Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 30

.
.
.

Han pasado tres días desde que empezó mi transformación. Días largos y desesperantes. YoonGi a tratado de ayudarme a entender algunas cosas con mucha paciencia. Además de que prometió que si aprendía a controlarme, podría llamar a mi hermano. Realmente necesito hablar con él, me urge saber que está bien y que sepa que yo lo estoy también. Debo aceptar, que esto está siendo bastante difícil. Aprender en un par de días lo que él aprendió en años, no es para nada sencillo.

Aún así, no puedo sacar de mi cabeza lo que ahora sé; Yurah debe liberarme en un lapso menor a cuatro días, o de lo contrario, moriré. Pues no estoy dispuesto a tomar la vida de nadie, aunque sea la mía la que esté de por medio. Está decidido. Pero evito pensar en ello ante, YoonGi, no quiero que él se entere de la decisión que he tomado. No al menos por ahora. Quiero que mis últimos días sean nuestros, quiero disfrutar a su lado lo que no he podido en un siglo, y, quizás... Para nunca jamás.

...

— Esfuérzate, sé que puedes. —me alienta, YoonGi una vez más.

Respiro profundo, exhalo despacio por la boca e intento concentrarme. Estamos a unos cuántos metros del pueblo, tan lejos de las personas y a la vez, las escucho tan cerca. Puedo sentir su aroma a esta increíble distancia. Cada uno es diferente, cada uno más apetitoso que el anterior. Escucho el ritmo de sus latidos y el eco de sus voces mezcladas. Mi respiración se agita levemente y cierro los ojos tratando de controlarme. Aprieto los puños con fuerza, son tantos hablando al mismo tiempo, que me es difícil encontrar solo una entre todo el ruido.

— ¿Ves aquel techo? —me pregunta, señalando con su mano. — El blanco más alto. Es un colegio. ¿Escuchas cómo juegan baloncesto? —me dice.

Vuelvo a intentar, pero es difícil poner atención. Escucho respiraciones, escucho latidos rápidos, y de repente, comienzo a escuchar el sonido del balón rebotando, golpeando una y otra vez contra el suelo. También escucho los rechinidos de los zapatos de deporte de los jugadores. ¡No puedo creerlo! He podido concentrarme lo suficiente como para poder escucharlos. ¡Estando tan lejos! Increíble.

— ¿Lo ves? Te lo dije. —me dice, apretándome ligeramente entre sus brazos con orgullo.

— ¿Ya puedo ver a mi hermano? —inquiero con precaución.

— Jimin... —me reprende suavemente. Lo miro.

— Dijiste que si lograba concentrarme en algo más que no fuese la sangre la olvidaría y que si lo hacía podría llamar a, Seokjin. Y lo logré. —le reclamo un poco ofendido. Sin querer, mis labios se aprietan formando un puchero.

— Es muy pronto para que vayas, y tu mismo lo has dicho; "llamarle". —pude ver como sonreía de lado y se cruzaba de brazos. — No quieres que traten como un pequeño y haces esos gestos tan infantiles...

— ¡Ya no soporto estar encerrado! —me quejo.

Y me dejo caer al suelo para sentarme de piernas entrecruzadas, bajo la sombra de un árbol. A pesar de estar frío, el calor está matándome. Llevo un suéter de manga larga que me cubre de la poca luz que hay del día nublado. Él me sigue, sentándose a mi lado. Me siento frustrado, triste y tan furioso con esa desgraciada. Esa bruja nos ha arruinado la vida con infinita facilidad. Vagamente me pregunto... ¿Por qué es así?  ¿Por qué es tan egoísta y rencorosa? ¿Que la lleva a comportarse de esa forma? ¿Por qué hay tanta maldad en ella?

— Esa es su maldición. Su castigo. —murmura, YoonGi, atrayéndome al presente con interés.

— ¿A qué te refieres? —le cuestiono confundido.

— ¿Has escuchado hablar de " Lilith"? —me contesta con otra pregunta.

— No estoy seguro. —balbuceo. — En realidad, creo que no.

— Es una antigua leyenda judía, antecesora al tiempo. En ella se habla de, Lilith, la primer mujer de Adán, antes de Eva. —él me mira y calla. Poco después continúa su relato. — Lilith anhelaba ser libre, deseaba ser su igual, sin embargo Adán le exigía su completa sumisión, algo que ella no estaba dispuesta a darle. Se dice que lo engaño, invocando el deseo de los ángeles, los cuáles fueron expulsados del cielo por su causa. Corrompió sus almas al evocar el pecado. Se cuenta que ella abandonó el edén por su propio pie al enterarse del mandato divino. Lilith cayó al inframundo, donde se convirtió en el súcubo de aquellos ángeles caídos, también llamados demonios como, Samael. —me cuenta.

