CAPÍTULO 15: «TÉCNICAMENTE, TÚ DEBERÍAS HABERME LLAMADO»
Agarré las manos al volante y suspiré.
No sabía por qué me estaba costando tanto salir del coche. Quizá fuese porque todo el maldito instituto sabía lo que me había ocurrido. Bueno, la versión que le habíamos dado a los policías. Kyle me había dicho que la gente había hablado mucho y que, como siempre solía pasar, la historia se había ido deformando hasta el punto de que en una de las versiones, yo me había ido a vivir a Massachusetts después de enterarme de que Chris me había puesto los cuernos y haberlo empujado por una ventana. Cuando me lo contó, me pareció hasta gracioso, pero ahora que estaba en coche, a punto de ver las caras de las personas curiosas y cotillas que querrían corroborar su estúpida versión, no le veía tanto la gracia.
—¿Todo bien? —preguntó mi mejor amiga. Era su primer día también desde que había vuelto.
Kyle me miró a través del espejo retrovisor interior.
—Normalmente me la suda lo que la gente piense de mí, pero demonios... —maldije.
—No tienes por qué entrar. Has vivido una experiencia traumática. Seguro que...
—Sabes que no puedo alargarlo más —la corté—. Han llamado tres veces a casa amenazando con echarme del instituto si no volvía. —Mason no estaba contento conmigo. Había sido muy paciente, pero tanto él como yo sabíamos que tenía que retomar las clases si no quería repetir curso—. ¿Él ha...? Bueno, ya sabes, ¿Chris ha vuelto? —Miré a Kyle por el retrovisor.
—No. —Negó con la cabeza—. Sus lesiones fueron más graves, supongo que tardará en volver. Si es que lo hace... —murmuró y lo miré severa—. Perdón —se disculpó.
Inspiré hondo y me armé de valor. Agarré con fuerza el asa de mi mochila y bajé del coche de un salto. Mack y Kyle hicieron lo mismo y se colocaron cada uno a mi lado.
Podía sentir las miradas de la gente sobre mí, juzgándome, riéndose de mí, compadeciéndose de mí. Agradecía que me hubiesen quitado la escayola unos días antes porque solo habría empeorado las cosas.
Caminé hacia mi taquilla y mis ojos no pudieron evitar inspeccionar la taquilla contigua a la mía.
—No va a venir —me intentó calmar Mack.
—No sé si eso es lo que quiero. —Fruncí el ceño y saqué los libros de Matemáticas. Me tocaba con el profesor Harris. Kyle me había dicho que había preguntado por mí un par de veces, lo cual me halagaba y me divertía.
Cuando llegué a clase me detuve. Sopesé mis opciones y tras mucho debatir, me senté al lado de una chica con la que había compartido algunas clases antes. Me miró de reojo, pero no me dijo nada.
—Hola —me presenté—. No sé si este sitio está ocupado por alguien, pero... —balbuceé, nerviosa.
—¡No! —me interrumpió—. No te preocupes. A la chica que se sienta aquí no le caigo muy bien, así que creo que le haces un favor. —Se rio entre dientes—. Anna —se presentó, sonriente.
—Abbie. —Le sonreí de vuelta.
—¡No quiero ver a nadie de pie! —Me giré para ver al profesor Harris entrar con su maletín en clase. No quería admitirlo, pero le había echado de menos. Dejó su maletín sobre la mesa de un golpe seco y se giró para mirarnos—. Examen sorpresa. —Sonrió malévolamente y se empezó a oír una sucesión de quejas y bufidos por toda la clase. Aquello le hizo sonreír más—. Todo el material fuera. Sólo papel y boli. —Comenzó a sacar papeles de su maletín y los repartió por toda clase. No tardó en percatarse de que yo estaba allí también—. Señorita Williams —dijo sorprendido.
—Señor big-... Errr... Harris. Señor Harris. —Le sonreí.
No se dio cuenta de mi casi desliz.
—¿Ya ha vuelto? —preguntó, atónito—. No la esperaba.
«Tampoco yo, señor Harris, tampoco yo».
—He oído que ha preguntado por mí. —Sonreí ampliamente, regocijándome, y el profesor se removió incómodo.
—Soy el tutor de esta clase. Debo interesarme por los alumnos —se excusó y le tendió una hoja a mi nueva compañera de mesa Anna, quien la aceptó a regañadientes.
—¿Tengo que hacer yo también el examen? —Señalé la hoja con el mentón—. ¿O su nueva alumna favorita puede eximirse? —le piqué, provocando que frunciera el ceño.
Una sonrisa comenzó a crecer en su cara.
—Mi alumna favorita estaría preparada para cualquier test sorpresa. —El bigotudo me tendió un papel igual que al resto. ¿De verdad? Se suponía que yo a ese señor ya le caía bien. ¡Había preguntado por mí! ¡Era una injusticia! ¡No era justo! ¡Injusto! ¡Muy injusto! ¡Iba a quejarme! ¡Iba a...!—. O coge el papel o la suspendo la asignatura —me amenazó.
Bufé y le arranqué el papel de sus manos, indignada. Satisfecho, el profesor con escoba de paja como bigote siguió repartiendo suspensos, feliz.
—¿Sabes algo? —Miré a Anna.
—Estoy empezando a entender ahora las matemáticas del año pasado —me dijo con los ojos cargados de miedo. Suspiré y miré al frente.
Estaba jodida y acababa de llegar.
Rellené el examen a toda velocidad, básicamente porque no había mucho a lo que podía contestar. Me levanté del sitio y le entregué la hoja al profesor.
—¿Tan pronto? —El profesor Harris fingió sorpresa. Creía que le había echado de menos, que quizá el pique que teníamos entre los dos era amistoso, pero su sonrisa de superioridad me indicó lo contrario. Ese profesor me odiaba, y me quería fastidiar lo máximo posible—. Una pena. —Se encogió de hombros.
—¿Qué le he hecho yo a usted? —Apoyé las manos sobre la mesa a la vez que entrecerraba los ojos.
—Es una de las personas más respondonas, pasotas, dejadas, insoportables, impuntuales, maleducadas y groseras que he conocido jamás —enumeró, sosteniéndome la mirada—. Quizá superada por su compañero de mesa, el señor Adams. —Me quedé pálida. Carraspeé y me erguí—. A propósito, ¿no volvía hoy? Me ha comentado la secretaria que había confirmado su vuelta a las clases hoy lunes —me comentó extrañado—. ¿Usted sabe algo? —me preguntó, pero mi mente estaba en otro sitio.
—Eehhh... —balbuceé—. No... sé. No sé —repetí. Me di la vuelta y me dirigí a mi mesa para recoger mis cosas. Me tropecé con la mochila de un chico que me lanzó una mirada asesina. Le ignoré y salí de clase con rapidez.
Sin saber muy bien qué hacer, me dirigí al parking. El profesor Harris había dicho que Chris iba a volver hoy a clase. ¿Estaba preparada para volver a verlo? Esa pregunta era un poco estúpida. Lo estuviese o no, debía acostumbrarme. Compartíamos instituto, clase y su taquilla estaba al lado de la mía. En teoría también compartíamos mesa, pero iba a hacer todo lo posible para que no fuese así nunca más.
—¡Abbie! —Oí que alguien gritó mi nombre. Me di la vuelta y miré a mi alrededor, pero no vi a nadie. ¿Ahora también oía voces?—. ¡Abbie! —Sentí a alguien acercarse por mi izquierda. Me quedé de cuadros cuando vi quién era—. Te sorprende verme —dijo, divertido.
—Hunter —exclamé, claramente sorprendida—. ¿Qué haces aquí?
—Bueno... He estado esperando a que me llamaras. —Miré al suelo avergonzada—. Pero viendo que no lo hacías, he decidido saltarme clase y venir a verte.
—¿Otra vez haciendo pellas? —le pregunté, divertida.
—Técnicamente, la otra vez no eran pellas —puntualizó.
—Técnicamente, deberías haber ido a ayudar a ancianos en residencias. —Apoyé el peso en una pierna, divertida.
—Técnicamente, tú deberías haberme llamado —contraatacó.
—No te dije que sí.
—Pero no me dijiste que no tampoco.
Nos quedamos los dos en silencio, observándonos el uno al otro sonrientes.
—¿Cómo estabas tan seguro de que me encontrarías aquí? —Cambié de tema.
—No lo estaba. —Rio—. Ha sido suerte.
—¿Debería llamar a la policía porque un desconocido me está acosando? —pregunté, divertida.
—¿Soy un desconocido? —Fingió ofenderse.
