|| Capítulo 16 ||
(Se recomienda leer el capítulo con I Wanna Be Yours de Artic Monkeys)
Estábamos en la cama, juntas, unidas, como un perro a su juguete más preciado. Yo estaba entre sus brazos, en silencio, mientras el agua salía de mis ojos y caían en su pecho. Ella tarareaba la melodía que me gustaba, porque sabía que me tranquilizaba.
La oscuridad adornaba la habitación y el silencio la acompañaba.
Mi corazón aún latía muy rápido, como si todavía estuviera allí, con su cuello en mis manos y la ira apoderándose de mí.
Sheila me repetía una y otra vez, que todo estaba bien, que nada malo me iba a suceder, porque era la voluntad de Dios. Aún no conseguía entenderlo muy bien, pero ya estaba cansada de sufrir, cansada de que el dolor sea mi guía y de que solo haya oscuridad.
En sus brazos me sentía protegida, como si una capa protectora nos cubriera de todo mal y solo había paz. Me gustaba sentirme así, sentir su cuerpo con el mío, sentir su calidez, su paz y su serenidad.
—Sheila... ¿Puedo decirte algo? —murmuré.
—Sí.
—Tus padres estarían orgullosos de la persona en la que te convertiste —me acurruque en su pecho.
—Gracias, Thalía, significa mucho.
De repente el silencio nos invadió nuevamente. Quería preguntarle tantas cosas acerca de Dios, porque si ser homosexual era un pecado, como decían mayormente en las iglesas, ¿por qué nos crearon? ¿Con qué propósito?
Tenía miedo de la respuesta, porque quería oír que si nosotros sufríamos, era por nuestras preferencias, ¿pero y si solo sufríamos como los heterosexuales? Eso significaba que mi enojo con Dios era en vano.
—No quería que vieras esa parte de mí...
—¿Por qué no?
—Porque viste el monstruo que soy.
—No creo que seas un monstruo, solo creo que eres una chica que trata de rehacer su vida, sin importar cuantas veces la golpee la vida.
—¿En serio piensas eso de mí?
—Sí —afirmó con certeza.
—¿Aunque no crea en Dios?
—Nuestra relación no depende de si crees o no en él, pero me gustaría que pudieras sentir lo que yo siento cuando hablo con él.
—No sé si me escuchará...
—Lo hará, porque Dios no busca personas perfectas, solo busca que lo respetes y confíes en él.
Suspiré.
No sabía si Dios iba a aceptarme luego de tantos años, ¿pero qué perdía con intentarlo?
—Iré al baño, ya vuelvo —comunicó.
Lentamente nos alejamos y de repente sentí un vacío en la cama. La noche se volvió fría y la oscuridad se había vuelto más densa.
Salió de la habitación e hice un lado el acolchado con la sábana. Me levanté de la cama y me arrodillé en el suelo y suspiré.
—Sé que me escuchas... Sheila está convencida en que tú curas todos los males, porque haces que la vida no sea tan mala y la verdad ya estoy cansada de sufrir, de vivir con odio y resentimiento en mi corazón... —tomé aire, pensando en lo que iba a decir—. Te llevaste a mi hermana, pero me diste una nueva familia, una nueva vida, pero no soy capaz de hacer las paces con el pasado, por eso, te pido que si tú realmente existes, si realmente estás ahí, me libres de las cadenas del pasado y pueda vivir la vida al lado de esta familia, por favor... prometo darte mi confianza si me das la fortaleza para sobrevivir a esta vida... Escúchame, por favor... Amén...
Me volví a meter a la cama y me tapé, para que Sheila no sospechara nada.
Le había pedido si esta noche podíamos dormir juntas, porque me sentía segura a su lado. Al principio creí que le molestaría, pero al contrario de mi pensamiento, aceptó con emoción, dijo que sería como hacer una pijamada.
Claro que no era como una pijamada, pero sé que lo decía para hacerme sentir bien.
Cuando volvió, se acostó a mi lado y nos acurrucamos nuevamente.
Se sentía tan bien estar así, que era algo inexplicable. Pensé en decirle sobre mi oración, pero preferí guardármelo para mí y si funciona, se lo diré.
|| ꧁෴ ਬੇ - ਓ ෴꧂ ||
Los días transcurrieron con normalidad. Ryan solo nos miraba, pero hasta ahora no había hecho nada. Eso no quería decir que no estuviera planeando algo contra nosotras, siempre estábamos alertas por si acaso.
Sheila dijo que Emma la había llamado, para avisarnos que Andrés estaría un largo tiempo en prisión, porque luego de lo sucedido, fueron a su departamento y encontraron diferentes tipos de droga, que aparentemente les vendía a sus compañeros de trabajo, los cuales eran adolescentes, ya que trabajaba en una escuela secundaria.
Sí, una ironía que él trabajara en un lugar así y al final del día, terminó siendo una persona de mierda.
Preferí no indagar mucho más en el tema, porque no me haría bien y necesitaba alejarme de todo eso por unos días. No era algo sano para mí y tampoco podía hacer mucho respectos él, cavó su propia fosa y ahora se pudriría por el tiempo que fuera necesario.
Como le prometí a Mayik, ordenamos todo lo que hacía falta y casualmente descubrimos que mi madre tenía algunos dólares ahorrados, que estaban escondidos arriba de todo en el placard. Así qué creí que con eso y lo que siguiéramos vendiendo en la venta de garaje, me alcanzaría para comprar un pequeño departamento. Y el plan B era conseguir un trabajo y ahorrar.
Sheila claramente me suplicó que no me fuera muy lejos. Parecía como cuando una madre ve que su hijo se independiza y le ruega que no se vaya, pero cuando está en su casa por poco y lo echa. Bueno, Sheila no me había echado y sus padres menos, pero sentía que debía irme para comenzar de cero.
Jason tuvo la idea de ir el fin de semana a su casa en el lago, la cual quedaba cerca de un pequeño pueblo al que él y su familia iban cada año. El rubio decía que era una buena forma de alejarnos del estrés y todes aceptamos.
Nos iríamos el viernes luego de la universidad y de que él y Yaik terminaran de trabajar. Germán y Grace estuvieron de acuerdo y nos deseaban mucha suerte. Pero no contaban con que los hermanos se pelearían por quien conduciría.
Antes de eso, habíamos preparado las maletas y mochilas. ¿Algo que no esperaba? Sheila llevaba dos maletas y una pequeña mochila. ¿Para qué tantas cosas? Curiosamente, Klex también traía dos maletas y un pequeño bolso lleno de maquillajes.
—¿Para qué necesitan tantas cosas? Solo será un fin de semana —comentó Mayik.
—¿Tú qué crees que llevo en las maletas? —preguntó el peli marrón.
—No sé, tus maquillajes —respondió.
Sheila se acercó a mí y mientras seguía discutiendo con Jason, subí sus maletas al techo del auto.
Pobrecito vehículo.
—No, tonto, llevo juguetes para divertirnos —sonrió pícaramente.
—Okey, eso es algo que yo no quería oír —dije de brazos cruzados.
—Lo entenderás cuando tengas novia —dijo el pelinegro.
—Pero mientras eso no pase, no quiero saber que van a tener sexo.
Klex puso sus pertenencias dentro del maletero y todos entramos al auto, menos los rubios y Yaik.
Era divertido verlos pelear por cosas insignificantes, porque de alguna forma seguían con su vida pese al dolor y sufrimiento. Algo que a mí me costaba demasiado y por eso me divertía verlos. Además tampoco es como que alguien quiera interponerse entre ellos.
—¡Yo conduzco! —dijo la rubia.
—¡Yo dije primero! —se quejó su hermano.
—Yo conduciré —Yaik tomó las llaves de la mano de Sheila y se dirigió hacia el asiento del conductor.
Al entrar los hermanos seguían discutiendo sobre quién tuvo razón al final, porque por su pelea ninguno de los dos pudo conducir.
Sheila se sentó a mi lado, en el asiento de atrás, junto a Mayik y Klex.
Jason, quien iba a adelante con su novio, acercó su mano al botón negro que activaba la radio. Al presionarlo, oímos Locked Out Of Heaven de Bruno Mars. Inmediatamente comenzaron a cantar la canción como si estuvieran en un concierto.
Sheila rebuscó algo en su mochila. Un cepillo para el cabello. Lo acercó a sus labios y comenzó a cantar mi parte favorita de la canción.
Can I just stay here?
Spend the rest of my days here?
Oh, whoa, whoa, whoa, yeah, yeah, yeah
Can I just stay here?
Spend the rest of my days here?
'Cause you make me feel like
I've been locked out of heaven
For too long, for too long
Yeah, you make me feel like
I've been locked out of heaven
For too long, for too long, oh-oh, oh-oh-oh
Oh, yeah, yeah, yeah, yeah (ooh)
Oh, yeah, yeah
Oh, yeah, yeah, yeah, yeah (ooh)
El auto era realmente un caos, con seis supuestos adultos, cantando una canción de Bruno Mars, mientras usaban cualquier objeto como si fuera un micrófono. Cualquiera que nos viera, pensaría que éramos inmaduros y tal vez lo éramos, pero sabíamos vivir la vida al máximo.
Bueno, ellos sabían vivirla, yo aún estaba aprendiendo.
Mientras todos seguían cantando al pie de la letra, realmente sentí como si la canción estuviera describiendo lo que sentía. Porque quería quedarme aquí, con ellos, por el resto de mi vida, porque era feliz. Había problemas, y los enfrentábamos. No había oscuridad y aunque había inseguridades, eso no nos impedía ser libres.
Ver a Sheila así de feliz era contagioso, quería verla siempre así. Quería que fuera libre y que sintiera que así como yo, solo entre nosotres podía serlo.
—¿No cantas? —preguntó, extendiéndome el cepillo.
—No soy buena cantando.
—¿Y qué? Déjate llevar por el ritmo de la canción, no pienses en lo demás.
Con ese pequeño granito de arena de fe, tomé su cepillo y juntas cantamos el final de la canción como si nuestra vida dependiera de ello. Realmente no lo hacía, pero sabía que sin ellos mi vida era un infierno.
—¡Alguien ponga en su celular I Wanna Be Yours! —exclamó la rubia.
—¡AMO ESA CANCIÓN! —comentó el peli marrón emocionado.
—¿Se la dedican a alguien? —Jason giró su cabeza para vernos y comenzó a subir y bajar las cejas.
—Sí, a Mayik —en ese instante todos lo miramos y sus mejillas se sonrojaron.
—¿Y tú hermanita?
—Prefiero mantenerlo en secreto —el rubio rodó los ojos, molesto por no saber.
—Ya todos sabemos, génia.
Claro que no, yo no sabía nada.
|| ꧁෴ ਬੇ - ਓ ෴꧂ ||
Cuando llegamos, noté que el lugar estaba literalmente en medio de la nada. La cabaña era enorme, de color madera, con algunas plantas que decoraban la construcción. Un pequeño camino de rocas que nos guiaba a la entrada.
Si por fuera era linda, por dentro lo era aún más.
Lleno de luces amarillas por todos lados, los muebles parecían totalmente nuevos, al igual que la cocina y la televisión. Había una sala de juegos, en donde había una barra con mucho alcohol, una mesa de pool, una mesa de tejo, una mesa de metegol y en la pared había un tablero de dardos de color rojo y verde. Cerca de cada juego, había dos sillones de tres cuerpos y una pequeña mesa ratona.
Luego las demás habitaciones estaban compuestas por una cama, una mesita de noche, una cómoda y un baño con ducha. En vez de llamarle cabaña, yo le llamaría mansión en medio de la nada.
Cada une se acomodó y descansó lo suficiente, porque a la noche estaríamos en la sala de juegos. Las reglas de la noche eran claras, jugaríamos todos los juegos, quien perdía tenía que elegir entre verdad o reto, pero no los típicos retos de adolescentes. Jason tuvo la idea de que todo fuera caliente esta noche, así qué debíamos estar preparados para lo peor.
Cuando la noche cayó, cada une se dirigió hacia la sala de juegos y comenzamos a jugar al pool. Klex había elegido las bolas rayadas y Yaik las bolas lisas, mientras que Mayik y Jason jugaban al tejo.
Sheila y yo estábamos jugando a los dardos. Ella había elegido los dardos rojos, porque según ella, representaba el amor y la pasión.
Estiró su brazo e hizo como si fuera a tirar el dardo, para apuntarle al centro. Si hacía eso, ella ganaría y yo tendría que cumplir un reto de su padre.
—Si ganas apiádate de mí —sonrió de lado.
—Hablarme mientras trato de concentrarme no hará que mi puntería falle.
—Al menos lo intenté.
—Si te hace sentir mejor, todavía no tengo el reto pensando, pero créeme que se me ocurrirá.
Movió su antebrazo para atrás, para adelante y cuando soltó el dardo, este quedó clavado en el medio. Alzó sus brazos, festejando que había ganado y suspiré, fingiendo que me dolía perder.
Aunque era verdad que lo detestaba, me gusta verla alegre.
—¡Gané! ¡Soy una diosa! —festejó y comencé a reír.
—¿Cúal es el reto que debe cumplir? —preguntó el peli marrón, mientras con su mano derecha estiró el palo de pool hasta que le diera a la bola azul.
—Aún no lo tengo decidido.
De repente ambos miramos a Jason, quien estaba sin su remera negra, nos miramos extrañadas y él solo río.
—Perdí en el tejo —aclaró
Oímos el ruido de la bola chocando contra otra, cayó por el pequeño conducto y Yaik sonrió maliciosamente.
Todos nos acercamos a la mesa de pool, porque sabíamos que ahora se vendría un castigo.
—Te reto que beses a Thalía, pero nada de picos, no, quiero un beso decente, como cuando besas a tu novio —anunció.
El peli marrón y yo nos miramos.
—No creo que haya problema, es decir, si a Mayik no le molesta.
—Si fuera un chico sí, pero confío en Thalía y además es lesbiana.
—Pues yo creo que es una mala idea —soltó la rubia y frunció el ceño.
—¿Por qué, cuñada? Él es gay, ella lesbiana, es obvio que será un beso por un reto y no pasará a más que eso.
—No será nada —dijo el peli marrón.
Klex se acercó a mí, puso sus manos en mi cintura y ambos nos reímos por los nervios.
—¿Lista?
Asentí.
Cerré los ojos y sentí sus labios encima de los míos, eran suaves, pero se notaba que este beso era de pura amistad, por un reto tonto y no habría otras intenciones.
Movió sus labios un poco y acercó mi cuerpo al suyo. Nos separamos lentamente y los demás estaban asombrados de que nos habíamos animado a besarnos.
—¡Otro, otro! —animó Jason.
—¡Sí, queremos ver otro beso! —siguió Yaik.
—Ustedes de verdad que son unos idiotas, menos Mayik —comentó la rubia furiosa.
Nos dio la espalda y comenzó a subir las escaleras. Fui tras ella, le grité que no se fuera, que era solo un beso de broma, pero no me escuchó. Al llegar a su habitación intenté abrir la puerta, pero no podía.
—Sheila, déjame entrar.
—Tienes que girar la cerradura hacia la dercha para entrar, idiota —murmuró al otro lado de la puerta.
Giré la cerradura redonda y abrí la puerta. Mis ojos vieron cómo ella estaba doblando su ropa, mientras la ponía dentro de la maleta. Cerré la puerta y me acerqué lentamente.
—¿Qué haces?
—Me largo de aquí —contestó molesta.
—¿Por el beso?
—Sí y sus retos estúpidos.
Estaba más claro que el agua su molestia, pero no entendía, porque ni siquiera Mayik se había enojado, ¿por qué ella sí? Es decir, no éramos novias y tampoco es que le gustara Klex, ¿entonces por qué se enojó?
—¿No crees que estás exagerando al querer irte?
—No y lárgate —dictó.
—Sheila yo no entie...
—¡Que te largues, Thalía! —interrumpió—. ¡Vete de mi habitación! ¡Ahora! —señaló la puerta.
Iba a decir algo, pero tenía que esperar a que su rabia pasara.
Me di la vuelta, caminé hasta la puerta para abrirla y al irme la cerré.
Bajé las escaleras pensando en qué había hecho mal. Sheila nunca me había levantado el tono de voz, ni siquiera en los peores momentos, pero ahora... parecía que había perdido la cabeza, que un demonio la poseía y que en menos de un segundo, me mataría.
Deseaba entenderla, no había sido mi intención hacerla enojar, pero el daño ya estaba hecho.
Les chiques estaban al pie de la escalera, esperándome.
—¿Cómo está? —preguntó Jason.
—Me echó de su habitación.
—No entiendo qué le molestó.
—Creo que la mayoría sabe, pero lo ignora —dijo el rubio.
—Habla, bebé —lo alentó su novio.
—Sheila te quiere y creo que no soporta la idea de que estés con alguien más.
—Sé que me quiere, somos amigas.
—Creo que a lo que Jason se refiere es que últimamente notamos comportamientos extraños cuando Sheila está contigo —añadió Mayik.
—¿Le sucede algo? —pregunté confundida.
—No, Thalía, ella gusta de ti, te ama, pero debe tener miedo de decírtelo —contestó.
—Lo dudo, están viendo cosas dónde no las hay.
Me dirigí hacia el refrigerador para tomar un refresco.
—Cree lo que quieras, cuñada, pero Mayik tiene razón.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro