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CAPÍTULO 12: «VAS A TENER QUE QUITÁRMELO»

Me miré al espejo y suspiré. No me apetecía en absoluto salir de fiesta con Derek. Lo único que quería hacer era lamentarme en mi cama mientras lloraba como un niño pequeño por haber sido el mayor idiota del mundo.

—¿Te vas? —me preguntó mi madre detrás de mí.

—He quedado con Derek. —La miré a través del espejo mientras me colocaba el cuello de la camisa. Habían abierto una nueva discoteca recientemente y como Derek conocía al jefe, me había dicho que no tendríamos problemas para entrar.

—Déjame. —Mi madre se acercó por detrás y me cogió del brazo suavemente para darme la vuelta. La miré fijamente a los ojos mientras me colocaba el cuello de la camisa con dulzura. ¿Cómo era posible que una mujer tan buena, tan compasiva, tuviera que sufrir tanto? No era justo. Tampoco lo era que su hijo fuera un completo hijo de puta. Probablemente la había decepcionado. Probablemente deseara no haberme tenido. Probablemente...—. ¿Qué te ocurre? —Frunció el ceño y analizó mi cara.

—Nada. Estoy bien. —Sonreí, o al menos lo intenté. No respondió. Probablemente no la había convencido—. ¿Sabes lo mucho que te quiero, no, mamá? —le pregunté seriamente sin apartar mis ojos de los suyos. Tenía mucha suerte de tener una madre como la mía. Era la madre perfecta.

Ella sonrió, aunque la sonrisa no le llegó a los ojos.

—Yo también te quiero, cariño —me dijo con dulzura.

Me terminó de colocar la camisa y sonrió.

—Debería marcharme ya. Derek me estará esperando.

—Hijo, ¿te puedo hacer una pregunta? —Me miró preocupada y triste—. ¿Qué ha pasado con Abbie? —preguntó sin apartar los ojos de mí.

Tragué saliva y miré el suelo. No les había contado que Abbie y yo habíamos roto, pero suponía que era obvio. Desde esa noche, había dejado de sonreír.

—Ya sabes, mamá. —Mi voz sonaba ahogada—. A veces las cosas no funcionan —mentí y sentí un ardor en el pecho—. Y lo nuestro no ha funcionado. —Me costaba hablar. Quería romper algo.

Mis mentiras no convencieron a mi madre.

—Ven aquí —me ofreció sus brazos abiertos y no pude rechazarlos. Rápidamente, las lágrimas comenzaron a caer. No pude contenerlas, el dolor me sobrepasaba.

—He sido un idiota —murmuré entre hipidos. Le estaba mojando el camisón a mi madre, pero suponía que no le importaba. Apreté la tela entre mis manos y enterré la cara en su cuello. Dolía. Demasiado. No sabía si me estaba comportando como una nenaza. No sabía si el resto de chicos fingían que no les importaba nada y les funcionaba. Lo que sí sabía es que sentía un escozor constante en el pecho que me impedía respirar cada vez que pensaba en ella. Y desgraciadamente, ocurría a menudo.

—No sé qué ha pasado. Entiendo que no quieras hablar de ello. Pero tienes que luchar —me dijo mi madre al oído—. Nunca te he visto tan feliz como cuando estuviste con ella. Parecías una persona nueva, Christian. Habías recuperado tu luz, tu personalidad. Eras tú, cariño. No sé si ella es demasiado buena para ti, pero la quieres, de eso no hay duda. —Me cogió de los hombros y me separó de ella con suavidad. La miré a través de la cortina de lágrimas. Hipé y me limpié los ojos con la lágrima de la camisa—. Lucha por ella, Chris —me instó.

—No soy bueno para ella, mamá. La he hecho mucho daño. —Miré al suelo avergonzado. No me gustaba tener que confesarle a mi madre que su hijo era un completo gilipollas.

—Entonces, si de verdad lo que has hecho es irremediable, debes dejarla ir —me dijo firmemente—. Pero inténtalo. No te rindas. Muchas veces sólo hay que esforzarse un poco. —Me sonrió débilmente.

Asentí con la cabeza lentamente. Sabía que mi madre tenía razón, pero no estaba seguro de si Abbie se merecía de nuevo a una persona como yo después de todo lo que había pasado. Ella era mejor que eso. Era mejor que yo.

—Gracias, mamá. —Me volví a secar las lágrimas de los ojos. Probablemente si se enterase de lo que había pasado, me odiaría igual que Abbie, pero agradecía su cariño y su preocupación.

—Sabes que me tienes para lo que me necesitas. Soy tu madre. Firmé un contrato cuando naciste —bromeó y me hizo reír—. Ten cuidado —me dijo seria mientras me señalaba con el dedo. Asentí con la cabeza y me regaló una última sonrisa antes de salir de mi habitación.

Mi madre tenía razón. No me iba a rendir. Debía recuperarla, e iba a hacer lo imposible para conseguirlo. Y eso era una promesa.

(...)

—Derek, cabrón, ¿dónde me has traído?

Miré a mi alrededor y me fijé en la cantidad de personas que hacían cola para entrar.

—¡A la mejor discoteca que existe! —exclamó mientras me sacudía los hombros. Le fulminé con la mirada y Derek suspiró—. Joder tío, mejora esa cara. ¡Estamos aquí para pasarlo bien! —Volvió a gritar, llamando la atención de algunas personas que estaban en la cola—. Intenta olvidarte de todos tus problemas, macho. Esta noche sólo piensa en beber, bailar, y de paso... —Miró sonriente de arriba abajo a una chica que pasaba justo a nuestro lado con una prenda que no podía ni llamarse falda—. en ligar un poquito. —Me dio un codazo y le miré peor que antes.

—¿Pero tú no tenías novia? —le recordé.

—¡Yo estoy casado casi! —puntualizó—. Lo decía por ti, pero tienes razón. Nada de chicas. Es noche de tíos. —Me ofreció el puño y se lo choqué desganado. Qué poco me fiaba de mi mejor amigo—. Venga, macho. —Me rodeó los hombros eufórico—. ¡Las pivitas nos esperan! —Pegó un alarido y le pegué un puñetazo en las costillas—. ¡Joder! —chilló—. ¡Que era broma, capullo! —Me fulminó con la mirada mientras se agarraba el costado.

Caminamos hacia la entrada, donde un hombre de más o menos mi altura miraba a la gente pasar con los brazos cruzados. Derek se acercó con seguridad a él. Le susurró algo al oído e instantáneamente se apartó de la puerta, dejándonos pasar. Miré a Derek incrédulo y él me miró con una sonrisa triunfadora.

No hice preguntas y entré en el local. Recorrimos un pasillo iluminado por luces rojas y Derek abrió las puertas del fondo con un gesto majestuoso.

—¡Bienvenido a Cu Pietre! —gritó por encima de la música.

Admiré la discoteca. No me esperaba un local tan grande. Observé a las personas que bailaban, las señoritas que se movían en las barras de pool, pero rápidamente mis ojos se centraron en los miembros de seguridad que rondaban por el lugar, mirando y analizando todo lo que ocurría en la pista de baile. Los conté. Nueve. Fruncí el ceño. ¿Era necesaria tanta seguridad?

Antes de poder comentarle nada a Derek, tiró de mi brazo para bajar las escaleras.

Moverse entre la gente era difícil, pero conseguimos llegar a la barra en unos minutos.

—¿Lo de siempre? —chilló Derek en mi oído. Asentí con la cabeza y me apoyé en la barra mientras él pedía por los dos. Vi pasar a muchas chicas, y a otras muchas contonear las caderas en la pista de baile de una manera que meses atrás me habría vuelto loco. Sin embargo, ahora sólo podía pensar en lo mucho que deseaba que Abbie estuviera aquí conmigo.

O yo en otra parte con ella.

—¡Ten! —Derek me ofreció la bebida. Le di un sorbo y tuve que contener mi impulso de volver a escupirla en el vaso.

—¿¡Pero qué cojones le han echado a esto!? ¿¡Gasolina!? —exclamé y arrugué la cara con asco.

Derek se descojonó y me sacudió los hombros.

—¡He pedido que los carguen! —Me guiñó un ojo y le dio un sorbo a su bebida. Miré la mía y suspiré. Dos más de esos y acabaría doblado en el suelo del baño—. ¡Bebe, coño! ¡Pásatelo bien por una vez! —me gritó Derek al oído. Volví a suspirar, pero le hice caso. Se suponía que había salido para pasarlo bien, no para estar amargado.

Ya me arrepentiría de haber nacido mañana.

(...)

Llevábamos ya un par de horas en la discoteca y me costaba ver con claridad. Derek me estaba poniendo ciego a chupitos, y había perdido la cuenta a partir del noveno. No nos separábamos de la barra, y los camareros rellenaban nuestros vasos casi sin pedirlo.

Derek llevaba un rato tonteando con una chica, ignorando mi existencia. Le hubiese golpeado si no fuese porque uno de los camareros me hacía una visita cada diez minutos para servirme otro chupito.

—¿Te encuentras bien, bombón? —Una chica se acercó de manera muy provocativa. Llevaba la sonrisa cosida en la cara, y sus pestañas parecían patas de araña. Parecía que tenían vida.

—Sí —respondí secamente y le di un sorbo a mi cubata. Me di cuenta de lo que estaba haciendo y me detuve. Tenía que dejar de beber si no quería acabar en el suelo inconsciente.

—¿Necesitas compañía? —preguntó sensualmente. En otra época, quizá me habría parecido hasta guapa, pero en ese momento, verla tan de cerca sólo hacía que me entrasen ganas de vomitar. Y no era por el alcohol.

Me recorrió el muslo con la mano y no pude evitar mirar el gesto con asco. ¿No veía que no estaba interesado?

—Estoy bien, gracias. —Le cogí la mano y se la aparté. La chica me miró ofendida y se marchó por donde había venido, no sin antes murmurar un «gilipollas». Me levanté de la silla y con dificultad, me acerqué a mi mejor amigo—. Te lo robo un momento. —Le dije a la chica y tiré de Derek para que volviera conmigo—. No vuelvas a hacer eso. He tenido que soportar que cuatro chicas se acerquen para preguntarme si estaba solo, si quería bailar, y para colmo, ¡si las quería invitar a una bebida! —Bufé.

—¡Lo has tenido que pasar fatal! —dramatizó riendo.

Le fulminé con la mirada.

—Noche de chicos, ¿recuerdas? —le recordé enfadado.

De repente, Derek se puso nervioso y miró a los lados como si le hubieran pillado en una mentira.

—Sí, sobre eso... —Se rascó la nuca, y sentí que se me empezaba a pasar el pedo.

—¿Qué cojones has hecho, Derek? —pregunté tenso, conteniendo las ganas de soltarle una hostia. Quizá no había hecho nada, quizá me estaba emparanoiando y realmente...

—He llamado a Kelsey —confesó y dio un paso hacia atrás.

Le miré con los ojos abiertos, y una ola de furia me recorrió todo el cuerpo.

—¿¡Que has hecho qué!? —rugí y di un paso hacia él. Mirándome asustado, Derek fue a dar otro paso más, pero se chocó con la barra—. Júrame que estás bromeando ahora mismo —demandé, serio. No me podía creer que Derek hubiese hecho eso. Tenía que ser una broma.

—Tío, es que se nota que estás jodido. Entonces había pensado que... —empezó a balbucear.

—Estoy jodido porque mi novia me ha dejado y llamas a la loca que está obsesionada conmigo para ¿qué? ¿¡PARA QUE ME ACUESTE CON ELLA!? —le chillé en la cara. Había perdido la cabeza. Mi mejor amigo debía estar demasiado borracho.

—Joder colega, lo siento. Lo he hecho porque pensaba que así te sacarías a tu ex de la cabeza un rato —dijo arrepentido.

—No quiero quitármela de la cabeza. No quiero ver a Kelsey ni a ninguna otra chica. Que te quede claro. Sé que tú no entiendes el concepto de lealtad y respeto, pero para otros, no hay nada ni nadie que nos haga olvidar al amor de nuestras vidas. —espeté furioso. Derek me miró algo dolido. Me separé de él y respiré hondo—. Me marcho. No quiero estar aquí cuando llegue. —Dejé el vaso en la barra y sin decir nada más, me di la vuelta y comencé a deslizarme entre el gentío sudoroso.

Estaba muy cabreado, y por ello, empujaba a las personas sin cuidado. Quería salir inmediatamente de allí. Sólo tenía que llegar a las escaleras.

No me podía creer que Derek me hubiese hecho eso. Sabía que no había tenido malas intenciones y lo había hecho para intentar animarme, pero Kelsey era la última persona a la que quería ver. La última.

Y también era la persona que tenía justo delante de mis narices en ese mismo instante.

—Hola, Chris. —Me sonrió como siempre hacía. Su pelo platino estaba ahora más largo. Probablemente llevara extensiones. Estaba muy maquillada, demasiado para mi gusto. La chica no era fea, pero exageraba siempre todas sus facciones y parecía un monstruo. No quise ni mirar cómo iba vestida. Ella lo interpretaría como que estaba interesado y no le quería dar el gusto.

Apreté con rabia el móvil que había sacado hacía unos segundos de mi bolsillo para llamar a un Uber. ¿Por qué tenía tanta mala suerte?

Hostia ya.

—Kelsey.

—¿Cómo estás, amor? —Se acercó un poco más a mí si era posible y me miró de arriba abajo—. Veo que bien. —Su sonrisa se ensanchó algo más. Se me subió la bilis.

—Sí, gracias. Ha sido un placer verte, pero tengo que irme. —Levanté la cabeza, divisando de nuevo las escaleras que me ayudarían a escapar de este infierno.

Sentí una mano agarrar la mía.

—Quédate, acabo de llegar. —Me miró con ojitos de cordero degollado y batió sus pestañas.

Uf, qué plasta era aquella tía.

«Me cago en el puto Derek de los cojones», pensé.

—Me están esperando. —Lo intenté de nuevo, pero ella apretó su agarre.

—Por favor —me pidió. La miré y suspiré. No tenía caso intentar discutir con ella. Sabía que acabaría haciendo lo que quisiese.

Al ver que me había rendido, volvió a sonreír y tiró de mí, dirigiéndome de nuevo hacia la barra. Quería soltarle la mano, pero sabía cómo se pondría, así que dejé que me guiara hasta llegar al bar. Vi a Derek hablar con una camarera, y cuando se dio la vuelta con un nuevo cubata, nos vio venir. Escupió lo que estaba bebiendo, y nos miró pálido.

—¡Kelsey! ¿Cómo estás? —exclamó. Le dio dos besos y me miró de reojo. Lo iba a matar. Esa noche me llevaban a la puta cárcel.

Aproveché que Kelsey se había acercado a Derek para soltarle la mano. No pasó desapercibido, porque Kelsey me miró y sonrió, divertida. Disimulé y le llamé la atención a un camarero para que me pusiera un cubata. Se me había pasado el pedo, y no iba a poder aguantar aquello si no estaba borracho.

—¿Me pides un Cosmopolitan? —me preguntó sonriente. No la respondí, aunque ella sabía que lo haría—. ¿Cómo estás, Derek? Me he alegrado mucho cuando me has llamado. —Miré a Derek y él me miró con cara de disculpa. Bufé. Se iba a enterar—. No sabía que Chris lo había dejado con su novia. —Mi cuello se giró a toda velocidad para mirar a Derek con los ojos bien abiertos y con una nueva oleada de furia recorriéndome el cuerpo. ¿También le había dicho que Abbie y yo ya no estábamos juntos? Me debían estar grabando—. Qué pena... —murmuró con fingido pesar. Se notaba que Derek quería desaparecer, pero me iba a asegurar personalmente de que él tuviese que aguantarla de la misma manera que lo iba a tener que hacer yo.

La siguiente media hora, Kelsey hizo lo imposible para llamar mi atención. Me había sentado en uno de los taburetes porque me estaba empezando a doler la espalda. Me habían aconsejado reposo porque tenía no sé qué cojones en la espalda, y se me cargaba en cuanto me quedaba de pie mucho tiempo.

La estuve ignorando todo lo que pude. Había sacado el móvil y me había puesto a mirar fotos que me había sacado con Abbie. Derek estaba ocupándose de Kelsey, y notaba que se estaba exasperando, pero me la sudaba. Él la había llamado, él la aguantaba.

Cuando me topé con una foto que le había sacado a Abbie de manera desprevenida en mi casa cuando estaba jugando con Lily, una mano con uñas postizas me quitó el móvil de las manos.

—Ya es suficiente. Llevas todo el rato que llevo aquí sentado mirando fotos de tu ex —dijo indignada.

—No la menciones —dije serio y con tono amenazante. Ella sonrió—. Devuélveme el teléfono, Kelsey. —Tendí la mano, perdiendo la paciencia.

—Venga, Chris... —ronroneó sensualmente—. Dame una oportunidad. —Ignoró mi mano tendida y pegó su cuerpo al mío—. Seguro que consigo que te olvides de ella. ¿Ya te has olvidado de lo bien que nos lo pasábamos juntos...? —susurró en mi oído.

Tragué con dificultad y estiré el cuello para que no tuviera acceso a otras zonas prohibidas.

A pesar de mis intentos para alejarme de ella, me dio un beso en el cuello, y me entraron de nuevo ganas de vomitar. Odiaba que sintiese que podía hacer lo que quisiera, pero era parcialmente culpa mía, así que no podía hacer nada más que aguantarme.

Me dejó un recorrido de besos desde detrás de la oreja hasta el cuello y comenzó a subir. Sabía qué buscaba, así que me puse de pie casi de un salto y la aparté de mí.

—He venido a beber y bailar. No quiero nada esta noche, Kelsey —la rechacé lo más cordialmente que pude. Miré a Derek para que me la quitara de encima, pero estaba hablando con uno de los de seguridad. Joder, le iba a arrancar la puta cabeza—. Ahora, devuélveme el teléfono. —Intenté sonar firme, pero mi voz me falló. Kelsey lo notó también.

Se separó de mí con una sonrisa y sin apartar la mirada de la mía, metió mi móvil entre sus tetas. Miré al cielo, inspiré hondo e intenté relajarme. No podía dejar de cagarme en los putos muertos de Derek, quien por cierto, había desaparecido.

—Vas a tener que quitármelo —me dijo y se mordió el labio provocativamente. ¿En qué momento me había acostado con aquella chica? No era nada comparado con Abbie. Sacudí la cabeza y me centré. Tenía que conseguir ese teléfono fuese como fuese.

Kelsey me tendió la mano. La miré durante unos instantes, deseando dar con otra opción, una salida, pero no se me ocurrió nada. Acepté su mano y tiró de mí hacia la pista de baile.

Nos llevó hasta el centro, donde era imposible respirar, y mucho menos moverse. Se pegó a mí todo lo que pudo y empezó a moverse al ritmo de la música. Yo, que todavía conservaba el último cubata que me había pedido desde que había llegado Kelsey, me lo bebí de un trago.

¿Por qué siempre acabábamos igual?


************************************+

¿EEEEEEHHHH? ¿PODEMOS HABLAR DEL CAPITULAZO? Sé que es corto, pero OSTRAS, es intenso.

¡¡¡HOLA DE NUEVO AMORES!!! ¿Qué tal todo? Yo estoy empezando a sentirme un poco bastante agobiada porque empiezo el máster mañana y sumado con el trabajo, no sé de dónde voy a sacar tiempo para leer y escribir. ¡¡Y ESO ME PONE TRISTE Y ME ESTRESA!!

Aún así, no os dejo sin capítulo. Derek y Chris son como Zipi y Zape o qué. Los amo juntos JAJAJAJJA su dinámica, su todo. AMO. Y podemos hablar de que justo ellos han salido el mismo día que otras dos que yo me sé... y que los cuatro han ido a una discoteca que acaba de abrir... ¡SOSPECHOSO!

¿¡Qué pensáis que va a pasar!? YO LO SÉ MUAJAJAJJAJAJAJ

Como siempre, os animo a votar, a comentar, y a compartir la novela con los amigos y la familia, porque ya sabéis lo que dicen: "compartir es vivir". Y de paso, echadle un vistazo a mi cuenta en Tiktok, quizá encontréis algo interesante por allí. ¡¡¡¡Mi usuario es el mismo que aquí!!!!

Muchos besazos,

Elsa <3


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