Nueve meses habían pasado, en el reino todos corrían de un lado a otro, Marinas, sirenas, generales...¡Todos asustados!

No era para menos, su señor había entrado en labor de parto y el templo submarino parecía estar por desaparecer, la agua se movía de un lado a otro y las creaturas marinas se habían vuelto locas.

Todo el día estuvo tranquilo, el Emperador hizo su rutina diaria, exigir comida como para un pelotón, puchero por qué ya no había helado de pistaches, después vio un poco de tele junto a Io, tejió unos zapatitos con Tethis, se relajo escuchando una tonada de Sorrento y por último algo de yoga junto a Krishna.

Todo parecía ser igual y que sería un día cualquiera, pero...cerca de media noche.

Veía una película tranquilamente en su cama, parece que les gustan, ya que sus hijos se movían inquietos en su pancita, lo normal. Bostezo ya que tenía sueño, solo un pastelito más y a la cama.

Se levantó para ir a la cocina, más al hacerlo...oh, oh. Poseidon logró sentir como algo escurría por sus piernas, pero no fue todo, una fuerte punzada en su espalda y vientre, tan dura que lo hizo doblegarse y gritar.

Los marinas no tardaron en sentir el cambio en el cosmos de su señor, rápidamente corrieron en su auxilio.

¡Ahhhhhhhh!

Bian corría de un lado a otro gritando como desquiciado, exigiendo a un doctor...tras un par de cachetadas por parte de Isaac, recordó que él era el doctor.

Se encerraron en la habitación principal, él y Kasa, el cual era el más  "calmado" de las Marinas.

Podían escuchar los gritos de dolor de su señor, maldiciones y una amenaza de guerra contra el Inframundo.

De improviso todo quedó en silencio, pero fue un silencio sepulcral, estaban por abrir la puerta cuando un cosmos enorme hizo acto de presencia.

Parecía película de terror, la tierra tembló, la luz se fue, un frío inhumano inundó el lugar y una especie de neblina negra salía por la ranura de la puerta.

¡¿Pero qué Demonios?!

Por alguna razón se habían asustado, tanto que incluso estaban abrazados, al salir de su shock se acercaron a la puerta de madera, estaban por tocar pero.

¡Buaaaaaaaa!

El llanto de un niño se escuchó, más no fue el único, otro grito de dolor de parte de su jefe les helo la sangre.

¡Ánimo señor, falta poco!

Una segunda sorpresa les vino.

Todo el océano comenzó a temblar, miraron como los jarrones de agua explotaban y el vital líquido quedaba flotando, algo les decía que esto no era obra de su Díos. Afuera el "cielo" parecía querer colapsar, debido a que enormes creaturas marinas intentaban bajar hasta el fondo, buscando romper la barrera creada por su Díos.

Todo esto siguió por varios minutos, hasta que un segundo llanto infantil resonó en esas paredes.

Dos pequeños habían llegado al mundo. El mayor con un poder similar a su padre, el menor más parecido a mamá.

Poseidon estaba exahusto, eso de dar a luz si que le había costado un huevo...ahora entendía el chiste de la gallina. El dios de los mares no pudo evitar llorar al ver a sus hijos, eran...¡Perfectos!

Mientras tanto en el Inframundo los espectros no sabían que había pasado, de repente todo el mundo de los muertos comenzó a temblar y las almas se pusieron como locas que les costó trabajo controlarlas, muchos creyeron que era un arrebato del señor Hades, lo que no sabían es que incluso Él se asustó un poco ante lo que ocurrió hace una hora, que hasta se escondió bajo su escritorio, parecía que su mundo estuvo a nada de desaparecer.