—Claramente. —Reí y pasé por su lado para ir hacia mi coche. Le oí caminar rápido hasta ponerse delante de mí, cortándome el paso.
—Arreglemos el problema, entonces. —Sonrió, coqueto.
—¿Quién ha dicho que yo tenga un problema con ello? —Volví a reír.
Hunter puso los ojos en blanco y sacudió la cabeza.
—Señorita Abbie... —Al ver que no iba a ayudarle con mi apellido, continuó—. ¿Me harías el grandioso honor de aceptar tener una cita conmigo? —me preguntó teatralmente.
¿Quién había dicho nada de una cita? Estaba loco si creía que iba a aceptar.
—Suena muy formal —contesté medio en broma. Acababa de salir de una relación. ¡Apenas llevaba un mes soltera!—. Tengo que ir esta tarde a por unos libros a la librería. Me puedes acompañar si quieres —le propuse.
—Está bien —aceptó alegremente—. ¿Paso a buscarte? —me ofreció.
—No te hagas el listo. —Reí y Hunter chasqueó la lengua—. Quedamos en la biblioteca municipal a las seis. Si quieres, luego puedo ir contigo a una cafetería, donde me pagaré mi propio chocolate —dije con orgullo y seguí mi camino.
—Sé puntual —me recordó y yo me giré para mirarlo.
—¡Dile a tu chófer que no se pierda! —Saqué las llaves del coche y me metí dentro, no sin antes oír la risa de Hunter.
Pensé en ir a Simon's. Mandé un mensaje por el grupo que tenía con mis dos mejores amigos para avisarles de que estaba allí y que podían venir a hacerme compañía, pero lo borré al instante. La relación entre Mack y Chad había cambiado. Era una situación extraña, porque siempre habíamos hecho todo los tres juntos, pero ahora... Esa ya no era una opción. Suspiré, frustrada. Ahora entendía por qué decían que no había que salir con los amigos.
Esperando a que volviera a sonar la campana, pensé en Chris. Tenía apenas veinte minutos para mentalizarme de que probablemente le fuese a ver. ¿Me saludaría cordialmente, haría como que no nos conocíamos o intentaría hablar conmigo? No lo sabía. Todas las opciones eran posibles.
Me bajé del coche cuando sonó la campana y entré corriendo al instituto.
—¡Chad! —grité cuando divisé su figura de lejos.
Se detuvo y se dio la vuelta. Corrí para alcanzarle y caminamos hacia su taquilla.
—¿Qué tal estás? —Me rodeó los hombros y me dio un beso en la coronilla.
—Acabo de suspender un examen y no llevo aquí ni un día —protesté.
—¿Por eso has ido a Simon's? —Le miré con el ceño fruncido—. He visto tu mensaje —me explicó.
—Lo siento, no me he dado cuenta. Lo he borrado en cuanto lo he pensado... —me disculpé.
—No pasa nada. —Se encogió de hombros, despreocupado—. Es lo que hay —dijo con una nueva indiferencia. Le escudriñé con la mirada—. ¿Qué pasa? —Me miró de reojo.
Llegamos a su taquilla y comenzó a guardar las cosas.
Algo no cuadraba.
—¿Por qué lo has dicho así? —pregunté con sospecha.
—¿Así como? —Me lanzó una mirada rápida.
—Como si no te importase.
Chad cerró la taquilla y se apoyó en ella.
—No es que no me importe, pero no voy a estar eternamente lamentándome por lo que ha pasado. Quiero mucho a Mack, a pesar de todo lo que ha ocurrido. Pero es hora de pasar página, ¿no crees?
Atónita, asentí la cabeza lentamente. No sabía muy bien lo que había pasado con Chad esas semanas, pero parecía un hombre nuevo.
—¡Guapísimos! —Kyle llegó y se colocó a mi lado. Me dio un abrazo rápido y miró a Chad sonriente. —Hola —le saludó.
—Hola —le saludó de vuelta. Chad se había incorporado y sonreía igual que Kyle. Ambos se quedaron mirándose fijamente unos segundos.
—¿Estamos en una competición de miradas y no me he enterado? —pregunté rompiendo el silencio.
—¿Vas a clase ahora? —le preguntó Kyle a Chad. ¿Pero qué pregunta era esa?
—¿Dónde va a ir sino? —contesté yo—. ¿Pero qué os pasa? —Les miré a los dos, buscando respuestas. Ninguno me respondió. Estaban embobados, y parecían haberse olvidado de que yo estaba allí también. Bufé y me marché indignada.
No me crucé con Chris en todo el día. Evité a toda costa ir a mi taquilla y corrí de un pasillo a otro mirando mis alrededores, alerta. Para mi sorpresa, Brandon tampoco fue a clase. Creía que le vería pasear por los pasillos como si el instituto fuese suyo, pero no fue así. ¿Sería por el accidente?
—¿Te llevo? —le pregunté a Mack al salir del instituto. Apenas la había visto en todo el día.
—No, viene a buscarme... —Las dos miramos al frente, encontrándonos con mi hermano apoyado en el capó de su coche. A Mack se le dibujó una sonrisa en la cara, y corrió en sus brazos.
—Hola —le saludé al llegar a donde ellos.
Ver a mi hermano besar a mi mejor amiga era todavía una imagen a la que me tenía que acostumbrar.
—Hola. —Me miró mi hermano—. ¿Vas a casa? —me preguntó. Mack se apoyó en su hombro y le rodeó la cintura con los brazos.
—Sí, voy a hacer un trabajo que me han mandado y luego he quedado. —Mack me miró.
—¿Cómo que has quedado? ¿Con quién? —preguntó, curiosa y emocionada al mismo tiempo.
—Voy a la librería a por unos libros para el trabajo con un chico que conocí un día que fui a... —Me callé y miré a mi hermano—. Un día que fui a dar un paseo. Ha venido a verme al instituto y hemos quedado hoy. —Me encogí de hombros. Mack pareció volverse loca.
—¿Pero tú por qué no me has contado nada de esto? —A Mack se le iban a salir los ojos de las cuencas—. ¡Me tienes que poner al día ahora mismo! —Antes de poder acercarse a mí, Mason la agarró suavemente de la cintura.
—¿No habíamos quedado para ir a comer? —susurró contra su cuello.
Mack pareció derretirse y sonrió embobada.
—Cierto... —susurró y me miró—. Pero tú no te libras. ¡Sé menos de ti casi que cuando no nos hablábamos!
—Exagerada. —Le di un beso en la mejilla—. Pasadlo bien.
De lejos, vi a Chad salir con dos chicas. Nos miró, y en vez de apartar la mirada dolido, salir corriendo o llorar, nos saludó y siguió su camino.
—¿Hablamos cuando vuelvas? —me preguntó Mason. Asentí con la cabeza. Podía adivinar de qué quería hablar conmigo.
Por la tarde, no me saqué de la cabeza la cita-no-cita que iba a tener con Hunter.
La biblioteca estaba vacía cuando llegué. Llegué diez minutos antes de la hora porque quería ir a mirar libros sola. Disfrutaba del silencio de una biblioteca una tarde entre semana. Era un lugar pacífico donde los libros y una buena historia podían hacerte olvidar de tus mayores problemas. En esos momentos, yo tenía unos cuantos.
En la planta de «Investigación» me encontré a Hunter hojeando un libro de la guerra de Troya.
—Hola —le saludé, haciendo que levantara la vista del libro. Sonrió en cuanto me vio.
—Hola. —Dejó el libro en su sitio y se inclinó para darme dos besos en las mejillas. Me sonrojé inmediatamente, lo que le hizo sonreír—. Estás guapísima. —Me dio un repaso y sonrió un poco más.
Mi cara era de un color rojo intenso, podía sentirlo.
—Gracias. —No me había arreglado, ni mucho menos, pero tampoco me había puesto la primera sudadera roñosa que había encontrado por ahí. ¿Hubiese ido así a la biblioteca a por libros si no hubiese quedado con Hunter? Eso era algo que nunca sabríamos.
—¡Bueno! —Dio una palmada—. ¿Qué hemos venido a buscar? —Miró a su alrededor.
—Unos manuales de Historia Contemporánea. —Sabía dónde estaban, así que caminé con decisión al pasillo donde los encontraría. Hunter me siguió de cerca.
—¿Qué tal la muñeca? Veo que mejor, ¿no? —me preguntó, interesado.
—Sí, me quitaron la escayola hace un par de días. Tengo que hacer unos ejercicios de rehabilitación, pero ya está casi como nueva. —La moví en el aire—. Aguantaría una buena pelea. —Di unos puñetazos en el aire de broma.
Hunter me miró divertido.
—¿Tienes experiencia?— Preguntó riéndose.
—Te sorprendería. —Suspiré, recordando la pelea que tuve con Britanny en el pasillo del colegio.
—Creo que esa historia es digna de escuchar —me alentó a hablar.
Me detuve en la sección que estaba buscando.
—En mi defensa, yo no la empecé —me excusé—. ¿Te acuerdas de la chica que me dijiste que conocías de mi instituto?
—Sí, Britanny. —Me agaché y analicé los títulos de los libros.
—Está obcecada en que yo le quité el novio y ese día se volvió loca y vino a por mí —le conté.
Entrecerré los ojos. ¿Dónde demonios estaban esos malditos libros?
—¿En serio?—me preguntó atónito.
Asentí con la cabeza.
—Me apartaron de ella antes de poder arrancarle las uñas postizas. —Un escalofrío me recorrió la columna vertebral al recordar los brazos de Brandon rodeándome el cuerpo, evitando que Britanny me golpeara.
—Yo habría apostado por ti. —Por fin encontré los tres libros que buscaba.
—De no haberlo hecho habrías perdido mucho dinero. —Le seguí la broma y comencé a caminar a la recepción.
—¿Y quién era ese novio que le habías quitado? —me preguntó, y me arrepentí ligeramente de haber conducido la conversación por ese camino. Apreté los libros en mis manos—. Si se puede preguntar, claro —añadió.
—No... No importa. Si ya es agua pasada. —No quería darle muchos detalles, así que debía ser cuidadosa con lo que decía—. Salí con él hace poco más de un año. Estuvimos juntos un tiempo hasta que me enteré que había estado haciendo muchas cosas a mis espaldas que sabía que no eran de mi agrado. —Intenté ser lo más ambigua posible—. Además, me puso los cuernos con una chica que se llama como una chuche. —Bufé.
—Vaya capullo. —Me intentó consolar. Le di las gracias a la mujer de recepción y salimos de la biblioteca—. ¿Entonces cuánto llevas soltera? —preguntó, y me removí incómoda otra vez.
—Mmmm... —Miré los coches pasar un momento. ¿Debía decírselo?—. Empecé a salir con otro chico hace un par de meses, pero... —Entorné la mirada. Aquella historia tenía la importancia que yo le fuera a dar y para mí, ni Chris ni nuestra historia valían nada. Hablar de ello era perder el tiempo—. El resumen y la moraleja de la historia es que los hombres dais asco. —Le sonreí y él se rio.
Caminamos calle abajo entre risas y bromas. Pensé que podíamos ir a por un chocolate caliente en la cafetería de la esquina.
Estuvimos toda la tarde riendo escuchando historias de cuando él era pequeño, de las gamberradas que hacía, de lo mal que le trataban sus hermanos mayores y el vínculo que tenía con su hermana pequeña.
No dejé que me pagara el chocolate. Como habíamos acordado, aquello no era una cita, y yo iba a pagar mi consumición. Él no estaba de acuerdo, pero no me dejé convencer.
Me acompañó al coche cuando ya se estaba haciendo tarde. Me lo estaba pasando tan bien que no me había dado cuenta de la hora que era. En esa cafetería, con Hunter, el tiempo parecía haberse congelado.
—Me ha encantado pasar la tarde contigo, Abbie. —Se colocó frente a mí—. Me gustaría poder repetir un día de estos. ¿Quizá algo más oficial...? —inquirió.
—¿Seguro que quieres pasar más tiempo conmigo? Soy bastante aburrida.
—Pues igual no te ves a ti misma como te veo yo, pero a mí me pareces una chica impresionante —me halagó y yo volví a ponerme roja. Por alguna razón que no podía controlar, Hunter había conseguido que me sonrojara aquella tarde más veces de las que a mí me habría gustado.
—No sé qué decir... —susurré, avergonzada. Hunter era un chico encantador, pero...
—Dime que este viernes vas a venir conmigo a cenar a un buen restaurante. —Me sonrió—. Es una cita. E invito yo —concretó. Sus ojos me miraban fijamente, esperando una respuesta afirmativa.
—Está bien —accedí. Me había divertido mucho esa tarde, y disfrutaba pasando tiempo con Hunter. ¿Por qué debía decir que no? No había ninguna razón de peso. Ninguna.
A Hunter se le iluminaron los ojos.
—Ya hablaremos de los detalles, entonces. —Llegó ese momento incómodo en el que los dos nos miramos con una sonrisa, sin saber cómo despedirnos—. Buenas noches, Abbie. —Se inclinó y me dio un beso en la mejilla, muy cerca de la comisura de los labios—. Descansa —me dijo suavemente al oído. Me mordí el labio, nerviosa.
Hunter se separó de mí y me abrió la puerta del coche.
—Nos vemos.
—El viernes —dijo antes de cerrar la puerta y marcharse.
Me quedé sentada unos minutos procesando lo que había pasado esa tarde. ¿De verdad acababa de aceptar tener una cita con Hunter? Tenía que llamar a Mack lo antes posible.
Cuando llegué a casa, Mason me esperaba en la cocina.
—Ey —le saludé. Me quité la cazadora y la colgué en el perchero.
—¿Qué tal? ¿Tienes tus libros? —Levanté la bolsa con los libros en respuesta.
—¿Qué tal con Mack? —Entré en la cocina y abrí el frigorífico. No había comido nada en toda la tarde y tenía hambre.
—Por poco vomita comiendo el puré de sepia, pero bien. Yo me he reído un montón —dijo sonriendo y con la mirada perdida. Asentí ligeramente con la cabeza y nos quedamos en silencio unos segundos—. Oye, Abbie...
—Mason, yo... —dije al mismo tiempo que él. Nos callamos los dos—. Habla tú.
Me senté frente a él.
—Mamá me ha contado lo que pasó —dijo finalmente.
Me tensé al instante.
—Vale. —Le di un mordisco a una manzana y esperé pacientemente a que dijera algo más.
—Siento no haberte dicho que mamá vendría. Llevaba intentando convencerla de que volviese días y justo decidió hacerlo cuando yo me marchaba. No me esperaba que fueras a recibirla tú —me explicó, arrepentido.
—Bien —dije con simpleza.
Mason frunció el ceño.
—¿No vas a decir nada más? —preguntó.
—No sé qué quieres que diga. Intenté hablar con ella, pero se marchó dejándome la palabra en la boca. No podrás decir que no lo he intentado. —Volví a morder la manzana.
—Te dije que está avergonzada. Y la forma en que tú la gritaste...
—Ni se te ocurra defenderla, Mason —le advertí.
Mason apretó los labios.
—Sólo digo que quizá si te esforzaras por perdonarla, las cosas volverían a su curso normal.
—¿Y cuál es ese curso normal? Que mamá venga a dormir tres veces a la semana y desaparezca el resto del tiempo? —Bufé—. Tanto tú como yo sabemos que eso no es normal. Además, es su turno de mostrar interés. No pienso volver a mover un dedo por ella —sentencié, furiosa.
—Podrías llamarla para decírselo —me alentó.
—Podría venir aquí y arreglar las cosas que ella ha roto —murmuré con rencor. Mason se dejó caer sobre la silla y me observó mientras yo devoraba la manzana—. Si quiere que la perdone, debe ganárselo.
Mason se quedó analizándome unos segundos más antes de levantarse de la silla y salir de la cocina. Suspiré y me masajeé las sienes.
Todo era demasiado complicado.
***********************************************
¡HOLAAA! Primero de todo, debo disculparme por el retraso, aunque tengo una razón de peso. Con todo lo que ha estado ocurriendo en Valencia, el domingo me pasé todo el día viendo vídeos, intentando compartir publicaciones para ayudar a los necesitados, leyendo noticias... Fue bastante abrumador porque lo que está pasando allí es HORRIBLE. Me parece vergonzoso todo lo que están y NO están haciendo por su pueblo. Por eso ayer no actualicé. Os mando todo el apoyo a mis lectores valencianos desde Burgos.
En relación al capítulo, ¡espero que os haya gustado! Me gusta escuchar vuestras teorías sobre lo que pensáis que va a ocurrir y sobre lo que opináis de los personajes. ¿Nos gusta Hunter? ¿Sabemos lo que le pasa a Chad? Está tan raro...
Como siempre, os animo a votar, a comentar, y a compartir la novela con los amigos y la familia, porque ya sabéis lo que dicen: "compartir es vivir". Y de paso, echadle un vistazo a mi cuenta en Tiktok, quizá encontréis algo interesante por allí. ¡¡¡¡Mi usuario es el mismo que aquí!!!!
Muchos besazos,
Elsa <3
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro