CAPITULO 4
Ya era muy entrada la noche cuando Carman junto con los demás llegaron a la entrada de una cueva situada en el fondo del bosque, hacía mucho frio y le dolían los pies de caminar tanto tiempo descalza.
—Se supone que debemos entrar a esa cueva oscura—la voz de la chica daba a entender su pánico.
—Por supuesto que entraremos, es la única manera de llegar a la cabaña de resguardo que te he mencionado—respondió Darach adentrándose sin ningún problema.
Carman miro a Balor bajo sus pies y tomo con ambas manos a Anya que estaba sobre sus hombros, esperaba que le dieran el valor suficiente para seguir andando a través de esa cueva donde quien sabe que cosas podrían estar esperándola.
—Entra de una vez—bramó el pequeño zorro que se había detenido a lo lejos.
La flama de su cola podía apreciarse desde allí, la joven bruja respiro aliviada por tener por lo menos algo con que iluminar el camino. Comenzó a caminar más tranquila sin dejar de apretar a su compañera, mientras tanto iba apreciando los alrededores que no eran tan escalofriantes como se los imagino.
Había unas pequeñas setas en los rincones que brillaban en la oscuridad, vio uno que otro roedor correr de un lado a otro y juro haber escuchado que hablaban. Continúo por una especie de sendero que se abría paso entre las rocas siguiendo en todo momento a su protector que andaba a sus anchas por el lugar.
Carman pensó que quien no se sentiría así siendo un enorme zorro malhumorado y fuerte.
Empezó a reírse para si por su chiste.
Seguro Darach se molestaría si pudiese escucharla.
Bajaron por una inclinación de tierra hasta llegar a una especie de lago, allí un sin número de plantas brillantes los recibieron con sus mejores destellos. Eran maravillosas, parecían tener vida.
Y para sorpresa de Carman, muchos animales que a simple vista parecían normales tenían características extrañísimas. A demás que los escuchaba murmurar y hablarse entre sí.
—Pueden hablar como tu Darach—dijo la joven bruja fascinada por el descubrimiento.
—Claro que sí, todos aquí pueden hacerlo—dijo mientras saludaba a otro zorro que llevaba unas rocas en su hocico—solo que no todos los hechiceros pueden escucharlos.
— ¿A qué te refieres? —se alarmó Carman temiendo ser aún más rara que todos.
—Preguntas mucho, muchacha—el zorro avanzó con paso apresurado y su ama tuvo que correr para darle alcance.
Se sumergió a la pequeña laguna y el agua le llego hasta las rodillas, pero no era fría al contacto sino muy templada. Al fin algo agradable pensó.
Por lo visto la bestia Darach tenía más prisa que la chica pues desapareció de su vista en solo segundos.
—Que se hizo ese zorro amargado—se quejó Carman saliendo por fin del inmenso camino a la salida.
Realmente estaba muy agotada y hambrienta. Necesitaba descansar pronto y recuperar sus fuerzas para seguir su camino y largarse de una vez por todas de ese lugar de locos.
Se recostó a la pared de piedras tratando de tomar un respiro y esperando que la densa neblina bajara un poco, permaneció allí unos cinco minutos hasta que esta fue cediendo.
—Que gran protector me toco, uno que me desprotege así nada más—comenzó a quejarse la joven mientras empezó a avanzar por la senda que a cada momento se estrechaba y la hacía pegarse más a la inmensa pared de piedra.
La brisa que soplaba era bastante fuerte ya casi la tiraba de donde estaba, miro hacia abajo por primera vez llevándose el susto de su vida. No se había percatado que estaba a quien sabe cuántos metros de altura y que con cualquier movimiento en falso estaría de regreso al suelo vuelta crema de pastelito.
— ¡Voy a morir por culpa de ese maldito zorro! —grito aferrándose a la pared con fuerza.
Con tal de no morir se aferraría al mismísimo aire si era posible.
Su corazón latía con fuerza a cada paso que daba mientras el camino se volvía cada vez más angosto, pronto le tocaría pegarse como una lagartija y en ese momento seguro moriría.
—Si tan solo pudiera sostenerme con algo.
Miró su cadena que se arrastraba tras ella y una gran idea vino a su mente.
—Dime que puedes alargarte mucho—suplico Carman y Balor asintió—también dime que puedes transformarte de cualquier forma que yo pida—de nuevo asintió muy contenta— ¡ay Balor! de verdad eres una bendición.
La chica acarició a su amigo y Anya que sintió celos la golpeo en la cara.
—Vale, vale no te molestes pronto sabré como usarlos a ambos—la acarició suavemente mientras se imaginaba un gran puente.
Y de inmediato, Balor comenzó a crecer hasta desaparecer en la distancia convertido en un seguro y fuerte puente hecho de cadenas. La sonrisa de la joven fue más que satisfactoria por el buen trabajo de su amigo.
Sin mirar atrás prosiguió su camino, más segura que antes, ahora las fuertes brisas no lograrían tirarla tan fácilmente. Se sentía orgullosa de haber conseguido que su poder—aunque sonara tonto—lo pudiese usar con estos dos objetos que a muchas personas les parecerían inservibles.
Cuando termino su complicado recorrido, llegó hasta el bordillo de un acantilado. Balor volvió de nuevo a su forma atándose obedientemente a la cintura de Carman.
—Gracias amiguito—dijo está acariciándolo en recompensa—ahora a donde se supone que debo ir, además donde esta ese zorro gruñón.
—Más cuidado con lo que dices—el pequeño zorro estaba sentado allí frente a ella flotando en el aire.
La chica lo miro asombrado por unos instantes para luego molestarse.
—Acaso tu trabajo no es protegerme—le reprendió—si sabias volar porque no me ayudaste a llegar hasta aquí, casi muero por tu culpa.
Darach solo bostezo y se puso en pie.
—Ya estás aquí cual es el problema entonces, y si no me equivoco eres una bruja puedes hacer cualquier cosa.
En donde ella vivía seguramente si le hubiesen dicho que era una bruja no vivirían para contarlo. Pero aquí parecía lo más normal del mundo, sería una pérdida de tiempo ponerse a discutir por una estupidez como esa.
— ¿Muy bien, ahora a dónde vamos?
—Sígueme—dijo Darach dando un salto hacia arriba.
—Oye espera, espera—dijo la muchacha asustada—yo no sé volar ni creas que me voy a lanzar al vacío, así como si nada.
—Estos son escalones Carman, no hay ningún problema—dijo el zorro calmándola—camina al borde y coloca un pie adelante y te darás cuenta que no te engaño.
Las palabras de su protector se escuchaban sinceras, si él hubiese querido matarla para comérsela ya estuviera muerta de eso estaba segura. Así que confiando en las palabras de Darach camino al bordillo y con miedo colocó un pie adelante.
Y tal cual había dicho la bestia, sintió una planicie dura bajo su pie, de inmediato colocó el otro asegurándose de que fuera cierto.
—Ahora avancemos—le urgió el zorro dando saltos aprisa.
— ¡Espera, espera! —lo detuvo la bruja—ve despacio, recuerda que no puedo ver los escalones.
—Muy bien ama—obedeció aquel pequeñito ser esponjoso.
A la chica le entraron ganas de cargarlo y apretarlo por un buen rato, pero lo dejaría para más tarde, lo importante ahora era llegar a la cabaña, comer y descansar.
Sobre todo, descansar.
Subieron un montón de escalones, Carman perdió la cuenta cuando iban en cuarenta y cuatro.
Como podía haber tantos escalones y lo peor aún era, que no podías ver cuantos faltaban.
Realmente era algo extraño el estar así, es como si estuvieses flotando en el aire a través de las nubes. Niahm seguro se hubiese fascinado de estar aquí.
Esperaba que nada malo les estuviese pasando allá.
—Cinco escalones más y estamos en la cima—anuncio la bestia reanimando el estado melancólico de Carman.
Esta corrió enseguida sin reparar mucho en tropezar, cuando por fin vio un cielo lleno de estrellas, un hermoso prado verde y una cabaña pequeña frente a ella, exhaló aliviada dejándose caer de golpe sobre el césped.
—Estoy muerta Darach, ya no puedo caminar más—lanzó a propósito para que este la llevara a cuestas.
—Que mal por ti, caminar tanto para morir aquí—se burló el animal.
—Eres un desconsiderado—dijo ácida la muchacha que comenzó a levantarse a regañadientes—he recorrido todo esto descalza, hambrienta y sin contar que unas cuantas corrientes de agua me zarandearon como aun muñequito antes de llegar aquí.
Mientras murmuraba todo esto refunfuñando, sintió como unas llamas la envolvieron y la llevaron flotando hasta la casa.
Los humanos son tan frágiles, pensó Darach mirando a Carman sonriendo.
— ¿Y ahora porque no pasas, quieres quedarte afuera?
—No hay puertas—dijo ella sin comprender.
Caminó de aquí para allá en busca de una, pero no logro dar con nada.
—Carman, esta casa no tiene puertas—explicó la bestia acercándose a la ventana que de inmediato se abrió ante su presencia—se entra por las ventanas.
— ¡Como los gatos y los ladrones!—exclamó alarmada la chica.
—Hay algún problema con eso—inquirió molesto el animal.
—En absoluto.
No quería hacerlo enojar por ningún motivo.
Ambos entraron y Carman se sintió como una total ladrona al hacerlo por la ventana, aunque después de ver lo cómoda de la estancia le restó importancia. La cocina era pequeña y la despensa estaba a rebosar de comida.
Esto basto para hacer mermar cualquier culpa que tuviera encima.
Sin importarle demasiado tomo unos panes y se los mando a la boca atiborrándose de una forma que su madre de seguro le hubiese reprendido con un golpe en la cabeza, luego fue por unos quesos y unos salchichones. Casi no podía respirar de tanto que se llevaba a la boca como si se tratara de agua.
Salió con las manos llenas y le entrego a Darach unos buenos trozos de carne.
—Imagino que ustedes no comen nada—dijo Carman con la boca llena dirigiéndose a Balor y a Anya.
—Ellos recargan fuerzas cuando tú lo haces—respondió Darach zampándose su pedazo de carne—así que come bien, entre más energía tomes mayor será tu poder.
Esto pareció complacer a la joven que no paro de comer hasta que el botón del pantalón amenazó con salir volando.
— ¿Necesitas más comida Darach?
—Estoy bien, en esta forma como poco y conservo mejor la energía.
Y dicho esto Carman se hecho a dormir.
******Siii lo se, hace mucho que no actualizaba pero estaba sin compu. Si es triste. bueno pero ya regrese y espero que este capitulo les haya gustado un mundo. Estaré actualizando pronto besos cuidense******
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