POV TSUBASA: RECUERDOS

Hace ya muchos años que Koko* (Naoko, es un apodo) y yo nos conocemos.

Nuestra amistad comenzó por casualidad, un día cualquiera, en uno de esos que llueve y truena y en el que, por lo general, los niños corren asustados a esconderse detrás de sus madres; a mí y a Koko no nos daba ningún miedo, aunque si ella hubiese querido podría haberse escondido en los brazos de su madre, al contrario que yo, que nunca he sabido lo que es experimentar un sentimiento cálido con un abrazo, un beso tranquilizador por parte de tus padres, o unas simples palabras de consuelo.

¿Por qué no sé lo que es eso?

Muy sencillo:

durante gran parte de mi niñez la pasé en un orfanato, nunca supe quiénes fueron mis padres, ni si murieron, si tan solo me abandonaron o si quizá me quisieron.

Eso para mí siempre será un gran misterio;

no me duele pensarlo, ni siquiera recuerdo si alguna vez los vi,

es simplemente una de esas preguntas retóricas que te haces de:

"¿qué pasaría si...? "  o  "¿qué hubiese pasado, habría cambiado algo?"

Pero eso ya nunca se sabrá.

Es una tontería preguntarse ese tipo de cosas cuando ya se sabe la respuesta, pero bueno, la curiosidad siempre está presente, ¿verdad?

Naoko y yo nos conocimos el día que una pareja de ancianos muy agradables me adoptaron, vivíamos al lado de su casa, acababan de mudarse, y, claro está, los vecinos salieron a darnos la bienvenida; así fue como por primera vez vi a la que acabaría siendo mi mejor amiga:

Naoko Hyuga, la única chica del matrimonio y de las más pequeñas; he de señalar que nos llevamos unos 3 años; ella tenía 9 y yo tenía 12, y luego lo vi a él, a su hermano mayor:

Kojiro Hyuga, un chico de pocas palabras, muy serio y muy fácil de enfadar; sinceramente, cuando lo vi por primera vez me puse nervioso, y estoy seguro de que estaba completamente rojo.

Apenas conseguí mirarle a los ojos en aquel momento; Kojiro Hyuga desde el principio de los tiempos siempre ha conseguido ponerme nervioso.

No lo negaré, porque sería una estupidez:

llevo años colado por él, aunque, claro, nunca le he dicho nada acerca de mis sentimientos.

El mundo puede dar muchas vueltas,

hacerte creer una cosa para luego hacer otra completamente distinta;

así es el destino:

imprevisible,

puede unir cualquier corazón,

por más locura que suene,

que se le va a hacer...

si el destino,

una fuerza más grande que cualquier cosa en este mundo,

me hizo sentirme así por él,

sería con una razón justificada,

¿verdad?

Aunque, debo admitir que, durante un breve periodo de tiempo me sentí atraído por mi mejor amiga, mi querida Koko-chan.

Aquel sentimiento tardó un poco en irse, pero, a la vez, nunca dejé de querer a su hermano mayor, el cual nunca tuvo ningún reparo en mostrarme que no le interesaba ni llegar a tener una conversación conmigo.

En algunas ocasiones dolía más, otras menos, y, en la mayoría de los casos, Koko y yo la estábamos liando tanto que no tenía tiempo para los asuntos del corazón.

Pero, en efecto,

nunca salió de mi mente,

ni si quiera ahora.