Capítulo 18
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Son aproximadamente las seis de la mañana y estoy despierto ya. Hace un buen rato que veo a, Taehyung dormir plácidamente. Mientras yo, escribo un rápido mensaje en mi celular para, YoonGi.
{"¿Nos vemos hoy a las siete? Necesito hablar contigo, personalmente. NO te alarmes y NO vengas, te veo allá."}
Vamos cobarde. Pasan bastantes minutos hasta que al fin presiono enviar. Espero realmente no preocuparlo de más y ni que apareció otro loco suicida. ¿Qué pasará cuándo se entere? ¿Cómo lo tomará? ¿Me creerá? Bueno, ni yo lo creo aún. Debes hacerte a la idea Park Jimin, tienes diecisiete años, pronto dieciocho y estas embarazado. Tendrás al hijo de, un vampiro...
Vaya, no me había dado cuenta que ridículo y loco suena eso. No me sorprendería si termino en un hospital psiquiátrico por el resto de mi vida. ¡Padre a los dieciocho! Sí mi padre viviera, seguro me daba una buena bofetada por no escuchar sus pláticas sobre cómo cuidarme. ¿Pensaría que soy una deshonra? Pero qué digo. No, mi padre jamás me golpeó ni lo haría. Probablemente mi madre me abrazaría y diría que todo iba a estar bien. Oh mamá, cuánto te extraño, desearía que estuvieses aquí conmigo, te necesito. ¿Cómo podré ser padre, si no me siento adulto? ¡Dios no lo puedo creer!
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El día se va volando como mis pensamientos. Cuando reacciono, ya estoy sentado en una de las bancas del jardín, esperando a que todo mundo termine sus labores del final de la tarde. Pienso. Pienso y pienso, aún no sé cómo se lo diré.
— ¡Hola Jimin-ah! —me saluda, Namjoon con entusiasmo. Estaba tan distraído que no lo escuché, ni lo vi pasar.
— Hola. —respondí. Él estaba cargando algunas cajas a su camioneta. Al parecer saldría del pueblo. La curiosidad me movió a preguntar; — ¿Y eso?
— Ah, llevaré algunas cosas donadas por el pueblo y el colegio a un orfanato en Hampstead heath. Normalmente me he encargado de llevarlo cada año antes de navidad pero, ya que este año se junta con el primer centenario del colegio, la gente de aquí estará algo ocupada. —me cuenta.
— Que tierno gesto. —murmuro y observo que se ha quitado el cabestrillo, sólo trae una venda y hace ligeras muecas de dolor al subir una caja pesada. — Y que inconsciente de tu parte haberte quitado el cabestrillo. ¿No pudiste ni siquiera traerlo un día? Tu sutura se abrirá de nuevo. —le reclamo. Él me sonríe apenado.
— No pasa nada, Jimin. Estoy bien. No es la primera vez que me accidento, en realidad... Soy bastante torpe así que, estoy acostumbrado.
— Claro, olvidaba que eres un chico rudo. —le dije sarcástico. No olvido su temor a las agujas. — En serio, pontelo. O me harás sentir culpable.
— ¿Culpable por qué? —quiso saber.
Bueno, lo estuve pensando y resulta que creo que su "accidente" fue ocasionado por la sorpresa de saber que tenía un novio. Sé que le gusto y aunque no lo quisiera, sé que le afecto en algunos aspectos.
— Bueno... Es que le prometí a Gigi que te vigilaría. —le miento. Me sorprende lo bueno que soy para mentir últimamente.
— Ya veo. —susurra, ligeramente decepcionado. Sube la última caja y cierra la puerta trasera de la camioneta.
— Ten cuidado al conducir, ¿ok?
— Descuida, voy cerca y volveré pronto. —me dijo guiñándome el ojo al arrancar la camioneta.
Eso espero. Manejar con una sola mano, a todo mundo puede traerle problemas. Recuerdo cuando papá jugaba a manejar el auto sin las manos en el volante y nos asustaba bastante a Jin y a mi. Nuestro padre tenía un liviano humor negro, -que supongo heredé-, pero a pesar de todo era un excelente padre. Apenas se va Namjoon, vuelvo a recordar el por qué estoy aquí.
Tratando de envolver con palabras mi regalo de navidad. Y vaya regalo...
De pronto siento una fuerte punzada en el estómago, es una sensación extraña, una emoción que no sé describir si es de miedo o nerviosa alegría.
¡VOY A SER PADRE!
Hay una pequeña vida creciendo en mi... Es tan raro. Realmente raro. Bueno, sí he de ser papá... Haré todo lo mejor que pueda por él... O ella. Sonrió socarrón; es más probable que sea niña, al parecer esa es la maldición de los Park.
— Sí, seguro serás niña. —susurro para mi mismo al tocar tontamente mi estómago.
¿Pero que rayos estoy diciendo? ¿Que me está pasando? ¡¿Realmente lo estoy contemplando?! ¿Qué pasaría sí... Si no fuese un bebé normal?
¡Dios, mira donde estoy metido!
...
Los tonos ópalos entre las colinas, indican que son casi las siete cuando llego a su casa. Pero me veo seriamente tentado a no entrar y regresar por donde vine. Finalmente, me decido a abrir la puerta. Es extraño, pero antes de entrar por completo, noto que todo se a vuelto silencioso en un instante. Los sonidos que por lo regular pueden oírse en el bosque, las aves, nada se oye. Sintiendo un efecto deja vu. Es tan tranquilo que desconcierta. Y de por sí ya estoy nervioso. Como siempre, la casa está fría y oscura. Su vida tampoco a sido nada fácil ahora que lo veo. Todo gracias a esa bruja.
— Daría lo que fuera por volver a saber lo que estás pensando. —murmura, YoonGi.
Cruzado de brazos al lado del arco de la puerta que lleva a la biblioteca. Me asusta, pues no me dí cuenta desde hace cuanto estaba allí por estar tan distraído. En este momento, me alegra que no pueda. Esperen, ¿Qué?
¿Es...? ¡claro!
¿Es que no puede oírme por que estoy embarazado?
Según la prueba, algunas semanas, y según él, hace casi exactamente lo mismo que dejó de escuchar mis pensamientos. Seguro que debe ser eso.
— ¿Te encuentras bien?
— ¿Hmm? —balbuceo distraído.
— ¿Que sí estás bien? Te noto preocupado. —me dice acercándose. Apesar de no leer mi mente, sabe descifrar cada gesto y movimiento de mi cuerpo. Pues me conoce bien.
— No, sólo, no dormí bien anoche. —me excuso. Realmente no puedo comenzar a hablar, así que evado el tema. Quizás después, lo consiga. — ¿Estabas leyendo? —le pregunto señalando la biblioteca de donde a salido.
— Sí, no hay mucho que hacer aquí durante el día. —me dice con algo de humor, acariciando mi mejilla con los nudillos de su mano.
— ¿Y qué lees? —vuelvo a preguntar antes que me bese.
Él sonríe, esa sonrisa que me encanta y me mira con esos ojos oscuros e intensos que me desarman. En este momento de la vida, en que lo tengo tan cerca, tan real. No puedo creer que hasta hace unos meses soñaba con entregarme cada noche a un completo extraño. No imaginé que sería algo más que un peligroso amor de sueños eróticos.
— ¿Qué es Jimin? —quiso saber. Sin dejar de verme.
— ¿Qué YoonGi? —susurro. Vuelve a acariciarme y pasa su pulgar por mi labio inferior, delineandolo suavemente. Los recuerdos de la noche en que todo comenzó, regresan a mi.
— Tienes esa mirada. Como si quisieras decirme algo importante. —murmura. Me sorprende cómo puede saberlo sin necesidad de un poder. Me cuesta respirar, exhalo por la boca. — Dímelo por favor.
— Yo... No quiero... No quiero que esto termine. No quiero perderte ahora. Yo te... Te amo demasiado. —balbuceo al hablar.
Por un breve momento parece perplejo ante mis palabras, pero luego sonríe y me observa con la mirada más cálida que jamás le había visto. ¿Amor tal vez?
— ¿Era eso? —pregunta aún incrédulo. Asiento con la cabeza. — Oh Jimin, yo te amo también. Te lo he dicho siempre. —añade al besarme con intensidad, con anhelo vehemente y sólo tengo una opción ante tanta entrega y pasión de su parte.
Lo abrazo, lo beso con la misma equidad. Suplicando que este instante no termine para no tener que hablar. Su beso se vuelve cada vez más exigente y me niego a evitarlo. Mi cuerpo reacciona a sus caricias, al mínimo contacto de su boca en mi cuello. Desliza despacio mi chaqueta, dejándola en el buró.
— ¿Sabes cuánto te amo? —dice entre cada beso. — ¿Lo sabes?
— Lo sé... Te amo. —jadeo sujetándolo del rostro. No quiero pensar en nada más.
Me conduce por la habitación, la cual está iluminada sólo por la luz de la chimenea encendida. Sin soltarme ni un segundo, tira de mí y ambos quedamos arrodillados frente a frente, con el fuego ardiendo a nuestro lado. Puedo escuchar el crujir de la madera quemándose.
— ¿Aquí? —susurro algo agitado. Apesar de los arrebatos en cualquier lugar y amenazas de hacerlo en un cementerio, nunca lo hemos hecho en el suelo.
— Quiero verte. —dice simplemente como explicación.
Vuelve a besarme y muy despacio, su peso se cierne sobre mi. Coloca su brazo derecho bajo mi cabeza, poniéndome con suavidad y lentamente introduce la otra mano bajo mi camiseta, levantándola. Acaricia mi cintura con delicadeza. Sujeta los extremos y me la saca por la cabeza. Se levanta un poco y me mira fijamente. Sus ojos y mi piel reflejan el fuego de la chimenea, mientras observa mi cuerpo semidesnudo de la mitad para arriba. Oh por favor. Suplico silenciosamente. Se inclina despacio, después de lo que pareciera una eternidad. Besa mi cadera, mi cintura, mis costillas y sigue avanzando. Subiendo, besa mi pecho suavemente. Me estremezco con solo sentir su aliento pasar por mi clavícula hacia mi cuello.
Pero, inesperadamente, se detiene. No por favor. Abro los ojos y me doy cuenta de que una vez más está mirándome. Pero esta ocasión su rostro parece aturdido, desencajado. Como si no diera crédito a alguna cosa.
— ¿Qué pasa? —le pregunto. Él se levanta rápidamente y se sienta a un lado mío, sin hablar una sola palabra. Me levanto también. — ¿Qué sucede? —vuelvo a preguntar. Finalmente voltea. Parece enojado.
— ¿De dónde sacaste esto? —me pregunta con dura voz, serio, casi molesto, sujetando en su puño el dije de mi cadena.
— ¿Por qué?
— ¿Dime dónde lo hallaste? —insiste aprensivo.
— Era de mi bisabuelo, creo, ahora es mío. Hace mucho no lo usaba. ¿Por qué te interesa? —murmuro.
Él lo suelta y se pone me pie, alejándose de mí. Levanto mi camiseta del suelo, poniéndomela de nuevo. ¿Qué le sucede? Luce visiblemente alterado por alguna razón. Frotándose el cabello y barbilla con las manos.
— ¿Qué tienes? —le pregunto.
— ¿Jihoon? —interrumpe distraído y exaltado.
— Eso creo, sí. ¿Cómo sabes su nombre?
— No puedo creerlo... —se dice a sí mismo. Él se sienta un momento, colocando sus manos en la cabeza y los codos en sus rodillas sin decir más.
— YoonGi... Yoon, hablame. —le insisto al ver que no responde y que ni siquiera dirige sus ojos hacia mí.
Finalmente, él me mira y su ceño se arruga. Su expresión es indescifrable. ¿Enojo, furia, miedo, incredulidad? Mira hacia arriba y suelta una gran bocanada de aire. ¿Estaba reteniendo la respiración?
Me acerco y me arrodillo junto a él para estar a la misma altura.
— YoonGi, me estas asustando. Dímelo. —susurro. Vuelve a dirigirme la mirada.
— Jimin... —se detiene con reticencia, respira por la boca, como si le costara hablar. — Jimin, yo le entregué ese dije. —confiesa al fin. ¿Qué?
— ¿Qué... ¿Qué estas diciendo? —farfullo sin entender.
— Claro... era eso. Ahora entiendo todo... —murmura para sí.
— Pues yo no entiendo nada...
— Jihoon fue mi vida entera, Jimin... —suelta sin más. — Yo le entregué ese dije, como promesa de matrimonio. —prosigue. — Se suponía que cuando regresara de mi reclutamiento nos casaríamos. Por obvias razones, nunca regresé. Jamás volví a verlo... Y ahora resulta que tú eres su descendiente. —me dice bruscamente, con una fría y desgraciada sinceridad irrefutable.
¡Eso no puede ser cierto!
Es una gran estupidez.
¡Maldita, maldita sea!
Ahora está tan claro todo. ¡Ya entiendo a qué se refería! Es, demasiado. Termino de arreglar mi ropa y me dirijo hacia la puerta. ¡Debo largarme de aquí!
— ¿A dónde vas? —me dice, levantándose para alcanzarme del brazo y detenerme.
— ¡¿QUE SE SUPONE QUE DEBO DECIR DE TODO ESTO?! ¡¿Debo tener celos de mi propia sangre?! —escupo de mala gana.
— Eso fue en el pasado...
— ¡Acabas de decir que él era tu vida! —le grito interrumpiendo loco de celos. — ¿Cómo debo sentirme? Llevo su maldita sangre... ¡Por eso es que te fijaste en mi! ¡¿Esa era la maldita conexión no?! ¡¡ESO FUE LO QUE TE ATRAJO!! —grito, sintiéndome humillado y trato de empujarlo para que me suelte.
— Lo sé y quizás en un principio fue así. Pero no eres igual a él, Jimin. Son totalmente diferentes y es a ti a quién amo ahora. —murmura.
Y de pronto viene a mi el recuerdo de lo escrito en el diario que encontré. Oh, no... Eso significa que...
Logro sostenerle la mirada con dificultad, pues ni siquiera yo puedo creer lo que estoy pensando.
— ¿Te uniste a él? —pregunto temeroso. Sí me dice que sí, terminaré de morirme. Me mira contrariado.
— Jimin...
— ¡¡SÓLO CONTÉSTAME MALDICIÓN!! —exijo.
— ... Sí. Se entrego a mi la noche antes de marcharme, creé nuestro lazo. —susurra.
¡NO, NO, NO! ¡No puede ser!
Me deslizo de sus manos, sintiendo el cuerpo debilitado y caigo al suelo. ¡Dios no!
— Jimin, eso no es importante. —dice agachándose. Levanta mi rostro, sujetándome del mentón y ya no puedo ocultar las lágrimas, lloro desconsoladamente. Esto no es justo. Vuelvo a esconder mi cara, puesto que ahora me ahoga la vergüenza y la tristeza. — Tranquilo. —murmura. Como queriendo calmar a un niño asustado. Acariciando mi cabello.
— Estaba en cinta... —musito apenas audible. — Él, estaba en cinta... ¿Te das cuenta, que podrías ser el padre, de la madre de mi madre? —le expreso en tono bajo y balbuceante mi grotesca conclusión.
Lo miro una vez más. Su rostro palidece aún más de lo normal y se levanta de golpe. Atónito por mis palabras.
— J-jimin.... —balbucea también, sin poder articular una frase completa.
El tiempo pareciera hacerse eterno en la habitación. La tensión es tan pesada, que puede sentirse entre nosotros, en silencio. Repentinamente vuelve a agacharse e intenta levantarme, pero mi cuerpo se estremece, como si una enorme carga eléctrica me recorriera a su contacto. Retrocedo exaltado.
No puedo, no quiero que me toque una sola vez más.
— Jimin...
— Alejate... Sólo aléjate... —me levanto y salgo despavorido.
Confundido, abatido. ¡Dios mío, no! Podría ser carne de su carne... ¡Incesto! ¿Por qué?! ¿Por qué la vida se empeña en jugar conmigo todo el tiempo?! ¿Qué hice para merecer esto?
Salgo de la casa aún llorando. Hace frío, una blanca y espesa bruma se esparce por el bosque. Aunque no más que la bruma que nubla mi mente. ¡Sólo quisiera morirme!
— Te tomo la palabra, maldito trozo de carne podrida. —murmura una voz en tono tranquilo de la nada.
Me hace detenerme en seco a mitad del tupido bosque, helándome la sangre. Miro hacia todos lados sin lograr ver nada ni a nadie. Giro despacio y un escalofrío me recorre la espalda al tener de frente a una mujer, vestida completamente de negro y tan pálida como la luna misma. Sus brillantes ojos azules, casi grises, penetran los míos. Me controlan. No puedo dejar de verlos un segundo, menos reaccionar. La mujer camina a mi alrededor en total silencio y la sigo sólo con la mirada para no perderla de vista. Se detiene a un costado, observándome.
En ese momento, toma impulso y con fuerza extrema, me golpea con el dorso de su mano. Provocando que caiga al suelo boca abajo. Intenté levantarme, pero ella se me echó encima y presionando mi cara contra la tierra, poniéndome su rodilla en mi nuca.
— ¡Agh! —me quejo. Ella me jala fuertemente del cabello, levantando mi cabeza.
— ¿Sabes cuánto había esperado este momento? ¿Cuántas ganas tengo de hacerte pedazos? —pregunta ella. Su voz parece estar llena de repudio y desdén. Enterrando sus uñas en mi cabeza y jalándome el pelo con más fuerza. Me arde el cuero cabelludo. — ¡LEVÁNTATE! —grita y me hace levantar a rastras del cabello. Es realmente fuerte.
— ¡Suéltame! ¡Agh! —grito y gimoteo dolorido.
— ¿Por qué? Sí nos la estamos pasando muy bien. —pronuncia cínicamente y me arroja contra el tronco de un árbol. ¡Agh! Mi cráneo rebota de él y vuelvo al suelo.
Por un momento, es como si me hubieran apagado la luz. Veo borroso, doble, fuera de foco. Alcanzo a distinguir sus botas acercándose muy lentamente. Como disfrutando de una obra privada, en la que sólo quedamos dos en el escenario. Pésima suposición; El telón caerá... Para mi.
Se acerca, pero en un abrir y cerrar de ojos, desaparece de mi rango de vista. ¿Dónde está?
Me levanto muy despacio, quitándome el cabello de enfrente. Durante algunos segundos, no escucho nada, sólo mi corazón pateando mi garganta y mi sangre bombeando en mis oídos. La niebla es realmente densa, casi no veo nada. Tengo que escapar de aquí...
— ¿A DONDE CREES QUE VAS, MALDITA BASURA?! —grita ella, abalanzándose de la nada sobre mí por la espalda y tirándome una vez más. Intento levantarme y correr, arañando la fría tierra con mis manos. Pero ella me sujeta de las piernas.
— ¡Suéltame! ¡Déjame! —la golpeo en la cara con mi pie y me suelta para frotarse la nariz rota.
— ¡¿Cómodo te atreves?! Basura, ¡me las vas a pagar! —escupe furiosa.
Entonces se levanta, su rostro se torna oscuro y horripilante, sus ojos son casi blancos, al igual que sus enormes colmillos. Ella está a punto de arrojarse sobre mí, así que instintivamente me cubro con los brazos. Pero el encuentro no llega y vuelvo a mirar. Veo veloces sombras a través de los árboles. ¿Es...?
Es, YoonGi.
Él la sujeta con fuerza. Ella se resiste, pareciera tener al mismo demonio adentro.
— ¡SUÉLTAME! —grita mientras patalea y se retuerce. — ¡LO VOY A MATAR! ¡Lo voy a matar y no podrás volver a verlo! —grita desesperadamente, luchando por zafarse.
— ¡Corre Jimin! ¡Vete! —me grita YoonGi alarmado. — ¡QUE TE VAYAS! —ordena furioso, al ver que no me marcho.
¿Pero...?
Asiento nervioso, apenas puedo reaccionar. Como puedo, logro levantarme y echarme a correr. Corro tan rápido como mis piernas me permiten hacerlo, a sabiendas que mi vida depende de ello. Tropiezo y reboto de los árboles a mi paso y me rasguño por todos lados debido a la poca visibilidad, pero sin parar ni un segundo. Alejándome más y más, sin voltear atrás alguna vez.
Mi mente está en blanco. Jamás había tenido tanto miedo en toda mi vida y había corrido tanto que perdí la noción del tiempo. Ya estaba cansado, alucinado. Así que me detuve brevemente a respirar y casi al instante, me doy cuenta de que a muy poca distancia estaba la carretera. Continuo hacia ella y logro ver unas luces acercándose.
¡Dios mío, gracias!
Salgo al camino y comienzo a hacerle señales para que se detengan.
— ¡Pare, por favor! —grito ondeando las manos en el aire. El auto se acerca más y más. — ¡ALTO! —grito de nuevo al golpear el cofre de la ahora visible camioneta, al frenar justo a tiempo. La persona abre la puerta y sale. No puedo ver su rostro por las luces.
— ¿Puedo ayudar...? ¿Jimin-Ah? —pregunta. ¡Es Namjoon!
— ¡Súbete Nam! —le grito desesperado, dirigiéndome a la otra puerta.
— ¿Pero qué pasa?
— ¡ARRANCA, NAM, ARRANCA!! —le interrumpo golpeando el tablero. Él sube a la camioneta y hace lo que le pido. Sólo entonces puedo relajarme un poco en el asiento y controlar mi respiración.
— ¿Qué está pasando? ¿Qué hacías en el bosque tú sólo Jimin? —inquiere él, intrigado y sorprendido.
— Me... Me perdí. —le respondo algo agitado.
— No Jimin. ¿Qué sucedió en verdad? Estas muy alterado. —me insiste.
— Es que... En serio, me perdí. Y no sé, creo que había... U-un oso rabioso o algo, siguiendome. —balbuceo al hablar. Namjoon no me creería lo que vi en realidad.
— ¿Estas bien? ¿Te atacó? —pregunta preocupado y me examina con la mirada.
— Sí, sí. No me hizo daño, sólo me asustó. Por favor concéntrate en el camino. —le pido. Él asiente y vuelve su mirada a la carretera.
Por dios... ¿Era ella? ¿Yurah?
— Tenemos que avisar a control animal. Podría ser peligroso para alguien más... —me dice y voltea nuevamente a verme. — ¡Dios mío, Jimin! —exclamó aterrado y frena de repente. Haciéndonos rebotar a ambos de nuestros asientos.
— ¿Qué? —pregunto aún agitado.
— ¡MIRATE! —me grita otra vez, lleno de pánico y señalándome. ¿Qué sucede?
Miro mis piernas y... estoy lleno de sangre. ¡Oh por...!
¡NO, NO, NO!
— Te llevaré a un hospital. —dice y pisa el acelerador.
Su voz se evapora en mi oído, habla, pero no lo escucho. Ni siquiera soy capaz de decir algo, sólo miro mis manos y la tela del asiento manchados por mi sangre. Dios no... ¡Mi bebé no!
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MIN∆BRIL
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