeclarado su rival.
Bell solo pudo agachar la cabeza una vez más, no deseaba ver a la cara a ninguna de las dos.
-Yo... desde el día en que me salvó... he estado enamorado de usted, me esforzaba día con día para ser fuerte y caminar a su lado como su igual... cuando por fin alcanzara su nivel... quería declararme pero... ahora que veo lo que en verdad ha sucedido en las últimas semanas, pienso que ya no tiene sentido, lamento haberle hecho perder su tiempo, señorita Wallenstein-Expresó Bell con la voz entrecortada, simulando lo mejor que pueda el dolor y la tristeza que su ser emanaba en ese mismo instante.
-Bell yo...-Quería excusarse la princesa de la espada pero algo le impedía hablar.
-No tiene nada que decir Señorita Wallenstein... fue imposible desde el momento en que la conocí-Respondió el peliblanco con una sonrisa falsa, la cual fue notada por Aiz y Lefiya.
Esto tomó por sorpresa a ambas, nunca lo habían visto de esa manera, siempre era una persona alegre y positiva ante todo.
-Perdón...-Dijo Bell antes de comenzar a correr a toda velocidad para alejarse de ambas.
Aiz iba a correr detrás de él pero una mano la tomo.
-¿Uh?-Dijeron ambas chicas al ver de quien se trataba.
-¿Riveria?-Preguntaron Aiz y Lefiya, incrédulas ante la imponente elfo.
-¿Por qué me detienes Riveria?-Preguntó Aiz con algo de incredulidad.
-Dime Aiz... si vas detrás de él ahora... ¿Qué le dirás?-Dijo la alta elfo ante la situación, ella había estado presente vigilando todo desde el principio, escuchando los sollozos del chico por las filosas palabras de ambas.
-Yo... quiero disculparme con él...-Respondió la princesa de la espada tratando nuevamente de correr.
-¿Crees que eso arreglará todo? Aiz... escúchame bien, en este momento ¿Qué crees que debe estar sintiendo? Que fue utilizado por la persona a la que él ama, que fue solo un juguete con el cual tarde o temprano dejarías de jugar, alguien que era desechable para ti, así que dime ¿Tú en verdad crees que un perdón es suficiente? Él se desvivió por ti todos los días para lograr algo de tu cariño y tú únicamente le dices que solo te importa ser fuerte-Comentó la elfo de cabellos color jade, con clara decepción por lo hecho por Aiz.
Lefiya y Aiz solo pudieron quedarse en silencio, todo lo que ella estaba diciendo era verdad, habían lastimado a Bell.
Por parte de Lefiya, ella se sentía mal, si bien había tenido muchas peleas con Bell, Ella no lo consideraba el tipo de persona que mereciera lo que le acababa de suceder.
-¿Qué hemos hecho?...-Preguntó la elfo de cabellos naranjas, agachando su mirada.
Por parte de Aiz, su mente comenzó a entender la gravedad del asunto, ella no comprendía de buena manera los sentimientos como el amor pero, haberle dicho todo eso a una persona que decía sentirlo... debía ser doloroso.
-Bell...-Alcanzó a nombrarlo sin perder de vista la dirección en la que aquel joven había huido.
Riveria soltó la muñeca de Aiz.
-Cuando llegue el día en que el dragón sea derrotado, cuando tu sed de venganza sea saciada... ¿Qué te quedará?-Concluyó Riveria mientras se iba.
-¿Qué he hecho?-Preguntó Aiz con su mirada perdida.
Del lado de Bell.
En las calles se podía ver a cierto chico conocido como "El pequeño novato" corriendo a toda velocidad, muchos no entendían el motivo de esto, muchos le mandaban saludos pero eran ignorados abruptamente por Bell.
"Todo fue una mentira... mi anhelo fue construido encima de nada... tarde o temprano se iba derrumbar... ella no está obligada a quererme, no puedo obligarla a quererme pero entonces ¿Por qué me siento así? Abuelo... ¿Por qué me siento tan mal?" Pensaba Bell mientras continuaba su camino hacia una dirección desconocida.
De un momento a otro, sin haberse fijado, llegó a la iglesia donde vivía junto a su diosa.
-Bell ¿Qué sucede? No ibas a entrenar con Wallen-lo-que-sea?...-Decía Hestia pero esta frenó de repente cuando Bell levantó su mirada, dejando ver las lágrimas que seguían brotando de sus ojos como si de una manguera se tratara.
-Kami-Sama... no fui correspondido-Dijo Bell con una sonrisa que demostraba una gran cantidad de sentimientos, demasiados pero... no alegría.
En ese momento, al oír eso, Hestia debería sentirse feliz ya que la mayor candidata que peleaba por el amor de Bell había salido de la competencia pero... ella solo sentía dolor y tristeza al ver como lloraba su hijo.
-Bell... ¡Bell!-Dijo Hestia nombrándolo antes de abrazarlo fuertemente para calmarlo.
-Kami-Sama... me he esforzado mucho... entonces ¿Por qué? ¿Merezco esto?-Preguntó el peliblanco con un nudo en su garganta.
-No es así Bell, tu mereces todo lo mejor que el mundo pueda darte, pero la vida no siempre da lo que merecemos, si no te aceptó, ella se lo pierde, eres un chico maravilloso, cualquiera tendría mucha suerte de tenerte a su lado-Respondía la pequeña diosa sin soltarse de Bell, acariciando desde atrás el cabello del joven.
Bell solo pudo continuar llorando, gritando de impotencia, de tristeza, de dolor, Hestia no se despegaba de él ni un segundo, su hijo la necesitaba y debía apoyarlo en este momento, uno pensaría que un rechazo no es la gran cosa pero... tratándose del primer amor de alguien tan puro y sensible como Bell...
El deseo inquebrantable se estaba agrietando, estaba desapareciendo, haciendo que su habilidad Liaris Freese quede inutilizada pero...
-Bell, pase lo que pase, siempre tendrás a tu familia contigo, a mi, a Lili, a Welf, a la asesora, a Miach, a Naaza y a todos los amigos que haz formado en estos meses, no te abandonaremos, sé que es difícil pero... continua hacia adelante-Dijo Hestia de manera sincera, con la intención de levantar el ánimo de su hijo.
-Mi familia... Mis amigos...-Repetía Bell, el brillo de sus ojos comenzaba a regresar, borrando de su rostro esa mirada apagada que antes dominaba su cara.
-Si Bell, tal vez cuando llegaste a Orario estabas solo, pero eso ya no es así-Agregó la Diosa.
"Tengo que proteger a todas las personas que me importan, ser el héroe de las personas a las que quiero" pensó Bell recordando a todos los que apena ckncokdo en esos dos meses en Orario, sin darse cuenta que ese pequeño hilo de palabras dentro de su cabeza estaban apunto de encender una pequeña llama llamada "deseo inquebrantable" que reemplazaba el anterior que desapareció cuando el actual nació.
-Gracias Kami-Sama...-.
Bueno amigos hasta aquí el capítulo 1, espero que sea de su agrado, sé que había dicho que llevaría las historias una por una pero esta será algo light, no tengo pensado meter una trama tan compleja, solo será romance con ciertos indicios de aventuras.
Por cierto, a la semana solo será 1 capítulo del FanFic de Eina y uno de este, espero que entiendan jaja.
¿Quién será la heroina de esta historia? Leo sus respuestas.
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