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capítulo 9

Viernes 14 de Setiembre del 2011, el día que nunca debía llegar, la historia se acabaría, es curioso pero los tres jóvenes desaparecieron de manera repentina.

Wilmar murió con SIDA, Oscar en un accidente aéreo y Alex en un accidente de tránsito lo extraño es que se fueron sin dejar huellas, es decir que no existe recuerdo de ellos entre las personas, excepto en las más cercanas.

Es como si nunca hubieran existido, ahora ya se fueron, nunca se casaron ni quisieron formar un hogar o una familia pues sabían que estaban de paso. No encontraron la felicidad que tanto habían ansiado: "la felicidad no está en la fama, no está en el dinero, si ganas todo en este mundo y tu alma se perdiere no ganaste nada, lo has perdido todo..." (Félix).

Hablando de felicidad ubiquemos a Félix,  Él ahora tiene 35 años de edad se casó con Azucena ella es psicóloga especializada en niños y traductora de Inglés.  Viven en Ayacucho, con sus dos hijos. Él se graduó en Derecho Civil; pero al fin pudo conseguir la FELICIDAD que tanto ansió; la buscó toda su vida de todas las formas. Un día alguien lo invitó a una Iglesia Evangélica y lo que ahora pregona son las buenas nuevas de salvación. Él dice que todos pueden obtenerla, que la felicidad fue una añadidura, pues primero es buscar el reino de Dios. Que la felicidad no es un fin sino un trayecto, todos los días puedes ser feliz, en cada suceso que vives, no tienes que esperar un tiempo, tener logros o llegar a algún lugar;  todo parte de creer, es decir tener Fe. La felicidad la puedes encontrar sólo en Jesús, Él llenará tu vida de paz, amor y felicidad, algo que no le dio Satanás se lo dio Dios.

Soy Tomás y hasta ahora le hago honor a mi nombre pues aún no puedo creer todo lo que sucedió.  Quizá Félix y yo somos los únicos que sabemos la verdadera historia de los cuatro amigos en busca de la felicidad.

Yo aún no me decido, pero ya me contó Félix la historia en la biblia de uno de los discípulos de Jesús : "Tomás el incrédulo", solamente espero no llegar a esos extremos y creer cuando sea oportuno.

Quizá me falte fe o decisión, pero esta incredulidad se está desvaneciendo poco a poco, Félix la está desgastando, como una gotera que debilita a la roca más dura. Él dice que es Jesús y el Espíritu Santo quienes me están transformando, poco a poco.

César ya me llevó la delantera pues el domingo recibió a Jesús en su corazón, no es que quiera tocar o ver a Jesús solamente que lo pienso mucho pues quisiera no volver a equivocarme y encontrar la verdadera felicidad, por mi propia decisión y no presionado por alguien.  
Hace unos días fuimos al cerro calvario con Félix y César, ahora nos hemos hecho inseparables, sé que ya no somos adolescentes, quizá por eso nos tardamos casi 4 horas y media en llegar, además con Azucena y los niños.

Hablamos en todo el trayecto, casi fue como un volver a esos años, pues desde aquel suceso infausto, nosotros no habíamos vuelto a subir a ese lugar tan memorable.

César y yo aún no nos hemos casado, nos sentamos al costado de las cruces y pudimos recordar todo lo que había sucedido, con nuestros amigos.  Los extrañamos tanto, recordando muchas anécdotas; aunque en realidad, lo del “Pacto” fue Félix quien contó la mayor parte y lo demás los chicos también aportaron cada uno de lo que sabía. A pesar de eso, creo que soy bastante duro de corazón, pero confío en que algún día cambiaré.

A veces cuando veo un programa cómico de imitaciones; cuando voy a la Escuela Clara Castillo de Gayoso a ver algún espectáculo o como hace algunas semanas cuando puedo espectar una presentación en el parque central, solamente recuerdo a Oscar y revivo su imagen; aún lo puedo ver sonriente haciendo las imitaciones que le pedían.

Cuando voy a ver los clásicos entre María Auxiliadora y González Vigil me quedo pensativo y rememoro lo fantástico que jugó Alex aquella inolvidable tarde convirtiéndose así en un ídolo del fútbol, cada vez que veo ingresar un balón en el arco y escucho el grito de gol, sin importarme de qué equipo sea, aún creo escuchar que todos corean el nombre de Alex como aquella tarde.

Y si ocurre como anoche, que cayó un plato y un tazón sin que nadie estuviera en casa; excepto el gato, hay una imagen en mi mente: el travieso de Wilmar "el invisible".

Aún los recuerdo, es como si hubiera sido ayer cuando todo aquello ocurrió y cada vez que veo el Cerro Calvario ya sea de día o de noche pienso en mis amigos: Wilmar, Alex y Oscar, tres jóvenes impetuosos que en su afán llenar el vacío de sus vidas, de buscar equivocadamente la felicidad; encontraron su muerte eterna y Félix incansable y ansioso por encontrar la felicidad, cambió la "x" por la "z", y le quitó la tilde a su nombre y ahora Félix es simplemente Feliz.


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