|| Capítulo 23 ||
(Se recomienda leer el capítulo con Happier Than Ever de Billie Eilish)
El lunes por la tarde, la entrenadora nos llamó para platicar con nosotres tres, ya que, luego de los sucesos de la competencia, los rumores se apoderaron de las redes sociales, diciendo que les tres éramos de la comunidad. Incluso supimos que alguien inventó el rumor de que éramos una pareja poliamorosa, lo cual no era cierto.
Estábamos en la orilla de la piscina, la clase había finalizado, pero era evidente que la entrenadora y toda la universidad estaban muy molestos.
Les tres pusimos nuestras manos detrás de la cintura, como en posición del ejército, cuando un comandante habla. Aquí no teníamos una comandante, pero teníamos a toda una escuela en contra por algo que no habíamos hecho.
—¿Tienen idea de lo qué hicieron?
—Técnicamente Mayik no hizo nada, solo está aquí porque lo acusaron de tener una relación poliamorosa.
—No me contradigas, McCook.
—Pero yo...
—¡Pero nada! ¡Nos hicieron quedar en ridículo en todo el país! ¡Por culpa suya ahora somos una burla para todos y todo por culpa de algo que ni siquiera saben que es! —exclamó furiosa, mientras su rostro se enrojecía lentamente.
Sheila bajó la cabeza con vergüenza, como si le hubieran dicho algo que la avergonzaba y aunque entendía que ella había actuado impulsivamente ante la discriminación en la competencia, ahora debía asumir las consecuencias, para las cuales le costaría aceptar.
—¡Los tres están expulsados del equipo de natación de esta universidad!
—¡¿Qué?! ¡Usted no puede hacer eso! —espetó el peli negro furioso.
—¡Es absurdo este castigo! —exclamé absorta.
—¡Está decidido y no hay nada que puedan hacer! —sentenció la entrenadora— Ahora largo de aquí.
La rubia cerró los ojos con fuerza y noté como las lágrimas caían de sus bellos ojos verdosos. La ira corría por nuestras venas, por la injusticia que se estaba cometiendo con personas que solo querían ser libres.
La entrenadora se cruzó de brazos, esperando a que nos fuéramos del área de entrenamiento y entendí una cosa que no quería aceptar; que por más que hiciera todo lo que me dijeran para ser aceptada, nunca sería suficiente, porque sus prejuicios serían mucho más fuertes que el sentido de justicia.
Nunca entendería los prejuicios hacia alguien, por más que me lo explicaran, jamás lograría entender a alguien que juzga a las demás personas como si ella misma fuera una santa. Sé que yo había juzgado a Sheila al principio de todo y aunque estuvo mal, me arrepiento de haberlo hecho.
Las apariencias engañan, al igual que las acciones y las palabras, pero algo que nunca puede engañar a nadie, es la mirada de la persona. En ellas se ve la verdad de las personas.
En este caso, la mirada de mi novia demostraba frustración y tristeza, la de mi amigue demostraba frustración absoluta y la mía, solo demostraba molestia, pero ni siquiera por el equipo de natación, sino porque no quería que ellos sufrieran por mi causa. Por desgracia eso no dependía de mí.
Al salir del área de entrenamiento, Mayik golpeó la puerta con fuerza y comenzó a caminar furioso, se alejó de nosotras y ambas nos detuvimos.
—¿No dirás nada?
—¿Qué quieres que diga, Thalía? ¿Qué expuse mi orientación sexual frente a las cámaras? ¿Qué no me arrepiento de haberte defendido, pero sí de que me hayan echado del equipo?
—¿Por eso no me defendiste frente a la entrenadora? ¿Por miedo?
—¿Y qué esperabas? —preguntó con sus ojos cristalizados—. No soy tan valiente como tú y aunque de vez en cuando sea impulsiva, no siempre soy tan valiente como debería —una lágrima resbaló por su mejilla.
Me acerqué a ella, coloqué mis manos sobre sus mejillas y con mis dedos pulgares comencé a acariciarlas.
Una parte de mi estaba molesta porque no me había defendido, mientras que otra parte de mi corazón sabía cuán difícil era para mi novia ser libre, porque decirle a tus familiares y amigues que te apoyan es fácil, ¿pero cómo hacerlo ante las personas que te desprecian?
Sheila no había dicho su orientación sexual, nunca dijo nada respecto a eso, nada que los demás pudieran sospechar, pero mi temor era que le hicieran bullying por habernos apoyado.
Los demás no necesitaban motivos para molestarla y esta era la oportunidad perfecta para que su vida sea un infierno.
—No soy perfecta, Sheila y tú tampoco, pero siempre que lo necesites, estaré para ti, porque te amo, con nuestros defectos y todo, te amo y no importa que suceda, nunca te abandonaré —dejé un beso cálido en su frente.
Sonrió de lado.
—¿Qué será de nosotras ahora?
—Seguiremos adelante, tú a mi lado y yo al tuyo, junto a nuestros amigues —hice una pausa—. No permitiré que nadie te maltrate frente a mi, no importa quien sea, te amo —acaricié sus mejillas.
Me observó algo sorprendida y sus mejillas se enrojecieron. Me pareció algo realmente tierno de su parte, pero no entendía porque estaba sonrojada, si no había hecho nada extraño.
—¿Qué sucede? ¿Por qué me ves así? —sonreí de lado.
—¿No te diste cuenta?
Fruncí el ceño, confundida.
—¿De qué?
—Dijiste que me amas.
—Yo te amo, Sheila Dankworth, aunque haya problemas dentro nuestro y a nuestro alrededor, yo te amo y nada cambiará eso —sus ojos brillaron como estrellas en la noche más oscura.
Entonces sus labios no emitieron palabra alguna, pero en sus ojos... en ellos podía notar como esas dos simples palabras eran el incentivo que ella necesitaba para atravesar este momento de dificultad. En sus ojos podía notar cuánta paz sentía al haber escuchado algo que hacía años nunca me atreví a decir, porque en ese entonces temía a la respuesta de Emma, pero ahora sabía que la respuesta correcta a un te amo no era una palabra, ni las acciones, porque a ambas se las lleva el viento. La mejor forma de demostrar un te amo, es darle todo tu amor a una persona con tan solo mirarla, porque la mente querrá recordar todo el tiempo a esa persona y solo mirándola, podrá hacerlo.
Era algo que me gustaba pensar, porque no era la primera vez que sus ojos verdosos me observaban con cariño, sin que ella pronunciara una palabra o sin que emitiera un gesto.
Los ojos eran la ventana a su corazón y me fascinaba mirar por aquella ventana que aunque algo escondida estaba, yo podía notarla...
—Es increíble cómo a pesar de todo, Dios te puso en mi camino, porque supo cuán complicado sería para mí salir del closet —llevó su mano a la mía y la acarició lentamente.
—Él nos quería unir, aunque yo me resistiera al amor y aunque a ti te cueste aceptar quien eres en verdad.
—Lo tenía todo planeado.
—¿No dicen que sus planes son perfectos?
Asintió.
—Y nosotras debemos confiar —sonrió.
—En cuanto a la entrenadora, déjala en paz con su homofobia, no arruinará nuestras vi... —no pude terminar la frase, debido a que el celular comenzó a sonar, notificando que alguien me estaba llamando.
Saqué mi celular y noté que el nombre de Emma estaba escrito en la pantalla. Inmediatamente supe que algo había sucedido, algo que tenía que ver con Andrés o con mi madre.
Tal vez era un instinto, no sabría describirlo.
Deslicé el ícono verde y llevé mi celular a mi oreja.
—¿Qué pasó?
—Es tu padre...
—Ya te dije más de mil veces que ese monstruo no es mi padre, Emma, ¿por qué no lo comprendes?
—Él se suicidó, Thalía... Él murió.
Fruncí el ceño confundida e impactada, porque no entendía como de un momento a otro él se había suicidado. Siempre fue un monstruo y siempre quise que se hiciera justicia por todo el daño que le causó a Emily, pero... no quería que fuera así.
Se suponía que él debía sufrir, así como mi hermana y yo...
—¿Qué pasó, amor?
—Yo...
—¿Thalía, me escuchas? Te espero en la comisaría sola —finalizó la llamada.
Alejé mi celular y lo guardé devuelta en mi bolsillo.
—¿Qué sucedió? ¿Por qué tienes esa cara?
—Andrés... él... se suicidó... —solté.
|| ꧁෴ ਬੇ - ਓ ෴꧂ ||
Había llegado a la comisaría, donde era una escena del crimen, donde aquel monstruo se acobardó y tomó la salida fácil, pero yo aún debía vivir aquí, con todo el dolor y la amargura que sus acciones dejaron en la tierra.
Por un momento me sentí aliviada al saber que un demonio como él volvería al lugar de dónde nunca debió haber salido, el infierno mismo.
Sin embargo, con él se fueron muchas dudas e intrigas que aún tenía. Había cosas que tuve que haberle preguntado, pero sé que nunca me hubiera contado la verdad.
En el fondo siempre supe que él tuvo la culpa de haber arruinado a nuestra familia, igual que mi madre. Ninguno de los dos me apoyó cuando lo necesitaba y mi hermana y yo pagamos el precio.
