Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 06

—¿Por qué estás llorando? —se acercó y limpio mis pequeñas lágrimas.

—Solo estoy un poco sensible —respondí con la voz entrecortada aún.

Sus manos cálidas sostenían mi rostro, mientras que su mirada dominante se quedaba fija sobre mí.

—Es difícil verte así —mencionó pasando sus dedos suavemente por mis mejillas.

—No suelo actuar así ante cualquiera —dije —lo siento.

—Me alegra saber que no soy cualquiera —susurró.

Miró el cielo estrellado que nos cubría junto a esa noche cálida de primavera.

—La luna está hermosa —soltó.

—Lo está —respondí.

Lastimosamente, esa frase tenía un significado diferente para ambos.

—Debería entrar, es bastante tarde.

—Es cierto —me miró —nos vemos mañana.

—Está bien.

Me quedé esperando a que se marchara, pero él ni siquiera subía a su coche, así que le pregunté:

—¿No te vas?.

—No hasta que entres —respondió junto a unas de sus risitas.

—Lo haré, lo haré —decía mientras me acercaba a la puerta.

Antes de entrar le envié una última despedida con mi mano.

El hizo lo mismo.

—¿Así que es él? —escuché detrás de mí.

Eso me sorprendió, era mi madre junto a Roxana.

—¿Qué hacen aquí? —les pregunté.

—Lo vimos todo —respondieron al mismo tiempo.

—No lo puedo creer —suspiré —me iré a dormir.

Subí las escaleras rápido, pero alcancé a escuchar sus preguntas, las cuales no pensaba responder.

—¿Cómo se llama?

—¿Qué edad tiene?

—¿Es tu compañero? ¿es de aquí de España? o ¿quizá es italiano?.

Las ignoré. 

Una vez en mi habitación me comí el pequeño pastel y me quedé mirando las bonitas amapolas.

«¿Por qué haces esto?»

«¿Por qué me sigues confundiendo con tus acciones Éric?» 

Desperté con el sonido de mi celular, era mi padre, al parecer se acordó de mi cumpleaños un día después.

—Buenos días.

—Hola hija, discúlpame por no llamarte antes, estaba bastante ocupado; feliz cumpleaños.

—Gracias papá, está bien, no hay problema.

—Debo ir a trabajar, te quiero.

Esa ha sido la conversación más larga que he tenido con él desde que se devolvió a Francia.

Hoy debo irme más temprano de lo normal, mi primera clase es Lenguaje y Comunicación, si me pierdo un segundo no entenderé el resto de la clase.

—¿No vas a desayunar? —cuestionó mi madre al verme tomar la mochila.

—Lo haré en la universidad.

Salí de mi casa e inesperadamente veo a Josué en un coche convertible completamente negro.

—¿Qué tal está mi bebé? —preguntó abriéndome la puerta.

—¿De dónde sacaste esa chatarra? —dije bromeando.

—Oye, será tú nuevo trasporte, no lo trates así —me miró indignado.

—Está hermoso —le dio un beso en la frente.

—Es hora de irnos, pondré mi canción favorita.

Colocó "Blank Space" de Taylor Swift.

El fresco viento de primavera movía mi cabello de un lado a otro, los árboles florecidos me hacían recordar lo bonita que puede llegar a ser la vida.

—¿Sabes a quien amo más después de mi madre y tú? —escuché la voz de Josué mezclacada con la brisa.

—No lo sé —le respondí.

—A Taylor —sonrió.

Llegamos a la universidad y logramos la primera clase sin problema.

—Iré a comer algo, ¿vienes?.

—Sí, por supuesto, hoy no desayuné.

—Iré con ustedes —dijo Éric apareciendo de la nada frente a nosotros.

—Ok.

Pedimos nuestra comida y nos sentamos en la cafetería.

—¿Qué harás después de clases? —preguntó Éric sentado a mi lado.

—Nada en realidad —contesté tomando un sorbo de mi soda de kiwi.

—¿Quieres venir conmigo?.

—Por supuesto —me achanté.

—¡Ay, por favor! ¿es en serio? ¿me tengo que soportar esto? —exclamó Josué frente a nosotros.

Lo asesiné con la mirada, nunca puede ser discreto.

—Debiste traerme a tú hermano —dijo mirando fijamente a Éric.

—Aquí estoy —Noé se sentó a su lado haciéndolo quedar en silencio.

Solté una carcajada.

—Nos vemos en la última clase —mencionó levantándose de la mesa.

—Eres un cobarde —le susurré.

Terminó la última clase, la cual era gramática; como siempre fue fácil de entender.

—¿Nos vamos? —me miró —te ves preciosa hoy, bueno, siempre.

—Ya vámonos.

—Ahí van otra vez, mejor me voy —volvió a hacer berrinche Josué —preferiste su auto que si es una verdadera chatarra.

—¿Tú crees? ¿debería cambiarlo? —preguntó Éric.

—¿Lo ves Romi? está presumiendo su riqueza —me abrazó.

Sonreímos.

Nos dirigimos al estacionamiento y nos despedimos.

Me subí en el asiento delantero.

—¿Quieres escuchar música? —me preguntó.

—Sí, está bien —respondí mirando sus enormes manos qué tomaban el teléfono para reproducir la canción.

Empezó a sonar "Wonder" de The rose.

—¡Oh, ese canción me gusta mucho! —exclamé.

—Lo sé —dijo con una mirada calmada, como si esperara mi respuesta de antemano.

—¿Cómo lo sabes? —pregunté descolocada.

—Simplemente lo sé —soltó una risita.

Estaba confundida. «¿Cómo carajos lo sabía?»

Llegamos a su apartamento y todo estaba extremadamente oscuro y desolado, como si hace días no estuviera habitándolo.

—¿Estabas fuera de casa? —cuestioné.

—Estuve aquí siempre, ¿por qué? —mintió.

Su boca quizá podía mentir sin problema, pero sus ojos jamás, su mirada cambia drásticamente cuando dice una mentira

—Nada, solo pregunto —contesté.

Éric tomó mi mano y me arrastró agresivamente hasta la habitación sombría, mis piernas se debilitaron cuando lo vi desnudarse frente a mí; sin darme cuenta su labios ya estaban unidos a los míos.

Sentí como su mano tibia se paseaba por debajo de mi falda, escuché el crujido de mis medias desgarrándose para poder llegar a mis bragas de encaje.

Sus manos tocaron mis trasero desnudo para recostarme en la orilla de la cama.

—Déjame ponerte esto —susurró.

—¿Qué es? —le pregunté.

—Sin preguntas —me besó.

Colocó una cinta negra de satín en mis ojos.

Se acercó nuevamente a mi oído.

—No lo veas, solo siéntelo —postró sus labios en mi cuello —y disfruta cada maldito segundo.

Su boca llegó a mi vulva en un santiamén.

Abrió un poco más mis piernas para empezar a besar todo lentamente, luego sentí su lengua fría pasar por toda mi línea.

Se detuvo.

—Préstame tu mano —pidió.

Se la ofrecí.

La tomó e introdujo mis dedos en mí —gemí en silencio.

—No te contengas, puedes gemir tan fuerte como lo desees, me gusta escucharte.

Me recostó por completo e introdujo todo su miembro lentamente, estaba duro, tan duro que me excitaba aún más.

Hacía movimientos lentos por momentos, luego era extremadamente agresivo, y cuándo sentía que se iba a correr lo sacaba para dejarlo enfriar por un momento.

—Quiero sentirlo en mi boca —manifesté.

—Hoy eres la protagonista, solo déjame hacerlo —dijo tomándome del cabello y embutiéndolo de un solo golpe.

Mis uñas trajeron la ceda qué cubría la cama para controlar las ganas que tenía de quitarme la cinta de los ojos. Quería verlo, quería ver la expresión de satisfacción qué hace cuando lo mete todo en mí.

Giré mis caderas y me levanté un poco para quedar de espaldas.

—¿Estás segura? —preguntó.

—Lo estoy —contesté.

—Puede que sea agresivo, no te quiero lastimar.

—Solo hazlo.

—Entonces prométeme que si te duele me pedirás qué pare.

—Lo haré.

Sujetó fuertemente mis delgadas caderas con sus grandes manos qué me recorrían por completo.

Me dio unas nalgadas y lo hizo agresivo una y otra vez.

Solté un fuerte gemido.

—¿Me detengo? ¿lo saco? —cuestionó.

—¿De qué hablas? —uhh —dijiste que te gustaba escucharme, así que hazlo más fuerte.

—Cómo me encantas, Romina.

—Es tardísimo, me iré —dije levantándome.

—Déjame llevarte.

—No es necesario, debo comprar algunas cosas.

Me marché afanada porque debía comprar unos materiales, pero no alcancé, ya estaba cerrado.

Cuando estaba por entrar a la estación del metro me di cuenta que me faltaba mi tarjetero, así que me devolví, de todas formas ya no tenía afán.

Toqué la puerta esperando sorprenderlo.

—¿Qué haces aquí? —preguntó de inmediato sin terminar de abrir la puerta.

—Olvidé algo —dije mirándolo desconcertada.

—¿Qué es? —miró detrás de él —puedo traértelo.

—¿Pasa algo? —intenté mirar —yo lo buscaré.

El seguía insistiendo en que me traería lo que olvidé.

—¿Qué pasa baby? —resonó una voz femenina dentro del apartamento.

En ese mismo momento vi a una mujer de figura perfecta, cabello negro muy lago y sedoso, sé paró a su lado; me miró de reojo y preguntó:

—¿Quién eres?

—¿Quién eres tú? —devolví su pregunta.

Ella sonrió.

—Soy Alicia, o Allison, mejor dicho, el significado de esto —dijo tocando el tatuaje de Éric.

Sonreí sarcástica.

—Creo que no lo entenderías —suspiró —es...

—Lo entiendo, lo entiendo perfectamente —la interrumpí.

Yo sabía perfectamente que no era la única mujer en la vida de Éric, pero esperaba que por lo menos fuera única en este momento.

No entiendo porqué me duele tanto, ¿por qué maldita sea?.

—Romina, por favor, déjame hablar —decía él caminando detrás de mí.

—No debería quitarte más tiempo, podemos hablar después.

—Puedo explicarlo.

Dejé de caminar y me voltee para mirarlo.

—No tienes que explicarme nada —reprimí mis ganas de llorar.

—Pero yo quiero hacerlo, quiero explicarte.

—Deja de confundirme Éric, por favor —alcé la voz —dices que solo me puedes ofrecer sexo, pero de pronto te apareces frente a mi casa haciéndome sentir la persona más especial para ti.

No sé qué es lo que quieres conmigo.

—Yo, yo quiero muchas cosas contigo —mencionó.

—¿En serio? —hice una pausa —dime una de esas cosas.

No respondió.

—Eres un idiota.

Me marché sin decir nada más. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro