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Misterio| capítulo tres


—Deberías olvidarla, han pasado muchos años —replico la muchacha en eso él se siente triste molesto.

—¡Olvidarla!, Olvidarla es cómo querer olvidar respirar, es algo que haces porque lo necesitas y no sabes cómo olvidar hacerlo, todavía la amo, amo a esa niña, más que a nadie en todo este mundo, si ella fuera un sueño desearía dormir para siempre y nunca despertar —solo dijo.

—Estas enamorado de la niña que ya no existe —dijo David, pero él no quería escuchar razones, para él esa niña seguía ahí en su pecho.

—¡Ella existe! Existió, existirá siempre —dijo mientras salía una lágrima de sus ojos negros, pero una lágrima tan clara cómo su alma.

—Deberías dejarla de amar, debiste no amarla en ese tiempo —dice David. Andrés solo se levantaba, mirando la pizarra.

—¡¿Cómo no amarla?! Con esa sonrisa de niña, con ese carisma que lograba cautivar mi mirada, se robaba toda mi atención, atrapándome con su conocimiento, con su madurez a corta edad, al mismo tiempo me hacía olvidar del mundo con su pequeña sonrisa ¡Pero Dios! Qué sonrisa tan potente que creaba un desastre en mi mente destruyendo todo a su paso —decía mientras con las tizas dibujaba unos ojos chinos perfectamente hechos— ¡¿Dime cómo no amarla?! Si todo continuo ahí, en ese tiempo cuando su inocencia atraía a mi ser, ¡Ahí!, Ahí continuaba cuando su madurez me abrazaba cálidamente mi estupidez.

—¡Usted no era estúpido! Alguien cómo usted no debió ser tan tonto, tonto ella por dejarlo aquí —dijo la muchacha, en eso él responde —Ella no me dejó.

—Entonces, ¿Qué pasó? —dijo David.

—Ella era todavía una hermosa niña queriendo volar muy lejos, yo era un adolescente que no quería madurar, era una niña que mis ojos querían ver en cada amanecer, su inocencia se juntó conmigo cual con el tiempo desapareció... ¿Sabes? Todo cambio, no supe cuando pero lo hizo —dijo mientras seguía con su dibujo.

—¡David! Hijo es tarde ya lleva a tu novia a casa mañana continúan —dijo la madre de David que se había aparecido de la nada, había llegado en silencio, en eso David se levantan.

—Mañana volveremos temprano —dijo mientras se iba con su novia. En eso ella se acercaba donde Andrés.

—¡José Andrés! Un gusto saludarte —dijo ella dándole la mano.

—Señora Ortega o mejor dicho Carmen ¿cómo estás? —dijo él, mientras a lo lejos David y la muchacha levantaban sus manos despidiéndose.

—¡José Andrés! Un gusto verte —repite con una sonrisa— solo vine a pagarme las clases de mi hijo, un mes adelantado más un dinero extra, muy pronto será el día mundial de la poesía, mi niño quiere llevarte para que junto con él recites algo lindo, por eso quiero ayudarte así también eres un invitado especial en ese especial día, habrá concurso cual participara mi hijo —dijo ella dándole un pequeño rollo de dinero.

—Carmen no es necesario, yo con gusto iré a ayudar a tu hijo —decía pero ella lo interrumpe.

—Quiero que te compres ropa, te cortes el pelaje, te arregles, arregles tu hogar, mañana tendrás muchos alumnos, mi hijo tuvo contándole a sus amigos de tus clases, sus madres me llamaron preguntando si eras un hombre confiable y les dije que si —decía mientras le daba una tarjeta —ella vendrá mañana, solo arréglate, mi madre no vendrá con sus arepas, solo ve arregla tu apariencia, compra pintura, pinta tu casa, yo en la tarde con mi esposo te traeré una mesa con sillas, tú patio es lindo solo debes limpiar un poco y mi hijo te ayudará también, su padre igual espero que colabore con manera —dijo. En eso solo José Andrés la abraza susurrándole —:Gracias.

Terminando todo que decir, ella se marcha, él entra a su habitación, comienza a abrir una caja llena de cartas con fotos de una señorita, era ella, la razón por la que estaba ahí recordándola.

—¡Hoy! Hoy seguro te volviste una mujer, eras una niña con mentalidad de mujer en ese aquel tiempo o yo era el hombre, un adolescente con mentalidad de niño, comenzamos a jugar como adultos, a jugar a amar cómo grandes mientras no teníamos idea a lo que nos metíamos.

»Comenzamos con simples besos fantasmas esos que sentíamos sin poder vernos a los ojos, besos suaves de fantasía, comencé a olvidar tu edad cada noche por culpa de tu mentalidad, mientras tu me recordabas el peligro que era tenerte por qué sabíamos que acabaría mal.

»Era esa inocencia tuya quien me enamoró, pero fue mi estupidez quien me alejó de ti —decía mientras guardaba esa caja debajo de su cama, luego se acuesta mirando su techo.

—¿Estoy loco por hablar solo? —dijo en voz baja, «Si lo estas» se responde el mismo en su cabeza, mientras cerraba los ojos para dormir una vez más.

El tiempo pasó, el sintió como cerró los ojos por un segundo y al abrirlos ya era de día, solo se arregló lo más que pudo, tenía una cara de tristeza, esa melancolía constante que lo seguía, ahí solo escucha una voz que le dice: —¡¿Estás listo?!

En eso solo abre su puerta estaba una mujer cual le pregunta —¿Estás listo? —mientras él mira hacia a dentro, agarra sus llaves y respondió —Vamos.

Luego salió de aquella casa, cual no lo había hecho en dos años, por alguna razón quería estar ahí esperando algo, subiéndose a un auto se dirigió a una barbería, se cortó todo, esa mujer era la encargada de su imagen, se dejó el cabello largo pero sin barba, le dieron un peinado, luego fue a dirigirse a una tienda de ropa, compro muchos trajes, cómo ropa casual, zapatos y todo lo que lo hiciera bien.

Salió con apariencia de un vagabundo, mientras horas después ya estaba como un hombre de la sociedad.

—¡Gracias por todo! —dice mientras era dejado en su hogar, junto con cosas instrumentos de un pintor, un rodillo, dos tachos de pintura blancas, con rollos de plástico para no mancharon todo, —No agradezcas, solo es para ayudar a alguien que te quiero mucho —dice en eso se marcha dejándolo ahí. Él en eso observa la tarjeta detenidamente, el nombre comienza a retumbar en su moría recordándola, solo sonríe al saber a quién se refería.

—Bueno a pintar y acomodar —dice mientras comienzo a trabajar, barre, lava todo lo que estaba sucio, mientras abre las ventanas de su casa para ventilar todo, vota más basura de su casa que los mentales que tenía, basura mental qué estaban tranquilos ese día, acomodo muy bien su hogar, que parecía un lugar nuevo.

Luego comienza a pintar todo de blanco, era muy cuidadoso con no manchar cosas, pasaban las horas, al llegar la tarde, ya él se encontraba todo machado de pintura, estaba sucio lleno de polvo, ya no recordaba la última vez que había hecho algo tan interesante.

—¡Con cuidado hijo! —decía Carme a su hijo David, mientras ambos llevaban una mesa hacia la casa de José Andrés, mientras su esposo venía detrás de ellos con sillas de madera, con su rostro de disgusto, por alguna razón no le agrada el maestro de su hijo, pero debía admitirlo le enseñaba bien en lo que cabía.

—¡Buenas José! —dice Carmen saludándolo mientras su esposo lo mira muy serio. —¡Woooou! Te queda muy bien el cambio de imagen —dijo David se notaba el orgullo que sentía por Andrés.

En eso su padre de David se acerca a José Andrés, —Ven necesito hablar contigo— dijo mientras ambos caminaban a un lugar alejado de su hijo y esposa, —Tu sabes que yo la cuido más que a mi vida, me gusta que hables bien de ella, me encanta cómo te expresas sobre ella, pero ya fue, debes olvidarla, pero sé que no lo harás, al menos quiero que nunca le digas a mi tercer hijo de quién se trata, si se entera se arruinara todo —dijo mientras José Andrés miraba al suelo.

—La amo, es suficiente para mí, no es necesario que el lo sepa, tú hijo quiere saber la historia y eso le diré —dijo mientras le daba la espalda.

—Ella no volverá contigo, eso te dejo claro hace muchos años —dijo mientras José Andrés responde: —losé, me lo recuerdas cada vez que te veo.

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