Capítulo 07
Me encontraba contemplando los pequeños rayos de luz que entraban por la ventana, podía ver como se balanceaban los árboles florecidos y la briza cálida que se escabullía por las rejillas, como si quisiera avisar que el caluroso verano pronto llegaría.
—Entonces si terminó siendo un imbécil —habló Michelle de la nada sentándose junto a mí en la banca de la biblioteca, y logrando sacarme de mis tranquilos pensamientos.
—¿Qué? —la miré confundida —agarré mi cabello para evitar sentir más calor.
—Éric; parece que al final si te ha hecho sufrir, ¿no es así?.
—Era lo que se esperaba, ¿no?.
—¿Te enamoraste? —cuestionó —su semblante era tranquilo, tanto que me producía confianza.
En realidad ella nunca me ha dado malas energías, solo que antes no lográbamos interactuar mucho, así que no conocía su verdadera forma de ser, la que solo muestra en privado, y me gusta esta versión, la Michelle tranquila que sabe escuchar y consolar.
—El amor va más allá de la atracción y el placer; para serte sincera ya ni siquiera sé lo que realmente siento por él —suspiré —además, como tú misma lo dijiste, el verdadero amor llega una sola vez en la vida, y dudo mucho que este sea el caso.
Quedamos en silencio.
—Escucha tú corazón, el nunca miente, pero eso sí, tú siempre eres primero —me miró por un segundo —me voy, las clases me esperan —dijo levantándose.
Caminó un poco, pero retrocedió.
—Por cierto, tus lunares son realmente hermosos —soltó una risa tierna —adiós.
Sé que parezco estúpida ignorando sus mensajes y llamadas, él fue bastante claro cuándo me dijo lo que podía ofrecerme, y técnicamente yo acepté eso, no obstante, ¿por qué se comportó así? hizo cosas que hacían latir mi corazón sin control, el solo logra confundirme, en serio cada vez me confunde más y más.
—No puedes evitarme para siempre —escuché.
Era su voz, esa voz que me eriza sin ninguna explicación lógica, podría olvidar cualquier cosa, pero jamás la sensación que me provoca escucharlo.
—No te estoy evitando —dije sin poder sostenerle la mirada.(es tan dominante qué me pone nerviosa).
—¿Entonces como le llamas a esto? —pasó sus manos alrededor de su cabello –ni siquiera respondes mis mensajes.
—Solo quiero espacio, quiero un tiempo para aclarar mis pensamientos —alcancé a decir antes de que mi voz se quebrara.
—¿Cuánto? dime cuánto tiempo, puedo darte ese espacio, pero dime por cuánto tiempo debo estar sin ti.
—No lo sé Éric, no lo sé —dije agitada y con la voz ya quebrada.
—Déjame aclararte todo sobre Alicia —dijo en voz baja, y con un toque de inquietud.
—Te dije que no era necesario.
—Romina —tomó mis manos —ella es parte de mi pasado, ya no significa nada para mí.
—¿De verdad? —quité sus manos de las mías —¿qué hacía en tu apartamento? —pregunté.
—Vino sin decirme, cuando la vi yo también me sorprendí —hizo una pausa —ella condujo desde Toledo, sabes que está bastante lejos, tampoco podía echarla.
Mi rabia creció de tan solo escucharlo.
—¿Acaso aquí en Sevilla no existen los hoteles? Éric, escúchate un poco, te preocupas por ella, ¿realmente es parte de tu pasado? —mis ojos se empezaron a llenar —no creo que eso sea del todo cierto.
No quiero que me hostigues, no quiero que me busques. De verdad necesito tiempo; porque antes de ti, estoy yo, es más importante mi paz mental, y al parecer estar a tu lado me lo impide.
No suelo aferrarme a nada, pero desde que te conocí me quiero aferrar contantemente a ti, debería volver a ponerme en primer lugar como siempre lo he hecho.
—Está bien, lo entiendo —se limitó a responder.
Vi sus ojos llorosos por primera vez, aquella mirada dominante que lo caracteriza desapareció, esta vez ni siquiera podía mirarme fijamente.
—Tú me ayudarías con las escenas de mi libro, ese fue el trato inicial, y realmente lo hiciste—intenté calmar mi voz —eso era todo, no debimos sobrepasar esos límites —reprimí aún más las ganas de llorar que me consumían —adiós.
—¿De verdad quieres que acabe? —preguntó estupefacto.
—Sí, así es, acabemos esto, acabemos lo nunca empezó.
Le di la espalda con el corazón arrugado, deseaba devolverme y abrazarlo fuertemente, quería decirle que no importaba nada más, que solo debía importarnos el presente, pero yo no pensaba lastimarme más.
Ni siquiera me voltee, porque sabía que podría mandar todo al carajo y quedarme con él.
—¿Iras al viaje? —preguntaba Josué a cada segundo. (es un viaje trimestral que se realiza para visitar museos o monumentos antiguos, en el cual toda la facultad participa, pero no es netamente obligatorio).
—Ya te dije que no lo sé —respondí desanimada.
—Han pasado tres semanas y aún sigues triste, ese desgraciado.
—Fui yo quien lo decidió, ya deja de culparlo.
—Pero quien se ha dado mala vida eres tú, siempre evitas ir a todo lado en el que él se encuentre, de milagro entras a sus clases —gruñó —estoy harto de verte triste, quiero de vuelta a mi Romina.
—Soy la de siempre, eres tú quien se hace ideas.
—Entonces vámonos de fiesta —propuso.
—Fuimos el fin de semana pasado —reproché —además no tengo dinero —me marché para que dejara de molestar.
—¿Quién te está pidiendo dinero? —decía berrinchudo detrás de mí.
No podía seguir dándome mala vida solo porque ya no estaba con Éric, al contrario, tenía que estar contenta de saber que no voy a sufrir por un hombre; todas esas palabras de motivación que me di internamente se fueron al carajo cuando alcé la mirada y lo visualicé.
Su rustro se mezclaba con la luz del sol, sus ojos cafés tenían una profunda calidez, quise evitarlo, pero me fue imposible dejar de observarlo.
La armonía del viento que movía ligeramente su cabello, el olor de las flores de nuestro alrededor, cada mínimo ruido que se desvaneció cunado nuestras miradas por fin se encontraron. ¿Acaso...el mundo se detuvo?.
—Ahí vienen —dijo Josué incomodo, trayéndome de vuelta a la realidad —quisiera saber por qué andan tan juntos últimamente(refiriéndose a Éric y Michelle).
—Aquí estás Romina —mencionó Michelle alegremente.
—¿Me buscabas? —pregunto sin demasiado entusiasmo.
—Así es, queremos que nos ayudes a escribir un pequeño cuento para el próxima viaje —me mostró la temática, la cual era sobre la Diosa Isis —ya sabes, visitaremos El Templo de Debod.
—¿Y por qué recurres a mí? —cuestioné buscando una explicación.
—Alguien me dijo que te gusta escribir, así que creímos que eras la indicada.
Aparte de Josué y mi familia, el único que sabía sobre mi gusto por la escritura era Éric, y justamente estaba a su lado, y ha estado con ella por días, no puedo creer que haya tenido el descaro de contar algo personal que no le comento a cualquiera.
—Está bien, no tengo inconveniente —respondí sin más alternativa.
—Ok, entonces nos vemos el jueves en la mañana para irnos al viaje —se despidió.
Quise decirle que no iría, pero al parecer todos lo harán, tampoco quiero ser la única aburrida que se negó a ir.
Me fui de inmediato para controlar las ganas que tenía de golpearlo, mis mejillas estaban rojas y mis manos sudaban.
«¿Acaso le contó todo lo que pasó entre nosotros?»
«¿Es qué están saliendo o algo parecido?»
Mi mente se convirtió en una tormenta, no podía evitar sobre pensar absolutamente todo.
—Romina, espérame —Éric tomó mis brazo para evitar que siguiera caminando.
El suave roce de su piel con la mía me daba escalofríos, tiene tanto poder sobre mí, quiero ser fuerte y no dejarme llevar por la atracción que siento por él, por eso lo quiero lejos, porque se perfectamente que si lo sigo teniendo tan cerca de mí, mis impulsos ganaran.
—¿Por qué le contaste? ¿por qué le dijiste que me gusta escribir?—pregunté eufórica —no es algo que comparto con cualquiera, sabes que no me gusta que todos sepan sobre mis gustos personales.
—No fui yo, cuando habló conmigo ella ya lo sabía —respondió calmado.
—Eres la única persona que pudo haberlo hecho.
—¿Es que no confías en mí? —me miró con decepción.
—¿Acaso me has dado motivos para confiar en ti? —me solté de su agarre, no quería escucharlo más.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro