capítulo 2
Viernes 13 de Setiembre de 1991, al fin había llegado al día tan ansiado, en la noche habría Luna llena, no podía fallar pues lo decía el calendario, además lo habían consultado al tío de Wilmar. Esa noche supuestamente practicarían ejercicios de Física Básica y ya tenían el permiso necesario para salir. }
La reunión sería en la casa de Félix, pero antes tenían que pasar por la casa del tío de Wilmar y recibir las últimas indicaciones para el momento dado.
El primero en llegar fue Alex, luego Wilmar y Oscar, el que no aparecía era Tomás, el incrédulo. Era irónico que siendo él, el que había propiciado todo esto, ahora no llegaba. A las 10: 10 vino su hermano para disculparlo, afirmando que le sería imposible estar esa noche con sus amigos, pero les pidió, mediante su hermano, que no se preocupen por él y que continúen con la operación.
Tomás había pescado un resfriado y estaba con fiebre en cama. Esto, por supuesto, les causó mucha gracia, pues Tomás siempre decía que un resfriado no era para tanto y ahora tendría que perder la oportunidad de su vida por un "simple resfriado".
Con aquel entusiasmo y empeño juvenil llegaron al lugar antes de la hora, además de que prácticamente perdieron el tiempo al ir a buscar al tío de Wilmar, pues quizá se había olvidado de su compromiso porque lo encontraron durmiendo pero en estado etílico.
Los chicos apagaron las linternas, aunque ni las habían usado mucho y esperaron. Estuvieron allí como veinte minutos hasta que al fin llegó la hora, los relojes estaban sincronizados y en cualquier momento darían las doce de la noche.
En aquellos trascendentales instantes pasaron los segundos y minutos más largos e intensos, llenos de suspenso, temor y a la vez algo de ansiedad juvenil que los exasperaba, de vez en cuando cruzaban las miradas, hacían un movimiento de cejas o suspiraban.
Y al compás del tiempo, a veces demasiado lento, tedioso o acelerado. Al fin llegó el momento tan esperado, aquellos minutos de suspenso se terminaron bruscamente. En medio de aquel silencio sepulcral sonó la alarma de los relojes de Wilmar y Félix: era ahora o nunca.
Se dirigieron a la ubicación específica con un poco de desconfianza y se dieron con la sorpresa de que precisamente de en el lugar donde estaban las cruces aparecieron dos puertas grandes de metal, las cruces habían desaparecido tal parece que éstas se habían convertido en aquellas inmensas puertas.
Félix sin darse cuenta se había agarrado fuertemente de la mano de Wilmar y ambos estaban sudando de miedo, Félix ya había tenido experiencias terroríficas por la muerte de sus padres y todos los rumores de aparecidos y condenados; así que tenía, si se podría decir, algo más se experiencia. Aunque aquella impresión era aún más intensa, sentían un frío que recorría sus venas y una sensación rara en el estómago, como una sensación de un presagio malo.
Oscar que siempre estaba atento a todo lo que sucedía, se percató de que Félix y Wilmar estaban agarrados de la mano y quería fastidiarlos, pero el ambiente estaba tan tenso que no había lugar para las bromas o las risas.
De Pronto se escuchó una voz firme, suave y penetrante, se supone que la de Satanás en persona, que preguntaba algo como ¿Quién ha osado llamarme?, los chicos al escuchar esto se miraron y se hacían señas para decidir quién respondería, Oscar y Alex se codeaban. Hasta que por la presión, por ser quien había dado la idea y por ser el que supuestamente tenía más experiencia en esto; Wilmar, asumió la responsabilidad y tartamudeando contestó en nombre de todos, diciendo que eran varios y que habían venido a entablar un Pacto.
Luego les inundó un ambiente neblinoso y oscuro; hasta que al fin se abrieron las puertas y en medio de aquel humo gris apareció el diablo en persona. Generalmente lo imaginaban de color rojo, con cuernos, cola y con el típico tridente. En realidad era alto, fornido, de rostro agradable y cautivante; después de todo antes de que sea como es, fue el ángel más hermoso de Dios. Su mirada era tan profunda de una sola mirada te hacía estremecer de miedo hasta los huesos, pareciera que al verte estaba mirando todo tu interior y leyéndote el pensamiento, el timbre de su voz era indescriptible a veces pues era obvio que no era humano por cierto, pero su calidez, te daba cierta confianza. No cabía duda que era el mismo Lucifer, el diablo en persona frente a cinco jovencitos atemorizados, pero motivados por la fuerza de sus sueños, intentando sacar el valor de lo más profundo de su ser.
Y Entre el tartamudeo y admiración de estos avezados jóvenes; con la frialdad y frescura de Satanás, se realizó el "acuerdo".
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