Vaya... Pero, ¿qué tiene esto que ver con la maldad de, Yurah?

— Ella se volvió inmortal en aquel mundo, pero después de un tiempo, la lujuria ya no la satisfacía como antes. Así que ofreció a seres de oscuridad lo único puro y sagrado que aún quedaba en ella. Su sangre. Dio a cambio esa bendición que le había sido entregada por Dios para volver a estar entre los hombres vivos eternamente. —continúa. Y ahora lo sigo con más atención. — Pero, como lo es en todo, habría caros costos que pagar. Ella jamás volvería a ser humana sin el perdón, ni disfrutaría de los regalos de Dios tales como lo es el sol. Sería presa absoluta de la oscuridad y sería esclava de una sed insaciable por aquel mismo líquido tan valioso que había vendido a traición. Esa sería su maldición. El cobro de sus errores. —él pone su mano en mi rodilla y me mira con la cabeza ligeramente inclinada. — Jimin, al igual que tú, Yurah es un alma reencarnada. Ella esparció esto desde un principio sobre la tierra. Ella es, Lilith.

¡¿Que?!

No puedo creerlo. ¿Así que ella fue la primer mujer y vampiro en la historia de siempre?

Bien, esto pone fin a cualquier esperanza.

— Jamás me dejará libre. —susurro, tapando mi rostro con mis manos.

— Lo hará. No sé cómo, pero la obligaré. —me dice. Le ruedo los ojos con exasperación.

— ¿De verdad lo crees? —le pregunto en retórica. — Si no lo ha hecho en cientos de miles de años, ¿que te hace pensar que lo hará ahora? ¡Me odia! Me detesta tanto como yo a ella. —le dije, mirándolo fijamente. Su rostro parece perturbarse con molestia, pero no me dice nada. — Quizás, deberemos hacernos a la idea de que ya no hay más opción.

Él suspira.

— Entonces... Tendrás que tomar una decisión pronto, antes que el plazo se venza. —murmura sin mirarme. Sé que a él también le cuesta pensar en esa opción. Ya lo sé. Y ya lo hice.

Respiro profundo mirándole de reojo. Quisiera poder grabar su perfil para siempre en mi memoria. Me iré. Estoy seguro. Y debo contemplar un plan B para cuando eso suceda... Y ahora mismo la venganza suena tan tentadora. Lejos de pedir su perdón, preferiría ahorcarla con mis propias manos. Herirla de todas las maneras posibles como ella me hirió a mi. Tanto física como emocionalmente. No puedo perdonarle que me haya quitado a mi be...

Freno en seco mis pensamientos, puesto que él está mirándome ahora con mucha atención.

— ¿Que te quitó Jimin? —me pregunta serio e interesado. Piensa... Piensa...

— M-me, quitó... La vida. La oportunidad de continuar a lado de mi hermano. —susurro. Eso me recuerda... — Por favor déjame ir a verlo. —le pido, juntando mis manos al frente.

— Jimin...

— ¡Por favor!  —le ruego, moviéndome rápidamente y sentándome sobre su regazo, una pierna de cada lado. Sé que es un bajo chantaje pero... — Te lo suplico, es lo único que tengo, lo sabes. Podría ser la última vez que lo vea, permiteme verlo, aunque sea de lejos. —le miró con la expresión más tierna que puedo hacer y al parecer funciona. Él me acaricia la mejilla con ternura y me sonríe con amor.

— Está bien pequeño. —me concede. — Pero iré contigo. El aroma de tu hermano no es tan dulce como lo era el tuyo, pero lo suficiente a pesar de su condición. Y sabes como me enloquecías. No quiero que hagas algo de lo que podrías arrepentirte. —me dice, y me da un suave beso en los labios.

— Gracias. —susurro entre sus labios con alegría, poniendo mis brazos alrededor de su cuello y profundizando nuestro beso.

...

Bajo el resguardo de la noche, hemos conseguido entrar a los jardines del instituto sin ser vistos por nadie. El dormitorio de, Jin es el "B" y con ayuda de, YoonGi logro avanzar en silencio. Cerca de su habitación hay un gran árbol, el cual da perfecto a su ventana. Ambos trepamos con cuidado por las ramas, pero al llegar arriba me doy cuenta que él no está y que su cama está hecha. Pasa de media noche, ¿dónde podría estar?

Miro a, YoonGi, él mueve la cabeza ligeramente, como queriendo mostrarme algo. Alcanzo a oír la tenue voz de, Seokjin. Está cerca. Bajo un par de ramas y al fin lo veo. Está hecho un mar de lágrimas, sentado en un sillón, con una frazada cubriéndolo. La sala de estar se encuentra a oscuras, salvo por la luz de la chimenea que ilumina un poco su rostro.

Oh, Jinnie... Lamento tanto estarte haciendo esto. Lo miro algunos minutos por fuera de la ventana y veo una sombra pasar a un lado de él. Afino la vista. Es Mingyu. ¿El señor Windsor sigue aquí? Tal parece que a estado al pendiente de él estos días. Él lleva una bata de dormir y una taza humeante de lo que alcanzo a olfatear, es chocolate. Jin lo acepta y agradece. Al principio no puedo oír lo que hablan, sólo leo sus labios, pero me concentro y logro escucharlos.

— No hay de qué. No le hace nada bien estar así, joven Park. Piense en su salud. —le dice, Windsor, sentándose a su lado.

— Es mi culpa... No debí traerlo aquí. Él no quería y tenía razón. Desde que llegamos, sólo cosas malas nos han pasado. Estoy seguro que ese tipo se lo llevó. Él debe tenerlo contra su voluntad. —lloriquea. Miro a, YoonGi, quién me levanta la ceja atónito ante las palabras de, Seokjin. Su asombro podría causarme risa, pero no creo que él lo encuentre divertido. Le sonrío leve y me encojo de hombros a manera de disculpa. No Jin, estás equivocado. Con gesto resignado, YoonGi se mueve y saca algo del bolsillo de su pantalón. Me entrega mi celular.

— Llamale. —me dice.

— ¿Y que le digo?

— Lo básico, sin detalles. Y que no soy un secuestrador de paso por favor. —murmura serio y sarcástico a la vez. Lo tomo, marco su número y respiro profundo antes de llamar. Escucho el zumbido de la vibración de su celular y él prácticamente da un salto. Mira la pantalla, pero al parecer no reconoce el número porque duda en responder. Miro de nuevo a, YoonGi interrogante.

— ¿Por qué no me contesta? —musito.

— Le quité tu chip, tiene mi número, rompí el celular que me diste. —ahora es él quién se encoje de hombros como disculpa. — Intenta de nuevo.

— Vamos, Jinnie, contesta. —susurro en voz muy baja.

— ¿No contestará? Puede ser importante. Quizá podría ser información. —le dice, Windsor. Y al fin lo hace.

— ¿Si?

— Jinnie... Hola. —exclamo, conteniendo mi alegría. Lo miro levantarse de golpe del asiento.

— ¡Jimin! ¡¿Jimin dónde estás?! —dice un poco más alto de lo que debería a estas horas.

— Estoy bien. Perdona que no te había llamado, extravíe mi celular... Yo y mis tonterías, ya sabes...

— Dime dónde estás, Jimin. Ahora mismo iré por ti. ¿Estás con ese tipo? —farfulla paranoico.

— Jinnie, no hables así de él por favor. Él no es lo que tú... lo que todos piensan. Y sí, estoy con él. No quiero que te preocupes, ¿ok?

— ¿Que no me preocupe? ¡Eres mi hermanito! ¡Mi responsabilidad! ¡¿Cómo esperas que no me preocupe?! ¡Por supuesto que me preocupo! Regresa de inmediato. —me ordena imperioso.

— No puedo...

— ¡¿Por qué no?!

— Por qué... Porque estoy muy lejos... —balbuceo mientras pienso en algo. — Jin, con todo lo que ha pasado... Necesito un tiempo para recuperarme. Necesito unas buenas vacaciones y YoonGi está haciendo lo posible por dármelas. De verdad despreocupate, él me cuidará, ya lo hace. —le cuento.

— ¿En serio estás bien? —me pregunta dudoso.

Ay, Jin... Si supieras que esta puede ser la última vez que hablemos... Si pudiera decírtelo todo, pero es mejor que no lo sepas.

— Lo estoy... —muerdo mi labio inferior, pues ha empezado a temblar. Hay un nudo en mi garganta ya. — Quiero, pedirte un favor... Quiero que te enfoques en tus estudios, ¿si? Y en tener algo de vida propia, ¿ok? —añado con una sonrisa. Las lágrimas han brotado por sí solas. Lo escucho sonreír. Miro por la ventana, quiero ver esa sonrisa que se parece a la de mamá, pero sólo soy capaz de ver su espalda desde donde estoy.

— De acuerdo, lo intentaré. En cuánto a no preocuparme, no te prometo nada. Sólo llama seguido para saber que estás bien, ¿Si? Te amo, Minnie.

— ... Yo también te amo, Jinnie. —mi voz se corta. Sé que no podré cumplirlo. Trago saliva. — Hasta luego.

Cuelgo. Miro por la ventana y lo veo sonreír al abrazar a, Mingyu con emoción.

Adiós, Seokjin.

.
.
.

MIN∆BRIL

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro