Capítulo 5
Los días pasan y todo sigue normal, aunque hay una cosa que ha cambiado. De la universidad voy a mi casa y me quedo en mi cuarto, no quiero que nadie me vea. Alex me ha llamado y me ha dejado mensajes, pero no estoy con ánimos para responder. Me pongo una y otra vez la canción de Latinoamérica, creo que nadie sabrá nunca lo que significa para mí esa canción. En esos días duermo mucho y no quiero salir, Vicen también se ha preocupado y junto a mi madre me han hecho ir al médico. No me pasa nada físico, simplemente que estoy agotada de luchar contra viento y marea frente a mi familia. Cuando estoy quedándome dormida suena el móvil. ¿Quién será? Es un mensaje de... ¿Quién es?
¿Amanda? No sé si te acordarás.
Soy Bruno.
El de la floristería.
Me pregunto qué querrá, ¿por qué me habla?
Hola Bruno, sí que me acuerdo de ti.
¿Qué pasó?
Hola!
Bueno, me acordé de ti porque me dijiste que estudiabas cine.
Y pensé...
¿Quieres venir conmigo a una sesión de fotos?
Es para un anuncio, es una...
Sí
¿Dónde es?
Te paso la ubicación.
Veo la ubicación y voy en coche hasta allá. Mis padres me ven como salgo de mi habitación y me voy. Supongo que no les preocupará que vaya con unos vaqueros y una camiseta. Como hace tiempo que no conduzco pues me pongo tensa, consigo arrancar el coche a la tercera, conduzco bien para mi sorpresa. Vicen me dice que es como montar en bicicleta y no lo había creído hasta ahora. La dirección me lleva hasta el centro de Madrid, a un edificio que no tiene pinta de que allí se grabe ningún anuncio, o cualquier cosa... Veo como llega Bruno con unas cuantas chicas, ¿alguna será su novia? Me bajo del coche y me saluda sonriente.
—Hola—le saludo.
—Hola. Mola tu coche—responde.
—Ah, es de mi padre—digo mintiendo como una bellaca.
—Mira, estas son Cristina y Miranda. Una estudia cine y otra es modelo, pero también es dueña de la marca a la que vamos a dirigir el anuncio.
—Encantada—les digo.
—Encantada—me dicen los dos.
Entramos al edificio y allí está montado todo el set, Bruno me explica que no todo lo que se va a grabar está allí. Este es uno de los escenarios, tienen pensado viajar a otras localizaciones. Lo paga todo la empresa y asiento. Parece que todos saben lo que hacen, pero veo que a las fotos les pasa algo, no transmiten lo que la marca representa.
—Bruno, ¿puedo decirte algo?
—Si—responde.
—Creo que las fotos se deberían hacer de este modo, representarían más la marca. ¿No crees? —le informo indicándole como hacerlo
—Armando, ¿podemos repetir la sesión? Amanda, explícale y dirige la sesión—contesta sonriente. Le devuelvo la sonrisa y le explico al fotógrafo cómo hacerlo y a la modelo las instrucciones.
Al terminar Bruno me sonríe, me sonríe hasta Miranda que por lo que he observado es una chica seria. La sesión ha sido un éxito y me invitan a ir de copas con ellos, hemos terminado a las diez de la noche, nadie me ha llamado. Decido ir con ellos y entre risas me explican como va a ser la campaña. Es un grupo bastante creativo y respetan las ideas de los otros. Me rio de alguna anécdota y escucho, escucho mucho. Hace tiempo que no me lo paso así, de forma sana.
—Ya es muy tarde chicos—dice él.
—Sí—respondo mirando el reloj. —Tengo que llegar a casa y vivo lejos.
—¿Te acompaño al coche? —pregunta.
—Vale—respondo sonriente.
Nos vamos de allí los dos juntos, me pregunta que qué edad tengo. Le respondo que veinte, se queda sorprendido, pensaba que tenía más años porque me veía muy madura. Me rio muchísimo cuando me cuenta anécdotas, como su primer día de la universidad, su primer día en el trabajo, una de las vacaciones. Yo me limito a reírme, hacerle una puntualización o simplemente estar ahí. Me pregunta por mí, y le cuento que no tengo una mejor amiga, que tengo dos mejores amigos. Le explico algo de mi vida, pero cosas muy vagas, quiero ser lo más normal por ahora.
—¿Y te gustan los perros? —pregunta.
—Sí—contesto. Me gusta ese tipo de preguntas. —¿A ti?
—Me gustan muchísimo, sobre todo los grandes.
—Deberías tener una casa grande para ellos.
—Y la tengo—responde.
—¿Dónde?
—En Andalucía, en Chiclana concretamente. Pero aquí me tengo que conformar con un piso pequeño.
Seguimos así, por cosas así de pequeñas conoces a la gente, aunque yo no revelara mucho. Le conté que el ramo de flores se lo di a mi mejor amigo, bueno era para su madre. Él se rio, y me dijo que un día se lo tenía que presentar. Mientras yo me encuentro en un estado de nirvana, estoy demasiado relajada. Cuando llegamos a mi coche me ofrezco a llevarle, él me sonríe y me dice que no pasa nada, que vive a unas cuantas calles.
—Eres un misterio—me dice.
—Para nada—respondo.
—Sí. Me ocultas algo Amanda, no sé el qué, pero ocultas algo—contesta colocándose enfrente de mí.
—Pues no preguntes.
—¿Por qué?
—Porque ya no sería misteriosa. Sería yo.
—¿Y qué hay de malo en eso?
—Pues que se complicaría todo.
Y de pronto me besa, no me lo espero, lo hace con decisión y sin duda. Le devuelvo el beso a ese chico tranquilo y que me trata como a una igual; y por el que empiezo a sentir mariposas en el estómago. Me acurruco en su pecho y él me abraza con firmeza, creo que teme que me vaya, pero a la vez no. Esta seguro de lo que hace. Levanto la mirada y lo veo, sonrío y me devuelve la sonrisa. Volvemos a besarnos y oigo una voz.
—Joder—me vuelvo hacia el lugar donde proviene y es... ¿Vicen?
Vicen con una chica, una chica que me suena, es la de la fiesta. No me jodas que nos hemos visto infraganti, yo a él con la chica y él a mí con Bruno que me mira con cara de ¿Qué está pasando?
—¿Vicen? —pregunto
—Hola Amanda—saluda. Luego va a saludar a Bruno.—Soy Vicen el...
—El mejor amigo de Amanda—termina Bruno.
—Sí, y ella es...
—Su novia, Alexia—termina ella.
—Que capullo—respondo yo. —No nos había presentado. Soy Amanda.
—Encantada—responde.
—¿Y tú quién eres? —pregunta Vicen.
—Me llamo Bruno—responde él.
—Y eres...—sigue Vicen.
—Es un chico—contesto.
—Un chico—respite Vicen.
No lo había visto venir, ¿Vicen saliendo con una chica y no acatando las ordenes? Bueno, tampoco es que me extrañase eso... Vicen ha sido el más lapso, pero sabía que se preocuparía por mí. No es que fuese el mejor ejemplo de nada. Además esa situación... No nos convenía que los dos supiésemos nada de la vida amorosa del otro, además parecíamos dos sospechosos que les son infieles a sus parejas. Pensándolo mejor, lo éramos, pero no vamos otra vez a hablar de eso.
—Pero qué haces—le digo entre susurros.
—¿Quién es? —pregunta él preocupado.
—Un chico—le digo. —Lo conocí el otro día—Vicen me mira con una cara no muy amigable. —Vicen no vayas de hermano mayor. ¿Y ella?
—Pues ya lo sabes—dice sin esconderse.
—Te vas a casar—le digo preocupada.
—Y tú—responde.
—Pues que nadie se entere ni de lo tuyo ni de lo mío—le digo.
—De acuerdo. ¿Te gusta? —pregunta.
—Pues sí. ¿Y a ti ella?
—Sí, mucho.
—Pues vámonos cada uno por nuestro lado—contesto segura de mí misma, él asiente con vehemencia.
Volvemos con nuestras respectivas... ¿Parejas? Vicen y Alexia se fueron por la calle porque iban a cenar. Bruno se queda conmigo, le explico que Vicen es como mi hermano, que recientemente me hicieron daño y está preocupado. No es una mentira, es una media verdad, porque me he sentido estafada por Martín, por el que me he fustigado durante años. Nos despedimos y voy a mi casa, espero que todo el mundo esté dormido, pero no, por allí andan mis progenitores. Los dos despiertos, los dos con ganas de preguntarme algo.
—¿Ya estás mejor? —preguntan. Creo que es la primera vez que se preocupan por mí.
—¿Con qué exactamente? —contesto.
—Con Martín, con la boda—dice mi madre.
—¿Os preocupa que no me quiera casar?
—No, tú—responde ella. Es la primera vez que veo que se preocupan. — Nos preocupas tú.
—¿Esto es psicología inversa?
—No Amanda. Llevas casi un mes encerrada en tu habitación, sin salir, sin apenas comer. Pensaba que habrías cogido alguna enfermedad, pero no. ¿Estás bien?
Quiero decirles que no, que Martín va a destruirlos, pero no digo nada. Básicamente porque una charla no arregla toda una vida, parece que mi madre se piensa el no celebrar la boda. Pero sé que mi padre no lo dejará pasar, de hecho, su mirada dice todo lo contrario. Asiento y subo a mi cuarto, me meto en la cama y duermo. Al día siguiente tengo llamadas perdidas de Vicen pero no contesto, estoy en una situación extraña, cansada. Esta casa me cansa, bajo a la gran cocina y me encuentro a mi madre, no está bajo los efectos del alcohol, de hecho, me mira preocupada.
—Mamá, necesito salir de aquí y hacer mi vida. No te pido que canceles la vida, si no algo de libertad. Dentro de un par de meses, o de un mes me casaré. Esto será algo temporal, así me acostumbro a vivir sola.
—Retrasaré la boda un mes más—dice ella. —Así tendrás tiempo de aclimatarte. Te puedes llevar a Laura, así te ayudará.
—Gracias—le digo. Ella me sonríe.
Ella no lo sabe, pero ahora no es alguien que desprecie. Busco un piso en el barrio Chamberí, grande pero no demasiado. Voy a verlo y me lo quedo, es luminoso, pretendo cambiar los muebles por unos minimalistas. La empresa a la que contrato lo hace rápida y terminan a la semana. Algo bueno tiene pertenecer a donde pertenezco. El lunes siguiente me instalo con ayuda de Laura.
—Le noto cambiada—dice Laura.
—¿Cambiada?
—Sí, más serena.
—Pues no sé...
—Suele estar así, taciturna—responde.
—No tengo ni idea de lo que me hablas.
—¿Se ha enamorado de Martín de nuevo?
—No—respondo. —De hecho, es del que menos quiero hablar.
—Pues le ha mandado un ramo de flores.
—Tíralas. No quiero nada de él.
—Usted está enamorada, hace años que la conozco y sé cuando está enamorada.
—Laura... he conocido a un chico.
—¿Cómo?
—Sí—respondo. —No lo busqué, pero... soy tan feliz con él.
—No pertenece a este mundo. — Concluye ella.
—No. No sabe ni quien soy, no sé si estoy enamorada, pero... me gusta.
Laura me da un beso en la cabeza de forma maternal y se va a por dos tés. Le cuento como lo conocí, cuando salimos, cómo le di un consejo y lo aceptó...Laura me mira pasmada, es la primera vez que hago algo que no sea autodestructivo, que me haya guiado por mis sentimientos. No lo hacía desde que Martín tuvo el accidente. Recibo un mensaje, es de Bruno, me pregunta que si quiero ir con ellos a otra localización, que se lo ha pedido Miranda. Les gusta como he dejado las fotografías y quieren que trabaje con ellos. Se lo enseño a Laura y grita de la emoción, por fin puedo hacer algo en lo que no intervienen mis padres.
Bruno me manda fecha, hora y lugar. Nos tenemos que ir a Canarias a hacer el anuncio. Vamos todo el equipo y nos reímos, parece que he encontrado una luz dentro de toda esta vida artificial que me rodea. Cristina habla sin parar, como que yo serviría para ser modelo y cosas así. A mí me da apuro, no es la primera que me hacen fotos, pero... para una marca, a lo serio.
En el avión Bruno y yo nos sentamos juntos, me quedo dormida en seguida con la música puesta hasta que aterrizamos en Gran Canaria. El aeropuerto no es nada del otro mundo, pero cuando salimos y vemos la isla me fascina. Nos dirigimos hacia el sur de la isla, es precioso, al principio es árido, pero después llegamos hasta los hoteles. El chofer nos explica que no toda la isla es igual, que cambia según en la parte que estés, hay partes más montañosas, más rocosa o... como a donde iremos a pasear ahora, desértica, vamos a las dunas. Hacemos el check in y nos vamos a las dunas. Hemos llegado a la tarde y nos han dicho que es el menor momento para ir y ver las estrellas.
Nos reímos porque intentamos subir algunas muy altas, Cristina se cae y hasta lo hace Bruno. Armando lo va grabando todo, hasta cuando Bruno me tira arena a la cara, básicamente me mete en el pantalón corto arena. Le grito y voy a por él, intentando placarlo, pero no puedo y me caigo entre risas. Él me va a ayudar y lo tiro a la arena, los dos terminamos riéndonos allí. Me besa y le correspondo, los demás hacen muecas de disgusto y mientras nosotros disfrutamos del momento. El sol se ha escondido y vemos las estrellas, hay muchísimas estrellas. No había visto tantas juntas desde... nunca. Bruno me abraza por la espalda y me besa la coronilla, cierro los ojos y disfruto.
—Hacia tiempo que no disfrutaba tanto—le digo.
—¿No? —pregunta.
—No. Mi vida siempre ha estado planeada al milímetro.
—¿En serio? Es muy triste.
—Ahora quiero vivir el momento, ¿Qué crees?
—Me parece bien—responde y me abraza. —Vas a ver que vas a disfrutar aquí.
Volvemos al hotel después de intentar buscar un camino entre las dunas que nos lleve al paseo e ir al hotel.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro