Capítulo 01
Un día más...
Estoy cansada de la monotonía, los días son iguales, sin ninguna novedad; cada vez más aburrido.
«¿Habrá algo que pueda cambiarlo?»
—Romi, ¿acabaste la presentación? —interrumpió Josué mis pensamientos.
Josué, la única persona que cambia mis días grises, soy increíblemente inútil para relacionarme con las personas, pero con él siempre ha sido muy natural.
—Sí, ya acabé.
—¿No dormiste anoche?
—Lo hice, ¿por qué preguntas?
—Tienes unas ojeras terribles, ¿quieres café?
—No, no, ya tomé.
—Está bien. —Espera, ¿escuchaste que por fin tendremos un profesor de gramática fijo?
—¿En serio? Qué alivio, ¿y el sustituto?
—No lo sé, dicen que se fue a Italia.
—Vaya, eso es bueno para él, pero toca adaptarse a un nuevo profesor. ¡Qué fastidio!
En ese mismo instante alguien habló.
—Buenos días chicos.
Provenía de una voz extremadamente gruesa, mi cuerpo se estremeció y así mismo se erizó; de inmediato me voltee.
Era un hombre increíblemente alto, tenía músculos marcados, pero no exagerados, ojos cafés, nariz fileña, labios rojos como fresas y tez blanca, muy blanca, su cabello era castaño, un castaño precioso, era jodidamente atractivo.
—Soy su nuevo profesor de gramática, mi nombre es Éric Martín, soy profesional en literatura clásica, graduado de la Universidad Complutense de Madrid, creo que eso es todo lo que necesitan saber de mí, así que empecemos.
—¿Tiene pareja? —interrumpí Michelle, la chica más deseada por los chicos de la universidad.
—No creo que eso influya en el aprendizaje —respondió el sin ninguna expresión en su rostro.
Se que al igual que Michelle, todos queríamos saber más sobre él, no obstante, no parecía querer compartir nada más sobe su vida personal.
La clase fue bastante sencilla, la verdad creí que sería muy tedioso adaptarse, ya que todos los profesores tienen métodos diferentes para enseñar, pero el simplemente tiene una facilidad para explicar absolutamente todo, es como... no sabría explicarlo.
Probablemente haya sido mi imaginación, pero parece que hubiera fijado su mirada en mi apenas entró, sé que eso es literalmente imposible, alguien como el jamás se fijaría en mí, ni siquiera me miraría.
—Romi, iré por algo de comer, interrumpió Josué una vez más mis pensamientos.
—Está bien, aquí te espero —respondí aún sin salirme del todo de mi distracción.
Solo quedábamos él y yo en el salón, se hizo bastante incómodo, así que decidí salir.
Justo cuando estaba por abrir la puerta esa voz resonó en mis oídos nuevamente.
—Romina, ¿verdad?
—Sí, así es, respondí con los labios entrecerrados.
Me voltee y sus ojos cafés me recorrieron de arriba abajo, se fijó en mis labios y sonrió, pero esa sonrisa hizo qué me erizara por completo, fue una sensación que nunca antes había experimentado.
Quise salir, pero la torpeza me ganó y regué todos los papeles que llevaba, quería que me tragara la tierra.
Empecé a recogerlos rápidamente, y en ese instante sentí unas manos cálidas sobre las mías.
—Déjame ayudarte —dijo mirándome fijamente.
—Oh, está bien, gracias —respondí en voz baja sin poder sostenerle la mirada.
Sus ojos, su sonrisa, no sé qué es lo que tiene, pero simplemente me pone nerviosa y me causa una sensación inexplicable.
Acabamos de recoger los papeles (los cuales eran una buena cantidad) nos levantamos y yo alcé la mirada; el aún tenía uno en sus mano, el cual estaba leyendo.
En ese momento recordé que llevaba conmigo los borradores de mi libro, pero no creí que tendría tanta mala suerte como para que el justamente tomara uno de esos.
—Así que una escena erótica, ehh—lo escuché una vez más.
«¡NO, tenía que ser justamente ese, maldición!»
«En efecto, si tengo muy mala suerte».
—Sí, respondí con la cara caliente de la vergüenza que sentía.
—Le falta algo —dijo con una expresión de duda.
—Así es, pero aun no puedo descifrar qué es —logré responder.
—Yo sé perfectamente lo que falta.
—¿De verdad? —pregunté emocionada.
Cuando él estaba a punto de responder entró Michelle.
—¿Aún estas aquí, Éric? —le preguntó Michelle con demasiada confianza.
A el pareció no haberle agradado, me sentí muy incómoda, así que le arrebaté la hoja y me marché.
Yo sabía que no debía escuchar su conversación, pero sentía demasiada curiosidad, así que no me marche del todo, me quedé a una distancia intermedia y logré escuchar algo que en realidad ya me esperaba.
—Eres completamente mi tipo, Éric —confesó Michelle.
—No me relaciono de esa manera con mis estudiantes —respondió el profesor.
Michelle no está acostumbrada a que un hombre se resista a ella, ni siquiera los profesores.
—¿Estás escuchando conversaciones ajenas? —preguntó Josué detrás de mí logrando sorprenderme.
—¿De qué hablas? —respondí indignada.
—No te hagas, estás espiando—bromeo Josué.
—Solo fue tú imaginación.
—No es cierto, no es cierto.
Justo antes de marcharnos alcanzamos a escuchar la voz del profesor Éric, pero esta vez tenía un tono más fuerte, diría que enojado.
—No sucedería algo entre nosotros incluso si no fueras mi estudiante, no eres el tipo de mujer que me gusta, niña; y por favor, no te refieras a mí por mi nombre, soy tu profesor.
Mis días son bastante rutinarios, cada día me levanto, me aseo, desayuno y me marcho a la universidad.
Sin embargo, hoy sucede algo diferente, no soy amante de las redes sociales, pero mientras viajaba a clases me la pasé buscando las redes sociales del profesor Éric, aunque fue totalmente en vano, no encontré absolutamente nada.
Se que es inútil, y más después de escuchar que no se relaciona con sus estudiantes, sé qué aunque lo encontrara ni siquiera me seguiría de vuelta, pero es que no sé cómo puedo controlar esta curiosidad que siento por él.
Me he sentido atraída por uno que otro hombre, solo que nunca de esta manera, ni siquiera puedo describirlo —suspiré y crucé las piernas para controlar mis pensamientos.
La clase de gramática la vemos solo dos veces a la semana, así que probablemente el resto de los días no veré al profesor Éric.
Antes de que pudiera terminar mis pensamientos escuché nuevamente esa voz que me erizaba la piel.
—Buenos días, Romina —dijo junto a una risita.
—Buenos días, profesor —respondí mientras me giraba para verlo.
—Mi nombre es Éric.
—Lo sé —lo miré confundida.
—¿Entonces por qué no lo utilizas?
—¿Puedo realmente hacer eso?—respondí a su pregunta con otra.
—Por supuesto, ¿qué es lo que te sorprende tanto? —lo acompañó nuevamente con una risita.
No pude decir nada más, no lo comprendo, ayer se enojó y le pidió a Michelle que no lo llamara por su nombre y hoy me dice esto, ¿cambió de opinión tan rápido?
—Deberíamos continuar nuestra conversación, ¿no crees?
—Oh si, —respondí mirando sus labios rojos.
—Te dije que sabía que le hacía falta a tu escena.
Sus labios eran tan perfectos que no podía evitar mirarlos, el deseo me consumía cada vez más, ¿qué es lo que tiene que me embruja de este manera?
—¿Realmente lo sabe? —pregunté con seguridad para disimular lo que sus labios me provocaban.
—Es como si los escenarios solo existieran en tú mente, necesitas experimentarlo para poder plasmarlo a la perfección.
—¡¿Cómo podría una virgen como yo plasmar algo que nunca ha experimentado?! —exclamé desanimada.
No sé por qué carajos lo solté de la nada, definitivamente me dejé llevar por el momento, voltee a ver su rostro y estaba completamente sorprendido.
«Que estúpida soy».
—Vaya, esto es más de lo que esperaba, ¿quieres mi ayuda? —propuso.
—¿Realmente lo haría?
Se acercó lentamente a mi oído, estaba tan cerca que podía disfrutar de su gran aroma, era un olor suave, pero varonil.
En ese instante su mejilla alcanzó a tocar la mía, un roce tan simple me produjo un millón de cosas indescriptibles.
—¿Qué es esto? —resonó una voz fuerte ante nosotros.
Era el profesor de introducción al arte.
—¿Qué haces aquí Noé? —preguntó Éric dirigiéndose a él.
—Quizá porque trabajo aquí —respondió con sarcasmo.
—Deberíamos irnos—tomó su brazo e intentó hacerlo marchar.
—¿Por esta chica romperías tu promesa? —me señaló con desprecio.
Me sentí como una impostora en ese momento.
—Vámonos Noé —Éric lo tomó con fuerza y se lo llevó.
Tan solo unos minutos después regresó y me dijo: —Lo siento, terminemos de hablar más tarde.
Quedé un poco desanimada por lo que había sucedido con Éric (aún suena extraño llamarlo así) y para colmo Josué me escribió y dijo que no vendría hoy.
Creí que el día terminaría de esa manera tan desagradable; aunque en realidad ya estoy un poco acostumbraba, mi vida siempre es monótona y sin ninguna experiencia digna de recordar con alegría.
Sim embargo, me llegó una notificación de Instagram —suspiré, desbloquee mi celular sin ninguna emoción, ya que lo más probable sería que fuera una mención en un concurso, proveniente de gente que ni siquiera conozco.
La sorpresa que me lleve fue tanta que casi me caigo de la silla en la que estaba sentada.
La notificación decía: Éric_Maaartín te ha seguido.
Iba completamente estupefacta de camino a casa, aun o podía créelo, ¿realmente era él? ¿o simplemente era una broma pesada de alguien que disfrutaba molestar a los demás?
Llegué y me tiré en mi cama para terminar de procesarlo, sé que es tonto, pero siempre sobre pienso absolutamente todo, cada vez que me sucede algo bueno siento que es demasiado para mí.
Intenté quedarme dormida, pero mi teléfono sonó, era nuevamente una notificación de Instagram, pero esta decía: Éric_Maaartín te ha enviado un menaje.
De mi salió un chillido tan fuerte que alarmó a mi hermana.
—¿Estás bien Romi? —preguntó Roxana con cara de preocupación?
—Estoy bien Roxi —respondí conteniendo mi emoción.
Apenas mi hermana salió de la habitación abrí en mensaje, el contenido era bastante concreto.
Éric_Maaartín: Sí quieres mi ayuda ven a mi apartamento. Dirección adjunta
Romi._rouxx: Ahí estaré.
Éric_Maaartín: Entonces aquí te espero.
Mi respuesta fue precipitada, lo sé, pero debo comprobarlo, quiero saber que es esta sensación.
Ni siquiera lo pensé cuándo ya estaba en marcha, podría ser un asesino y yo iba directo a sus garras.
Estando enfrente del edificio lo empecé a dudar, en realidad sentí un poco de miedo e inseguridad, pero ya estaba allí, no me iba a acobardar justo a un paso.
Toqué su puerta —el abrió; tenía una franela qué dejaba visualizar sus músculos a la perfección, algo tan simple hizo que sintiera pasar un corrientazo por todo mi cuerpo.
—Oh, ¿realmente viniste? —preguntó cómo si no esperara que realmente fuera.
—¿Acaso no me invitaste? —respondí.
—Creí que pensarías algo como: —«podría ser un asesino o un secuestrador y voy directo a sus garras».
«¿Acaso lee mis pensamientos?»
—Sí, lo pensé, pero un poco diferente —contesté con sarcasmo.
Me miró, soltó una de sus risitas y prosiguió.
—¿Sabes a lo que me refería con ayudarte? —preguntó sin quitarme la mirada.
—En realidad no —respondí en voz baja.
Nuevamente se quedó en silencio y soltó:
—Esto me está gustando más de lo que debería.
No entendí que quiso decir, pero entré y me senté en su sofá.
Él se recostó en la pared y con una mirada picarona me dijo:
—Tendríamos sexo, ¿estarías dispuesta?.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro