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Capitulo 4: Prisionero

Es de mañana cuando entre tanto silencio Gube logra escuchar una voz no muy lejos

-¡ Oye !

Gube se sorprende al encontrar a Kilet corriendo hacia el junto a un grupo de Alfas, no sabe porque pero por alguna razón se siente inquieto, retrocede unos pasos mientras el otro se acerca cada vez más

- Eres tú... ¿ Qué quieres?

El no es amistoso como Mio, no tiene porque mostrarse amable, frunce las cejas pero no es su voz hostil la que detiene los pasos de Kilet, sino su tan distintivo aroma


Kilet se muestra aturdido y por unos segundos no puede dejar de mirar a Gube, cuando finalmente recuerda que no viene solo voltea y ordena con un gruñido:

- Ustedes, permanezcan allí

- ¿ Eh?

Los demás no saben qué decir, Kilet regresa su atención a Gube, camina a pasos apresurados hacia el para con brusquedad  sostenerlo del brazo

- ¿ Qué estás haciendo?

Gube se muestra disgustado ante el feroz avance, sacude su brazo intentando inútilmente liberarse. Kilet lo mira con frialdad y sus ojos rojos asustan aún más a Gube

- Tú... ¿ Qué haces aquí solo y sin compañía? ¿ Mio y el anciano Ker murieron?

Kilet no puede explicarse porqué razón Mio y el anciano no obligarían a Gube a quedarse en el búnker aun cuando ya se ha diferenciado como Omega .

Un Omega, solo ,en medio de la nada. Dale carne al gato y prueba si al final no se lo come

- ¿ Qué tonterías dices? ¡ Suéltame! ¡Mio fue a tu clan por medicinas, lo estoy esperando!

Al escuchar ésto Kilet reduce la fuerza en su agarre, el olor en Gube lo aturde como una droga, no es tan poderoso como el celo mismo pero aún así, siente como si tomara, bebiera y fumara al mismo tiempo. Su respiración se vuelve profunda y mira a esos ojos ámbar que lo ven con agresividad. Kilet siente inquietud en su corazón

- ¿ Estás enfermo?

Su voz no puede evitar sonar preocupada, Gube lo mira como si una araña pajarera hubiese nidado en su cabeza

- No, no estoy enfermo. Es el anciano Ker... Él...


- Está bien.

Kilet detiene sus palabras, voltea y empieza a tirar de él, Gube intenta detenerlo mientras jalonea su brazo

A los ojos de los demás todo es muy extraño, Kilet arrastrando al mocoso nieto del anciano Ker mientras que este forcejea inútilmente. Pero cuando logran percatarse del olor finalmente lo entienden, siguen a Kilet a una distancia prudente, por supuesto, a estas alturas sabían que Kilet regresaría a la base.

- Kilet... ¿ Qué demonios haces?

Gube jadea debido al esfuerzo que realiza al forcejear, pero es inútil, la fuerza es similar a la de un adulto y un niño. Incluso las acciones son similares, Kilet piensa que no le debe ninguna explicación. Después de media hora caminando:

- Estoy cansado

Gube Jadea y su rostro es más rojizo, es entonces cuando Kilet se detiene y voltea a mirarlo. Los ojos de Gube miran desorientados, Kilet toca sus mejillas y posteriormente mide la temperatura de su frente. Frunce las cejas al percatarse de que Gube se encontraba ardiendo en fiebre

Arroja sus pertenencias a uno de los suyos y posteriormente arroja a Gube a su espalda. Su solo contacto hace que su cuerpo se sienta mucho más cálido, Kilet permanece callado mientras lo lleva a cuestas.

Gube abre y cierra los ojos cada vez más cansado, frente a él no había ni Kilet ni la nieve, solo la figura del anciano Ker despidiendolo a lo lejos

Sus labios se abrieron y se movieron, unas palabras lograron ser susurradas antes de caer inconsciente

-" envía medicina al anciano Ker"

Incluso si es secuestrado, al menos si logra conseguir medicina para el anciano habrá valido la pena.

Kilet escuchó con atención, guardó silencio luego reajustó la postura de Gube. Hay decisión en su mirada.


Tiempo después Gube abrió los ojos abruptamente, estaba recostado en una cama y había gente a su alrededor intentando desvestirlo. Gube retrocedió con rapidez y siquiera la brutalidad con la que cayó lo pudo detener de retroceder, habían logrado quitarle la parte superior, ahora únicamente podía cubrirse con su desgastada playera.

Las ancianas eran Omegas y miraron a Gube con cariño

- No temas, solo intentamos cambiarte a otras vestimentas, estás en la base del clan de los ojos rojos.

- ¿ Dó...nde está Kilet?

La voz de Gube tembló, había mucho miedo en sus ojos, una de las ancianas respondió:

- En estos momentos el se encuentra con su tío ¿ Necesita que lo llamemos?

Gube no fue ceremonioso

- Háganlo.



Minutos más tarde Kilet quien se hallaba en compañía de su tío discutiendo asuntos giró al escuchar a una de las comadronas llamarlo, cuando escuchó que "Su" Omega llamaba por el, Kilet no quiso hacerlo esperar, se despidió de su tio y avanzó siendo seguido por las comadronas.

A diferencia del pequeño búnker en el cual Gube residía, la base del clan de los ojos rojos se trataba precisamente de eso, una base. En éste lugar había compartimientos, bóvedas, pasillos e incluso un taller que portaba un par de naves. En conclusión, el clan de los ojos rojos no eran el tipo de Licor suave fácil de beber.



Kilet está feliz, ha pasado su fase de entrenamiento en éste planeta hostil con éxito, en un par de meses regresaría a la fortaleza G que era dirigida por los Rebeldes. Además, había conseguido una esposa en el camino, incluso si no poseía buena apariencia ahora. Kilet estaba seguro que Gube se convertiría en el Omega más hermoso de todos, lo supo desde que lo vió por primera vez, mierda, incluso sus feromonas eran algo fuera de lo común.


Una vez llegado a su destino, Kilet desbloqueó la puerta ingresando un par de claves en el panel poco después ambas puertas se abrieron de manera automática, todos estos años ha estado acostumbrado al lujo de toda esta tecnología, salía a casar para adquirir experiencia, los restos y la carne jamás le interesó es por eso que nunca fue mezquino cuando cedia porciones a otros.



Kilet encontró a Gube sentado en su cama, había cierta rigidez en sus acciones, como si no estuviera acostumbrado a estar en las habitaciones de otros

- ¿ Me llamaste?

Gube sigue teniendo once años, incluso está enojado no puede esconder su ansiedad. El se situó en pie con rapidez y con igual rapidez preguntó:

- ¿ Dónde está Mio?

Kilet lo mira, su expresión es molesta cuando escucha al Omega preguntar por otro Alfa. Aun así entiende que las prioridades de Gube son otras, es por eso que responde

- Lo liberaron hacia algunas horas

-¿ Ahora?

El rostro de Gube está cubierto de angustia, ahora ya es de noche, liberaron a Mio siendo de noche. Kilet arrugó la comisura de sus labios al notar su falta, está vez fue muy imprudente y habló solo por hablar, intentó corregirse :

- Aún lo tienen en la base

Contrario a lo que esperaba, la expresión de Gube empeoró aún más. Están atrasados aquí, la medicina del anciano Ker...

Tomando a Kilet desprevenido, Gube sostuvo su abrigo e intentó abandonar el lugar a pasos rápidos, pero Kilet fue más rápido, lo sostuvo entre sus brazos con fuerza a medio camino. Gube pataleo y ambos se vieron envueltos en una pataleta que no los llevó a nada. Gube pateó, pellizcó e incluso mordió pero Kilet no lo soltó. Hay cierta sensación de abandono cuando se queda sin fuerzas y mira a un jadeante Kilet. La comisura de los ojos de Gube yacen rojos y aunque quiere llorar no llora, solo mira a la persona frente a él con profundo resentimiento y le reprocha con palabras duras:

- Te pedí que enviaras medicina al anciano, nunca he pedido nada desde que he nacido, nunca.

Lo vuelve a aclarar y se suelta, retrocede a la habitación y se deja caer sentado a los pies de la cama, ha empezado a morderse las uñas. Se rehúsa a mirar a Kilet.

Kilet no puede más que suspirar de impotencia y volver a marcharse, el no sabe cómo apaciguar a Gube, quiere decirle que el anciano Ker es fuerte, que el no morirá tan fácil. Pero incluso el no está muy seguro de ésto.



La base es silenciosa, las puertas vuelven a abrirse y una de las viejas Omegas se introduce, trae consigo una charola y trae con ella alimentos que nunca en su vida Gube ha visto.

- Tienes que comer algo, el maestro está preocupado


Es el segundo día de Gube en la base, aún no ha probado alimento alguna, en primer lugar porque no tiene apetito y en segundo lugar porque no logra reconocer la mayoría de los alimentos.




- Mira, ésto es Maíz, te gusta comer tus uñas comer maíz se siente igual - la anciana persuade y finalmente logra llamar su atención. Gube sigue dudando cuando mira la amarillenta cosa en las manos de la anciana, la anciana insiste y logra que Gube sostenga el maíz. Las manos de Gube son pequeñas y sus dedos son muy flacos y pálidos, parecía ser que incluso le resultaba difícil sostener el maíz hervido.

La anciana sonrió y simuló comer una ella misma, Gube la miró y posteriormente a la cosa en sus manos, acercó su boca olfateando el particular aroma que exudaba, entonces sus dientes mordieron y hubo un estallido junto a un sabor muy intenso. Gube cubrió su boca y descendió la mirada, siguió masticando.

Ésta cosa... Seguía sin tener mucho sabor...



A un lado de la cama reposaba una charola, un plato de estofado frío sin tocarse, un baso de agua sin beber y una mazorca con una sola mordida. Gube que permaneció sentado en el suelo siguió abrazando sus piernas, su rostro levemente recostado y viendo hacia un lugar indefinido. Siempre pensando en Mio y en el anciano, en como ni siquiera pudo decir un decente gracias a ambos.

No era alguien estúpido, sabía que Kilet no lo dejaría regresar junto al anciano, sabía que probablemente nunca regresaría a verlos. Quiere intercambiar su suerte, dársela por completo al anciano y a Mio, no necesita estar bien si se asegura de que ellos estarán bien.





De repente hay una explosión inmensa que hace que todo el lugar se sacuda, Gube se enderezó con rapidez, ahora una alarma resuena en toda la base y hay gritos. Una vez más ocurre otra explosión, esta vez se escucha mucho más cerca de donde se encuentra, Gube no tiene tiempo de especular qué sucede en lo absoluto, las puertas se abren y entra un Kilet que lo sostiene y lo arrastra a toda prisa. Gube mira hacia atrás, pregunta sin entender

- ¿ Qué sucede?

Kilet está nervioso, molesto ordena

- Solo guarda silencio.



No muy lejos de allí una nave con insignia Militar desciende seguido de otras naves más pequeñas, mechas son arrojados y estos empiezan a bombardear todo a su paso.

En una de las naves principales yace sentando un hombre, porta un uniforme militar y el emblema de capitan, al lado de él permanece de pie un niño de 14 años, cabellos plateados y ojos grisáceos. El hombre sentado da instrucciones a las personas que maniobran la nave frente a él y también dirige a las tropas mechas que han descendido.

- Envía un bomba k3 de ligero alcance luego que avancen la tropa a pie, recuerden que necesito vivos a los Rebeldes.

El capitan giró a ver al muchacho a su lado, ordenó:

- Zenzi, prepara tú mecha. Tú también descenderás.

Ojos grises lo miraron, el niño realizó un saludo militar para posteriormente  dar la vuelta y marcharse.

El capitan no puede evitar dar un último vistazo hacia esa inmutable espalda. Es la primera vez que el hijo del Almirante se presentaría en una misión, aun así no se muestra nervioso para nada.

El capitan sonrió, luego regresó su atención al frente, volvió a ordenar:


- Sesen el fuego, entran la tropa de tierra.




















...

NA: 🌿🌿 ¡¡Llegó, llegó!! Es él, al fin llegó 🤣❤️❤️🌿🌿












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