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Capítulo 19

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Escucho el sonido aleatorio de un monitor a la distancia, algunos murmullos lejanos. Intento abrir los ojos, pero mis párpados se sienten pesados. Veo una luz, todo es blanco brillante, abrumador, a donde quiera que gire la mirada y un olor estéril inunda mi sentidos.

— ¡Enfermera está despertando! —grita una silueta borrosa que sale corriendo del cuarto.

Dios, ¿donde estaba?

Tengo mucha sed, mi garganta está seca y me siento mareado. Siento un vacío enorme, como si un huracán me hubiera azotado por todo el cuerpo. Me duele todo, mi cabeza, mis brazos, mis piernas, mi vientre.

Recuperé un poco la vista, era una habitación de hospital. Una señorita, vestida también de blanco, entró apresuradamente y Jin viene tras ella. Su rostro luce tan angustiado. La enfermera se acerca y revisa una bolsita en lo alto de un tubo y checa mis signos vitales.

— Parece que todo está muy bien. Ahora le aviso al doctor para que les informe más. Con permiso. —murmura ella amablemente y se va.

— Gracias. —le dice Jin y se sienta a mi lado en un sofá. — ¿Cómo te sientes? —me pregunta.

— Me duele un poco el vientre, tengo espasmos y mucha sed. —me quejo en voz baja y algo ronca, que ni siquiera me reconozco.

— Le diré a la enfermera para que te dé algo. —me dice y vuelve a salir un momento.

Escasos segundos después, la misma señorita de blanco regresa con una jarra de agua con cubos de hielo que tintinean en el cristal. Me sirve un vaso y luego se dirige otra vez a la bolsa, saca una jeringa de su bata y pone algo en la cánula.

— ¿Algo más que necesite? —pregunta ella. Niego con la cabeza y se va.

Intento levantarme, acomodarme un poco, si algo odio, es estar en un hospital. No había estado en uno desde hace un poco más de dos años, tras la muerte de mi padre.

— Te ayudo. —dice Jin, acercándose para ajustar mi almohada.

— ¿Qué pasó?

— ¿No lo recuerdas? Esperaba que tú me lo dijeras, nadie aquí me ha querido decir nada en toda la mañana.

La verdad es que no lo tengo muy claro...

Estaba en el bosque, luego, Yurah me atacó, después huía y encontré a Namjoon. Luego de eso no recuerdo nada más.

— Creo, que lo olvidé. —susurro.

— Namjoon me llamó para avisarme. Dijo que estaban en la carretera y que un animal, te seguía. ¿Qué hacías afuera anoche? —inquiere.

Oh, ya recuerdo un poco...

«— ¡Dios mío, Jimin! —exclamó, Namjoon aterrado.

— ¡¿Que?!

— ¡MIRATE! —grito señalándome.

Estaba manchado por mi propia sangre.»

Creo haberme desmayado después de haberla visto. Eso significa que Jin aún no lo sabe.

Un señor de mediana edad entró a la habitación, distrayendo la atención de él hacia mi.

¡Debo saber qué pasó con mi bebé inmediatamente!

— Buenos días. —dijo él.

Sin rodeos...

— ¿Mi bebé doctor? —pregunté algo alterado. Sin siquiera poner interés en la cara que ha puesto Jin. El Doctor me mira silente, más tiempo de lo que esperaba.

— ¿Bebé? ¿Cuál bebé Jimin? ¿De qué estás hablando? —me interroga desorientado.

Miro a mi hermano, sin poder responder y vuelvo la mirada hacia el Doctor sin decir una palabra.

— Lo siento. Fue imposible continuar la gestación con tan poco tiempo de maduración. Tuvo un cuadro hemorrágico muy grave, lo que llamamos un desprendimiento o aborto espontáneo. Si no hubiera sido por el joven que le trajo... La pérdida habría sido fatal. —me informa la mala noticia.

Por un breve instante, me cuesta conectar algo entre mis pensamientos y mi boca.

Lo perdí. Perdí a nuestro bebé...

Me recuesto en la camilla de nuevo, pensativo, sopesando la información. Asentí con lentitud unos segundos después y de alguna muy extraña manera, me siento ligeramente aliviado. Sin duda era una noticia fuerte, muy fuerte, pero un bebé a los dieciocho no es el sueño de un adolescente.

— Con permiso. —dice el Dr, al sonar su localizador. Asiente y se va de la habitación.

— Park JiMin, con un demonio, ¡¿qué está pasando?! —inquiere desesperado. Lo miro y suspiro. Debo decírselo.

— Yo... Estaba en cinta. —le confieso en voz baja, luego de un minuto. Jin se queda pasmado, boquiabierto.

— ¿Qué...? ¿Cómo? —balbucea. Lo miro con expresión de; ¿Cómo crees tarado?

La abeja, la flor...

Él entiende al fin y parece apenado.

— ¿De él? —me pregunta. Asiento. Él frota su frente sin creerlo, no se lo esperaba. — ¡Oh, Minnie! ¡Lo siento tanto...! —murmura en un sollozo y me abraza fuerte. Eso era algo que YO, no me esperaba. Su muestra de afecto me toma por sorpresa. Él me suelta y me mira. — ¿Por qué no me dijiste que iba a ser tío? —me reclama llorando.

Oh Jin...

— Lo supe hace muy poco, no me dio tiempo de nada. —susurro. Él seca sus lágrimas y se sienta a mi lado otra vez.

— ¿Él lo sabe? —pregunta. Niego con la cabeza. — Oh, Minnie, ¿un bebé? —pregunta aún perplejo.

Lo sé, lo sé. Fui un idiota. No creí que fuera posible embarazarme de... Oh rayos... Ni siquiera lo había pensado.

No, jamás saldrá de aquí. Podría ser un pecado enorme. Tomé de la mano a Jin.

— Nadie más lo sabe. Jinnie... ¿podrías guardar el secreto? No quiero que nadie se entere.

— Sabes que te apoyo en lo que sea hermanito. Está seguro conmigo. —me dice y me vuelve a abrazar fuerte.

En ese momento lo necesito tanto. Luego de un par de minutos, alguien toca a la puerta.

— ¿Se puede? —pregunta dulcemente el rostro de un oso de felpa, asomándose por el arco de la puerta. Tras él, aparece, Namjoon sonriendome. — Hola.

— Hola. —dice Jin.

— Hola... ¿Eso es para mi? —le pregunto con un poco de emoción. Es un oso grande y lindo.

— Bueno lo compré para un chico realmente bello, ¿lo has visto por ahí? —murmura sarcástico. Mm... Mi cara de emoción baja algunos grados. Yo no, no me siento cómodo con sus halagos. — Claro que es para ti, toma. —me dice, acercándose a la cama.

— Gracias.

— Hmm... Los dejaré solos un momentito, debo ir por algo. —murmura Jin, traicionero.

Él se levanta de mi lado, se inclina para besarme en la frente cual judas y sale de la habitación. Namjoon me sonríe y se sienta en el sofá ahora vacío, arrastrándolo para estar un poco más cerca.

— ¿Cómo estás?

— Mucho mejor. ¿Ves esa manguerita? —le sugiero sardónicamente, señalando la intravenosa que baja a mi muñeca. — Una enfermera puso algo ahí para que no me duela nada. —le sonrío y él me devuelve la sonrisa. — Gracias. —añado sinceramente, poniendo mi mano sobre la suya. Si no fuera por él, no la estaría contando. Él la cubre con su otra mano.

— No hay de qué. No podría ver que algo te sucediera y no hacer nada. —murmura. De pronto nos quedamos en un silencio incómodo por un largo rato. — Jimin-ah, yo... Escuché lo que estabas hablando con tú hermano, por accidente. —masculla apenado. — Aunque... Realmente lo supe desde antes que te trajera.

— ¿Qué?

— Sí, bueno era lógico. Soy un alfa, Jimin. Podemos darnos cuenta de eso de inmediato. Tu olor cambió hace mucho. —admitió, su mirada se perdió en sus manos. — Era diferente desde que regresaste cuando habías desaparecido. Pero en los últimos días, tu olor era realmente dulce y ese otro aroma estaba impregnado en ti tan protectoramente. —confiesa. Él lo sabía... Lo sabía todo este tiempo... Yo, no sé qué decirle. — Además... Tú, estabas, sangrando de... Ya sabes. —balbucea avergonzado. Hice una mueca en un intento por sonreír. Sí, es vergonzoso, pero tiene un nombre; HSF. — Lo lamento.

— Yo igual... Pero, no hay nada que hacer. —le respondí, encogiéndome de hombros. — Tal vez... Más bien, no era el momento. Las cosas siempre suceden por una razón.

— Sí. —suspira. — Jimin, yo, quisiera estar contigo. Es decir, apoyarte en todo lo que necesites. —dice sincero.

— Gracias. Creo que lo sé y me gustaría pedirte un favor
..

— Lo que sea. Dime.

— Quisiera, que todo esto quedara como un secreto, por favor. —susurro. Él asiente unos segundos después.

— Por supuesto. Es algo muy personal, no me entrometeré.

— ¿Alguien más sabe que estoy aquí? —le pregunto.

— Creo que no. Sólo llamé a tú hermano en cuanto llegamos. Me asusté bastante cuando te desmayaste en mi camioneta. Jimin, ¿estás seguro que nada te sucedió allá? —me pregunta preocupado.

Claro que sucedió. Esa maldita bruja me hizo abortar y no se lo voy a perdonar jamás.

Niego con la cabeza, e intento disipar el creciente nudo en mi garganta lleno de tristeza, pero sobre todo, coraje. No lloraré, esa maldita no lo vale. Namjoon suelta mi mano y levanta la suya para acomodar el cabello que cubre un poco mis ojos. Debo ser un desastre ahora mismo. Roza mi mejilla en su descenso. Sus manos son un poco ásperas por su trabajo en jardinería. Se levanta despacio y se inclina lento. Sus ojos miran los míos con la más intensa, brillante y más cálida de las miradas. Veo sus labios acercándose.

— Nam, yo... —susurro. Y me besa en la mejilla. Me quedo callado. Creí que me besaría en serio.

— Te dejaré descansar ya. —murmura y sonríe tristemente.

Oh Nam... ¿Por qué no puedo amarte? ¿por qué no puedo enamorarme de alguien como tú? Perder ese maldito miedo. Amar a alguien normal. Te has comportado tan bien conmigo en todo momento, desde que llegué aquí. Me salvaste la vida. Y yo tratándote mal como todo un imbécil.

— Nam... —le llamo antes de que salga. — ¿Te gusta lugar 21? Podríamos aprovechar mi incapacitación. —le pregunté animado. Él sonrió algo extrañado.

— Es mi segundo nombre. —respondió alegre y salió del cuarto.

Quizás debería sacarme toda esta inmunda tragedia de la cabeza, olvidar que todo esto pasó. Dar vuelta a la hoja y volver a empezar. Sí lo logré una vez, tal vez pueda hacerlo de nuevo. Ya no siento nada por, Hyun Bin, pero sigo recordando lo que me hizo como si hubiera sido esta semana.

(...)

— Te lo dije hermano, aprende un poco del maestro. Basta un par de palabras, unas flores para que tengas los omegas más lindos comiendo de tu mano. Vete preparando porque tendrás que pagarme. —decía, Hyun en tono arrogante.

Él estaba en el parque donde practicaba skate. Era su mejor amigo Seung quién reía con él al ver algo en su celular. No podía creer lo que escuchaba. Sentía que me desmoronaba.

¿Ese era su plan?

Apenas hacía un par de días me había pedido un tiempo, porque supuestamente necesitaba madurar, puesto que me había pedido que me entregara a él, pero hasta ahora me había negado. No estaba listo. Sin embargo la noche anterior me había decidido. Lo haría, porque lo amaba. Lo amaba como jamás había amado a alguien. Creía que me comprendía, que me quería tal como era. Pero sólo se burlaba. Sólo quería usarme y después deshecharme para ganar algunos billetes. Seguro se reían del mensaje que le mande, en el que le decía. "Que estaba bien y que lo amaba".

¡Que estúpido! ¡Es una maldita basura!

No podía contenerme, toda mi desilusión se convirtió en ira en cuestión de segundos.

— Hola mi amor. —dijo al verme venir. Tomé su tabla y cegado por la furia se la arroje en la cabeza. Pero el muy imbécil que agachó y logro esquivarla. Así que cayó en los arbustos. — ¡¿QUÉ TE PASA?! ¡Estas loco! —gritó levantándose.

— ¡Eres un maldito, infeliz! ¡Eso es lo que eres! —le grité. — ¡ERES UNA BASURA!! —seguía gritando y empujándolo en repetidas ocasiones en el pecho.

Me sentía tan devastado, totalmente humillado. Él intentaba detenerme y alejarme para que dejara de golpearlo.

— ¡NO TE ME VUELVAS A ACERCAR ESCUCHASTE! —le grité y lo golpeé tan fuerte, que no sé cómo no se le cayó la maldita cara.

Su altura era mucho más que la mía, era un enorme alfa y yo tenía sólo quince años, pero tenía más valor de lo que creerían. Intenté golpearlo nuevamente, pero el muy canalla tuvo el descaro de empujarme al suelo, de no haber sido por su amigo, Seung y de todos los que nos miraban en aquel parque... Probablemente me habría derribado y hasta molido a golpes.

Al final término largandose y tuve la única satisfacción de que sí a mí me había quedado la mano lastimada durante toda una semana, a él le deje la peor parte en su rostro.

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MIN∆BRIL

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