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|| Capítulo 25 ||

(Se recomienda leer el capítulo escuchando Those Eeyes de New West)

Una semana ya había pasado, no había vuelto a hablar con Emma o con Meison.

Cuando le conté a Sheila como sucedió todo, ella como siempre me hizo ver que era necesario que supiera todo ahora, porque con todo lo que había sucedido, yo había madurado bastante y había vuelto a Dios, de otra forma esto hubiera sido mucho peor.

El hecho de saber que Andrés estaba muerto, me daba cierta paz, porque solo así tenía la garantía de que Sheila estaría a salvo por siempre, al menos de él. En cuanto a Ryan, bueno, eso era algo que todavía no pudimos resolver, pero Emma dijo que se encargaría de hacer justicia.

Un acosador y tal vez futuro violador acechando en una universidad, ¿por qué todos estaban de su lado? No podía entenderlo, pero tenía que confiar en que todo estaría bien, por más difícil que fuera.

Debíamos volver a la universidad para hacer una tarea de filosofía, pero antes de eso, Sheila quiso acompañarme a ver la tumba de mi hermana, algo que no hice nunca. No tenía el valor de venir hasta el cementerio y ver el nombre de mi hermana tallado en una piedra.

Al leerlo, una lágrima recorrió mi mejilla, pero de alguna forma, sentí que ahora ella estaba en paz. No precisamente por la muerte de Andrés, sino porque ya conocía la verdad sobre su muerte y me había sacado un gran peso de encima.

Era algo que no me dejaba dormir y pensar todos los días en eso, me mataba lentamente, pero al menos antes de morir supe la verdad. Mi corazón estaba en paz y eso no tenía precio alguno.

Dejé las flores amarillas sobre aquella lápida sucia por la tierra y las telarañas que había en ella. Sheila me abrazó por la espalda y dejó un beso tierno en mi mejilla.

—¿Quieres estar a solas?

—Me gustaría, si no te molesta.

—Claro, amor, te espero en el auto —dejó otro beso en mi cabeza y sus brazos me soltaron lentamente.

Se fue alejando lentamente, hasta que solo yo y el alma de mi hermana estaban presentes.

—¿Sabes? Sheila te habría agradado mucho, realmente es una hermosa persona y jamás habría llegado hasta aquí sin ella —hice una pausa—. Sé qué quieres que sea feliz y lo haré, solo que aún faltan cosas por resolver, pero te prometo que no volveré a alejarme de Dios y qué cuando nos volvamos a ver cuando muera, estarás orgullosa de cómo viví mi vida luego de estar en paz conmigo misma —sonreí de lado.

—Creo que su hermana estaría muy orgullosa de usted —dijo una voz masculina.

Me giré para saber de donde provenía la voz y noté que había un hombre que estaba limpiando algunas tumbas cerca de mí, pero curiosamente no había nadie hasta hace un segundo.

—¿Disculpe? ¿Cómo podría saber eso? —me acerqué lentamente al hombre de uniforme y gorra de azul oscuro.

—¿Eres Thalía McCook? La hija menor de Karen Layer, su esposo fue Andrés McCook, ¿no? —asentí levemente—. Lo imaginé, tu madre venía aquí cada semana y dejaba flores amarillas, decía que eran las favoritas de su hija mayor. Siempre relataba como sus hijas eran su mayor orgullo, porque eran muy fuertes, pero lo curioso es que siempre se arrepintió de no haberles dado una vida mejor.

—No fue una santa, hizo muchas cosas mal.

—Puede ser, pero al menos ella notó su error y trató de estar para ti —dijo el hombre, tratando de animarme.

—Ya era tarde —dije secamente—, mi hermana ya había muerto.

—Tu madre estaba muerta en vida, dijo que su único aliento de esperanza eras tú, pero a veces se sentía una mala persona, porque ella decía que no había nada peor que el hecho de que tus hijos se alejen de ti y cuánta razón tuvo.

Eso me hizo pensar en que tal vez mi madre había destrozado la vida de Emily, pero también era una víctima de Andrés, aunque pasará un buen tiempo hasta que pueda perdonarla. Todavía era algo que no tenía resuelto dentro de mí y necesitaba tiempo para perdonarla.

—Gracias por lo que dijo —levanté la mirada y repentinamente el señor no estaba.

Fruncí el ceño confundida y solo pensé una cosa; era una señal de Dios, para saber que ambas estaban bien y felices de que ahora sabía la verdad.

Sonreí de lado y me alejé de la tumba de mi hermana, para que finalmente pudiera descansar en paz.

|| ꧁෴ ਬੇ - ਓ ෴꧂ ||

Cuando llegamos a la universidad, estaba feliz de saber que mi hermana se había comunicado conmigo de alguna manera, aunque fuera algo prácticamente paranormal.

Mientras caminábamos por los pasillos, todos nos miraban extraños, los comentarios esta vez eran peores que los de siempre, todos miraban el celular asombrados e impactados, como si hubieran visto un fantasma frente a sus ojos.

Los murmullos no dejaban de aumentar, nos miramos mutuamente, tratando de averiguar aquello que estaba sucediendo. Sin más nos dirigimos hacia los vestuarios, apoyamos nuestras cosas en el banco y de repente oímos como unos pasos de varias personas se acercaban hacia nosotras.

Nos dimos la vuelta y las ex amigas de mi novia estaban frente a nosotras con una cara de pocos amigos.

—¿Qué quieren? —pregunté secamente.

—Dime, Sheila, ¿es verdad que las mujeres besan mejor que los hombres o solo es un mito para que a todos se nos pegue su enfermedad?

Rodé los ojos ante su comentario absurdo, pero luego entendí que no tenía sentido que le preguntara eso a ella, si nadie sabía que le gustaban las mujeres.

—N-no l-lo s-sé, ¿c-cómo podría saberlo? —preguntó con dificultad.

—Tú dime, Sheila, las fotos que se ven en instagram no mienten —reveló con maldad.

En ese instante Sheila se quedó inmóvil y perpleja. Tomé mi celular y busqué la cuenta de la escuela, aquella que no seguía porque no quería que ningún homofóbico me escribiera.

Lo que vi no me sorprendió, pero me asusté al saber que esto podría dañarla.

Fotos de nosotras dos juntas estaban por toda la cuenta de la universidad, había fotos de nosotras entrando al baño y de la vez que ella me había tomado de la mano en la cafetería, cuando me estaba dando apoyo y otras fotos de tantos otros momentos que ella estuvo para mí y viceversa.

Sheila no merecía esto, nadie merecía ser expuesto de esta manera.

Mi novia tomó sus cosas y salió corriendo con lágrimas en los ojos.

Sabía que Ryan estaba detrás de esto e inmediatamente le mandé un mensaje a Jason para que le dijera a Emma, porque esto era considerado acoso y teníamos pruebas irrefutables.

Tomé mis cosas y salí del vestuario en busca de Sheila, quien corría por los pasillos, hasta que se metió en un salón. Al entrar cerré la puerta y ella dió un fuerte golpe a la mesa, debido a la frustración y el miedo que tenía.

Me alteraba verla así de violenta, porque nunca la había visto así y eso me preocupaba demasiado. Podía entenderla a la perfección, tenía miedo, miedo de salir y ser libre, miedo del que dirán y sobre todo, miedo a cómo esto podría afectarle.

No tenía idea de que hacer, así qué solamente la tomé de las manos e hice que sentara en una silla, la miré a los ojos, mientras agua caía de estos como si fuera una cascada.

—¿P-por qué? —preguntó entre lágrimas.

—Todo estará bien, mi amor —acaricié sus manos.

—¿En serio? ¿Crees que todo estará bien? ¡¿En serio?! —exclamó alterada.

—Sheila, escú...

—¡No, Thalía! ¡No quiero escucharte! ¡Quiero que me dejes en paz! —alejó sus manos de las mías y se levantó abruptamente.

Me dio la espalda y juro que podía sentir en mi piel como sus lágrimas caían, como su corazón se aceleraba rápidamente y el caos que era su cabeza. No había ninguna parte de sí misma que la dejara olvidar quien era en verdad y realmente le atormentaba no poder ser libre por voluntad propia.

—Te entiendo, estás alterada, tienes miedo de que todos vean a la verdadera tú, porque a la vez tienes miedo de perder todo aquello que luchaste por conseguir en este mundo cruel, tienes miedo de que tu vida se vuelva el mismo infierno y te entiendo, pero tienes que escucharme, yo...

—No tengo miedo de eso, Thalía —suspiró con miedo.

Se dio la vuelta, sus manos estaban unidas, estaban rojas de la presión que ella sentía, su labio inferior temblaba y sus mejillas estaban rojas.

Me acerqué a ella lentamente y cerró los ojos con fuerza.

—No tengo miedo de perder lo que tengo, sino a quien tengo a mi lado...

—Tu familia te apoya, nuestres amigues y yo también, ¿a qué le temes?

—A qué sepas la verdad... —bajó la mirada al suelo.

—¿Qué verdad, Sheila? —fruncí el ceño, confundida,

—No fue casualidad que me haya acercado a ti... yo...

Estalló en llanto, era tanto el dolor que sentía, que no dejaba de llorar, pero ahora la que estaba asustada era yo, porque me aterraba saber que ella me había ocultado algo que parecía ser relevante.

—Yo te conocía desde antes que entraras a esta universidad, pero al parecer tú no lo recuerdas...

—¿Qué dices? Yo nunca antes te había visto.

—Éramos niñas —hizo una pausa para controlar sus lágrimas—, estaba en el baño de la escuela y apareciste...

De repente recordé a esa pequeña niña asustada por aquella pelea que había tenido con su hermano, como si fuera lo peor del mundo. Como si fuera acto de Dios, recordé que aquella niña era rubia de ojos verdes, pero yo jamás hubiera pensado que la niña y mi novia eran la misma persona.

—¿Cómo puedes ser tú? Nunca más te volví a ver —dije tratando de entender lo que estaba sucediendo.

—Porque nos mudamos y me cambié de escuela.

—¿Ibas a decírmelo? —pregunté con los ojos cristalizados.

Ella no respondió, dándome a entender que nunca lo haría.

No sabía qué hacer, porque no quería dejarla sola en un momento como este, pero eso no significaba que yo no estaba dolida por todo esto. Ahora entendía porqué aquella melodía se me hacía familiar, seguramente ella la había tarareado, pero con todo el sufrimiento que hubo en mi vida, mi mente bloqueó un momento tan insignificante para ese entonces.

—¿Por qué me lo dices ahora?

—Porque Ryan sabe que nos conocíamos y preferí que lo supieras por mí y no por él.

Me sentía traicionada, dolida y sobre todo, usada. ¿Quién decía que ella no se acercó a mi para algo más? Tuve razón desde el principio, ella se acercó por un interés en específico.

—¿Esto es real? —levantó la mirada—, ¿Existe un nosotras?

En sus ojos noté como el pánico se estaba apoderando de ella, como si una espécie de oscuridad opacara ese brillo tan característico de sus bellos ojos. Mi corazón estaba cegado de ira, pero debía oír lo que tenía que decir.

—Luego de que tú me hayas consolado, sentí que había encontrado a la niña más bonita del mundo, tu sonrisa era brillante, como la luna en la noche, pero por desgracia nunca supe cómo encontrarte. Cuando te vi en el pasillo, creí que sería una buena oportunidad acercarme y agradecerte, pero me recibiste con tanto rechazo, que imaginé que me habías olvidado.

Así qué ambas sentimos atracción desde aquel entonces, desde que éramos niñas, pero aún así, eso no justificaba el hecho de que me lo ocultó durante meses.

—Vamos a hacer una cosa, voy a... voy a estar a tu lado en este momento, porque te amo y no quiero que sufras, pero eso no quiere decir que esto no me afecte, ¿de acuerdo?

—Thalía, yo... —estiró sus brazos para acercarse a mi, pero me alejé rápidamente.

—Necesito tiempo, Sheila, no es fácil saber que siempre tuve razón.

—¿En qué?

—En qué te acercaste a mí con un motivo, yo sabía que no era casualidad.

—Dios quiso que nos pudiéramos reencontrar, Thalía y aunque no estuve bien en ocultarte la verdad, eso no quiere decir que no te ame.

—Pero quiere decir que me ocultas cosas y por lo tanto, no puedo confiar en ti —dije secamente.

Ella tragó grueso.

Sabía que la estaba incomodando, ¿pero acaso ella en algún momento había pensado en mí? ¿En algún momento pensó en las consecuencias de sus acciones? No, simplemente pensó que ocultar la verdad sería lo mejor, porque nunca la descubriría, a no ser que Ryan me lo dijera y así arruinar nuestra relación.

Me sentía una idiota por no haberlo visto venir, era tan obvio, ¿sino de dónde más reconocería esa melodía? No era casualidad, porque era la misma melodía que tocábamos en clase de música, la cual odiaba, porque era horrible.

Fue necesario que ella me lo dijera, porque sino mi inútil cerebro no habría podido descifrarlo.

Ni siquiera tenía idea porqué estaba molesta, si por el hecho de que expusieran a Sheila ante toda la escuela o el hecho de que me ocultó la verdad durante todo este tiempo.

—Quiero que sepas que no me molesta que todos sepan la verdad sobre mis preferencias sexuales —me miró a los ojos y se acercó lo suficiente, hasta que nuestras narices se rozaron—, me molesta saber que puedo perder tu amor por el miedo, eso, duele más que morir sin haber vivido con el privilegio que es tu amor. Thalía, espero que un día me puedas perdonar y entenderé si quieres tomarte un tiempo para pensar las cosas.

—¿Lo entiendes? —ironicé.

—Tienes todo el derecho de estar furiosa conmigo, solo no te olvides que te amo, porque sin ti el sol no brilla y la noche es oscura, como un callejón sin salida.

Creo que era la primera vez que la oía hablar de esa manera, como si esas palabras fueran sacadas de un libro de romance, como si esas palabras fueran a quedar grabadas en piedra para toda la vida.

Miré sus ojos y vi que temía más por perderme, que por perder todo lo que había conseguido en la universidad. No sabía si podía confiar en ella o no, necesitaba tiempo para asimilar las cosas.

Iba a decir algo, pero en ese preciso instante mi celular comenzó a sonar, al sacarlo de mi bolsillo noté que Emma me estaba llamando. Al atender, me dijo que saliera a la puerta de la universidad, que los oficiales de policía estaban aquí.

Fuimos corriendo inmediatamente, al toparnos con Jason y les demás, nos contaron que Emma descubrió que fue Ryan quien había expuesto a Sheila, junto a sus ex 's amigos.

Quienes nos miraban mal, murmuraban en nuestra contra, diciendo que Ryan estaba salvando a la universidad de que se volviera un lugar impuro para estudiar y quienes no decían nada, nos miraban con asco y desprecio.

A pesar de los murmullos de las personas, a pesar de las miradas mal intencionadas que nos estaban matando lentamente, a pesar del dolor que sentía, tomé la suave mano de mi novia y la acaricié lentamente, porque no quería que tuviera miedo, quería protegerla, porque ella era mi punto débil y era tan hermoso, como horrible.

La peli marrón esposó a Ryan, mientras él gritaba que era inocente, que lo habíamos inculpado por ser heterofóbicas. Cuando lo metieron a la patrulla, ella se acercó a nosotras y me sonrió de lado.

—Tendrá una orden de alejamiento para ambas y tal vez un año de cárcel, debo hablarlo con el juez, pero puede ser que al menos haga trabajo comunitario.

—¿Por qué nos ayudaste? —preguntó la rubia.

—Porque perdí al amor de mi vida —me miró con pena— y quiero que sea feliz con el amor de su vida, aunque eso implique que mi infelicidad —respondió con un nudo en la garganta.

Sheila soltó lentamente mi mano, para luego abrazar a Emma. Le sorprendió ese abrazo cálido y sincero, pero lentamente le devolvió el abrazo, como si fueran las mejores amigas de una película de Hollywood.

—Cuídala, Sheila, que vale oro —le dijo al oído.

Se separaron y ambas me observaron.

—Es posible que más tarde necesite sus declaraciones nuevamente, para que queden registradas y nadie tenga dudas sobre lo que sucedió.

—Claro, iremos a la comisaría —afirmé y la rubia asintió.

|| ꧁෴ ਬੇ - ਓ ෴꧂ ||

El resto del día estuvimos en la comisaría, como acordamos. Cada une de nosotres dió la declaración sobre cómo sucedieron los hechos, sobre cómo él se burlaba de nosotros, sobre el acoso que tuvimos que sufrir por él y por todos los demás compañeros de clase.

Cuando llegó el turno de Sheila, noté que su pierna temblaba por la ansiedad que esto le producía, así qué me senté a su lado, entrelacé su mano con la mía y dejé un beso en su cabeza, para darle el apoyo que necesitaba.

Seguía molesta por lo que sucedió, pero eso no me impediría estar para ella en momentos tan complejos como estos. Emma salió de la sala de interrogatorio, junto con Klex y nos dijo que debíamos entrar.

Con miedo, nos levantamos y la acompañé hasta que se sentó en la silla. Su labio inferior temblaba y me miró con miedo, porque era aterrador recordar todo aquello que sufrimos y saber que pudo haber sido evitado, pero ella era fuerte y Dios la ayudaría a atravesar este mal momento.

Acaricié su cabeza suavemente.

Emma cerró la puerta y se sentó frente a Sheila.

—Dios y yo estaremos contigo, al igual que tus padres y te protegeremos siempre —elevó un poco la comisura de sus labios y asintió.

—Dime, Sheila Dankworth, ¿Qué te hizo Ryan Jensen y por qué lo denunciaste anteriormente?

—Hace unos meses Ryan Jensen insistía en que debía acostarme con él, porque yo era virgen y según él, ya era hora de dejar de serlo, me opuse todas las veces en las que él insistía y así comenzó todo esto...

Ella siguió relatando todo a detalle, como cuando nos conocimos y Ryan comenzó a hacerme burlas, a ofenderme y a tratar de dañarme psicológicamente, siendo que por culpa de él tuve varios ataques de pánico que en su momento necesité de la ayuda de Sheila para poder controlarlos. También mencionó las miradas mal intencionadas de sus ex 's amigas y los comentarios e indirectas homofóbicas que hacían contra mi.

En ese momento me di cuenta que lo que habíamos sufrido era demasiado. En mi vida era normal el maltrato y de cierta forma, lo había normalizado. Sin embargo, al oír eso de mi propia novia, quien era una parte de mí, me rompió aún más.

Verla en ese estado por un idiota enfermizo, me daba demasiada impotencia, pero al mismo tiempo, saber que aquella niña que me había encantado desde la primera vez que la vi, era ella, me daba una pequeña sensación de paz.

Tal vez si fue Dios quien nos puso en el mismo camino.

Cuando terminó de hacerles las preguntas necesarias, noté que soltaba mi mano lentamente, hasta ahora, no me había dado cuenta que su mano sostenía la mía. La acompañé afuera, en donde Jason y sus padres la estaban esperando.

—Iremos a casa, ¿vienes? —preguntó amablemente el rubio.

—Gracias, pero prefiero estar a solas un poco, esto fue demasiado.

—¿Volverás? —levantó la mirada rápidamente, con temor a mi respuesta.

—Sí, Sheila, solo necesito tiempo.

—¿Tiempo? ¿Acaso pelearon? —nos miró confundido.

Me acerqué a mi novia, ignorando el comentario de Jason y dejé un beso en su frente. Claro que no quería dejarla en un momento así, pero necesitaba mi espacio.

Ellos cuatro se fueron y me quedé platicando con Mayik y Klex, quienes me ofrecieron ir a mi antigua casa a pasar la noche si lo necesitaba. Elles no sabían del problema, de la verdad que mi novia me había ocultado, Temía decirles, porque solo así se haría más real de lo qué ya era y me daba pánico volver a confiar en alguien y que me traicionara de esa manera.

No tenía ningún motivo por el cual no volver, porque en base a mi familia, todo estaba resuelto. A mi manera hice las paces con mi madre, dejé que Emily descansara en paz y Andrés no me hará más daño.

Esa parte de mi vida la había superado, ahora solo faltaba superar a Ryan y a esta gran revelación.

Durante el viaje, ningune de les tres dijo algo, nadie quería comenzar la conversación y por mí estaba bien. No sabía si estaba lista para enfrentar esto.

Tal vez estaba haciendo demasiado dramática, ¿pero cómo se supone qué debería lidiar con algo así? Era mala lidiando con mis emociones y esta situación me ponía a prueba.

Cuando llegamos a mi antigua casa, Klex se bajó del auto y dijo que entraría para ir a bañarse, así nos dejaría a solas. Mayik se pasó al asiento de adelante y me miró.

—¿Qué sucedió?

—¿Ella te dijo?

—No, pero en tus ojos hay mucha decepción y sé que tiene que ver con ella, sino no tendrías esa cara.

—Es que lo de Ryan fue...

—No —interrumpió—, esta cara que tienes es cuando pasa algo malo con una persona que amas, se ve en tus ojos. Dime que sucedió.

Suspiré.

Le conté que Sheila me había mentido durante meses y que no sé si podría volver a confiar en ella, le comenté sobre cómo nos conocimos cuando éramos niñas y el porqué ella se acercó a mí.

Mayik se lo tomó con naturalidad, no le sorprendió en lo absoluto y me pareció extraño.

—Entiendo tu reacción y déjame decirte que te felicito por acompañarla en un momento como el de hoy, a pesar de tus sentimientos, pero ahora piensa en ella.

—Eso hago siempre.

—Estás pensando con la cabeza, pero piensa cuán difícil debe haber sido para ella ocultarte esto. Piensa que al principio tú eras muy arisca con ella, solo te faltaba darle una patada para que se fuera de tu vida, pero sin embargo, pese a que la querías lejos, Sheila permaneció a tu lado, porque sabía que aquella niña sonriente estaba dentro de ti —hizo una pausa—. Los sentimientos a veces nos ciegan, pero piensa cuan destrozada debe estar, sintiéndose culpable, creo que deberían platicar con calma y arreglar las cosas.

—Puede ser, pero tengo miedo de que me vuelva a mentir o a ocultar algo.

—¿La amas?

—Claro, sin ella me muero.

—Entonces no tengas miedo de nada, porque el amor que ambas se tienen mutuamente, les dará las fuerzas para arreglar sus diferencias.

Tal vez tenía razón, si lo pensaba bien, ella sí podría haberme hecho daño, pero no lo hizo, se quedó a mi lado y era mi momento de ponerme en el lugar de ella, así como ella siempre se puso en mi lugar y respetó todo aquello que no le había contado debido a mis traumas. Sheila nunca me juzgó y yo no podía juzgarla como al principio, no me correspondía.

De repente, oímos algo que golpeó el vidrio del auto, al alzar la vista noté que era el pequeño colibrí que me había unido a Sheila en el pasado. Fruncí el ceño al preguntarme cómo había llegado hasta aquí.

El pequeño aleteaba muy rápido y se dirigía hacia adelante, pero también hacia atrás, como si quisiera guiarme a algún lado.

—Mayik, sigue al colibrí.

—¿Por qué? Es solo un ave.

—Solo hazlo, creo que quiere llevarme a algún lugar.

Mayik encendió el auto y comenzamos a seguirlo por toda la ciudad. La verdad no tenía idea de cómo me había encontrado, pero suponía que se había memorizó la ruta de mi antigua casa cuando fuimos a vivir a la casa de Sheila y su familia.

Cuanto más conducía, más me daba cuenta que nos estaba llevando hacia la casa de Sheila, pero el colibrí iba tan rápido, que mi corazón comenzó a acelerarse imaginando que algo malo había sucedido y que por eso, él me llevaba hasta ella.

Cuando llegamos a casa, Mayik se detuvo y le dije que volviera, que más tarde le mandaría mensaje. Bajé del auto y el colibrí me llevó hasta el patio trasero, donde Sheila estaba acostada sobre el pasto, mirando las estrellas, con lágrimas en los ojos.

—¿Y si ella no vuelve? ¿Qué haré sin ella, Dios? Debe odiarme y no la culpo, le mentí y eso suele arruinar una relación —se lamentó.

—Al menos tuviste el valor de decírmelo, aunque sabías que me podrías perder.

Al oír mi voz, giró su rostro, y al mirarme me ignoró.

—Genial, llevo llorando toda la noche y ahora imagino que está parada cerca de mí —ironizó.

Sonreí de lado por su incoherencia. Me dolía que estuviera llorando desde hace horas, no quería ocasionar lágrimas en sus bellos ojos.

Me senté a su lado, para luego acostarme en el césped. Giró su rostro y al notar sus ojos rojos de tanto llorar, noté que realmente estaba arrepentida de haberme ocultado la verdad.

Sabía que nunca tuvo mala intención, pero mis inseguridades eran tan grandes, que me dejé guiar por ellas y eso es lo peor que le puede suceder a alguien. Dejarse guiar por inseguridades y arruinar algo bueno.

—¿Eres real?

Con mi mano derecha busqué su mano izquierda y la acaricié lentamente, hasta que entrelacé nuestras manos y ella sonrió.

—Demasiado real creo.

—Perdón por no habértelo dicho antes, es que cuando nos conocimos eras tan cerrada, tan arisca, que tuve miedo de que nunca más me volvieras a hablar.

—También quería pedirte perdón, hablé con Mayik y me hizo ver cuán egoísta estaba siendo.

—Ambas actuamos de mala manera.

Asentí y me puse boca abajo, para luego dejar un beso delicado en sus labios. Miré sus ojos y pude admirar ese brillo que la caracterizaba.

—Prometo no mentirte más, ni ocultarte nada —dijo con seguridad.

—Yo también, ¿por el meñique?

Soltó una pequeña risita, como si fuéramos dos niñas jurando una promesa que tal vez no se cumpliría, pero no era nuestro caso. Nuestro amor estaba escrito desde siempre y aunque fue de una forma extraña, me alegraba que Dios la haya puesto en mi camino nuevamente, porque ahora estaba segura que pese a los problemas, no querría estar lejos de ella.

—Por el meñique —afirmó y juntamos nuestros 

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