Emma fue igual de cruel que mi madre, porque siempre supo la verdad de todo, pero aún así eso no le impidió herirme aún más y destruirme. Sin embargo, ahora que pasaron años, puedo ver cómo Dios usó a Emma para hacerme aún más fuerte, porque él sabía que se avecinaba en mi vida y debía ser fuerte para eso, pero al mismo tiempo, debía tener a una familia que me comprendiera.
Hablando de personas crueles, mi ex había llegado al punto de encuentro; su oficina.
—Toma asiento, porque la historia es larga —señaló la silla frente a ella.
Me senté y un escalofrío recorrió mi cuerpo.
—¿Cómo dejaste que eso sucediera? Esto es la estación de policía, nadie puede morir.
—No necesitas recordarme mi trabajo, pero la verdad no siento pena por aquellas personas que sufren, pero arruinaron la vida de otras personas.
—¿Entonces no te molestaría sufrir? —frunció el ceño—. Es que describiste algo que tarde o temprano te sucederá.
Bajó la cabeza y juntó sus manos con nerviosismo, podía oír como su pierna temblaba lentamente debajo de la mesa, porque a pesar de los años, ella seguía siendo la misma adolescente asustada por aceptar quien era, pero que era capaz de todo para olvidar su corazón.
—íbamos a interrogar a Andrés, lo llevamos a la sala de interrogatorios y antes de que pudiéramos esposarlo, tomó mi arma y disparó en su cabeza.
Típico de cobardes, cuando saben que no tienen salida, prefieren suicidarse que aceptar la realidad. Lo que no entendía, era porqué justo ahora decidió suicidarse.
—¿Para qué lo querían interrogar?
—Eres lo suficientemente inteligente como para saber que el suicidio de tu madre no fue un suicidio, sino un asesinato. Queríamos saber porqué luego de tantos años quiso asesinarla.
—Porque mi madre sabía que él había asesinado a Emily, al igual que yo.
—¿Tienen pruebas?
—¿De qué servirían, Emma? Nunca me creerían, no me creyeron de niña y mucho menos ahora.
—Es diferente, yo puedo ayudarte y...
—¿Cómo? —interrumpí—. Dime, porque desde que te reencontré no has hecho nada por mí más que perturbarme, solo con tu presencia recuerdo todo el daño que me hiciste y lo idiota que fui al pensar que merecías mi amor.
Cerró los ojos con fuerza y negó con la cabeza.
—Aún hay rencor en tu corazón, lo puedo sentir.
—No, Emma, no hay rencor, pero tú tienes que ver las cosas desde mi punto de vista, para que no cometas el mismo error con alguien más.
—Dicen que duele perder al amor de tu vida y no tienes idea de cuanto duele haberte perdido... —comentó con dolor en sus ojos.
—Podré ser el amor de tu vida, pero el amor de mi vida es Sheila y no la dejaría por un amor de adolescente, ni por nada del mundo.
—Lo sé... —dijo cabizbaja.
Sabía que le dolía no tenerme a su lado, pero más me dolió haberla amado y que me haya traicionado de semejante manera.
—En cuanto al cuerpo de Andrés puedes hacer lo que quieras, no me encargaré de un monstruo.
—Entiendo, quiero que sepas que investigaré el caso de tu familia en profundidad —informó.
—¿Por qué ahora? Pasaron años...
—Porque tú y yo sabemos que él sabía algo, que estaba metido en negocios sucios y tendré en cuenta que dices que Emily fue asesinada, pero necesito que me des tu declaración —estiró su brazo derecho y abrió el cajón a su lado.
De este sacó una grabadora de color gris, un block de notas y una lapicera de color negra, que estaba algo mordida y apoyó todo sobre su escritorio. Al ver esa lapicera, me di cuenta que ella realmente no me había olvidado, que realmente quería estar conmigo cuando éramos adolescentes, pero su miedo fue más alto.
—No creí que aún tendría tinta.
—Siempre se acaba, pero siempre la recargo.
—¿Por qué la guardaste?
—Porque gracias a un simple objeto te conocí y aunque nuestra relación terminó de la peor manera, siempre estarás en mi corazón, Thalía, aunque yo no esté en el tuyo —respondió observando el objeto en sus manos.
La secundaria fue un infierno para mí, pero haber conocido a esa chica popular, coqueta y hermosa lo había cambiado todo. Comenzó con un favor, un bolígrafo y terminó destrozándonos.
Por mucho tiempo odié a Emma por lo que me hizo, jamás podría entenderla, ¿pero realmente me corresponde culparla? Tal vez ella había sufrido como yo, pero la diferencia es que ella nunca luchó, yo sí, hasta que me dejó en claro que me quería fuera de su vida, pero Dios no tenía esos planes.
Me permitió enamorarme de Emma porque él sabía que en un futuro la necesitaría para enfrentar el caso de mi familia, porque solo ella podría creerme, a pesar de todo.
Era increíble como otra desgracia más, él la usó a su favor.
—¿Comenzamos? —asintió con la cabeza.
Presionó un botón rojo y comenzó a grabar.
—¿Qué sucedió el quince de agosto de 2013?
Antes de que pudiera pronunciar tan solo una palabra, un dolor extraño se apoderó de mi pecho, una presión que nunca antes había sentido y un nudo que no podía desatarse. Detestaba contar lo mismo una y otra vez, pero tal vez podría ser la última vez, tal vez todo podría resolverse y así mi hermana y yo tendríamos paz luego de tantos años.
—Era invierno, el frío había congelado todo y como nunca nuestro padre quiso salir a caminar al parque, pero mi madre se sentía mal así que se quedó en casa descansando. En ese entonces teníamos trece años, estábamos en primer año de secundaria, la cual era muy tediosa. Mi hermana se había mejorado de una gripe y quisimos celebrarlo yendo a jugar guerra de nieve —suspiré.
Mi pierna comenzó a temblar lentamente, al igual que mis manos y cerré los ojos. Revivir todo lo que sucedió era un gran desafío que nunca podría superar, pero que era necesario si tenía que sobrevivir en este mundo. Sentí como mis ojos se estaban cristalizando y pasé mis dedos por estos, para quitarme las lágrimas.
—¿Te sientes bien? —preguntó con preocupación.
Asentí levemente.
Abrí los ojos y tomé valor para volver al pasado.
—En un momento nos acercamos al lago congelado, en donde había peces debajo del hielo, mientras nuestro padre estaba sentado en un banco leyendo las noticias en su diario, como de costumbre. Patinamos sobre hielo y entonces nos acercamos al centro del lago, en donde el hielo era más frágil, Emily cayó en un pozo de hielo, los patines le pesaban y comencé a gritar por ayuda, pero nadie vino... —las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos de una manera incontrolable.
Mi corazón comenzó a latir con mayor rapidez, sentía que golpeaba muy fuerte, como si fuera el sonido de un tambor en una película de terror.
—¿La policía llegó?
—Sí, llegó diez minutos después de que el frío congelara su corazón... Cuando me preguntaron si alguien podía ayudarme, respondí que mi padre solo se había quedado parado, observando todo desde lejos y no hizo nada... —hice una pausa—. Les dije que mi padre la había asesinado, pero dijeron que estaba exagerando porque estaba en shock. Tiempo después tomaron el caso como un incidente y se desechó.
—Luego de doce años Jenna Miklo se suicidó el quince de Abril en el hospital central y dos meses después Andrés Polk se suicidió en la estación de policía. Raramente todos murieron un día quince, de diferente mes y año, pero se sospecha que Andrés podría tener algo que ver con el suuicidio de su ex esposa y del incidente con su hija, debido a que estaba metido en negocios turbios que implicaban drogas y sustancias extrañas —hizo una pausa—. El caso se reabre por Emma Myers, con la autorización del comisionado Samuel Myers —presionó el botón gris y dejó de grabar.
Nuestras miradas se encontraron y ella entendió cuánto sufría por todo esto, creo que al fin había entendido que esto era mucho mayor que ella y yo, esto era obra de un asesino que mató a su familia sin importar el motivo y que no sintió ningún tipo de remordimiento.
—Yo sé que es el peor momento, pero me gustaría pedirte disculpas por lo que te hice, aunque eso no resuelve nada —se levantó de su silla y se acercó a mí.
Me levanté y la miré a los ojos.
—Volví a ser yo, Emma, aquella chica que nunca conociste y Sheila me enseñó que debo perdonar, pero no por los demás, sino por mí misma, porque solo así podré tener paz. Así qué no te preocupes, yo te perdono, porque veo el arrepentimiento de tus ojos y eso me lo dice todo, Emma.
Sus ojos se cristalizaron y sonrió tristemente, porque entendió que a pesar de todo, no podríamos estar juntas, porque yo quería estar con el amor de mi vida, casarme y tener muchos hijos. Todo lo que siempre quise, lo quería con Sheila, porque ella era la estrella que alumbraba mis días más oscuros y es aquella estrella fugaz que con solo verla un segundo, me hace sonreír sin importar el momento.
Nunca creí que podría perdonar a Emma, porque yo no merecía todo lo que me hizo sufrir, pero ahora veo que era necesario, porque eso me hizo más fuerte.
Siempre pensé que era absurdo perdonar a alguien que te hizo sufrir tanto, pero ahora entiendo que cuando lo haces, sientes una gran paz que nadie te la puede quitar, aunque esa persona no se merezca ese perdón.
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